viernes, 30 de noviembre de 2018

La importancia de tu nombre...



El dormir es como un puente
que va del hoy al mañana.
Por debajo, como en un sueño,
pasa el agua, pasa el alma.
(J.R. Jiménez)

Estarán conmigo que las tonterías y estupideces dichas o hechas no son patrimonio de nadie, ni de ningún pueblo ni país, ni tampoco, por supuesto, de ningún individuo. Todos estamos expuestos a cometerla alguna vez o muchas veces, solo que algunos las hacen tan gordas que luego quedan para mofa del “respetable” toda una eternidad. Ahora les cuento porqué digo esto...
Cuando en la Revolución rusa de 1917 se impusieron definitivamente los comunistas más exacerbados, comandados por el camarada Lenin, una de las primeras medidas que tomaron fue hacerle un juicio, pásmense, nada menos que a Dios. Imagino que le culparían, poco menos, que de connivencia con los ricos y con los zares en detrimento de los proletarios y de los pobres ¡Ya ven!. Bueno, pues aunque no se lo crean se celebró la vista ante un Tribunal Popular presidido por el comisario de instrucción pública, el camarada Anatoly Lunacharsky. ¿Y saben cual fue el veredicto final?... Imagínenselo, fue declarado culpable y condenado a la pena máxima que se ejecutaría al amanecer del día siguiente. Y, efectivamente, a la mañana siguiente, al alba, una compañía de oficiales disparó una salva de fusilería enfocando las armas al cielo. No tengo datos para creer si fue un juicio justo y si algún jurista se atrevió a ejercer de abogado defensor, pero según estaba el patio en esas primeras jornadas de la Revolución, dudo que nadie se atreviera...
Pero, siguiendo con las tonterías y simplezas mayúsculas de las que está la historia tan llena que rebosa; fíjense que les ocurrió a unos enviados del rey francés Felipe II, en España... Unos cuantos siglos antes de la revolución rusa de la que hemos hablado, Luis, el hijo de este rey francés quería una mujer para casarse, y vinieron a nuestro país a buscarla, exactamente a la corte del rey Alfonso VIII, que gobernaba entonces Castilla. Éste último tenia dos hijas; una bien hermosa de cuerpo y alma pero de horrible nombre; Urraca se llamaba la moza. La otra, fea hasta aburrir y de cuerpo enclenque, sin embargo su nombre hermoseaba todo su ser; por Blanca, nada menos, atendía la pobre. 
Nada más llegar a la corte de Castilla los embajadores franceses exigieron entrevistarse con las chicas para escoger la más idónea. Les presentaron a las dos y enseguida fueron conscientes de la gran diferencia de belleza entre ambas. No obstante había un pero; al decirles el nombre de cada una y ante la imposibilidad de pronunciar en francés Urraca (que era la guapa) se quedaron con la fea de bonito nombre. Esto demuestra que una simple tontería puede cambiar el signo de la historia 
Más adelante, Blanca se convirtió en reina de Francia al casarse con LuIs VIII, y madre por tanto de San Luis, el hijo de ambos. Se la conoció como Blanca de Castilla y fue una mujer ejemplar. No sé si a ésta historia se le puede aplicar aquello de: "La suerte de la fea la guapa la desea".. Juzguen ustedes.

Joaquin Yerga 





jueves, 29 de noviembre de 2018

Átense los machos que viene Vox






En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
--El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño--
Le dije que iba a besarla,
bajó, serena, lo ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
(J.R.Jiménez)


El Cisne negro” es una película americana de aventuras de los años cincuenta cuyo argumento va de piratas del Caribe. Ayer estuve viendo algunas escenas de ella; más que nada por la pereza de no cambiar de canal, aunque acabé por hacerlo. El actor principal es Tyrone Power, un tipo intrépido y resultón, que por cierto, murió aquí en Madrid a los 44 años de un infarto mientras rodaba “Salomón y la reina de Saba”. La heroína de la que se enamora perdidamente el guapete de Tyrone en la peli, es la hermosa irlandesa Mauren O´Hara.
El único oficio de estos piratas de la película (decían ellos) era matar españoles y asaltar sus barcos cargados de oro y plata procedentes de nuestras colonias. Estos corsarios actuaban impunemente bajo la protección del gobierno inglés. Además alardeaban de ello. Era una película, pero la realidad fue muy parecida, incluso, como se suele decir supera la ficción.
Evidentemente la cinta era americana, es decir, rodada y escrito el guión por primos hermanos de los ingleses, y como en todas las de ésta índole, a falta de indios como en las del oeste, los españoles somos los malos, los bellacos, y hasta los feos si me apuran.
Los ingleses y sus herederos los norteamericanos se venden de maravilla; no olvidemos que fueron ellos los inventores del marketing. Pero, no solo saben vender sus productos y edulcorar su (a menudo) canalla historia, sino que son una piña a la hora defender lo suyo, como son sus tradiciones, su historia y su orgullo como nación; cosa que nosotros, los gualtrapas españoles, no hacemos ni de coña, con perdón.
Los españoles hemos llegado a un punto de desmotivación e indolencia patriótica tal, que ocurren aberraciones como que a uno le llamen facha por sentirse, simplemente, español. Muchos, miles, incluso millones de compatriotas nuestros viven desconcertados ante la ola de relativismo que nos invade desde hace algo más de una década. Porque, uno se puede vanagloriar de cualquier región o nacionalidad, aunque sea inventada, e idolatrar sus símbolos pero... ¡Ay, amigo! si se te ocurre alardear de español te cae la del pulpo. Lo menos que te pueden decir además de facha y racista, es machista o intransigente. En fin, hasta ése punto hemos llegado.
Imagino que como cualquier moda que sobreviene y a la que se apuntan enseguida los más gregarios, dure más o dure menos, pasará y volveremos a valorar nuestro orgullo, aunque temo que cuando recuperemos ésa cordura sea demasiado tarde y el país esté ya irrecuperable en su unidad.
La izquierda en un malentendido progresismo hace buenas migas con los nacionalistas, les subyugan estos, y si ahora están crecidos es gracias a su inestimable ayuda. La derecha, acomplejada, no ha sido capaz de luchar con solvencia contra ése fenómeno, con lo que muchos españoles llevan años sintiéndose huérfanos de una estructura política que les aglutine y pregone sin complejos sus mismas ideas y principios; por eso, que venga ahora un partido político como Vox, a ocupar ése espacio vacío, era una llegada largamente anunciada.
Era muy raro que en todos los países europeos hayan surgido partidos de ultraderecha con cada vez más expectativas de votos y en España no. Sin embargo, muy al contrario, tenemos una organización de ultraizquierda con cierto apoyo, aunque estimo debido a ciertas circunstancias económicas y de mangoneo.
Un partido como Vox que abogue por elogiar nuestros valores, nuestra historia y nuestros símbolos tiene mucho que ganar. Un partido que reproche la entrada masiva de inmigrantes, a tutiplén y sin control, y que anteponga el mantenimiento de lo conseguido con tanto esfuerzo en sanidad y empleo, tendrá votos a mansalva, sino al tiempo.
Pasó en Francia y está pasando en Alemania, en Austria y más países, los antiguos feudos electorales de la izquierda se están decantando a la ultraderecha en la creencia de que lo políticamente correcto que hacen gala los bien-pagados políticos patrios solo les favorece a ellos para conservar el cargo, y a los ricos que disponen de mano de obra barata para sus negocios. Y no les falta mucha razón, creo, porque, si algunos quedan perjudicados por ésta irrupción descontrolada de emigrantes son los más pobres que ven cómo las ayudas estatales de las que ellos eran beneficiarios van ahora a los recién llegados, y contemplan atónitos cómo la sanidad y la educación se masifica deteriorando los antaño buenos servicios.
Y es que muchos españoles se sienten como los indios americanos de las películas que hablaba al principio, y ven, resignados, cómo España se deshace en múltiples Reinos de Taifas, en donde cada cual anuncia su próxima y factible independencia mientras ellos, cabizbajos, deben callar bajo pena de ser excluidos y excomulgados del panorama sociopolitico actual. No es nuevo, ya ha pasado en otros países, a fuerza de otorgar y callar aparecerá un líder y un partido que aglutine estas depauperadas huestes, las recomponga y pasen a la ofensiva, y mucho me temo tengan las de ganar porque, entienden que siguen siendo mayoría, la otrora mayoría silenciosa...
Conste que el escrito es, sólo, la exposición de la realidad que percibo. No es, ni una advertencia interesada ni yo me manifiesto participe en ella...
                                                          Joaquín Yerga
                                                          29/11/2018

