miércoles, 27 de junio de 2018

El hombre que traicionó tres veces.





No juzguéis y no seréis juzgados

(San Mateo 7, 1-2)



Por la mente de Pedro pasaron como flashes luminosos mil retazos de su vida. A pesar de su aturdimiento al limite ya de la extenuación final, aun oía, a lo lejos, el sonido de los martillos de los centuriones romanos golpear con saña la cabeza de los clavos. Mientras sus compañeros iban expirando uno a uno en cruces parecidas a la suya, su mente, caprichosa, le hizo recordar a su madre y revivir su infancia allá en Palestina.

Sacando fuerzas de flaqueza aun pudo pedirle a Dios que le concediera un último deseo. Él ya no sufría, pues de sus manos clavadas a la madera por dos grandes puntas de hierro oxidado y de sus pies entumecidos apenas notaba su palpito. Y le pidió, haciendo un esfuerzo sobre humano, que se apiadara de su mujer cruelmente martirizada también, por su amor a él.

Apenas acabada la última palabra de súplica sus ojos se cerraron para siempre, pero su cara reflejaba la paz y serenidad que vio un día, hacía ya años, en la de Jesucristo, su maestro, y que él tanto buscó.



Esto de arriba es una recreación que me he inventado de la muerte en la cruz de San Pedro pero, no crean, realmente los últimos momentos de su vida tuvieron que ser muy parecidos...

Mirad, si algo necesitamos todos para creer, lo mejor son pruebas reales y evidentes que nos aseguren que es cierto, que ése alguien es digno de nuestro crédito y confianza. Aun así muchos detentan una fe infinita, por ejemplo, en Dios, a pesar de carecer de señales o indicio alguno de su existencia. Yo me reservo mi opinión...

El personaje del cual quiero hablar, San Pedro, no debería haber tenido ningún tipo de dudas en cuanto a su fe, pues vivió personalmente los acontecimientos que dieron lugar a la mayor aventura jamás vista por los hombres, la vida de Jesucristo. Si yo hubiera sido San Pedro, estoy seguro que a nada que me he hubiera esforzado lo hubiera hecho mejor que él. Si, no se alarmen, enseguida me explico...

San Pedro fue la persona elegida por Jesucristo para ser su lugarteniente, y perdónenme la palabreja. Cuentan los evangelios que Jesús caminando por la ribera del Mar de Galilea se encontró con Pedro y su hermano Andrés que estaban pescando en la orilla. Nada más verlos Jesús les dice: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” Y ellos al instante, dejando las redes, les siguieron..

Pedro y su hermano mostraron una fe a prueba de bombas en esos momentos porque: imaginaros que estáis paseando por el campo, se acerca un tipo de unos 33 años, con larga melena oscura y túnica blanca, y os dice que dejéis todo y le sigáis. Así, sin más. No me digan qué harían pues me lo imagino ¿Quizás echar a correr?...

¿Qué vieron los dos hermanos, y los otros diez futuros apóstoles que encontraron mas tarde, en ése hombre para seguirlo sin pensárselo dos veces? Lógicamente algo muy especial tendría que ser para tamaña convicción.

Pero San Pedro a pesar de la fe ciega que tuvo en un principio en Jesús, más tarde dudó un poquillo de él. Tanto que llegó a traicionarle tres veces. Sí, porque tres fueron las veces que negó conocerle, ¡Claro! que lo hizo para salvar el pellejo ante los centuriones romanos que no se andaban con chiquitas precisamente. 

No obstante, el hecho de ser el ojito derecho de su maestro y el tiempo que anduvo detrás de él, viendo “in situ” su modélica vida y sus milagros, y sobre todo haberle visto resucitado en una montaña de Galilea, tal vez hiciera que después de muerto Jesús se convirtiera en uno de sus más firmes seguidores.

San Pedro después de la muerte de Cristo aguantó en Palestina predicando las enseñanzas de su excepcional maestro hasta las persecuciones de Herodes Agripa en el año 44, que tuvo que poner pies en polvorosa para salvar su vida. Luego a la muerte de éste rey volvió, y allí en Jerusalén, se reunió con San Pablo y San Bernabé, estos son datos históricos, es decir, reales.

De los planes que hicieron los tres y el resto de los apóstoles apenas hay datos fiables, pero se sabe que dispusieron llegar hasta Roma, intentando convencer a la gente de la verdad de Jesús, aunque lo hicieron por diferentes caminos.

En Roma tampoco sabemos de sus andanzas. Quizás lo más importante (y esto es verídico) que murió crucificado boca abajo por petición propia (para no ponerse a la altura moral de Jesús) en tiempos de Nerón, junto a San Pablo, en el Circo de la Colina del Vaticano. Justamente en ese lugar, trecientos años más tarde, se encontraron unas tumbas que posiblemente fueran sus retos. Allí levantaron la primera basílica en su honor; hoy es el inmenso San Pedro del Vaticano..

La historia de San Pedro es de alguna manera excepcional y quizás su vida fuera el mejor testimonio de la existencia de ése hombre que se decía hijo de Dios porque, si Pedro conoció a fondo a Jesús, vivió con él, fue testigo de sus milagros y resurrección y aun así dedicó el resto de su vida a predicar sus enseñanzas, incluso se dejó crucificar por no renegar de su fe, es que algo gordo vio en Cristo para semejante gesta, digo yo.. 

