lunes, 23 de junio de 2014

Con el corazón en la mano.






            La vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia 
            como puede para mantener a raya el  horror, la tristeza y la soledad. 
            Yo lo hago con mis libros"
           ( A. Pérez Reverte)


Hace unos años, alguien, un buen amigo para más señas, me sugirió crear un blog y exponer en él lo que se me ocurriera, fotos, relatos, impresiones etc. creo que acerté al seguir su consejo. Hoy a  ratos, cuando dispongo de tiempo suficiente cuelgo en esta, especie de Diario en la red, naderías que se me ocurren y otras pinceladas menudas de mi pensamiento.
A los que nos gusta escribir y todo lo relacionado nos ilusiona encontrar lectores que se entretengan con nuestros escritos. Creo que en el fondo subyace en nosotros un deseo de contar cosas que hemos aprendido, leído o simplemente vivido, y que de otra forma no hallaríamos gente dispuesta a escucharnos. Con este novedoso medio de llegar a ellos, tan fácil de realizar y de propagar, hemos ganado muchísimo en rapidez y comodidad. Es muy sencillo ahora llegar a amigotes y allegados, basta con solo pinchar el ratón y ya se encarga facebook o twiter de poner al alcance de éstos señales de nuestra distorsionada y calenturienta imaginación.
Antes del descomunal desarrollo de Internet la única manera de influir en posibles lectores era a través de los periódicos o revistas en la sección de cartas al director. Aficionado como he sido siempre a exponer opiniones políticas o sociales del momento, utilicé a menudo ese sistema para hacer llegar mis impresiones a cierto público. Hoy agradezco la expansión de este invento de las redes sociales y su enorme utilidad.
Tímido hasta la exageración aun a mis cincuenta y ocho, todavía me ruborizo bajo algún contratiempo verbal o situación aparentemente enojosa ante mis contertulios. Cuando me veo en la necesidad de hablar en público todavía me azoro inexplicablemente y necesito un esfuerzo extra de serenidad y aplomo para hacer llegar a la gente mis verdaderas intenciones. Todo esto se diluye en la escritura. Aquí, ante mi absoluta y estricta soledad soy más autentico y verdadero. En este formato razono con más serenidad y sosiego, porque las ideas a nada que uno se esfuerce acuden, aunque a veces se hagan de rogar. También los recuerdos, a pedazos, retornan de la evanescente nada, se hacen visibles y se hilvanan hasta completar algún relato fantástico o aburrido articulo político.
De todo, lo que más me motiva a escribir y contar lo que siento, en comparación con otras formas de expresión, es la falta de condicionamiento ambiental. Y es que uno escoge los temas a desarrollar a su gusto. A veces, predispuesto a la reflexión me apetece evocar épocas pasadas. Otras intento imitar a mi manera alguna novela famosa de algún escritor eterno, (sin mucho éxito por cierto) con algún relato corto manifiestamente mejorable...Y las más de las veces  reflexiono sobre nuestro país, su historia y sus gentes, que por otra parte es mi gran pasión.
Otra gran ventaja de escribir y perpetuar lo que se me ocurre es que queda constancia eterna del escrito y sus circunstancias. Todo lo que se apunte sobre un folio o quede reflejado en la etérea pantalla de un ordenador  se convierte en imperecedero. Las palabras habladas se las lleva el viento o las acalla el silencio... son efímeras, en cambio  las impresas son inmortales. También tengo la posibilidad de repasar después, transcurrido el tiempo, mi trayectoria personal. Y puedo valorar, por tanto, mis opiniones vertidas anteriormente si fuese menester. En cualquier caso juzgar si fueron acertadas o por el contrario arrepentirme de haberlas escrito.
Por supuesto soy consciente de mis limitaciones, no pretendo emular a Cervantes, ni a nuestro insigne Lope de Vega a estas alturas, ¡Dios me libre! Tan solo relatar, a mi manera, pequeñas historias inventadas u opiniones de carácter político o social. ¡Aah!  Y contar con gente que me lea ¡claro!
Joaquín Yerga
09/12/2017