lunes, 26 de noviembre de 2018

Qué sería de nosotros sin ellos..



¡Ay de mi!. Cuántas veces, arrobado
en la contemplación de una quimera,
me olvidé de la noble compañera
que Dios puso a mi lado.

-¡Siempre estás distraído!-- me decía;
y yo, tras mis fantasmas estelares,
por escrutar lejanos luminares
el intimo lucero no veía.

Ella, que iba conmigo de la mano,
es hoy lo más lejano:
los astros están cerca, pues los veo..
--Amado Nervo--


¿Alguna vez han pensado qué sería de nosotros si no existieran platos tan suculentos como las pizzas y los espaguetis, o bebidas como el café expreso? ¿Y cómo sería el mundo sin Miguel Ángel, sin Leonardo Da Vinci, sin El Vaticano, sin la ciudad de Roma? Evidentemente ni se lo plantean, lo tenemos ya tan asumido como algo propio, algo de toda la vida que se nos hace difícil prescindir de ellos.
Al igual que la italiana, hay tres o cuatro culturas más que sin ellas el mundo no seria tal y como lo conocemos ni de coña. Podríamos haber vivido perfectamente, y que me perdonen, sin los chinos, los japoneses o los hindúes pero, imagínense por un momento que no hubieran existido ni Alemania, ni Francia ni Inglaterra y por supuesto ni Italia como acabo de sugerir ¿Qué mundo tendríamos entonces? Pues no hace falta que hagan muchas conjeturas, un mundo muchísimo peor del que tenemos.
A estos cuatro países, a los que les debemos tanto la humanidad, les une su manera de entender la vida, principalmente en lo económico y social. Todos y cada uno de ellos son y han sido desde sus inicios de cultura occidental y economía de mercado. Sí, no exagero, todos lo han sido y por eso ahí se ha inventado todo, sino de qué... Representan apenas el 3% de la población mundial y sin embargo su influencia ha sido transcendental.
No me digan que viviríamos igual que lo hacemos sin los avances tecnológicos conseguidos, o sin los adelantos médicos y sociales, y hasta deportivos que han surgido en Europa occidental, porque no me lo creería. ¿Qué sería de nosotros sin la maquinaria alemana, sin sus músicos y filósofos?. O sin la comida francesa y sus quesos y sus vinos, y las inolvidables historias de Víctor Hugo, Alejandro Dumas o Julio Verne. Por no hablar de Inglaterra, la cuna de la civilización moderna, y también de sabios como Newton, Darwin o el mismísimo genio de las letras Shakespeare... o los Beatles. No, definitivamente, sin ellos no seríamos los mismos.
¿Y nosotros los españoles? No es por nada, pero si no hubiésemos existido tendrían que habernos inventado porque, si bien es cierto que no hemos sido precisamente unos linces en inventar nada práctico, (acuérdense de aquello que dijo una vez con ironía Unamuno “¡que inventen ellos!”), sin embargo, aunque solo sea por nuestro exotismo a ojos de aventureros y soñadores y nuestra diferencia con el resto (“Spain is diffetent” que decía el eslogan aquel de los años sesenta y tan verdadero, por cierto) ya mereceríamos un puesto de honor en la cultura europea y mundial.
Nosotros, digamos que hemos sido el contrapunto al resto, porque, no duden que pocas diferencias han habido entre cualquier país de Europa occidental, pero si las hubo y abismales con respecto al nuestro; aún las hay. Los españoles tal vez aportáramos a la civilización humana nuestra lengua, tan universal; el ser protagonistas de muchos de los guiones de novelas, libros y óperas escritas durante siglos por nuestro carácter indómito, y nuestra naturaleza tan diversa, escenario de gozo y disfrute de muchos sufridos europeos que nos escogen para descansar.
Qué duda cabe que hoy todo ha cambiado, ya no somos el referente para la humanidad, nuevas culturas como la norteamericana, la japonesa o más recientemente la china han tomado el relevo del progreso y la tecnología, pero no duden que todos ellos han mamado y copiado de la nuestra, la europea.
Dicho queda...
Joaquín Yerga





Y yo que creí ser un extravagante...