Joaquín





lunes, 25 de junio de 2018

Los paraísos perdidos




Amiga...
Tu sensibilidad de mujer apasionada
te hace sentir elevadas sensaciones.
Supongo que hacen falta pensamientos 
de oro puro y un alma de cristal 
para percibir tales emociones.
No obstante, tu belleza, para mi, está 
en que sé que existes. 
Esa certeza me reconforta...
--Joaquín--

El “Paraíso Terrenal” también llamado “Jardín del Edén” creado por Dios, estaba situado a la orilla de dos caudalosos ríos. Allí colocó el Creador a sus dos primeros seres, Adán y Eva, para que vivieran felices en un maravilloso paraje donde nada faltara..
Sí, porque el sueño de toda civilización que se precie ha sido siempre  vivir en zonas próximas a ríos o arroyos pues, ¡qué imagen más bucólica es aquella en donde los hombres, dichosos, riegan sus huertos y recolectan hermosas y abundantes cosechas mientras sus hacendosas mujeres ayudan en las rudas tareas campestres, además, por supuesto, de realizar sus labores domesticas y sacar adelante su numerosa prole!
Sepan que la historia de la humanidad con su evolución y sus adelantos se inició a orillas de grandes ríos. Una civilización, importante y antigua, aunque un pelin desconocida para nosotros los occidentales se dio en los margenes del rio Indo, en la India. Hay constancia de su rica cultura desde el año 3.500 a.c. La otra, más antigua, y de la que hemos mamado todos los europeos, es la Mesopotámica. Y ésta empezó a dar señales de vida, nada menos, que unos 5.000 años a.c. Luego está la egipcia, a orillas del Nilo, que copió de ésta última.
La región más que posible de la que habla la biblia como lugar donde estaba situado el Edén es, sin duda, Mesopotamia, que significa, precisamente, “Tierra entre ríos”. Y estos ríos son los míticos Tigris y Eúfrates. Imagínense una extensa llanura de clima cálido y rodeada por dos corrientes de agua abundante procedentes de altas montañas, en donde los inviernos son posaderas de gran cantidad de nieve y precipitaciones, ¡pues qué decirles!, un vergel. Nada me extrañaría que allí naciera todo.
Y es allá, en esos privilegiados lugares, donde el hombre ha tenido la oportunidad de discurrir la manera de prosperar, sobre todo en agricultura y ganadería que ha sido la base de nuestra civilización. Allí, con abundante agua a su alcance se atrevieron a indagar y probar con nuevas técnicas agrícolas, y manipularon semillas y domesticaron animales salvajes como el perro, el gato o el caballo que les sirvieron de gran utilidad. No es nada raro que los que escribieron el “Génesis” y dentro de él, el "Edén" miraran al Oriente de Israel, es decir, a Mesopotamia para poner allí su paisaje soñado.
En Mesopotamia nacieron las primeras ciudades, con sus códigos, sus leyendas, sus poetas y sus escribas. Poblaciones como Súmer, la más antigua, Babilonia y su mítico rey Hammurabí, que se hizo famoso por su grandeza y sus leyes. En el museo del Louvre, en París, custodian la conocida piedra finamente tallada, de 2,5 mts. de alto y 55 cmts. de ancho, en donde están grabadas las 55 leyes de su reinado, es el famosísimo “Código de Hammurabí” considerado el primer ordenamiento legal de la historia. Entre otras disposiciones, advierte: “Si un hombre acusa a otro de homicidio y no lo puede probar, será sentenciado a muerte” “Si un hombre se presenta como testigo y es falso su testimonio, será sentenciado a muerte” etc. etc. En fin, este es el origen de la llamada “Ley del Talión”.
Claro, que si los imaginativos escribientes del “Génesis” vivieran hoy en día y tuvieran que volver a concebir “El Jardín del Edén”, creo que su idea sería muy diferente, ¡y es que ha cambiado mucho el cuento!.. 
Ahora estoy seguro que lo más, digamos idílico, no es la reseca llanura de Irak, que es donde está situada Mesopotamia, y no lo digo por la perversidad de muchos de sus habitantes que se destrozan entre ellos por asuntos religiosos, ¡qué va! Lo digo porque la agricultura y ganadería ya no es rentable como antaño; ahora, posiblemente, pondrían el “Paraíso Terrenal” en alguna playa paradisíaca del Caribe o del Índico, incluso, tal vez, en alguna elegante ciudad de las muchas situadas en la rica Europa o en Los Estados Unidos, con sus enormes parques, sus museos, o zonas de ocio; y por supuesto con acceso fácil a Internet y demás redes sociales, que hacen las delicias de sus habitantes.
Estoy por apostar que en estos nuevos “Paraísos Terrenales” que aludo, Adán ya no necesitaría ir en taparrabos comiendo frutas el bosque, imagino que ahora sería un alto ejecutivo de alguna multinacional con salario astronómico y con todas las delicias mundanas a su alcance. Eva, por supuestisimo, no se consideraría la costilla de Adán y dispondría de vida propia para hacer lo que le diera la real gana.. ¡Ah! y con la manzana que le ofreciera la serpiente se haría un zumo a media mañana.
Dicho queda...
                                                                         Joaquin Yerga
                                                                

viernes, 22 de junio de 2018

El día de la Bestia





Hojas repletas de versos.

Poesías de amor en ellas

a ti dedicadas.

Suspiros por un amor perdido.

Ensueños de mundos imposibles

y mil besos por dar;

Amiga, mi libro eras tú..

--Joaquin--



De los cuatro evangelios canónigos u oficiales de la Iglesia, el que escribió San Juan es el más desconcertante y asombroso, porque todo en él son inquietantes profecías. El principal libro de éste evangelio es “El Apocalipsis”  ¡No os digo más!..

El Apocalipsis es la repera, (con perdón), es el palo de todos los evangelios; los otros tres son la zanahoria. Los tres evangelios que van (por orden cronológico) desde el de Mateo, (más antiguo), al de Lucas, pasando por el de Marcos, digamos que se les ofrece a los hombres la verdad revelada por Jesucristo durante su vida y su muerte para que imiten su bondad y sean buenos. Pero el de Juan es el castigo para los que, conociendo los otros tres, no sigan sus preceptos y se porten mal. ¡Y no vean qué castigos les espera a los pecadores! ¡Su infierno es horroroso!.