martes, 17 de junio de 2014

Felipe VI

Esta semana, el jueves 19 de junio, hacemos rey al príncipe Felipe. Digo hacemos porque es el pueblo a través de sus representantes, diputados y senadores lo que tienen la potestad de hacerlo en nuestro nombre.
Puede parecer anacrónico a estas alturas del siglo XXI que aquí en España sigamos coronando reyes aún y más después de la penosa historia que nos ha legado la monarquía en el pasado, es verdad pero ha cambiado mucho el cuento.
Para empezar el sistema que nos dimos los españoles para gobernarnos fue una Monarquía parlamentaria como todos sabemos(o casi todos porque de todo hay), es decir los poderes del rey aún con título de jefe del estado, son muy escasos, se limita simplemente a representar al país en actos oficiales y algunas zarandajas más. Hasta los discursos con que nos obsequia en navidad y en otros eventos son revisados antes por el gobierno de turno. Conviene recordarlo para que no haya malentendidos entre los numerosos nuevos simpatizantes republicanos que se han apuntado al carro ahora que, el rey reina pero no gobierna.
Exceptuando la manera de elegir al monarca, (no se somete a votación cada cuatro años como el presidente de una hipotética república) no hay nada en cuanto a democracia, libertades, gobiernos, leyes, constituciones etc. que no se pueda hacer con este tipo de monarquía y si con  un sistema republicano.
Por buscar algún pero al ya abdicado rey Juan Carlos, este fue nombrado o impuesto, según lo queramos ver por Franco, pero su hijo Felipe va a ser refrendado, como he señalado antes por el pueblo.
Hay gente, mucha es verdad, que opina que ellos no han votado esta constitución y por lo tanto no está legitimada al cien por cien,  pero habría que recordar que casi ningún país somete su carta magna a votación cada generación. La norteamericana lleva intacta más de doscientos años, la francesa algo parecido al igual que la inglesa, que no está ni escrita etc.
Esta constitución nuestra, la que dice cómo hemos de gobernarnos, la votamos una mayoría inmensa de ciudadanos, entre ellos el que escribe, no es infalible ni déspota, nos da seguridad jurídica para que podamos prosperar y convivir en paz entre nosotros y es a su vez de las más progresista que existen en el mundo. Es tan sabia y está también redactada que nos ofrece la oportunidad de cambiarla en todo lo que queramos. Podemos reformarla para pasar a una España federal, aunque muchos de los que están a favor de esta no sabrían exactamente qué es; tenemos la potestad de cambiar artículos y darnos una república presidencialista al modo francés o americano, incluso si nos empeñamos, trocar leyes para que catalanes y vascos tengan sus referéndums legales y puedan irse de España libremente y quedarnos huérfanos el resto, los mas pobres (algunos partidos de izquierdas que abogan por esto último  tendrían que explicarles luego al minúsculo pueblo que quedemos las consecuencias reales de tal desaguisado, después, una vez independizados, que vayan a pedirles solidaridad a los partidos hermanos( ERC, Iniciativa per Cataluña etc.) de esas díscolas regiones que las risas de estos últimos se oirán en Pernambuco , Brasil , ahora que estamos con el mundial de fútbol) .Todo lo anterior podemos hacerlo, no es inamovible, pero se necesitan dos tercios de representación para conseguirlo, como es lógico por otra parte, porque de lo contrario estaríamos expuesto a cambios bruscos y aventureros a cada mayoría simple de turno.
De todas formas si algún partido político o alianza de partidos pretende hacer cambios en esta ley de leyes,  solo tiene que indicar en su programa lo que quiere hacer y esperar que le voten, si tiene la suerte de sacar mas de 245 diputados está hecho.
A mi humilde parecer hemos de esperar a que pase la crisis económica que hemos sufrido y aun padecemos  durante demasiados años ya y que ha sido la responsable en parte de estos vendavales  pseudo-revolucionarios que soplan últimamente. Debemos estar sereno como país para abordar con seguridad y seriedad los problemas más importantes que se nos están presentando, que son por este orden: la integridad territorial, el paro descomunal, corrupción política y  luego la forma de estado, federal o autonómico. En último lugar estaría el dilema monarquía o república pues con cualquiera de los dos sistemas se pueden solucionar los anteriores.
 Creo que al nuevo rey debemos darle un margen de confianza, es una persona muy preparada y nos puede representar muy bien en el mundo. En tiempos de zozobra mejor no hacer mudanzas, reza el dicho y ahora con la que está cayendo no es el momento idóneo para cambios estructurales.
Es verdad que a Juan Carlos se le ha criticado, muchas veces con razón. El comportamiento nada ejemplar de su hija y su yerno le ha salpicado, así como la cacería inadecuada en momentos muy inoportunos pero reconozcamos su papel en estos cuarenta años de paz y democracia que nos hemos dado. España se ha modernizado como nunca y, quién lo iba a decir  hace esos años, que estaríamos, a pesar de los problemas últimos, en la élite mundial de países desarrollados.
A este nuevo monarca que se nos corona el jueves hay que hacerle, por lo menos, un contrato temporal imaginario de tres o cuatro años y luego si nos conviene a todos, convertirlo en indefinido si la empresa (España) tiene beneficios(prosperidad,igualdad y convivencia). A mi modesto entender, en un principio tiene todas las de ganar: elegido por el pueblo (a través de nuestros representantes), está limpio de corruptelas, casado con una plebeya y por supuesto muy preparado para el cargo, qué más se puede pedir.


