martes, 31 de enero de 2017

A través del espejo.



      
Un egoísta es una persona que piensa más en sí mismo que en mí.
(A.Bierce)

El tipo que tengo enfrente y me mira yo diría que no tiene mal aspecto. Por la disposición y cantidad de arrugas de su rostro calculo que apenas rebasará los sesenta; yo no apostaría más...
Quizás de estatura media, teniendo en cuenta, claro, los gruesos tacones de sus zapatos. Aunque por su complexión más bien robusta tal vez aparente menos de lo que mide realmente. Además los tres o cuatro kilos de peso de más que soporta su armazón no merma en absoluto su moderada complexión atlética; y eso a pesar de que una tímida y reciente barriga va haciendo acto de presencia en su antaño firme abdomen.
Acorde con su cuerpo, en su desproporcionada cabeza aprecio ya una paulatina pero inexorable pérdida de cabellos. Los que aún aguantan se debaten entre blanquecer definitivamente o continuar en su color castaño original. Mucho me temo que los primeros se impongan a los segundos más pronto que tarde.. 
Hace unos segundos le vi cómo arrugaba su frente y arqueaba las cejas. Lo hace a menudo cuando se mira al espejo, quizás con la curiosa pretensión de parecer más interesante.. ¡Miren!, ahora se acaricia con sus manos la cara; la palpa y siente gratamente cómo una incipiente barba señorea su rostro tras varios días de soberano albedrío. Supongo que le gustará así, descuidada; de esa manera, y según su desconcertante parecer, disimulará el semblante rojizo de su piel. De sobra sabe que cuando está rasurada le afloran un sinfín de penosas imperfecciones.
Visiblemente satisfecho de su imagen, observo cómo acerca el rostro (más si cabe) al anticuado espejo del cuarto de baño y fija por unos instantes sus vivaces ojillos en una pequeña protuberancia que acaba de descubrir justo en la punta de su colorada nariz, pero apenas le da importancia. Por el contrario, presta toda su atención al nudo de su corbata procurando ajustarlo a su recio cuello. Mientras, al margen de su ardua tarea de acicalamiento y con los labios fruncidos, oigo que intenta silbar una canción de Sabina que ha retenido su subconsciente y que de manera reiterativa canturrea desde hace días..
¡En estos instantes alarga el brazo y coge de la estantería su cepillo habitual de blandas púas!. ¡Se da un último retoque a su exiguo flequillo! ¡Ahora le miro, embelesado, cómo se recrea sonriendo frente al cristal! Y es que su cara a pesar de las consabidas arrugas, su tosca nariz y sus apenas imperceptibles labios aún mantiene un lozano aspecto. 
¡Súbitamente y de manera irreflexiva echa una ojeada al Rólex de imitación que adorna su muñeca izquierda y que en una ocasión durante un momento de debilidad se dejó regalar!. --Acelera los preparativos finales. Creo que ya, casi, está listo para esa cena y baile a la está citado y que sin dilación ansia acudir cuanto antes...
A punto ya de perderle de vista definitivamente, compruebo cómo se ciñe y ajusta el cinturón de cuero negro que había elegido momentos antes de su guardarropa; a juego, sin duda, con sus oscuros zapatos Martinelli recién comprados... --Me da la nariz que ultima detalles. 
Coge su chaqueta que pende del picaporte de la puerta, se la coloca y constata, bien a gusto, lo irresistible de su porte y figura. --Advierto para el que no lo sepa, que el personaje que me mira insistentemente a través del espejo no tiene abuelas.
Dispuesto ya, el tío, a salir del baño, antes de apagar la luz echa una última mirada a la luna del tocador que le ha servido de cómplice y veo que éste le devuelve nítidamente la imagen de su figura, pulcra y bien acicalada...
Complacido y tarareando la contumaz melodía de Sabina abandona el aseo. Por cierto, y antes que se me olvide, la imagen que ha reflectado el espejo era la mía ¡Qué curioso! !Qué cosas pasan!..
Joaquín


                         
                                      


lunes, 30 de enero de 2017

A propósito de Trump.