El autor del libro conocía los acontecimientos de la época en la que vivió y sus personajes principales. Todo el simbolismo que describe ronda el final del siglo I y principios del II. Por ejemplo, cuando alude al día de La Bestia, el evangelista toma como modelo de la “Bestia” al emperador Nerón, famoso por las persecuciones cristianas. San Pedro y San Pablo fueron martirizados en Roma durante su reinado. 

Y qué me dicen del símbolo de la “Bestia” el 666, número maldito y tantas veces aludido en leyendas e historias. Mirad qué casualidad, el famoso incendio de Londres que provocó la destrucción de un tercio de la ciudad y que fue pavoroso, se produjo, nada menos, que en el año 1666. ¿Castigo divino?..

Pero la más terrible de las alegorías de éste evangelio es la amenaza de los “Cuatro jinetes del Apocalipsis” y sus colores simbólicos. Este pasaje se remonta también al Antiguo Testamento y a las profecías de Zacarías. En él, Dios, enojado, nos enviaría a la humanidad pecadora unas terribles plagas, simbolizadas en cuatro caballos. Si aparece un caballo rojo, significa la guerra, si el caballo es negro, nos espera hambruna y pobreza, si se adelanta el verde, preparémonos para la peste y enfermedad y si es el blanco el que aparece por el horizonte, démonos por finiquitados, significa la muerte. ¿Alguien ha visto algo verde en lontananza? ¿En sueños?.. Lo digo por el Covid-19, tan letal y destructivo..

Aún hay dudas razonables sobre el autor del evangelio de San Juan, que es donde se incluye El Apocalipsis. La Iglesia da por bueno que se trata de San Juan, el apóstol preferido de Jesús, el que durante la última cena apoyó la cabeza en su pecho cuando Jesús le revelaba quién iba a ser el traidor. San Juan era hermano de Santiago, y fue él el que permaneció impertérrito junto a la cruz y al lado de la virgen durante la crucifixión.

San Juan fue el último en morir de todos los apóstoles y el único que no fue martirizado. Estuvo en Roma y se libró de chiripa de ser lapidado junto a San Pedro y San Pablo. Luego se instaló en la ciudad de Éfeso, en la actual costa turca. Cuenta San Ireneo, discípulo de San Policarpo, que a su vez lo fue de San Juan, que fue él el que escribió éste último y más inquietante de los evangelios. 

Juan Evangelista, San Juan, murió ya anciano a los 94 años y durante los primeros años del reinado del emperador Trajano.

Joaquín



miércoles, 20 de junio de 2018

La maldad vuela alto






Voy a dormir, nodriza miá, acuéstame.
Ponme una lámpara en la cabecera:
una constelación, la que este guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola; oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases.
para que olvides...Gracias...Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido

(Último poema que Alfonsina Storni escribió antes de suicidarse.)


Tres años antes:
Zaharie Ahmad, llevaba meses preparando el asunto. Ya casi lo tenia todo listo, y estaba seguro que esta vez no fallaría. Desde hace unas semanas simula en su video-consola, incluso en un programa de ordenador que le dejaron prestado, cómo posar la aeronave exactamente en ése lugar desconocido del océano sin ser descubierto por los potentes radares de la zona, por lo menos hasta un tiempo después de la desaparición. Aunque lo que más le importa de todo esto es que su mujer y sus tres niños no sospechen absolutamente nada, el resto del pasaje, ni los conoce ni le importa lo más mínimo, mala suerte por haberse cruzado en su camino, allá ellos y sus problemas. De todas maneras al igual que él, los demás deberían pensar que éste mundo es un asco y darle, casi, las gracias por ayudarles a salir de él.
A sus 53 años y con muchas horas de vuelo a sus espaldas, lleva días pensado en su vida, y ha llegado a la conclusión de que no puede más, mejor dejarlo ahora que aun es joven. El futuro de su mujer y los niños no le preocupa pues ya tiene resuelto dejarles lo suficiente para sus estudios y manutención. Del resto de sus familiares piensa, creerán que fue un hombre honesto, trabajador y buen padre, y llorarán su perdida, ¡claro! que nadie tiene porqué enterarse de su secreto.
De todos los preparativos lo que más le ha costado idear es la manera de desembarazarse del copiloto de la nave, su compañero Fariq Abdul. Sabe que se iba a casar próximamente, a sus 27 años, con esa preciosa novia que un día le presentó en el restaurante del aeropuerto. Pero no le quedaba otra que hacerlo de manera violenta. El resto el pasaje, y tal y como había calculado minuciosamente, con la descompresión sería suficiente, no tardarían en morir asfixiados.