Esta pena mía
no tiene importancia.
Sólo es la tristeza de una melodía,
y el íntimo ensueño de alguna fragancia.
-Que todo se muere,
que la vida es triste,
que no vendrás nunca por más que te espere,
pues ya no me quieres como me quisiste.
No tiene importancia
(P.M.Obligado)

La historia es una disciplina apasionante no sólo porque sepamos qué rey gobernó en qué fecha ni quién ganó aquella batalla, sino porque son 5.000 años de vivencias en la que a pasado de todo: episodios crueles, tiempos felices, tipos raros, indignos, o hechos curiosos. Atendiendo a esto último y por llamar la atención con algo verdaderamente extraordinario y llamativo me estaba acordando de un par de dirigentes que ahora cuando les cuente se echaran la manos a la cabeza por sus extravagancias.
Hubo una vez un emperador romano que gobernó Roma entre los años 218 y 222. Tenía solo 14 años cuando fue coronado. El tipo se llamaba Marco Aurelio Antonino, pero fue más conocido como Heliogábalo, y está considerado uno (quizás el que más) de los emperadores más estrafalarios y nefastos de todos los que durante cuatrocientos años gobernaron el inmenso Imperio Romano.
Éste tipo, (claro que era sólo un adolescente) nada más empezar su reinado y para celebrar su llegada al trono asombró a los ciudadanos con su ocurrencia. Miren lo que hizo: Entró en la ciudad subido a un lujoso carro tirado por mujeres completamente desnudas. Cuentan que era tan afeminado que se vestía frecuentemente con ropas femeninas, o que a veces simulaba que se casaba con gladiadores. ¡Vamos lo que se dice una “loca”!..
Lo curioso de éste imberbe era que él mismo creó un grupo de cronistas para que fueran recopilando y anotando todas sus andanzas. Sus desvaríos fueron sonados así como las desmesuradas fiestas y banquetes que organizaba el menda.. En uno de estos pantagruélicos banquetes, por ejemplo, invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordos (imagino que en aquella época encontrar ocho gordos no sería fácil) ocho esqueléticos, ocho negros, y ocho albinos; ignoro el porqué de este disparate, pero así era el mozo...
Otra de las impertinencias de Heliogábalo era gastar bromas pesadas y crueles a sus súbditos y camarilla cercana. Una de ellas la dio durante la celebración de una fastuosa cena con muchos invitados. Al terminar los postres hizo cerrar todas las puertas y ventanas del comedor, e inmediatamente mandó soltar una manada de tigres y leones. Imagínese a los desgraciados comensales huyendo despavoridos como alma que lleva el diablo por todo el recinto sin saber dónde meterse. Luego resultó que a las fieras le habían arrancado las garras y dientes, y las pobres nada podían hacer, solo asustar. Pero ¡claro! figúrense el sobresalto tan atroz que se llevaron. Nada dicen las crónicas de cuántos murieron; no por las fieras, que ellas, desdentadas, solo harían cosquillas, sino por los infartos y la posterior deshidratación por las cagaleras que muchos sufrirían para el resto de sus vidas.. Desgraciadas vidas, por cierto, por haber tenido el “honor y la suerte” de haber estado cerca de ese tipo...
Otra que tal baila fue la zarina de toda las Rusias, Isabel I, Se comprobó a su muerte que su guardarropa contenía la nada despreciable cifra de 15.000 vestidos. Y no de esos precisamente de, casi, usar y tirar del Zara o H&M, ¡Qué va! sino vestidos de la época,(Siglo XVIII) es decir, de encaje, vuelos desorbitados y demás zarandajas, o sea carisimos. Se cuenta que solía cambiarse hasta tres veces en una noche.. 
Sin embargo, el que no se cambiaba nunca de ropa fue nuestro, Felipe V, ése rey de origen francés al que los catalanes odian tanto que incluso tienen su retrato boca abajo. Bien, pues éste amigo fue cayendo poco a poco en la melancolía y la locura, hasta el punto de llegar a adquirir manía persecutoria. Llegó un punto tal que no se dejaba lavar el cabello y no se cortaba las uñas, ni de las manos ni de los pies. Tanto le crecieron éstas últimas que, casi, no podía andar. En su locura llegó a creer que sería envenenado con una camisa, con lo se tiró el tío años sin cambiársela. ¡Vean en qué manos hemos estado los españoles!...
En fin, la historia está ahí en los libros, y tengan por seguro que nada de lo que ahora nos sucede es novedoso; apuesto que ya ha pasado alguna vez porque los hombres y mujeres no cambiamos tanto, lo hacen las circunstancias y los instrumentos de los que ahora nos valemos y nos facilitan la vida, pero nada más...
Las locuras y extravagancias de nuestros líderes son ahora de otra índole, digamos más inofensivas, puesto que lo tenemos controlados, antes hacían de su capa un sayo porque gozaban del poder absoluto. No obstante, ésas excentricidades antaño reservadas a esos grandes mandatarios, hoy en día está al “cabo de la calle” y cualquier mindundi con dos perras y mucha cara las cometen a menudo...
Dicho queda..
                                                                              Joaquín Yerga
                                                                              

domingo, 25 de noviembre de 2018

Que nos perdone el Papa Francisco pero...