El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica. 
M.Grondona


Soplan aires inquietantes en el mundo. La crisis recién padecida y ya pasada, al menos en su etapa más virulenta, nos ha dejado unos posos turbios y un sabor amargo difícil de digerir. Las causas, mas o menos las conocemos; las consecuencias las sufriremos. Me explico…
Es cierto que hemos disfrutado de unos años de abundancia y relajación en cuanto a la economía. Y que esto permitió (debido a la confianza y falta de vigilancia) que emergieran aprovechados y malos gestores que al final nos llevaron, al saqueo unos y a la bancarrota otros.
La gente mal informada, también llamada el pueblo llano, que siendo casi mayoría permiten con sus votos formar gobierno, se han decantado por soluciones fáciles y creerse a pies juntillas la demagogia de los nuevos politiquillos advenedizos y aprovechados que prometen darle la vuelta como un calcetín a todo y solucionar en un santiamén unos problemas tan difíciles, que nos han llevado décadas hacer las leyes adecuadas para ellos.
Y es que la crisis ha sido tan profunda y los damnificados tantos que muchos están airados con los políticos de siempre. Otros, debidamente inoculados de rabia por tantas imágenes de mandatarios saliendo o entrando en los juzgados a la hora de los telediarios, están que trinan y son capaces de tirar por tierra, en actos irresponsables, tantos años de ésta democracia exquisita de la que disfrutamos.
Aunque ahora no esté de moda decirlo, nunca en Europa hemos vivido tan bien tanta gente. Los derechos de casi todos están recogidos en las leyes de cada país y las de la UE en general. La mejor muestra de ello es que todos los ciudadanos del mundo quieren venirse aquí porque se sienten protegidos. Pero hasta llegar a este grado de modernidad y defensa de los derechos humanos han tenido que pasar muchas décadas, porque legislar para que la mayor parte de la gente se sienta beneficiada y pocos perjudicados, es complejo. Sin embargo ahora pareciera que setenta años de esplendor no contasen y tan solo unos cuantos de crisis y malversación de fondos es lo relevante.
Ya antes pasamos por lo mismo, porque la historia suele repetirse siempre; la memoria humana es a veces insufriblemente débil. Después de terminar la Primera Guerra Mundial vinieron como es lógico los felices años veinte, de abundancia y excesos, para acabar en el Crack del veintinueve, que generó una crisis galopante con millones de parados y miseria. ¿Y cuál fue la solución que buscaron muchos? Pues igual que ahora, las recetas más fáciles para problemas muy complejos. Y las multitudes agasajaron a los nuevos profetas que iban a solucionar todo. Les enumero algunos… Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Stalin en Rusia etc.etc. Imagino que no hace falta que les diga el resultado, aun así les recuerdo, millones de muertos y Europa arrasada.
Una de las diferencias entre el momento actual con el de entreguerras es que en los Estados Unidos de entonces, a pesar de los inmensos daños de la crisis, siguió conservando el gobierno democrático. Eso le permitió una recuperación más o menos rápida y ocupar poco después la posición de país más rico del mundo. Ahora, sin embargo, parece ser que también allí llegó el populismo.
Creo sinceramente que la respuesta no está en estos populismos de tres al cuarto, sean de derechas o de izquierdas, que pretenden arreglar con cuatros brochazos gruesos lo que a políticos muy preparados les ha llevado décadas. Ésta estaría, pienso, en perseverar, porque el fin del túnel se vislumbra en lo económico y a los juzgados. También a las cárceles van llegando en largas filas los aprovechados.
En otro orden de cosas aunque muy relacionado con lo que está pasando, tenemos que gran parte de la culpa la tiene la globalización generalizada y el ansia merecida que tienen los países pobres por salir de la miseria, unas veces deslocalizando empresas con la consiguiente desindustrialización de occidente y por otra provocando un verdadero éxodo de gentes del mundo pobre al rico, con el inevitable desasosiego de éstos últimos. Pero esto es ya inevitable en el mundo actual por muchos muros y alambradas que queramos colocar.
Dicho queda…
                                      Joaquín Yerga
                                        30/01/2017


