miércoles, 17 de marzo de 2021

Nombres, apellidos y calles de Fuente de Cantos.

                                                                                      



Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;


porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;


que si se extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas,

                                                                            

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno.

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!.


Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan solo noches buenas,

y en cambio tuve algunas realmente serenas.


Amé fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

--Amado Nervo--



Mirad que cosas sabemos del pueblo. Hace casi doscientos años, en 1829, éramos 4.560 vecinos. No está nada mal para aquellos años, sin duda uno de los pueblos más grandes de la provincia. Había terminado la guerra de la Independencia y Napoleón hacía ya ocho años que había “estirado la pata” Un cáncer de estomago estando preso a manos de los ingleses en la isla de Santa Elena acabó con él...

Viendo el padrón de aquel año en Fuente de Cantos, me sorprende los nombres más utilizados por nuestros antepasados. Sí, porque si nuestros abuelos y bisabuelos se llamaban Fructuosos, Abundios, Atanasias o Filomenas, siempre creí que unas cuantas generaciones más atrás sería la repera de nombres contundentes y antiguos, pero craso error mío, resulta que hace doscientos años nuestros antepasados se llamaban exactamente igual que nosotros, los adultos de ahora.

En 1829 los nombres más utilizados por nuestros paisanos de entonces (cabezas de familia) eran por este orden: José (193) Juan (112) Antonio (110) Manuel (101) Francisco (94) o Joaquines (27). Aunque también había un Cosme, un Toribio, un Tiburcio, un Rudesindo, dos Roques, o 24 Diegos, por decir algunos.. Esto en cuanto a hombres...

Entre las mujeres los más habituales eran: Josefas, Marías, Franciscas, Antonia, Joaquinas, o Carménes, pero contábamos también con algunas: Hermosas, Felipas, Vicentas, Bernardas o Encarnaciones. Me llama la atención los pocos nombres compuestos (lo mismo en hombres que en mujeres), lo que nos da a entender que fue una costumbre posterior..

¿Y en cuanto a los apellidos? Pues los más comunes en aquellas lejanas fechas eran: Garcías (75), González (116) Domínguez (60) Matamoros (40) Ledesmas (45) Parras (40) Navarros (38) Pagadores (43) y Yergas (52) Estos últimos fueron mis primeros antepasados, claro. Bueno, y 17 Lebratos y 6 Magros y 6 Trigos y 3 Galvanes, y 3 Balseras o 12 Duartes. En fin, de estos apellidos (y más) y de sus portadores venimos nosotros..

Cuatro años más tarde de aquel 1829, es decir, en 1833 nos hicieron Cabeza de Partido Judicial. Éramos ya muy importantes. Aunque sólo 18 grandes calles aparecen en el trazado urbano (Llerena, Mesones, Hermosa, Usagre, Carrera, Calzadilla, Almena, Caño, Barrigas, Olmo, Esperanza, Sangre, Plaza, San Julián, Coso, Martínez, Misericordia y Frailes

Con el tiempo aquellas calles se fueron desdoblando, o triplicado alguna de ellas, y cambiado de nombres. Por ejemplo, la calle Hermosa, que era la más larga y poblada (vivían en ella unos 430 vecinos) está ahora segregada en: Hermosa, Nicolás Megía, Plaza de Sta. Teresa, y Plaza del Carmen.. La calle Sangre (400 vecinos) ahora son: calle de la Sangre y Valencia, o la calle Carrera (con 250 vecinos) y que actualmente se divide en Laurel, Espíritu Santo, Carrera y Gravina (mucha gente mayor aún llaman calle Carrera a la de Gravina). Y así el resto de calles..

Por cierto, ¿sabíais a qué se dedicaban los 4.560 vecinos antepasados nuestros por aquellos años? Pues fijaros: teníamos 320 labradores, (los que más), 108 ganaderos, 310 jornaleros, 14 hortelanos, 2 pintores, 2 plateros, 7 carpinteros, 14 molineros, 3 abogados, 2 escribanos, 5 maestros, 2 boticarios, 8 mesoneros, 27 zapateros (todo un gremio) 2 cirujanos, etcétera, etcétera, y 68 traficantes, que supongo serían tenderos y comerciantes. Y eso sí, no pueden faltar los 22 clérigos (curas y presbíteros) sin contar a los frailes y monjas de los conventos.

Uno de los oficios muy demandados entonces (teníamos 8 en el pueblo) era el de sangrador, a mitad de camino entre cirujano y curandero. Realizaban estos el ingrato trabajo de sangrar a enfermos, con o sin sanguijuelas. Se creía que muchas enfermedades sanaban haciendo correr la sangre al paciente..

Y para ir acabando y no aburrirles demasiado, ése mismo año del que hablamos murieron en el pueblo 188 personas (61 adultos y 127 niños (42 en julio)). Ya no enterraban en las iglesias por lo tanto recibirían sepultura en el cementerio de San Juan, alrededor de la ermita. El de San Fernando aún tardaría setenta años en hacerse. 

Por cierto, 54 años era la esperanza de vida de un fuentecanteño, ¡madre mía! A estas alturas yo ya llevaría unos años criando malvas Ufffff....

Joaquín

1 comentario:

  1. La información completa, en el siguiente artículo: LORENZANA DE LA PUENTE, F. “Fuente de Cantos en 1829”, Actas de la XI Jornada de Historia de Fuente de Cantos. Badajoz, Asociación Cultural Lucerna, 2011, pp. 191-240.

    ResponderEliminar