Amiga..
Tan tenue es la línea que separa
tu realidad y mi fantasía que las confundo..
Tan leve y sutil el hilo que engancha
tu vida y mis sueños que me desorienta..
¡Qué próxima y real tu maravillosa certeza!..
¡Qué ilusas mis ficciones!..
Lo sé, vivo de utopías y quimeras.
Prefiero tenerte en mis sueños.
Y es que la realidad me angustia.
Sé que no me quieres..
Joaquín--


¿Si yo les dijese que un Papa de Roma; sí, nada menos que el jefe de la Iglesia Católica, el intermediario entre Dios y los hombres aquí en la tierra fue apalizado y muerto por un tipo que lo pilló en la cama con su señora se lo creerían? Pues créanselo, porque es verdad.
Al marido cornudo le costaba creer que su mujer, lozana y hermosa pero tan casta, yaciera en la cama nada menos, que con el mismísimo Papa. Pero ante las evidentes pruebas que le proporcionaba un amigo suyo, ujier del Vaticano para más señas, no tuvo más remedio que ir a comprobarlo con sus propios ojos.
Cierto día de mayo y gracias a la inestimable ayuda que le suministró su amigo fue capaz de traspasar los controles que daban acceso a los aposentos papales. Entró sigilosamente en la cámara privada del Papa y los pilló “in fragti”. Allí estaban, los dos duro que te pego jadeando de placer como posesos..
Se ignora qué pasó por la cabeza del cornudo, pero tuvo que ser algo muy gordo. Posiblemente se pusiera rojo de ira y, a punto de estallar, se lió a palos con el Sumo Pontífice hasta dejarlo molido a golpes. Incluso algún grueso bastón de mando o báculo papal repujado con bronce y oro, quizás expuesto en alguna vitrina a modo magnificencia y poder, sirviera al interfecto que ni de perlas para soltarle una retahíla de garrotazos. Imagino que el Pontífice garañón no tuvo tiempo siquiera de saltar de la cama, tapar sus vergüenzas con su túnica, ni calzar sus desnudos pies para salir “por patas” de aquel infierno de mamporros que le había caído encima...
Al pobre Juan XII, que ése era el nombre del Papa apaleado, no creo que le quedaran ganas de repetir hazañas amorosas. Posiblemente arrepentido de su furor sexual que le llevó a quedar postrado sin poder mover ni las pestañas del dolor, relataría sus enormes pecados a su confesor antes de morir. Tiempo tuvo para eso; agonizó durante tres días... Nada se sabe, por cierto, del marido cornudo ni de su lozana mujer, aunque por nada del mundo me hubiese gustado estar en el lindo pellejo de está última... Éste episodio sucedió en el año 964 del Señor, pero...
En 1490, es decir, un par de años antes de que Colón llegara a América, se contabilizaron en la ciudad de Roma, según un censo realizado por encargo del Papa Inocencio VIII, 6.800 prostitutas y cortesanas al servicio del disoluto clero romano; ¡vamos!, a disposición de cardenales, obispos y algún Papa que otro.
No quiero que piensen que incido con cierta ojeriza en airear las lindezas de algunos indignos mandatarios que han posado su trasero en el solio vaticano; nada más lejos de mi intención, pero es que lo buenos Papas, que lo han habido y muchos, no son noticia. De sobra nos es conocido uno de los más inmorales y fornicadores de todos, nuestro compatriota Alejandro VI, el Papa Borgia, pero hubo otro que le superó en perversidad, el Papa de la paliza, Juan XII.
Si, éste pájaro hizo de todo y nada bueno para llegar al pontificado. Por ejemplo fue nombrado Papa a los 17 años, imagínense. Nada más llegar al poder se hizo rodear de una pandilla de maleantes y asesinos a sueldo que le ayudaban en sus malvadas correrías. Según cuentan las crónicas se quedó con el tesoro pontificio para pagar sus deudas de juego. En palabras de algunos contemporáneos, el Vaticano era un burdel repleto de sus muchas amantes. Y miren hasta qué punto alcanzó su malicia que llegó a violar peregrinas que iban a San Pedro en penitencia. En fin, siendo así la cosa, justa muerte tuvo este mangante...
Dicho queda...

Joaquín 



sábado, 24 de noviembre de 2018

¡Dios mío, qué tropa!...





Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
(J.R.Jiménez)


Durante una manifestación por la principal avenida de la Linea de Concepción en la que se reivindicaba para España el Peñón de Gibraltar, al final de misma un cojo renqueaba deprisa para no quedarse atrás mientras vociferaba a grito partio el eslogan de la concentración ¡Queremos el Peñón!, ¡Queremos el Peñón!.. Un andaluz guasón apoyado indolente en el quicio de una ventana comentó a un compadre que tenia al lado. “¡Mira ese! ¡Para qué querrá el Peñón si no es capaz de andar en lo llano”!...
Esto de arriba evidentemente es un chiste pero a algo parecido a esto se habrá agarrado Pablo Iglesias y su partido, (aunque ahí habrá de todo) para decir ayer en un medio de comunicación que esto de reivindicar Gibraltar es patrioterismo barato, y recalcó, como suele hacer a menudo cuando quiere denigrar algún sentimiento que no sea de su cuerda, “que lo que importa de verdad es el empleo de los trabajadores españoles allá en la Roca y no banderas o estandartes”.
Podríamos pensar que Pablo y su partido son dos materialistas natos que solo les importa lo práctico, el dinero o el trabajo, y que el resto de ideales, creencias, banderas o patrias se las traen al pairo, pero luego resulta que los vemos pancarta en ristre reivindicando las Malvinas para Argentina ¿Qué les parece? Es decir, son patriotas de cualquier país que venga a cuento o ellos puedan sacar alguna tajada ideológica, porque ¡claro! en el momento de hacerse la foto con esa pancarta mandaba en Argentina, Cristina Kirchner; ya saben, de su cuerda. Acuérdense que también lo hemos visto al lado de Puigdemont revindicando con fervor una República Catalana. En fin, y todo lo que se les ponga a tiro con tal de echar por tierra nuestras justas pasiones y sentimiento nacional.
Lo de Gibraltar es una guerra perdida para nosotros, pues hemos ido a dar con un país que, además de ser más poderoso que nosotros, es un patriota donde los haya, que defiende los restos de su depauperado impero con uñas y dientes. Y más sabiendo que en frente tienen otro de pacotilla como somos nosotros, sino miren lo de Podemos. Es decir, una parte nada despreciable de nosotros mismos nos da igual el territorio, la bandera o los ideales, y consienten despedazarlo con tal de que algún día ellos puedan gobernar los despojos. Así andamos...
Para los ingleses no hay partidos ni ideología a la hora de salvar la nación y sus intereses. Ya lo dijo una vez Lord Palmerston, primer ministro inglés del pasado siglo “Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes, Inglaterra tiene intereses permanentes”. Y es que, como cualquier país serio y demócrata que se precie, además de querer lo mejor para sus compatriotas, de hacer lo imposible para mejorar su bienestar, además de todo esto, debe sentirse orgulloso de su nación, de su bandera, de sus ciudadanos y pelear con denuedo para ser respetado en el mundo..
¿Y nosotros? ¡Ay! mejor me callo por no llorar.. Tenemos el país hecho unos zorros, donde cada cual reivindica no sé qué historia y no sé qué pasado que no ha existido nunca, pero que gran parte de nosotros lo estamos asumiendo como verdades absolutas. Miren qué panorama... Un 20% del territorio y población se quiere independizar y para conseguirlo se saltan los cauces legales que nos dimos todos una vez. Otro 20% anda constantemente, o bien apoyando a estos últimos o bien desmotivando de sentimientos y pertenencia al resto. Y lo que queda, ésa antigua mayoría que hasta hace cuatro días se podía permitir el lujo de ponerse de acuerdo en las grandes cuestiones nacionales, pues en una guerra sin cuartel entre ellos y en una inutilidad absoluta para mirar los verdaderos intereses del país.
Qué envidia me dan los ingleses, porque, si bien es verdad que son odiosos para otros menesteres, digamos, festivos o deportivos, a la hora de mirar lo suyo son extraordinarios. Gibraltar tardará una eternidad en volver algún día a ser español porque saben que enfrente tienen un país poblado de gualtrapas, y que sin necesidad de tirar una sola bomba nos bastamos nosotros solos para destrozarnos.
Hong Kong era una colonia situada en China exactamente igual que Gibraltar, pertenencia a Inglaterra desde que hace un par de siglos se establecieron allí usurpándosela a los chinos. Pero, amigo, en cuanto China se hizo poderosa y la reivindicó, no tardaron cuatro días los ingleses en devolvérsela, porque, claro! se enfrentaban al segundo ejército más numeroso del mundo. Con nosotros, cada vez que decimos, como el cojo del chiste “Queremos el Peñón”, las carcajadas que se pegan en Londres se oyen en Tegucigalpa...
Dicho queda...
                                                                    Joaquín Yerga
                                                                    24/11/2018