Tres años después:
Aparecía este domingo pasado en un diario de tirada nacional una información inquietante, aunque a decir verdad la noticia en sí fue portada hace ya tres años. Algunos o muchos recodarán todavía la desaparición de un avión de la compañía aérea Malasysia Airline. Fue noticia impactante en todos los medios informativos del mundo, primero por la catástrofe en si, viajaban en el aparato 239 ocupantes, y también por el misterio que rodeó al accidente.
La aeronave salió de Kuala Lumpur, capital de Malasia y su destino era Pekin, la capital de China, pero incomprensiblemente se perdió la pista del avión al poco de salir del aeropuerto. Cosa muy rara porque siempre deja algún rastro ese tipo de aparato cuando por diversas circunstancias tiene algún contratiempo.
He de recordar que Malasia es un país del sureste asiático que tiene fronteras con Tailandia y con Birmania, y aunque estos dos últimos son de religión mayoritariamente budista, en Malasia, sin embargo, son musulmanes sunnitas, con lo que la teoría del atentado terrorista era la que más se barajaba.
Pasaban los días y los meses, incluso los años, y del avión desaparecido ni mu, nada se sabía. Investigadores malayos, chinos y australianos (El norte de Australia está muy cerquita de Malasia) se esforzaban todo lo que podían y con todos los medios posibles para determinar las causas del misterio, pero sin resultados visibles, hasta ahora...
La mayoría del pasaje era de origen chino que regresaban a su patria, por lo que fueron las autoridades de este país, presionada por los familiares de los más que posibles fallecidos, los que más empeño pusieron en encontrarlos, aunque como dije antes sin éxito.
Resulta que a lo largo de estos tres años desde la desaparición se han encontrado algún resto del fuselaje del aparato, pero a mucha distancia, y piezas de tamaño muy grande para lo que sería razonable. Debemos tener en cuenta que la hipótesis más verosímil que manejaban los expertos, (sea el causante de la catástrofe una bomba o un fallo técnico) era la entrada del aparato en el mar de manera violenta, es decir un choque traumático que haría que el avión se descompusiera en trocitos pequeños. Y de los ocupantes ni os cuento...
Curiosamente, ahora, un trienio después del siniestro, un canadiense, un tipo sencillo, inteligente, meticuloso, llamado, Larry Vance, ha descifrado el enigma. Larry, un jubilado que en sus ratos libres trabaja de manera independiente para investigar accidentes de aviación nos descubre, por fin, qué pasó con el misterioso avión, y créanme a nadie a gustado conocer las razones.
Y es que lamentablemente ya pasó una vez y ha vuelto a pasar, un comandante de un avión se suicida con él y con todos sus pasajeros dentro. Hace unos años un piloto alemán, Andreas Lubitz, estrelló su aparato en las faldas de los Alpes franceses, murieron 150 pasajeros, según los informes el piloto estaba tratamiento psicológico.
En este caso el comandante malayo y piloto experimentado, Zaharie Ahmad, ha actuado de una manera, quizás, más atroz, más sibilina, en vez de estrellar el aparato directamente como lo hizo su compañero, Lubiz, lo posó sobre las aguas del océano Indico, en un lugar alejado y desconocido, hasta que el peso de la nave hizo que se hundiera lenta y definitivamente en las profundidades abisales. Y con ella la vida de 239 personas inocentes.
Concluye el investigador Larry Vance, que al poco de perderle la pista los controladores aéreos, el comandante Zaharíe asesinó al copiloto y provocó una descompresión. Los pasajeros se pusieron las mascarillas, pero se les acabó el oxigeno. El hecho de que las piezas del avión encontradas fueran muy grandes y que ningún radar lo detectase le hizo sospechar.
Efectivamente, después de aportar las pistas definitivas a la policía, se registró la casa del piloto y han encontrado los programas informáticos con los que el comandante Zaharíe simulaba el sitio exacto donde posar la nave para no ser descubierto y cometer así su tremenda canallada.


                                                                      Joaquin Yerga
                                                                        20/06/2018



lunes, 18 de junio de 2018

La gran mentira...





Un ciego resplandor

invadirá los ámbitos

y desde los abismos

una voz clamará rayando las alturas:

Amigo, te esperaba.

--Rafael Alberti--



Montado en su caballo, cabizbajo y mohíno, cabalgaba Boabdil, el último rey moro de Granada camino del exilio. Exhausto, hizo parar la comitiva en el último cerro desde donde aún se divisaba su ciudad. 

Los tempranos rayos de sol de la mañana reflejaban luminosos destellos sobre los dorados botones de su vestimenta. La numerosa guardia personal que lo escoltaba formaban dos hileras perfectas de apesadumbrados guardianes bereberes sabedores de la desgraciada historia que les tocó vivir.

Subió con su caballo a lo más alto de la colina, echó la vista atrás, y un desconsolado llanto acompañado de trágicos lamentos, dicen que se le oyó mascullar. Su madre, la gran sultana Axa, mujer de armas tomar, que le acompañaba al destierro, montada en su magnifica jaca árabe enjaezada con negras vestimentas le miró de soslayo y con un desdén de absoluto desprecio le endilgó.. “¡Llora, hijo, llora como mujer lo que no has sabido defender como un hombre!”.

Pero resulta que Boabdil nunca pronunció esos lamentos ni su madre jamás le recriminó esas palabras, la historia es otra....

La vida de Boabdil es muy triste, lo corrobora un apelativo por el que fue conocido “El infortunado”.  Y eso que Boabdil, aunque de mediana estatura, era rubio, guapo y con los ojos claros como el azul de un cielo en verano. Dicen que enamoraba con su sola presencia a todas las mujeres que tuvieran la suerte de cruzarse en su camino; daba igual que fueran cortesanas, esclavas, moras o cristianas..

Un tarde de primavera sus penetrantes y azules ojos se fijaron en los grandes y negros azabache de Moraima, joven musulmana de origen noble y muy hermosa, que miraba las tropas pasar por un pueblo de Granada, y comenzó el romance..

El flechazo entre Boaddil y Moraima fue mutuo.. totalElla quedó prendada de él para siempre. Él la amó hasta el final de sus días. 

Todo parecía sonreír a la pareja, se casaron y tuvieron hijos, pero una serie de infortunios se confabularon para hacerles sufrir lo indecible. Las guerras contra su padre, las intrigas de su madre (Axa) y el empuje conquistador de los Reyes Católicos, amargaron la existencia de los amantes.  

Moraima apenas veía a su amado Boabdil; las guerras, las intrigas y traiciones asolaban al Reino y ocupaba su tiempo. Cuentan las crónicas que un día agarrada al cuello de su marido que partía para la guerra y desconsolada por el llanto, repetía una y otra vez... 

--¡Por qué tantas desgracias! ¡Por qué no llega a mi la muerte, amado mío!...