domingo, 29 de enero de 2017

En la vida como en la Muerte




Supongo que a veces nos toca ser solo un momento en la vida de alguien
Anónimo

Prometo solemnemente no haber mirado ningún diccionario. Tampoco alguna que otra página en internet relacionada con el asunto, y por supuesto he obviado la Wikipedia, pero presiento que conocer la definición de la palabra Genio no es muy complicado. Supongo que un genio debe ser cualquier persona singular o extraordinaria en su oficio y que hace cosas que no están al alcance de la mayoría de los mortales.
Si lo queremos simplificar un poco más y aunque sea una perogrullada podríamos decir que un genio es el que hace genialidades ¡Claro! que habría que sopesar qué valor le damos a las diferentes genialidades. Hoy tan solo pretendo valorar la vida, y obra de algunos verdaderos genios que en la historia han sido.
Y es que genios los ha habido siempre, aunque para ser sincero no demasiados. Aun así, seguro que todos recordaremos, si nos preguntaran, tres o cuatro imprescindibles; puede que incluso alguno pulule por este mundo vivito y coleando y que aun no los sepamos pero, tranquilos que con el tiempo sabremos de sus nombres y sus trabajos..
Si citáramos a estos talentosos tipos por orden cronológico y desde que tenemos noticias de su existencia, me viene a la mente algún filósofo griego de la época clásica, por ejemplo Aristóteles., luego hablaremos de él.
Anterior al mundo griego del siglo IV ac., que fue cuando vivió éste filósofo, tenemos vagas noticias de otros personajes que tocaron diferentes disciplinas y que son merecedores de ser catalogados también como genios. Sin ir más lejos, ya dentro de la llamada historia, que empieza a contar desde que se tienen documentos escritos, podríamos tener en cuenta a algún personaje de la antigua Mesopotamia. El gran rey Sargón, del que hablaban y no paraban de su genio y poder es un buen ejemplo de ello. Fue de los primeros de la historia que se tienen datos fiables. Estamos hablando del año 2300 antes de Cristo.
También de los egipcios pondríamos en la lista a Ramsés II el más famoso de los faraones, el del Valle de los Reyes y tantas cosas más. Según algunos, éste era el monarca que ocupaba el trono cuando Moisés apareció en un canastillo sobre las aguas del Nilo… Y que después de hacerse querer por la hija de ese faraón, se emancipó de los egipcios y condujo a su pueblo a la tierra prometida tras las diez plagas que hizo abatir sobre Egipto; al menos eso nos cuenta la biblia. ¡Y es que es tan bonito que no merece la pena comprobar si fue un hecho histórico o simplemente leyenda!  No dejemos que la realidad nos estropee una maravillosa historia. ¿No les parece? 
Al otro lado del continente asiático (en su extremo más oriental) también hubo alguien que se merece el calificativo de genio, aunque suene raro. Me estoy refiriendo a Buda. Éste personaje fue muy real; vivió a lo largo del siglo V a.c Según sus biógrafos fue un príncipe hindú que renuncio a sus privilegios y se propuso buscar la felicidad a través de meditaciones.
Sidarta Gautama, que era el verdadero nombre de Buda, simplemente sometiendo a su mente consiguió alcanzar la felicidad. Logró, "el tío", llegar al karma, una especie de control exhaustivo de sus pensamientos que le permitía, entre otras bicocas, no sufrir. Sus enseñanzas están más vivas y actuales que nunca, y no solo en el mundo oriental, también en occidente gana adeptos día a día.
Muchos me echarían en cara que no apareciera en mi lista de hombres excepcionales tipos de la importancia de Alejandro Magno, el gran general macedonio, hijo de Filipo II. Si insisten lo damos por bueno y lo incorporamos al padrón de los genios militares, pero que conste que a regañadientes.
Según las malas lenguas de entonces Alejandro asesinó a su propio padre en connivencia con su madre Olimpia, pero esto nunca se confirmó. Debemos tener en cuenta que Filipo repudió a su madre (entonces era moneda corriente ese proceder) y a ésta como a su hijo, no creo que le hiciera mucha gracia que otro retoño de cualquier pelandusca más jovenzuela viniera a heredar el trono que ambos se tenían reservado.
Este magnífico general y estratega conquistó con una tropa de 50.000 hombres tres cuartas partes de Asia, venciendo a ejércitos muy superiores en número y sometiendo al gran Darío, “El rey de reyes” al que nadie podía mirar a los ojos siquiera.. La huella que dejó Alejandro en medio mundo conocido fue de enorme trascendencia.
De todas maneras Alejandro, que fue admirado por todos los reyes y jefes militares posteriores a él y, ¡Mira si ha habido de ellos a lo largo de la historia!, fue un bestia. Mató de un arrebato a su mejor amigo en una noche de juerga. Luego se arrepintió el resto de su vida, aunque esta fue muy corta, murió a los treinta y tres años.
La tumba de este gran macedonio se ha convertido en uno de los grandes misterios de la historia. Hay arqueólogos o historiadores que darían media vida por localizarla. Cuando murió, víctima de unas fiebres en Babilonia (la mítica ciudad de los jardines colgantes) sus generales juraron enterrarlo en el más estricto de los secretos¡Y  tan en secreto que aun la buscamos 2300 años después de su muerte!
Alejandro fundó un montón de ciudades en Asia y África a las que llamó Alejandría (humilde él) la más significativa la de Egipto. Ésta ciudad se convirtió en una de las dos o tres más importantes de la antigüedad, junto con Atenas o la misma Roma. Es la ciudad de Cleopatra, de Marco Antonio, de los Ptolomeos, del Faro, de la Gran Biblioteca etc. etc.… tiene una historia apasionante.
Hace un par de años se encontró una suntuosa tumba en la actual Macedonia, se pensó inmediatamente que pudiera ser la ansiada de Alejandro, los expertos se frotaban las manos, pero para desgracia de todos resultó ser la de su padre Filipo, esplendorosa y digna de un gran rey, pero más modesta que la que todos imaginamos de su hijo.
Por cierto, el maestro y preceptor de Alejandro Magno fue su compatriota y gran filósofo, nuestro Aristóteles;  que si mal no recuerdo es el personaje por el que quería empezar a escribir el artículo, pero, se enreda uno.
                                            Joaquín Yerga