viernes, 23 de noviembre de 2018

¡Ah, si yo les contara!...






Desde que te fuiste...
¡Ah, si vieras mi huerto! Ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas...
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.
(Amado Nervo)


Hay cosas en la vida que las tenemos tan asumidas que parecieran haber estado ahí desde siempre. El nombre de ciudades, libros exitosos, monumentos famosos, en fin, un montón de nombres, personajes y cosas que las conocemos de antaño pero que es evidente tienen sus orígenes. A veces son estos curiosos, otras misteriosos, incluso los hay tenebrosos. Miren algunos ...
El personaje de “Sherlock Holmes”, del que yo me jacto haber leído todos sus episodios varias veces, lo creó un médico escocés aficionado a la parapsicología llamado Artur Conan Doyle. Tuvo un éxito arrollador, se publicó por entregas en un periódico londinense a finales del XIX, y fue tan popular que el autor, cansado del personaje, quiso matarlo en un último capitulo y así dejar de escribir sobre él. Pero fue imposible la gente suplicaba más y más entregas. En los Estados Unidos, donde se vendían como rosquillas, esperaban con verdadera ansiedad que llegara el barco de Inglaterra para hacerse con los nuevos capítulos. Tanta guerra le dieron, tanto le imploraron, (público, editores y hasta políticos) que tuvo que resucitar a “Sherlock Holmes” y volver escribir nuevos episodios.
Bueno, pues, Artur Conan Doyle no se inventó de la nada el personaje de “Sherlock Holmes”, sino que habiendo tenido en sus tiempos de universidad un profesor de medicina que le dejó tan impresionado, no solo por sus conocimiento médicos también por sus métodos deductivos y policiales, que se inspiró en él. De hecho éste médico descubrió al asesino de una mujer en 1877. Su marido le hizo una póliza de seguros por 5.000 libras de la época poco antes de asesinarla con cianuro. Para disimular abrió la llave el gas y pretendió hacer creer que su muerte fue por asfixia.
¡Y de éste que les cuento ahora qué me dicen!... Cuando Lyman Frank Braun estaba escribiendo “El Mago de Oz”, y se lo contaba a unos chiquillos de su comunidad, una niña le preguntó que cómo se iba a llamar la obra. Él, sin tener aun el titulo decidido y sin saber qué contestar, miró a su biblioteca y reparó en una archivador de tres cajones, cada uno de los cuales mostraba una etiqueta: A-G. H-N. y O-Z... Así de fácil..¡Ya ven!..
Claro, que si les cuento la versión original de “La Bella Durmiente” se caen de espaldas. Ésta obra de Giambattista Basile era en su origen para no dormir en tres meses si se la cuentan a cualquiera de ustedes. La bella durmiente se llamaba Talia y yacía, no dormida sino muerta, por una astilla envenenada que se había clavado en el bosque. Un noble que la encuentra la viola y huye del lugar (Recuerden que en la versión dulcificada era un príncipe el que la besa). Pues en la original ella queda embarazada y da a luz dos gemelos, Sol y Luna, sin que por ello llegué a despertar. Un día el pequeño Sol le chupa el dedo a la madre y le extrae la astilla, con lo que Talia despierta. Mas tarde, enterada la mujer del noble que los hijos son de su marido, manda prenderlos, degollarlos y servírselos a su marido de comida como venganza. Menos mal que una criada se da cuenta de semejante crueldad y pone en la olla carne de cordero, y los niños se salvan. En fin, cuán diferente son las cosas y las vueltas que le damos hoy en día dulcificandolas para no traumatizar a los niños... ¡Pobres angelitos!..
Y echen un vistazo a estas breves anécdotas de escritores famosos que leí hace un tiempo y que ahora para terminar el folio viene que ni “a huevo”...
¿Sabían que el Conde de Buffon sólo podía escribir vestido de etiqueta, con puños y chorreras de encaje y espada al cinto?. Y es que de otra manera no se inspiraba. Pues miren como redactaba Alejandro Dumas los textos de sus obras a su secretario. Lo hacía vestido con una sotana roja, de amplias mangas y calzado con sandalias. Lo del poeta alemán Schiller, también tiene guasa, como no tuviera los pies metidos en un barreño de agua helada no se inspiraba. ¿Y lo de Lord Byrón? Pues éste excitaba su inspiración con aromas de trufas que siempre llevaba en sus bolsillos. Claro que peor fue lo de Balzac, el gran escritor francés. Se acostaba a las seis de la tarde, siendo despertado por una criada a media noche, se vestía con ropas blancas de monje y escribía de manera ininterrumpida de doce a dieciocho horas seguidas. Eso sí, mientras tanto se tomaba, del orden, de veinticinco o treinta tazas de café. A ese ritmo Balzac consiguió terminar más de cien novelas, y conste que murió muy joven... ¡No me extraña!... En fin, cosas de escritores. Gente rara, ya saben...
                                                                                Joaquín Yerga
                                                                                23/11/2018