Y no, Boabdil, no lloró por última vez en la cima del puerto, llamado ahora, Suspiro del Moro al volver la vista atrás y contemplar su hermosa Granada, Boabdil lloró por última vez ante la tumba de su adorada Moraima.

Fue el suyo un amor desdichado, Enterró el cuerpo de su amada, (la mujer que sufrió en silencio a su lado sin pedir nada a cambio) en el pueblo granadino de Mondujar, y allí siguen sus restos, a tan solo treinta kilómetros de su añorada Alhambra.

Boabdil fue exiliado a las Alpujarras cuando perdió Granada. Al morir su mujer, Moraima (lo que más quería en el mundo), con el escaso séquito de cortesanos y servidores que le permitieron Isabel y Fernando (los Reyes Católicos) le dio sepultura con el mejor protocolo a su alcance, la lloró con amargura infinita y regresó al norte de África. Nunca más regresó... Jamás volvió a tocar la piel de mujer alguna..

Joaquín

viernes, 15 de junio de 2018

Vidas al límite...


                                                                                       



Vibro tan sólo por un sueño, vibro

por realizar un simultaneo empeño;

que leamos los dos el mismo libro

y soñemos los dos el mismo sueño.


Nos volveremos a la sombra suave,

adonde el invisible nos arroja,

hacía el terror de lo que no se sabe

y el perfume de lo que se deshoja.

--Rafael H. Valle--



Confiado, el joven aguardaba en la puerta del esplendido salón donde le esperaba su padre. Hacía años que no se veían y una enorme emoción de cariño le embargaba.

--¡Qué ganas de abrazarlo! ¡Qué ilusión volverlo a ver-- --pensaba mientras la impaciencia por la espera le exasperaba--

Él había sido el favorito entre sus hermanos, pero malentendidos y envidias, a veces ajenas a la familia, les hicieron indisponerse con él

Pero ese día estaba feliz, su padre le había mandado mensajes conciliadores que él recogió con esperanza y alegría. Acababa de llegar desde muy lejos, donde había permanecido distanciado de la familia por culpa de las desavenencias. Ahora acudía raudo a su encuentro. Ansioso estaba por verlo y besarlo, y hasta por pedirle perdón por su comportamiento..

Dos tipos que franqueaban la entrada, quizás guardaespaldas de su padre, le invitaron a pasar al interior. El joven entró rápido mirando aquí y allá buscando el rostro sonriente de su progenitor, pero.. 

¡¡De pronto, los tipos de la entrada se abalanzaron sobre él y le tapan la cabeza con un oscuro velo! ¡No podía respirar! ¡Le asfixian! ¡Han rodeado su cuello con una fina cuerda de cáñamo, y la aprietan! ¡¡Se muere!!. 

Ni siquiera pudo lanzar un grito de terror. Quedó exhausto en medio de la entrada principal del enorme salón, inmóvil, tirado en el suelo. Su cara mostraba una indescriptible mueca de sorpresa y espanto...

El joven no llegó a verlo, pero su padre había contemplado la escena tras unos visillos de seda en una estancia contigua, ¡¡Dios, y no había movido un músculo de su rostro para salvar a su hijo!!. Es más, ¡¡creo que él ordenó su muerte!!..

Poco antes de morir, el joven había dejado escrito el nombre de su verdadera asesina, Si, porque fue ella..

Fijaos..

Su padre había tenido tres hijos y él había sido el mayor. Su madre fue Gulbahar (Rosa de Primavera). Sus otros dos hermanos, en realidad hermanastros, eran hijos de Roxelana, la amante..

Pero el viejo se había divorciado de su madre Rosa de Primavera, y enamorado de Roxelana, y el chico lo sabía. Y sabía también que tarde o temprano Roxelana incitaría al viejo a firmar su sentencia de muerte, y no se equivocó.

Pero lo que el chico nunca supo es que el amor que se tuvieron su viejo y Roxelana fue sincero. Sí, su padre, Solimán el Magnifico y Roxelana, su amante, vivieron una historia de amor que traspasó el tiempo y se convirtió en leyenda..

Ahí quedó la tumba, donde yacen los dos, en el magnifico patio ajardinado del palacio de Topkapi en Estambul. Las preciosas rosas y los enhiestos tulipanes que embellecen el entorno parecen ajenos a ese testimonio de amor eterno que una vez iluminó la historia, aunque empezó manchado de sangre.

Joaquín

                                               
                                                            

jueves, 14 de junio de 2018

Nunca llueve al sur de Castilla...





Yo ya me despedía... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
¡hasta mañana, susurraste!;
yo te miré a los ojos un instante
y tu cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso.

Salí a la calle alborozado
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salte a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aun más te sonreí... Y en el tranvía
a un sarcástico, ansioso y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso,
¡Perdoneme, señor esta alegría!
(Amado Nervo)