viernes, 27 de enero de 2017

Algo para recordar...

   

  Todo empezó con la historia de una carta. O mejor dicho la no historia, pues esa carta nunca existió. Aun así les aseguro  que  la esperé  angustiosamente y que para mi desesperación ésta nunca llegó. Sin embargo la que abajo muestro es una copia exacta de la misma. Espero que me comprendan...

Quizás no sepa a donde voy, pero si sé a dónde me gustaría regresar.  

  Ignoro  si habrás podido olvidarme, sin embargo yo sueño con volver a verte. Desde que no sé  de ti algo ha cambiado  en mi vida, sin duda  a peor. De repente me hice mayor,  y te juro que no me gusta lo que he hallado…
  A  veces me creo que estás conmigo, y vuela mi imaginación al infinito, y eso me permite aguantar mi angustia… Otras veces fantaseo que eres tú el que me llamas, y cojo rápido el teléfono esperando oír tu voz vacilante al otro lado,  suplicándome que vuelva, que no puedes más…O me creo  verte  desde mi ventana  esperándome, inquieto  y ansioso por verme aparecer, pero enseguida se me hace real el pasaje y ante tu ausencia vuelvo, anímicamente vacía, a mis quehaceres.
  Te fallé es cierto, me deje llevar por su frívola provocación  y no supe rechazar unos deseos, acaso controlables. Olvidé lo esencial,  cambié  por un breve  rato  de placer lo que más me importaba.
   Te herí en lo más profundo de tu alma y a cambio de nada perdí tu confianza y certidumbre… Aunque, no quise buscar excusas vanas y facilonas que eximieran mi torpeza, porque existió esa ocasión, tal vez matizada por el hecho de ocurrir una sola vez, un solo momento  y en un mal día, por cierto  para olvidar. 
   Si te hubiera dicho, que no te merecías eso de mí, sería poca cosa para impresionarte. Si te hubiera contado que estaba profundamente arrepentida, posiblemente llegara  tarde. Cualquier palabra mía iba a chirriar en tu cabeza, pues me amaste generosamente y porque esperabas de mi reciprocidad,  justo lo que no supe darte…No obstante y aturdido aun como estabas por el dolor, al comprender que te costaría  aceptarlo, antes de ahondar en la herida preferí guardar silencio.
   Por disculparme podría haberte dicho, para aliviar el daño de mi fea jugada, que fueron horas de debilidad y  que no supe calcular las consecuencias…O que fue un antojo ya olvidado…pero no te valdría,  el tajo fue profundo  y no hay  primeros auxilios que pudiera amparar el desatino …
  Hubiera conseguido tal vez, esforzando de manera insistente mi persuasión, atenuar el daño  contándote milongas. Por ejemplo, de la ingenuidad de mis pocos años, de aturdimiento, del despertar a la vida, pero intuirías que son argucias, patrañas de mala perdedora, y  no te lo merecías.
  Incluso podría haberte insistido que nunca más, que no significó nada para mí, que solo fue una vez, una noche de debilidad y confusión. O que  las circunstancias, todas pertinentes,  me obligaron a ello, pero me dirías… ¿Y  aquella promesa de amor eterno?... ¿Acaso no me  juraste  fidelidad?...
  Fue patética mi inconsistencia, no logré adivinar siquiera que el destrozo sentimental que provocaría  mi acción seria inmenso. Ni imaginé por un momento que la convalecencia sería tan larga, y que me correspondería volver a enamorarte, y además...te pediría  perdón mil veces si pudiera,  y comprendería tu resentimiento… y aceptaría de buen grado todo lo me pidieras…  
  Ahora, ha pasado el tiempo y no sé de ti, pero te sigo esperando con las mismas ganas de siempre;  perseverando, porque a pesar del distanciamiento y de tu indiferencia, necesito creer  que  algún pedazo de aquel amor que nos tuvimos todavía  pervive en tu corazón, y que al menos, alguno de  los momentos felices que pasamos juntos aun lo recuerdas con nostalgia... Ansío incluso, emocionada, que una lágrima tuya, rebelde, deambule por tu  mejilla  cuando angustiado  o triste, te acuerdes de mí.

MARI


                                                                       


jueves, 26 de enero de 2017

Más dura será la caída





Inglaterra no tiene amigos, ni enemigos. Inglaterra tiene intereses.
(Lord Palmerston)