                                                                                                                                        Joaquín Yerga

                                                                                                                                       17/06/2014

sábado, 14 de junio de 2014

Mi cine

                               Lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros
                                                                                                                          (P. Ruiz)



Lo mío con el cine viene de lejos, no sólo como mero espectador, también como buen aficionado a todo lo concerniente a este maravilloso mundo del entretenimiento llamado séptimo arte.
Siempre he pensado que los que rondamos al menos los cincuenta o mas y hemos nacido en un pueblo o ciudad que haya tenido salas de cine durante nuestra niñez, tenemos un plus extra, fascinante en los recuerdos y esencial más tarde en las aficiones.
En mi pueblo llegó a haber hasta tres salas de cine, dos de verano y una de invierno que hacia las delicias de la mayoría de la gente. No entiendo mi niñez y luego juventud sin la película infantil  tolerada para todos los públicos del domingo por la tarde.
Cuando la televisión señoreó los salones de muchas casas a mediados de los sesenta un poco de magia e inocencia comenzamos a perder los de nuestra generación. Era un ritual, añorado ahora, entrar en las vetustas instalaciones y ocupar las incomodas butacas de madera. Antes de eso se pasaba por la antesala, contemplábamos los grandes carteles donde se anunciaban de futuras proyecciones  y comprábamos  las consabidas pipas o avellanas en el cutre mini bar, luego, después del alboroto inicial, el silencio más absoluto al visualizar en la gran pantalla los primeros nombres de los protagonistas de la película.
Los filmes que solían reproducir más a menudo eran los de aventuras y del oeste serie B en la sesión de tarde, en la última, ya por la noche, hubo épocas y modas.
 Muchas de las películas que reponen ahora en cadenas de televisión más particulares recuerdo haberlas visto en aquel periodo, especialmente las de producción española con los eternos protagonistas Alfredo Landa, López Vázquez o Concha Velasco etc. Durante la transición, a mediados  y finales de los setenta como novedad se impuso el destape en todos los sentidos, no solo en el sexual también en lo político y social. Películas como La trastienda, con el muy comentado desnudo de Maria J.Cantudo , el primero en España o Cría cuervos de Carlos Saura, llenaron los cines durante semanas, cosa inédita en muchos años en el pueblo.
A  finales del ochenta y uno, (recordado por golpe de estado del 23F), llegué a Madrid y tuve que adaptarme a la vida agitada y variada  de la capital, ya traía conmigo inoculado el germen  de mi afición al cine y supuso una gran alegría el nuevo panorama cinematográfico que se me presentaba ante mi depauperado estado de ánimo inicial.
Pasar por la Gran Vía o por la calle Fuencarral y contemplar los enormes carteles instalados en las fachadas de los numerosos cines que entonces albergaban, era una delicia para mis asombrados ojos. Salas como Imperial, Palacio de la música, Azul, Roxi, Coliseum, Callao etc. jalonaban estas dos calles; más de veinticinco llegó a haber entre estas dos importantes arterias de la capital, hoy apenas alcanzan la media docena entre ambas. Películas como En el estanque dorado, de las últimas que protagonizó Henry Fonda, Volver a empezar de mi admirado José Luis Garci, E.T. del rey midas de los productores  S. Spielberg y hasta Acorralado protagonizada por un atribulado Sylvester Stallone, se anunciaban de manera gigantesca en las fachadas de los cines.