Y es que suspiro porque un día, al fin, los habitantes del sur, nuestro sur, sean los mejores deportistas de élite (ahora son catalanes, mallorquines o vascos, y algún madrileño); constituyan, también, la mayoría de políticos que nos gobiernen (ahora son gallegos, catalanes o vascos, y algún madrileño); despunten en medicina, arquitectura o ingeniería (ahora son catalanes, vascos, y algún madrileño) o acaparen las sedes de las más grandes y prósperas empresas del país (ahora son catalanas, vascas, y algunas madrileñas) En fin... 
Porque sepan que por número de habitantes, Andalucía + Extremadura, supera a la suma de Cataluña + Pais Vasco + Navarra, y sin embargo apenas decidimos nada, no tenemos nada ¿Alguien recuerda algún deportista de élite del sur? ¿Algún montañero, algún piloto de carrera, algún tenista? ¿Algún investigador importante? Pero eso sí, tenemos gran disponibilidad de niños cantores, o de aspirantes a artistas de la farándula. No se enfaden todavía, háganlo después de lo que sigue...
Los españoles tenemos la suerte de tener dos ciudades entre las más importantes de Europa, y también del mundo, Madrid y Barcelona. Y digo importante no solo por su población, millonaria ambas, sino por su historia, por su arquitectura y por un montón de cosas más. Ahora se hacen muchos rankings de las mejores ciudades para vivir pero se tienen en cuenta cosas que antes ni existían, por ejemplo, la red del metro, los restaurantes con estrellas Michelín, los parques, o el clima.
Si hiciéramos ésa lista sólo por tamaño o población apenas contaríamos en el mundo, pues hay ya tropecientas ciudades mas pobladas. Háganse una idea de lo que han cambiado las cosas en tan solo cien años. A principios del siglo XX, Londres era la más poblada del planeta, y con diferencia, hoy en día no aparece ni entre las veinticinco primeras, pero no se alarmen, Madrid no la encuentran hasta el puesto sesenta y Barcelona en el noventa.
Afortunadamente tenemos un rico pasado, y con eso podemos presumir, pues se hicieron cosas entonces que hoy en día millones de viajeros de todo el mundo se dan de tortas por verlas ¡Quién lo diría!. Decía antes que nuestras dos ciudades están entre las mejores, según opinión de muchos expertos y hombres de negocios, porque si miramos calidad de vida, infraestructuras e historia, aquí si nos llevamos la palma.
Hay ciudades, como las chinas o las de Asia en general, o las africanas, que poco menos es contraproducente vivir ellas, por el trafico, por la contaminación, por la masificacion, además están rodeadas de infraviviendas; habitar en muchas de ellas es como vivir en el infierno pero aquí en la tierra.
En el lado opuesto, es decir, las urbes donde es un placer estar en ellas, desde hace unas décadas siempre son las mismas y, ¡Claro! todas están situadas en los países más prósperos. Ni que decir tiene que la suiza Zurich, la canadiense Vancouver, o la Australiana Melbourne, acaparan los primeros puestos, y es que son de tamaño medio, tienen una alta calidad de vida y sus habitantes están tan civilizados que todos respetan absolutamente su medio ambiente.
En España a pequeña escala pasa algo parecido, las ciudades del norte están a la cabeza en calidad y mejor vivir que en el sur. Es curioso pero año tras año poblaciones como Vitoria, San Sebastián, Pamplona, Oviedo o Logroño acaparan todas las atenciones y parabienes como lugares en donde vivir es un placer. Todas disponen de unos servicios públicos magníficos, los parques abundan, la limpieza de sus calles brilla, y la buena educación de sus habitantes es notoria ¿Tendrá mucho que ver las abultadas pensiones y sueldos medios de sus habitantes? ¿O que el indice de lectura y el acceso a Internet de sus moradores sea más alto que en otras latitudes? Me temo que si.
En la otra orilla, digamos en el hemisferio sur de nuestro país ocurre todo lo contrario. Ciudades, también de tamaño medio, como Cádiz, Córdoba, Badajoz, Jerez o Murcia por nombrar algunas, son las peor valoradas en ese ranking que hacen a menudo los expertos, y donde se tiene en cuenta, además de lo dicho antes, el desempleo, la seguridad ciudadana o la limpieza.
Ganas tengo de que llegue el día en el que se inviertan los términos y que nuestro sur despunte de una vez y para siempre como zona de prosperidad y calidad de vida a imitar por el resto. Y que no me digan que eso de la calidad de vida es subjetivo y que cada cual la interpreta a su manera porque no es cierto, hay un baremo y unas normas universales para el buen vivir, que se cumplen siempre a rajatabla.
Que nadie se ofenda por todo esto, no es más que la exposición de una realidad absoluta, el hecho de contarlo con esta crudeza se debe al inmenso cariño que le tengo a mi tierra y las ganas de que llegue el día en el que salgamos de las listas de todo lo malo de una sociedad: desempleo, pobreza, y atraso.
Dicho queda...


cosasdejoaquinyerga@blogspot.com

martes, 12 de junio de 2018

La mentira más grande jamás contada






Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son.
(A. Lincoln)