Si nuevos y graves acontecimientos no lo impiden, el 29 de Marzo del año 2019 será el día D. Y según las autoridades, las doce de la noche de ése mismo día la hora H para que el Reino Unido abandone definitivamente la Unión Europea. Sirva éste símil para comparar el día del comienzo de la invasión de Alemania por los aliados con esa jornada de Marzo por su importancia, aunque lógicamente ésta última es solo de matiz social y económico. En ambos casos está implicada Inglaterra. En la Segunda Guerra mundial para bien de todos los demócratas; en ese mes de Marzo, en el llamado Brexit, simplemente por un nacionalismo trasnochado.
Empecemos diciendo que hay un país en Europa que fue durante dos siglos y medio el más poderoso del planeta. Esta antigua potencia tiene el pomposo nombre de, Reino Unido de la Gran Bretaña, y se compone de varias naciones, puesto que es un reino. El más importante y poblado de ellos es Inglaterra, que acumula el 80% de todo. En segunda posición Escocia, al norte, con un 10%, y al suroeste Gales, con el 5%. Éstos en la isla de Gran Bretaña porque en la vecina isla de Irlanda, una franja al norte de ella llamada Ulster, también forma parte del Reino Unido. Ésta acumularía el 5% restante de la población y de la riqueza total del país. Son cifras aproximadas.
La raza mayoritaria que puebla este gran país sería una amalgama de varios componentes. En un principio eran celtas los que estaban cuando llegaron los romanos, que los desplazaron hacia el norte. Después, durante la época de las grandes invasiones bárbaras, tribus germanas procedentes del continente se fueron instalando por toda la zona. Los más numerosos fueron: los sajones, los anglos, y los jutos. Éstos últimos son menos conocidos, pero fueron muchos. Su origen estaba en la península de Jutlandia, actual Dinamarca. Estos diferentes pueblos establecieron pequeños estados independientes unos de otros —Wessex, Mercia, Anglia, Northumbria etc. fueron algunos de ellos. Algo parecido y por la misma época sucedía aquí es España con los reinos de Castilla, Navarra, León o Aragón, por citar algunos.
Sobre los siglos IX, y X, los feroces vikingos, que ya hacían razias por toda Europa, se cebaron con Inglaterra llegando a dominarla. Poco más tarde un nuevo invasor, el normando Guillermo el Conquistador, procedente de Francia, hizo acto de presencia en la isla y en el año 1066, venció a una coalición de estados en la famosa batalla de Hastings. Los dos siglos siguientes sirvieron para mezclar razas y unificación del país con la excepción de Escocia que se constituyó como reino independiente hasta su unión voluntaria con Inglaterra en el siglo XVIII.
El inicio como potencia europea comenzó con el bestia de Enrique VIII. Éste separó al país de la católica Roma pasando olímpicamente del Papa porque no le dejó divorciarse de nuestra Catalina (hija de los Reyes Católicos) para casarse con su amante Ana Bolena. Su hija Isabel I, fue la que creó la mayor armada que dieron los siglos, después de vencer a la Invencible nuestra, ¡claro! que como todos sabemos de invencible tuvo poco.