Durante los dos o tres años siguientes de mi llegada a Madrid pude deleitarme con infinidad de películas de estreno, posiblemente no hubiera sala que no frecuenté alguna vez, a pesar de que no fue época fructífera  en buenas producciones.
Es verdad que primero fue el proyectil de la televisión la que impactó de lleno en la diana hasta entonces hegemónica del cine, luego apareció el DVD y los sugerentes y numerosos videoclubs en donde nos recreábamos contemplando y eligiendo películas clasificadas por géneros y hoy en día tenemos a nuestro alcance infinidad de artilugios sofisticadísimos que nos permiten ver en 3D  y otras opciones  las películas de manera nítida y casi real en nuestra propia casa, todo esto ha mermado la viabilidad de las grandes salas de cine de antaño y con ello se ha terminado una etapa de nuestra vida que ya no volverá.
La  parte positiva de la innovación en la cinematografía y otros medios audiovisuales, entre ellos internet, es la posibilidad de tener a nuestro alcance todo tipo de filmes, series o documentales a tiro de USB y embelesarse apaciblemente en nuestro sillón preferido contemplando entre sorbos de una fría caña de cerveza nuestra peli preferida.
No me cuesta reconocer mis apetencias por el cine negro americano y mis reticencias a menudo de manera infundada a todo lo nuevo que viene de Hollywood. A mi manera de ver,  por supuesto muy subjetiva, es insuperable el cine de los años cuarenta y cincuenta. Cintas como Casablanca, Gilda o Perdición de esas décadas, pero también algunas más tardías como  El padrino, en sus dos primeras partes, El apartamento o Psicosis me siguen apasionando a pesar de las muchas veces que las he visto, siempre encuentro en ellas algo nuevo que merezca la pena volver a verlas.
Actores y actrices tan conocidos y admirados del tipo de Cary Grant, James Steward, Humphrey Bogart, Gregory Peck  o Katherine Hepburn con los que vivimos  o convivimos aventuras, comedias o dramas  que ya pertenecen a nuestra propia historia personal o directores, a los que nunca estaremos suficientemente agradecidos por los buenos momentos que nos han regalado gracias a su inteligencia o profesionalidad como Hitchcock, Billy Wilder, John Ford o George Cukor.
En todo este apasionante mundo que ha ocupado y ocupa gran parte de mi  existencia, también hay lugar para los grandes de España en este querido ámbito, con películas inolvidables como El pisito, El verdugo, Viridiana o El viaje a ninguna parte de F.Fernán Gómez, cintas de culto, premiadas y reconocidas en festivales de cine de toda Europa. No me avergüenzo en recocer por supuesto el tiempo que he dedicado en visualizar también filmes españoles de los sesenta y setenta del, peyorativamente etiquetado como Landismo o los protagonizados por uno de los mejores actores españoles de todos los  tiempos, José Luis López Vázquez, incluso las de Paco Martínez Soria. Aunque muchas de estas películas reconozco son muy malas,  a veces solo por recordar y comprender la manera de vivir de los españoles de esa época , los coches de esos años o las calles del Madrid de los setenta merece la pena verlas.
El cine español contemporáneo merece mención aparte, debe ser no lo dudo, por mi manera de ser un poco sentimentaloide por lo que le doy más valor a lo pasado que al dudoso presente y no le doy mucho crédito a lo producido últimamente, salvo honrosas excepciones como lo de Amenábar o alguna cosa  de Almodóvar.
A mi modesto entender y haciendo mías  unas recomendaciones de Garci, el cine con mayúsculas es cosa del pasado y debería exhibirse en los museos como el Del Prado, a lo venidero que le llamen otra cosa.
                                                                                              Joaquín Yerga