No me negarán que todos aceptamos como una verdad absoluta que Jesucristo murió a los 33 años. Es más, repartimos la historia en dos tiempos, antes de su nacimiento y después del mismo. Pero mucho me temo que estamos todos equivocados, Jesucristo murió rondando los cuarenta años, es decir, era un poco más viejo de lo que pensábamos.
El desmentido es ya algo muy habitual en revistas de historia o religión, aun así quiero desenmascarar al verdadero culpable del desaguisado; el monje Dionisio “El exiguo”, éste es el responsable del equívoco. Resulta que éste monje rumano del siglo VI echó mal las cuentas, erró en seis o siete años sus cálculos. 
Anteriormente a la venida de Cristo, la fecha de referencia para los años era la fundación de Roma (año 754 antes de Cristo lógicamente), bueno, pues el liante de Dionísio se hizo un lío (valga la redundancia) entre la fundación de Roma y el reinado de Herodes cuando Jesús era un niño, que eran las fuentes mas fiables, y desde entonces tenemos el embrollo. ¡Claro! que tampoco pasa nada que Jesús tuviera cuarenta años al morir, no dejaba de ser muy joven para hacerlo, y muy injusto por otra parte por su manera...
Jesucristo murió en Jerusalén como todos sabemos de sobra, bueno, pues allí precisamente se fue a comprobar el terreno “in situ” Santa Helena, y ver paso por paso todos los que dio Jesús en sus últimos días. A ella le debemos todas las iglesias que se construyeron en los lugares que tuvieron algo que ver en la vida de Jesús, la más importante la del Santo Sepulcro, levantada donde se cree fue enterrado. Pero no sólo identificó los llamados “Lugares Santos”, (El Calvario, el Sepulcro o el huerto de Getsemaní) también encontró trozos de la llamada Vera Cruz (la cruz donde fue crucificado Jesús) la túnica que usó, incluso algunos clavos que se utilizaron en la crucifixión.
Santa Helena fue la madre del emperador Constantino “El grande” llamado así por su buen hacer. Es sus años mozos fue una concubina, (de origen serbio) del padre de Constantino, que tuvo la suerte de ser una de sus preferidas. En cuanto su hijo accedió al trono se dispuso a mandar en la corte ¡Y de qué manera!.. Ella fue la que convenció a Constantino a convertirse al cristianismo y ella fue la que movió los hilos para que se declarara religión oficial del imperio; también asistió al primer Concilio de la Iglesia en, Nicea. Por cierto, cuando fue a Jerusalén a ver los lugares que pateó Jesucristo, habían pasado ya más de trescientos años de su muerte, con lo que muchos historiadores ponen en duda que los sitios que hoy visitan los turistas como los auténticos, (donde sufrió y murió Jesús) no sean los correctos. Y no digamos de la cruz y los clavos, pero, en fin, doctores tienen la Iglesia. También los hay que creen que la devoción y fe que profesaba la buena de Helena era para tapar las atrocidades y asesinatos que cometía su salvaje hijo, que en política lo hizo bien pero personalmente era un cafre..
El cristianismo fue un movimiento religioso que cogió mucho auge ya desde un principio; los apóstoles y seguidores debieron hacer un buen trabajo de captación puesto que ya durante el reinado de Nerón, es decir sólo treinta años después de la muerte de Cristo ya había una numerosa población de cristianos en Roma; acuérdense que les echó la culpa de aquel gran incendio de la ciudad.
Hoy en día el cristianismo, en sus diferentes ritos, es la más seguida del mundo con más de 1800 millones fieles (católicos 1000 millones, protestantes 600 millones y ortodoxos 200 millones) Le siguen el islam con 1200 millones de practicantes, el hinduismo con 700 millones, y el budismo con 300 mill. Aunque me temo que esta proporción va a cambiar bastante en poco tiempo pues los primeros van a menos y los segundos a más.
Dicho queda.
                                                                           Joaquín Yerga
                                                                          

lunes, 11 de junio de 2018

Un viaje a lo desconocido






Con lento paso me acerqué a la puerta 
oprimiendo mi frente enardecida: 
sobre su lecho cándido tendida 
la prenda de mi amor estaba muerta. 

De cuatro cirios a la llama incierta 
aquel espectro vi que era mi vida, 
aun cerca de la almohada hallé caída 
 la hermosa rosa que la di entreabierta. 

Me pareció que de sus negros ojos 
una celeste claridad brotaba, 
que otra vez animados sus despojos 
para decirme --tuya-- me llamaba. 

Besé sus labios, se tornaron rojos... 
¡Era el beso primero que la daba! 
(Manuel del Palacio)

Apuesto que nadie lo creería, pero el hecho de que yo esté haciendo este escrito y que algunos, aunque pocos, puedan leerlo, se debe a los buenos oficios de la gente de un pueblo ya desaparecido pero que fue muy importante hace tres mil quinientos años, los fenicios... Y es que estos tíos inventaron la escritura.
Hasta que se inventó tal y como hoy la conocemos los pocos que podían comunicarse a través de medios escritos lo hacían a base de figuritas, jeroglíficos o cualquier otro lenguaje de signos; y algunos tenían más de setecientos caracteres, imagínense qué complicación.
Los fenicios vagaban errantes por el Mediterráneo en busca de mercados donde poder trapichear con sus muchos y variados productos. Pero antes de convertirse en los “gitanos del mar” vivían felices en su tierra (en la actual Líbano, cerca de Siria e Israel) sólo que tuvieron la desgracia de tener como vecino a un tipo tan soberbio y terrible como el rey de los asirios Asurbanipal, que se empeñó en hacerles la puñeta y conquistarlos. Tuvieron que huir y buscarse nuevos apaños...
Fenicia constaba de unas cuantas ciudades importantes, entre ellas TiroSidón o Biblos, en donde vivían la mayoría de la población. El país es la tierra de los cedros, ese árbol tan bonito y del que los despabilados fenicios extraían su preciada madera; entre otras cosas para hacer sus famosos barcos que tanto renombre les dio en la antigüedad.
De la noche a la mañana se convirtieron en los más expertos y afanados marineros de aquellos tiempos. Viajaban siempre de noche sin alejarse demasiado de la costa y guiándose por las estrellas. Cuando llegaban a las playas de los diferentes territorios ribereños del Mediterráneo desplegaban sus tiendas con sus productos (igual que los manteros de nuestras ciudades) y allí acudían en masa los indígenas de la zona a comprar los cachivaches más estrafalarios que se puedan imaginar, y que hacia, por cierto, las delicias de los lugareños. Su producto estrella era la púrpura (lo extraían de un molusco) sólo ellos la conocían, y con ella teñían vestidos que volvían locas a las damiselas de todo el contorno. Tengan en cuenta que en aquellos tiempos aun no existían productos para colorear la ropa.
España les gustó tanto que llegaron a fundar unas cuantas ciudades; las más importantes, Cádiz, Málaga o algunas en Baleares. En África también colonizaron un montón, de ellas, Cartago, (cerca de Túnez) fue la más importante; y todas le servían de punto de avituallamiento para sus correrías. Llegaron hasta la actual Inglaterra en busca de estaño y se cree que recorrieron todo el contorno de África, aunque no hay datos que lo corroboren.
El rey fenicio más conocido fue Hiram, que construyó un descomunal templo en Tiro que sirvió de modelo al rey judío, Salomón, para hacer el suyo en Jerusalén. Y es que éste pueblo era muy religioso (como todos en aquella época). Adoraban al dios Melec, que, parece ser, les requería grandes sacrificios, sobre todo de niños. A estas pobres criaturas los arrojaban a enormes braseros con leña hirviendo. Los ricos, como siempre, cuando no querían sacrificar a los suyos les compraban niños a los pobres y los lanzaban a ése averno para aplacar las iras de ese terrible Dios. ¡Tontos no eran!
Y miren si los fenicios eran tan grandes mercaderes y negociantes que su nombre (fenicio) aún después de 3.500 años se nos ha quedado en el lenguaje como sinónimos de comerciantes y hábiles negociantes.. A los catalanes de ocho apellidos se les denomina muchas veces así.. ¿Por qué será?...
Decía el griego, Constantino Cavafis dirigiéndose a Ulises, que navegaba errante por los mares en busca de su Ítaca...