jueves, 22 de noviembre de 2018

Así empezó todo..



Amiga...
Tu infinita sed de amar
confirma mis sospechas;
desbordas sensibilidad.
Déjame susurrarte al oído.
Permíteme decirte que
eres ninfa de límpido mar.
Una sirena disfrazada de mujer
en busca de su príncipe azul
que le decore el corazón
con poemas de coral.
--Joaquín--

--Yo, Abraham, hijo de Teraj, confieso que un día tuve un sueño. En ése sueño se me apareció el Señor y me dijo: “Yo soy el que soy, el hacedor del Universo, de las fieras, de los hombres”. --Y me reveló que se había fijado en mí para fundar un pueblo, su pueblo. El sueño se repitió durante días y en todos ellos me conminaba a obedecer sus deseos. Y me hizo saber que debía cumplirlos. A cambio yo sería un hombre feliz y padre de numerosa descendencia. Por supuesto me prometió el Paraíso después de la muerte... Y entonces creí en Él, y esperé ordenes. Por cierto tenía ya 75 años...
--Sí, sé que fue precipitada la decisión de salir de allí, pero Él me lo demandó. No había tiempo que perder tenia que constituir su pueblo. Y cogí a mi familia: a mi padre, a mi mujer y a mis sobrinos y junto a los escasos enseres nos pusimos en marcha, emprendimos el largo viaje a Canaán, la tierra en la que Dios quiso iniciar su aventura.
--Al llegar a Canaán después de interminables jornadas de viaje, nos sorprendió una terrible sequía, con lo que nos vimos obligados a ir a Egipto, ésa tierra de abundancia, a mitigar el hambre. Al entrar en ése hermoso país me aconsejaron hacer pasar a Sara, mi mujer, como si fuera mi hermana, tal era su belleza que temí ser asesinado para arrebatármela. Pero no fue una abrillante idea, informado el Faraón de su hermosura quedó prendado de ella y la incorporó a su harén más selecto. Obvio decirles mi desconsuelo. Fueron, tal vez, los días más amargos de mi vida. Menos mal que el monarca, quizás temeroso de alguna maldición que nos oyó vociferar me la devolvió sana y salva, aunque no intacta, como pueden imaginar...
--Con las riquezas que el Faraón y sus gentes nos proporcionaron emprendimos la vuelta a Canaán; habíamos permanecido dos años en Egipto. Pero ahí no terminaron mis desdichas, una vez en la tierra prometida y después de años de espera, la promesa del Señor no llegaba. Me iba haciendo cada vez más viejo y Sara no preñaba. Perdí la esperanza de tener descendencia, de tener un hijo al que traspasar mi herencia... ¡Y sufría y sufría!...
--Pero Sara no se resignaba ni a la de tres. Me sugirió yacer con su esclava Agar y adoptar al niño que tuviera. Y así lo hice, y Agar tuvo un hijo al que pusimos de nombre Ismael (ahora es el padre de los ismaelitas, es decir, los árabes) Sin embargo Sara, cambió de idea y, disgustada, y no aceptó al niño. Es más, enojada con Agar, que se había burlado de ella por no poder tener hijos, y aun con disgusto mío, los expulsó de nuestra familia... Vagaron errantes por los confines de Canaán con los pocos enseres que pudieron transportar.
--Y Dios seguía hablándome, y me repetía una y otra vez que tuviera paciencia... Y por fin llegó nuestra hora. Un día atendió nuestras súplicas; Sara quedó preñada. Reconozco que yo ya no era un niño precisamente, tenía ya 99 años, y Sara no me iba a la zaga. A nuestro hijo le pusimos de nombre Isaac y fue nuestra mayor alegría..
--Pero mi vida lejos de estabilizarse no paraba de darme disgustos, Lot, mi sobrino, y su familia, que habían estado con nosotros en las duras y en las maduras durante tantos años, en un momento de irritación y enfado con Sara, se separó de nosotros y se marchó a tierras de Sodoma y Gomorra dos ciudades con fama de libertinas. No les cuento la amargura que me produjo esa acción, pues yo le prometí a su padre cuidarles..
--Y pasaron los años y mi hijo se hacía mayor. Un día llegó un mensajero procedente de Sodoma que me dijo que Lot había perdido todas sus pertenencias, su ganado arrebatado y sus riquezas saqueadas. Hubo una gresca entre las distintas facciones de la ciudad y en medio de ese barullo a Lot lo habían detenido y estaba preso. No lo pensé dos veces, logré reunir a más de trescientos hombres entre familia y amigos, y fui en su busca... Logré liberarlo, a él y a su familia...
--Y huimos de la zona, pues Dios me había hablado la noche anterior y dicho que iba a destruir las dos ciudades pecaminosas, por su perversión y lujuria. También me dijo que bajo ningún pretexto miráramos atrás, a las ruinas y a los escombros humeantes. Y así se lo transmití a todos, pero la mujer de mi sobrino, curiosa e indiscreta, no pudo resistir la tentación y echar un vistazo. Fue lo último que hizo en vida, allí quedó para siempre convertida en estatua de sal.
--No mucho tiempo después de estos episodios supe de todo lo malo que somos capaces de hacer los hombres, de la perversión que anida en nosotros, y aún en mi familia, porque eran mi familia... Pasada la aniquilación total de Sodoma y Gomora y ante la ausencia de hombres y mujeres en el lugar, Lot y sus dos hijas caminaban en busca de un sitio donde establecerse. En vista de que pasaban los días y no veían a nadie, las dos chicas desesperadas, pues temían llegar a viejas y no poder engendrar hijo alguno, se les ocurrió la mayor de las infamias... Lo sé por mi sobrino, que me lo contó más tarde, resignado y abrumado por la osadía...
--La hija mayor propuso a la pequeña emborrachar a su padre y yacer con él, y así poder quedar embarazada. La otra aceptó el malévolo plan. Organizaron una pequeña fiesta y le dieron de beber de lo lindo a su padre. De tal forma quedó éste que no supo lo que hacia. A la noche siguiente repitieron la “hazaña” y le hicieron acostarse con la pequeña. Al cabo de los nueves meses las dos parieron sendos hijos, cuyo padre ¡Miren qué horrendo! era el mismo que su abuelo.
--Estas duras historias de mi familia me duele contarlas por su crudeza, pero Dios dispuso y los hombres debemos acatar. Pasaron los años y mi muy amada Sara murió para gran pena mía. Tuve que volver a casarme para ser respetado y aceptado en la gran familia que éramos ya. Mi segunda mujer fue Queturá y me dio seis hijos más. Sin embargo, yo, siguiendo el mandamiento del Señor, nombré heredero absoluto a Isaac, hijo de Sara y mío, el cual me dio a Jacob y Esaú de nietos, y ellos siguieron el camino marcado por Dios...
--Ahora han pasado siglos de aquellas historias. Yo me reuní con el Señor a los 175 años, pero aun permanezco en el recuerdo de mis gentes. No obstante, no lo olviden nunca, sepan que fui yo el que fundó el pueblo elegido por Dios, el pueblo judío; el pueblo precursor de todo el cristianismo, es decir vuestro pueblo...
Joaquín Yerga