                                                                                              14/06/2014

martes, 10 de junio de 2014

La jungla de asfalto





Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid.
Joaquín Sabina

La ciudad de Madrid no debería ser la capital de España, ¡que va!. La población que reunía todas las condiciones para serlo era Lisboa, pero un capricho de Felipe, no el sexto sino el segundo, así lo quiso.
A bote pronto sin mucho cavilar se me ocurre pensar que pocas capitales del mundo están situadas en el interior del país al que representan. La mayoría están en la costa y las excepciones lo son por estar ubicadas sobre algún entorno natural significativo, por ejemplo: Paris a la orilla de un gran rio e importante vía de comunicación, Moscú, en el centro de la Rusia europea con el Moscova de fondo. También Varsovia está en el centro de Polonia, pero con sus encantos reflejados sobre el espejo del caudaloso Vístula.
En los países de reciente creación, sobretodo sin son extensos y con diversidad manifiesta, han emplazado a sus nuevas capitales en zonas estudiadas minuciosamente ex -profeso. Estados Unidos fue el primero en hacerse una nueva capital, Washington, en el centro de lo que era el país entonces, a orillas del Potomac. Se le puso el nombre del padre de la independencia americana. El sitio elegido no fue casual, a mitad de camino entre los estados del norte industriosos y más desarrollados y los del sur, agrícolas y proclives a la esclavitud.
También en el siglo pasado, Canadá cuando iba tomando conciencia e importancia como país fundaron su nueva capital en una zona equidistante de las dos partes en las que estaba dividido, la anglófona (Ontario) y la francófona (Québec). Fue un acierto porque a pesar de los aires independentistas de la parte francesa, respetan todos muy mucho a su capital…Ottawa.
En el cono sur, con Australia y Brasil pasó algo parecido. En el primero crearon Canberra (con n) a igual distancia de las dos ciudades rivales más importantes del país, Sídney y Melbourne. Y en Brasil hace no demasiado tiempo y en un altiplano cerca de la selva del amazonas, se puso la primera piedra de, Brasilia, casi en el centro de éste gran país suramericano. A todas estas ciudades les costó bastante tiempo crecer y ser creíbles como tales, pero al final lo han conseguido. Hoy son importantes urbes mundiales, y capitales de sus grandes y poderosos estados.
Aquí en Madrid no pasó nada de eso. Solo dos razones de peso se me ocurren para que fuera elegida como nuestra capital. La primera y más importante es su situación geográfica, en el centro mismo de la península. Aunque también lo está Toledo, más populosa en aquellos tiempos. Y además ya fue capital de aquella España con los visigodos.
La segunda razón que encuentro es que además de su céntrica ubicación está situada a escasos kilómetros del montañoso sistema central y eso le proporcionaba buenos aires y abundante agua. Sin embargo argumentos en contra para erigirse en corte además de villa hay docenas de ellos. Por aquí no discurre ningún gran río como en los alrededores de las otras ciudades antes mencionadas, solo el raquítico Manzanaresaprendiz de rio como dijo alguien alguna vez, se digna pasar casi avergonzado por su escaso caudal por la periferia.
Tampoco tenemos puerto de mar, tan importante ahora pero más en la época de su designación como capital del reino. La masa de agua salada significativa más cercana está a casi cuatrocientos kilómetros de distancia. Por otra parte el terreno donde está asentada la ciudad no es especialmente fértil, más bien al contrario, un secarral rayano a menudo con la improductividad. Lisboa, pero también Barcelona o Sevilla estaban mejor situadas en la pugna por la capitalidad del incipiente gran imperio que se estaba formando.
Lisboa era ya una gran ciudad. A orillas del atlántico y sobre el magnífico estuario del Tajo presumía de ser capital del formidable imperio portugués, líder un siglo antes de los países patrocinadores de los grandes descubrimientos mundiales. De En Lisboa atracaban las carabelas cargadas con especias de todo tipo provenientes de América, África, o la India. Debemos recordar que Portugal la heredó Felipe II de su madre, y la incorporó al mayor imperio conocido entonces, el español.
