sábado, 27 de marzo de 2021

Habla que algo queda...

                                                                                



¡Ay! Derrame sin duelo

sangre mi corazón, llanto mis ojos.

¿Por qué, por qué a la tumba

insaciable de víctimas, tu amigo

antes que tú no descendió, señora?

¿Por qué al menos contigo

mi memoria fatal no te llevaste,

que es un tormento irresistible ahora?

¿Qué mármol hay que pueda

en tan acerba angustia los aciagos

recuerdos resistir mi bien perdido?

--Juan Nicasio Gallego--



Dice un conocido proverbio chino: cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.  No sé, pero me da la nariz que pocas veces lo cumplimos..

Quizás sean los años y el ansia de provechar cada segundo, pero cada vez es uno más consciente de las inútiles y soporíferas horas que soportamos en conversaciones intrascendentes, o monólogos casi, de gente que sólo le interesa hablar de si mismos. Es más, yo diría que ése es su cometido en la vida, meternos por el ojo su salud, su manera de ser, de vivir o de disfrutar, sin importarles un pimiento el tiempo de los demás; ni siquiera por cortesía callan. “Tú largas que algo queda”, pensarán..

Hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar, decía un tal William Caxton. Perdonen que les diga que lo segundo no lo veo por ninguna parte, o casi en ninguna. Encontrar hoy en día una persona en España que escuche más que hable es una bicoca, una operación sumamente difícil. ¡Vamos, se lo rifan los plastas!. 

Si uno se dispone a escuchar como un bendito todo lo que el otro quiera soltar por su boquita, tienes amigo para rato. Eso sí, en cuanto tú quieras hablar y decir aquí estoy yo, te quedas sin amigo y sin tiempo, seguro. En fin, perdonen mi insolencia..

Joaquín



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