miércoles, 21 de noviembre de 2018

El desorden de mi vida..





Tu pupila es azul, y cuando ríes

su claridad suave me recuerda

el trémulo fulgor de la mañana

que en el mar se refleja.


Tu pupila es azul, y cuando lloras

las transparentes lágrimas en ella

se me figuran gotas de rocío

sobre una violeta.

--Bécquer--


Tuve suerte, sí, porque después de todo lo que hice aún contaba con los favores de Dios. Ya me lo dijo mi madre una vez en un momento de bajón “No te preocupes hijo mío siempre me tendrás a tu lado”. Incluso me confesó que yo sería siempre su preferido, su hijo del alma; ya que mi hermano gemelo lo era de mi padre. Y lo comprendí puesto que nuestras costumbres son muy claras: “el primogénito tendrá todas las prerrogativas de su padre”. Y él nació primero, qué le vamos hacer...

Y mirad si mi madre estaba conmigo "a muerte", que fue ella la que me aconsejó aquel día que le ofreciera aquel plato de lentejas, con vino y pan abundante, y pedir a cambio los papeles de su progenitura. Y la cosa salió a pedir de boca. Aún me acuerdo de la cara de satisfacción de mi hermano cuando vio el plato calentito y a rebosar. No lo dudó ni un instante; cansado y hambriento que venía del campo, se sentó a la mesa y se puso a engullirlo como un salvaje ¡Qué poco le importó dejar de ser el mayor y perder los derechos en esos momentos!..

Pero todavía me faltaba la bendición de mi padre, ¡y eso era harina de otro costal!. Menos mal que con el apoyo de mi querida madre pude conseguirlo. Sé que no fue una acción por la que deba sentirme orgulloso, pero ése es mi carácter y tengo que asumirlo; y vosotros comprenderlo...

No, no fue fácil engañarle, pero estaba ya muy viejo y ciego y eso facilitó mi osadía. Un día se nos ocurrió (a mi madre y a mí) hacerme pasar por mi hermano. El problema era que él tenia más pelos que yo por todo el cuerpo, y para la bendición, mi padre tenía que tocarme y posar sus manos en mis brazos y manos. Así que entre mi madre y yo matamos un par de cabritillos y me envolví con sus pieles... ¡Y mano de santo!. Mi pobre padre cayó en la trampa. Y aunque receló un poco al principio, todo hay que decirlo, acabó tragándose el cuento. Y ya no había vuelta de hoja, una vez bendecido y según nuestras costumbres, es para siempre.

No hará falta deciros el lio que me busqué. En cuanto mi hermano recapacitó y se dio cuenta de mi jugarreta me buscó para matarme. ¡Si mi madre no me advierte a tiempo no lo cuento!. Enseguida tuve que poner tierra por medio.. Y si os dije antes que aún contaba con la protección de Dios, es cierto, no mentía, pero después de esto me abandonó una larga temporada. Y no me extraña, claro..

A mi padre le costó bastante tiempo perdonarme. Sé que el engaño le dolió mucho. Aún así y previendo un terrible conflicto en casa, hizo por mí el favor de hablar con mi tío (hermano suyo) para que consintiera aceptarme en su familia una temporada; por supuesto a cambio de trabajo. Y es aquí donde comprobé en mis carnes el abandono de Dios porque...

Después de un tiempo con ellos volví "a las andadas", me enamoré de su hija pequeña, Raquel (mi prima hermana), guapísima, por cierto. A cambio, mi tío, me prometió que si quería casarme con ella tenia que trabajar para él durante siete años...

Y eso hice, trabajé duro en su negocio hasta hacerme ampollas en las manos. Después de ése tiempo fui a hablar con él y le recordé su promesa ¡Me equivoqué de rabo a cabo!.. Me engañó el muy ladino como yo había hecho con mi hermano. Me dijo que si quería casarme lo hiciera con Lía, su otra hija, fea y tuerta. Y para más recochineo volvió a decirme que si trabajaba otros siete años entonces, de verdad, me daría en matrimonio a Raquel. No tuve más remedio que aceptar, ¡qué iba hacer!, me gustaba demasiado. Además la otra era muy fea.