Barcelona al final del siglo XVI, había perdido ya un poco el esplendor que tuvo ciento cincuenta años antes, pero seguía siendo una gran ciudad comercial, a pesar de que el Mediterráneo decaía a favor del Atlántico como zona de importancia mercantil después del descubrimiento de América.
¿Y Sevilla? Ésta era la candidata con más nominaciones para decantarse como capital. Ignoro por qué no llegó a serlo, pero durante los siglos  XVI, XVII,  y hasta principio del XVIII que cedió el poder a Cádiz, fue la ciudad más importante de España, y la más poblada. Ya en tiempos de los Reyes Católicos se le concedió el monopolio absoluto como punto de partida de los barcos que iban y venían a la América recién descubierta.
En Sevilla, único puerto fluvial del país, atracaban los barcos, entonces con limitado calado, y también salían a través del Guadalquivir rumbo al Atlántico. Sevilla era el centro de una región muy fértil. La niña bonita de las Españas. ¿Y…Madrid entonces? pues un poblachón manchego fundado por los árabes cuatrocientos años antes.
Madrid cogió fama como ciudad de cortesanos y vividores. Y más tarde de funcionarios y rentistas en contraposición con Barcelona y Bilbao que eran ciudades más industrializadas y productivas. Además éstas estaban pobladas de obreros y clase media más cercanas al modo de vida europeo. Madrid por el contrario siempre fue el paradigma de España, un país exótico, atrasado, amante de tradiciones ancestrales como los toros y las verbenas. Madrid era, también, el lugar de la corte y de la abundante cohorte de arribistas y aprovechados que ello conllevaba.
Afortunadamente todo eso ha cambiado y gracias, entre otras mejoras, a la red de comunicaciones de tipo radial que hace siglos se creó y que en los últimos años se modernizó, hemos prosperado más que nadie. Hoy Madrid y su región es la primera de España en todos los índices de desarrollo: humano, social y económico.
Nuestra capital es el centro de la banca, las finanzas y los servicios, y a pesar de la crisis que hemos padecido sigue siendo la tercera o cuarta aglomeración urbana en población y en importancia económica de Europa. Madrid es el principal centro logístico de España. Destino turístico, in crescendo, sobre todo en ocio, espectáculos y de cualquier tipo de manifestación artística (también de otros tipos de manifestaciones por cierto).
Ahora que la otra gran ciudad del país, Barcelona, reniega de su condición de española y pretende ser la capital de otro artificialmente creado, tendremos que mimar a la gran urbe que nos queda. La única ciudad millonaria en habitantes, y la única, por cierto, digna de contar en el competido contexto mundial.
Barcelona hasta la muerte de Franco era la ciudad hispana más cosmopolita, la más desarrollada en todos los sentidos, y por ende la más europea. Curiosamente era la cuna del castellano. Aquí venían estudiantes a aprenderlo y a empaparse de lo hispano. En Barcelona estudió Vargas-LlosaGarcía Márquez, o Cortázar. En algunas de sus bien diseñadas calles del ensanche residían las oficinas centrales de las mejores editoriales del país. Aun siguen ahí gran parte de ellas para asombro del personal, aunque gran parte de sus habitantes y sus autoridades renieguen de la lengua de Cervantes.
Desde la transición y con todo el poder cedido a las regiones, Barcelona ya no es lo que fue. Madrid ha tomado el relevo, a pesar de las pésimas condiciones naturales de donde se ubica. Como español lamento profundamente la deserción de Barcelona y eso que estaba, incluso, dispuesto a compartir la capitalidad del estado con ella. Hubiera sido hermoso y muy próspero la competitividad entre ambas. Pero hay que rendirse a los hechos; nos queda tan solo esperar acontecimientos. Mientras algo ocurra, disfrutemos de nuestra capital que es bien grande y diversa.
Dicho queda…
                       Joaquín
                                      