Avanzado el siglo XVII, hubo una serie de guerras civiles (entre otras menudencias le cortaron la cabeza al rey Carlos I) que les sirvieron a los ingleses para restar poder a los reyes y dárselos al parlamento. Con esta operación se adelantó en varios siglos a lo que iba a suceder después en casi toda Europa. Inglaterra se convirtió así en un país democrático y liberal. Que para los tiempos que corrían era la repera. A partir de entonces progresó más que nadie y se hizo la potencia que todos conocemos. En su seno vieron la luz los mayores filósofos, científicos, escritores y políticos de su tiempo… por citar algunos: Darwin, Newton, Shakespeare, Dickens, Nelson, Churchill, etc.  
En política exterior, como eran los dueños de los mares, fueron instalando colonias por medio mundo. Que todas ellas, gracias al típico pragmatismo inglés, fueron prosperando hasta llegar a ser los países más desarrollados de la tierra... Miren sino, que retahíla de naciones de origen anglosajón mandan aun hoy en el mundo: Estados Unidos, Australia, Canadá o Suráfrica. Apuesto que su forma de convivir, siempre en democracia y el amor propio a su país hacen que sean los líderes mundiales en todo.
A nosotros nos dieron -pal pelo- en muchas ocasiones, incluso por culpa de ellos y quizás también por no haber decapitado a tiempo a algún rey nefasto perdimos la hegemonía y la decencia en la historia.
A partir del siglo XX, gracias a los ingleses y a sus primos hermanos americanos tenemos democracia y libertad en Europa. Si no hubiera sido por ellos, Hitler y sus secuaces estarían campando a sus anchas por el continente. Y apuesto que muchos de nosotros, los latinos, recluidos en campos de concentración.
Ahora, sin embargo, creo que están dando muestras de una supina torpeza. No son conscientes de que ya no son la potencia de antaño, y se resisten como gato panza arriba a dejar de actuar como si aun lo fueran.
Ellos, sabedores de su importancia pasada, han rechazado siempre integrarse de pleno en Europa como el resto de países. No han admitido: ni le euro, ni el sistema métrico (siguen con sus yardas, sus pies, sus pulgadas, y conduciendo por la izquierda) Y ahora previo referéndum acaban de salir de la Unión Europea, en el denominado Brexit. Allá ellos y sus ínfulas de grandeza.
Durante el reinado de la reina Victoria (época victoriana) llegaron al culmen de su poder y envidia en el mundo. Tanto es así que incluso llegaban a decir, cuando había temporal en el Canal de la Mancha que los separa del continente, que éste se quedaba aislado del mundo pues no se podía navegar…
Nosotros que podíamos haber sacado tajada de su huida de la Unión trayendo a Madrid parte de sus bancos y sedes de multinacionales, me temo que debido a la situación catalana solo recogeremos migajas. O Barcelona que se postulaba para ser sede de la Agencia del Medicamento (más de mil empleos de calidad) que ahora está en Londres, por culpa de los energúmenos nacionalistas está ya prácticamente descartada.
Aun así esperemos, y aunque perderemos todos, que se arrepientan más pronto que tarde de su arrogante decisión ¡Claro! que tampoco es conveniente dejar de verlos tostando sus coloradas barrigas bajo nuestro ardiente sol de agosto. ¡Qué sería de Torremolinos o Benidorm sin ellos!..y sus libras..
Dicho queda…
                                      Joaquín Yerga
                                      13/11/2017