Y pasaron esos siete años, y me planté ante mi tío otra vez y le reclamé su promesa. Esta vez accedió y pude casarme con Raquel que, para desesperación mía, resultó que era estéril, si, ¡no podía tener hijos!..

Casarme con Raquel implicaba que tenía que abandonar la casa de mi tío y montarme por mi cuenta. Así que garré mis bártulos, mis ovejas y mis criados y nos fuimos a otras tierras que compré. Por cierto, Lia, su hermana la fea, se vino con nosotros, y os voy a contar un secreto.., acabé acostándome con ella.

No, no os escandalicéis todavía, tuve con Lia seis hijos, pero a Raquel le pareció correcto mi proceder, de hecho lo hicimos de mutuo acuerdo con ella. Os recuerdo que era estéril. Al final acogió a los hijos de su hermana en su regazo como si fueran suyos. Entre todos nos acoplamos y llegamos a formar una gran familia numerosa de la cual yo era su patriarca.

Y el tiempo pasó inexorable y los hijos fueron creciendo, y nosotros cada vez más viejos. Con Dios a estas alturas ya había hecho las paces y recobré sus favores. Reconozco que no soy un modelo a seguir de honradez y decencia pero el Señor se fijó en mí y gracias a eso fui conocido y respetado...

Por cierto, soy el hijo de Rebeca y de Isaac y me llamo Jacob. Engañé a mi hermano, traicioné a mi padre, tuve seis hijos con mi cuñada y tres más con mi esclava, pero eso no cuenta, debe habérseme perdonado todos mis pecados. Ahora soy todo un Patriarca...

Si queréis conocer el resto de mi vida lo encontraréis escrito en la Biblia...


Joaquín Yerga



lunes, 19 de noviembre de 2018

Más allá del amor y del sexo.





En costa lejana
y en mar de pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo
(Gabriela Mistral)


Hubo una vez en la antigua Grecia una cortesana o Hetaira (prostituta de lujo), Mnesarete se llamaba; era tan guapa que según las crónicas de época quizás fuese la mujer más hermosa de la historia de ese país. Sirvió de modelo al gran escultor Plaxíteles para realizar la famosa “Venus de Cnido”. También inspiró al pintor Apeles para su “Afrodita”.
Un día Mnesarete rechazó al rico ciudadano Eutías que quería yacer con ella, y éste, indignado, la denunció por impiedad; lo peor que podían acusar a un ciudadano griego en esa época. Durante el juicio, su abogado defensor viendo que los argumentos no valían para exculparla, le dijo que se desnudara, y dirigiéndose al jurado les previno: “Olvidad si os parece los anteriores argumentos” ¿No lamentaréis condenar a ésta Diosa? Tan convincentes fueros sus palabras y la visión del cuerpo de la chica que salió absuelta.
Esto del sexo, en la mayoría de la gente debe ser, imagino, una necesaria prioridad entre los quehaceres sentimentales o físicos cotidianos, pero hay excepciones puesto que para algunos individuos el sexo lo es todo. Pero nada más lejos de mi intención criticar voluntades, allá cada cuál con su deseos y apetencias, faltaría más. Incluso éstos están de suerte, hoy en día hay terapias que ayudan a superar esta, digamos, erótica adicción. Antiguamente, sin embargo, no era así, porque miren qué historias más curiosas...
No sé si habrán oído hablar de la gran Lola Montes, la bailarina y cantante del siglo pasado. A pesar de que ella aseguraba haber nacido en Sevilla, realmente lo hizo en Irlanda, aunque su madre era andaluza. Era muy bella y ya desde pequeña se dio cuenta que podía sacar buen provecho de su maravilloso cuerpo. Tuvo infinidad de amantes, gente importante de toda Europa se la rifaban, como el compositor Franz Liszt, Alejandro Dumas, el escritor, o nada menos que el rey Luis I de Baviera, que se enamoró de ella hasta las trancas.
Pero no solo era bella, sino que fue mejor amante. Una vez éste rey le contó a un escritor amigo suyo que: “la Montes podía realizar milagros con sus partes intimas” y se convenció de ello cuando “logró que tuviese diez orgasmos en un periodo de veinticuatro horas”. Y mira cómo se las gastaba la guapa Lola, que una vez rechazó acostarse con el virrey de Polonia, nada menos, porque tenia dentadura postiza. Y no le faltaba razón  a la moza...
Lo de Charles Dickens, el mejor escritor inglés de la historia, también tiene migas la cosa. No solo se acostaba con su mujer, Kate, cosa lógica, sino que lo hacía con las dos hermanas de ésta, Mary y Georgina. Vivían todos juntos juntos en la misma casa... Ignoro si estos regocijos eran consentido por todas...
Y, qué me dicen del enemigo público número uno de Los Estados Unidos, John Dillinger. Éste delincuente, el más buscado por la policía, fue muerto a tiros en 1934. Pues resulta que cuando fueron a hacerle la autopsia el compadre tenía un miembro descomunal, media, pásmense, 50 centímetros, y no me refiero a su pistola, precisamente. Y es que teniendo en cuenta que la media del común de los mortales masculinos es de unos 15 cmts. No digo más; mejor me callo...
Otro que tampoco la tenia pequeña fue el “memo” de Fernando VII. Pero la historia de éste patán es más conocida. A la pobre María Cristina le aconsejaron que usara una almohadilla con un agujero en el centro y se la colocara en la vagina cada vez que tuvieran relaciones. Claro que, otra cosa sería el brío del pene, teniendo en cuenta que su dueño estaba ya hecho una piltrafa...
Mucho más placentera fue la vida sexual de nuestro insigne Lope de Vega. Éste fue excesivo para todo; para escribir, para vivir, para el sexo, en fin... Se le reconocen docenas de amantes e hijos. Fíjense si fue garañón el tío que con más de sesenta años se amancebó con una chica de veinte, Marta Henares que le dio otro hijo, y después con Jerónima Burgos, otra jovencita. Para tapar su vergüenzas amatorias se metió en un convento pero, no crean que acabaron aquí sus andanzas sexuales, ¡Qué va! Él "pavo" siguió conquistando, y amando hasta el final de sus días. Lo dicho, los hay que nacen con estrellas...


                                                                          Joaquín Yerga
                                                                         19/11/2018