martes, 3 de junio de 2014

Elecciones Europeas


La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros.
                    ( Anónimo)
                        


Conocido los resultados de estas últimas elecciones y pasada ya la gran sorpresa inicial por la nueva composición del parlamento es la hora de los análisis.
   Por una parte el Partido Popular ha sufrido una merma muy importante de votos, hasta cierto punto se esperaba y se comprende después de dos años de ajustes debido a la crisis, casi siempre se castiga al partido que está en el poder, pasa en casi todos los países en este tipo de elecciones; en Francia, por ejemplo el partido que gobierna solo ha obtenido el 14% de los sufragios.
   Al Psoe todavía le han ido peor las cosas, se ve a leguas que aun no se ha recuperado del efecto Zapatero y la gestión que de la crisis hizo los dos últimos años de mandato. En este tiempo que llevamos de legislatura sus propuestas no han sido creíbles y no ha podido como oposición levantar la voz en casi ninguno de los temas importantes a debate, sobre todo en los asuntos económicos, realmente lo han tenido difícil después de la situación en que quedó el país y la posterior debacle en las últimas elecciones generales.
  Lo de Izquierda Unida ya lo decían las encuestas de manera reiterada, iba a subir y así ha sido; de todas las maneras este partido ha tenido a lo largo de nuestra reciente historia democrática  un techo electoral, ahora con el descontento general masivo y las pocas expectativas del Psoe se esperaba un incremento importante, lo ha tenido pero menos del anunciado. No hay que olvidar que este partido está dentro del sistema y aunque despotrique de ciertas medidas y normas actuales ellos también gobiernan de alguna manera y teniendo en cuenta que el castigo ha sido en general para partidos clásicos y establecidos pues ellos, afectados, tampoco han recibido el voto del descontento masivo que se esperaba.
   UP y D en su línea actual, ha incrementado sus buenos resultados anteriores pero tampoco ha desbordado las expectativas. Este partido recoge algunos despechados votos de socialistas y conservadores pero a mi juicio no creo que crezca mucho mas, es una organización pequeña muy dependiente de su carismática líder Rosa Diez .Es verdad que en algunos asuntos trascendentales como es la unidad de España, es el único del espectro de la izquierda que nítidamente está a favor de la indisoluble unidad del país, el resto no sabe si es de izquierda o no estar a favor de la consulta catalana para la independencia y eso genera dudas en muchos progresistas que sin duda simpatizan con este partido.
   El verdadero tsunami de estas elecciones ha sido el millón doscientos mil papeletas a favor del nuevo partido de ¿ultra izquierda ¿ Podemos .Está claro que ha recogido las simpatías de muchos colectivos.  A mi entender los ha votado jóvenes rebeldes y utópicos avezados usuarios de las nuevas tecnologías; cabreados por la situación política en la creencia de que la mayoría de políticos son corruptos y gente de izquierda que ha huido del Psoe porque piensan que esta organización tampoco va a resolver los graves problemas que tenemos, pues ya han gobernado y sus dirigentes actuales son tan culpables de la crisis como la derecha.
  A Grosso modo esto es lo que tenemos sobre la mesa. Bien es verdad que estos comicios son especiales y la gente se permite, a sabiendas, el gustazo de votar un poco excentricidades porque piensan, a mi entender equivocadamente, que estas elecciones al  parlamento europeo tienen poca o nula importancia para nuestro quehacer cotidiano patrio.
    En mi modesta forma de ver las cosas  y respetando a la gente que ha votado a este nuevo partido, una cosa es predicar y otra dar trigo. Es verdad que hemos tenido muchos políticos que han robado de manera descarada y ya deberían estar a la sombra, pero no todos y siendo esto como es, una lacra para nuestra democracia no es en absoluto la causa de los seis millones de parados y la crisis que nos atenaza. No sé cuanto supondrá el montante total del desfalco de políticos  y de la cúpula dirigente de las cajas de ahorros quebradas, pero ni por asomo llegará al diez por ciento de, por ejemplo, los 90000 millones de euros de déficit del año 2010, es decir de lo que se gastó más que se ingresó, eso y otras torpezas trajeron este drama.