Cuando retornes a Ítaca,
procura que tu camino sea largo,
rico en aventuras, en experiencias.
No temas a los lestrigones, a los cíclopes
ni a la cólera de Neptuno.
No hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento
Y añade...
Procura que tu camino sea largo,
que muchas sean las mañanas de estío
en las que, ¡con qué delicia!,
arribarás por vez primera
a puertos que nunca has visto.
Detente en sus mercados fenicios,
compra bellos productos:
nácar y coral, ámbar y ébano,
voluptuosos y delicados perfumes.


Joaquín Yerga


jueves, 7 de junio de 2018

El Collar de la Paloma






El clavel de tus labios

brindaba miel de besos

y fue mi boca ardiente

abejas de sus pétalos.


Me abrasaban tus ojos

me quemaba tu aliento

y apagó las palabras

el rumor de los besos

--E. de Mesa--


¿Y qué me decís del fastuoso palacio de Medina Azahara (ciudad resplandeciente) mandado a construir por el más grande de los califas cordobeses? Pues que tenía nada menos que tres kilómetros de extensión y lo sostenían 4.320 columnas de mármol. Los cuentos de las mil y una noche se quedan cortos aquí. Según algunos historiadores y arqueólogos, la Alhambra de Granada sería "pecata minuta" al lado de Medina Azahara.
Los árabes entraron en España en el 711, año mítico en nuestra historia y por Andalucía apareció unos años más tarde un tipo que se decía príncipe omeya superviviente de la matanza de toda su familia perpetrada por otro grupo musulmán, los abbasíes de Bagdad. Éste príncipe logró huir de Damasco, donde gobernaban, y después de pasar muchas penalidades recaló en las costas de Granada y de ahí a Córdoba, desde donde unió a todos y se proclamó Emir, su nombre Abd-Rahman Ibn Mu´awiya Ibn Hisham, pero todos lo conocemos como Abderramán I.
Abderramán I, alto, enjuto, tuerto y rubio, nada mas tomar el poder puso el patio en orden e hizo de Córdoba la capital de España. Una de sus primeras obras fue iniciar la construcción de la Gran Mezquita. Erigida sobre la antigua iglesia visigoda de San Vicente; en el año 785 puso la primera piedra. Sobre ella se pueden contar muchas y apetecibles curiosidades, como que la construyó orientada al sur en vez de al sureste mirando a La Meca como están todas las de occidente, y es que nunca olvidó su Damasco natal, y allí si están todas mirando al sur.
A propósito de la Mezquita (considerado el mejor monumento árabe en España) cuando la terminó Abderramán I, acogía a 5.500 fieles; doscientos años después y con Almanzor, que fue el que la agrandó por última vez, ya entraban en ella más de 50.000.
En poco tiempo Córdoba creció como ninguna otra. Tal es sí que doscientos años después de hacerla capital y ya con el califa Abderraman III, la ciudad llegó a tener, según las crónicas, un millón de habitantes. Y miren que barbaridades: llegó a poseer: 80.500 tiendas y talleres, 60.200 casas señoriales o más de tres mil pequeñas mezquitas.
Lo dicho, Córdoba era la joya de las ciudades del momento, envidiada por todos, refinada y culta. Hagan una comparación: la biblioteca del Monasterio de Ripoll, en Gerona, tenía 192 libros y manuscritos y era la más respetada de la cristiandad hispana; la de Al-Hakan II en Córdoba albergaba la friolera de cuatrocientos mil volúmenes.
Con los primeros emires y califas empezaron a llegar a la ciudad los más granado de la intelectualidad de oriente. El poeta Ziryaba, introdujo refinadisimas costumbres, como la pasta dentífrica, los vestidos claros para el verano, o el orden de los banquetes: (primero la sopa, después la carne y de postre pasteles), y todo servidos en copas de cristal y no en cubiletes de metal como se hacia hasta entonces.
Mientras los dirigentes cristianos eran, en esos tumultuosos tiempos: los salvajes, los rudos, los sucios, que vivían en ásperos y umbrosos castillos de piedra pelada y zampando con los dedos, los cortesanos musulmanes residían en suntuosos palacios envueltos en lujos y placeres, se bañaban en los numerosos baños públicos y se perfumaban con almizcle. 
Pero nada es eterno, todo en la vida tiene un final, y ésta gente, bordeando el temido año mil, se relajaron en lo militar y se hicieron sibaritas; acabaron a la postre sucumbiendo ante el feroz empuje cristiano convencidos como estaban de unificar de nuevo España por un mandato divino. Miren como se lamentaba del declive de la ciudad, el poeta cordobés Ibn Hazm, autor del famoso libro de poemas “El Collar de la Paloma”...

La ruina lo ha trastocado todo. 
La prosperidad se ha cambiado en estéril desierto,
la sociedad, en espantosa soledad; 
la belleza, en desparramados escombros;
la tranquilidad, en aterradoras encrucijadas. 
Ahora son asilo de los lobos,
juguete de los ogros, diversión de los genios, 
y cubil de las fieras.
La noche dejó caer su velo jurando que no acabaría, 
y lo ha cumplido.

 

Joaquin