   Hemos tenido y ahora lo recuerdan los medios con la abdicación del rey, cuarenta años de prosperidad como nunca ha habido en nuestro país y eso se lo debemos principalmente al Psoe y en menor medida a la antigua UCD y también al Partido Popular. El partido comunista puso también su parte al canalizar y democratizar los votos más radicales. Estos años de democracia, con sus sombras, son los mejores de nuestra historia, una historia convulsa y en la que siempre hemos estado a la greña, unos con otros. Con los partidos tradicionales y constitucionalistas nos hemos colocado a nivel de los mejores países del mundo así que no conviene hacer experimentos con partidos revolucionarios que no sabemos dónde nos llevarían.
   Si algún día una coalición de estos partidos, muchos de ellos anti sistema, llegara al poder, que dios nos coja confesados. Si en ese hipotético gobierno llegaran a poner en práctica lo que anuncian y que está en sus programas electorales habría una estampida de empresas tal con su paro correspondiente que lo de ahora seria de risa. Las pensiones y el resto de pagos del estado, a mi parecer por supuesto, se pondrían en riesgo antes de lo que imaginamos. Vivimos en un mundo capitalista nos guste o no y las mejores naciones del mundo tienen este sistema, que es el más prospero de la tierra por cierto, e imagino que no verían con buenos ojos un régimen revolucionario como el de Venezuela, que parece ser es el modelo de algún partido de esta hipotética coalición, también admiran a los gobiernos de otras naciones latinoamericanas como Bolivia, Nicaragua, Ecuador o Argentina.
   Venezuela está al borde del colapso, es un sistema bananero sin apenas libertades y con una pobreza galopante, faltan productos en las tiendas y eso sí, está a punto de la igualdad social, todos pobres… pero iguales. Los otros países antes mencionados no tienen comparación con el nuestro, por desgracia para ellos allí si hay desigualdad y pobreza extrema y repartir los beneficios de la riqueza natural que poseen es muy comprensible, aunque deberían hacerlo sin populismo barato y sin salirse del sistema económico mundial establecido.
   Lo de Argentina es un ejemplo penoso a no imitar. En este país hubo una época de gran corrupción que generó un descontento general con los políticos al uso y se decantaron por un populismo barato y chabacano que pregonaba lo que los ciudadanos querían oír, repartos y prebendas para todos  y pocas obligaciones en la creencia de que sus recursos eran inagotables. Se endeudaron hasta las cejas y ahora llevan décadas sin levantar cabeza. Entre las magnificas ideas que proponían políticos de todo pelaje, revolucionarios, militares etc. hubo una que ahora está en el programa electoral de Podemos, no pagar la deuda. Por si sirve de algo contarlo, Argentina es un magnifico país, ubérrimo en recursos naturales, entre ellos gas y petróleo, enorme extensión de terreno y relativamente poco poblado pero debido a políticas populistas y bananeras está sumido en la inseguridad y mediocridad, una nación que figuró entre las mejores del mundo hace cincuenta años.
    Los experimentos, como decía Corcuera, hay que hacerlos en casa y con gaseosa. Garantizar la libertad, igualdad y prosperidad, a pesar de la que está cayendo, de la mayoría españoles es una cosa demasiado seria e importante como para dejarla en manos de utópicos radicales.
                                                                                                                        Joaquín Yerga

                                                                                                                              03/06/2014