martes, 24 de enero de 2017

El hombre que sabía demasiado





Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Einstein


No creo que Dios, que nos ha dotado de intelecto y de sentidos, nos impida desarrollarlos y evite que podamos: conocer”. Con este amargo lamento terminaba la carta que el sabio Galileo envió a la gran duquesa Cristina de Suecia. Aludía el gran científico italiano del siglo XVII al proceso que la Inquisición instigaba contra él por haber dicho que la tierra se movía alrededor del sol.
Galileo Galilei posiblemente sea el primer hombre de ciencias moderno de la historia. Y después de Newton el más importante, por lo menos hasta Einstein. Nació en 1564 en Pisa y su padre quiso que estudiara matemáticas, pero él, influenciado por la obra de Euclides, (el más brillante astrónomo griego de la antigüedad) se entusiasmó por ésta rama de las ciencias y se puso manos a la obra con ella.
Siendo aun joven supo de la existencia de unos telescopios rudimentarios que habían inventado en Holanda y ni corto ni perezoso se dispuso a construir él mismo unos parecidos. Como era un “manitas” la cosa salió bien y oteando el firmamento con ellos se llevó la sorpresa de su vida, contempló un universo desconocido hasta entonces para el ojo humano.
Poco a poco, y perfeccionando sus instrumentos fue descubriendo estrellas nuevas y llegó a observar las lunas de Júpiter y los anillos de Saturno. Algo impensable y que nadie sabía que existían. Invitó a mucha gente a mirar por su tosco telescopio para que vieran lo que él, pero asustados pensaban que se trataba de cosas de magia negra o alucinaciones promovidas por el Diablo..
No tardó demasiado en llegar a la conclusión de que Copérnico tenía razón cien años antes cuando dijo que el centro del universo no era la tierra, como se había creído hasta entonces, sino el Sol (teoría heliocéntrica) y que la tierra se movía alrededor de él. También descubrió las fases de la luna y razonó el porqué de las mareas. Por pensar y difundir éstas ideas a punto estuvo de ingresar en prisión. Solo le salvó algunas amistades y su avanzada edad el momento.
Como todos los hombres sabios no solo revolucionó la astronomía, también la mecánica. En ésta última disciplina concibió varias leyes pioneras e importantísimas para el desarrollo posterior de la ciencia. Por ejemplo una de las más conocidas fue la primera ley del movimiento. Se decía, aunque no está del todo demostrado, que desde la torre inclinada de su ciudad --Pisa-- dejó caer al vacío una bola de plomo y otra de madera, las dos a la par, pretendiendo demostrar que: todo objeto, independientemente del tamaño y materia del que esté hecho, alcanzan la misma velocidad y deberían caer al mismo tiempo en el suelo. Por supuesto acertó, desmintiendo las teorías de Aristóteles que eran las que habían permanecido como aceptables hasta entonces. Con ésta increíble demostración llegaríamos a una desconcertante conclusión: que una pluma y una bola de plomo llegarían al suelo las dos a la vez si las arrojáramos desde algún lugar elevado. La única condición que necesitábamos para que esto ocurriera era que no hubiese aire que rozara los dos objetos. Para argumentarlo inventó la bomba de aire, con lo que demostró sin paliativos su asombrosa teoría.
Galileo murió en Florencia a los 77 años. Fue uno de los llamados Padres de la Ciencia, junto a Newton, Maxwell y Einstein. Para su desgracia, lo pasó regular en sus últimos años de vida con el tema de la Inquisición. Quiso ésta condenarlo por haber escrito en su libro —Los Diálogos— que la tierra se movía. Tuvo que retractarse y rectificar ante el severo tribunal para no ir a la cárcel. Aunque cuentan que por lo bajines y sin que lo oyeran los jueces llegó a decir: Eppur si muove, lo que es lo mismo…Y sin embargo se mueve.
Ahora la iglesia a destiempo, nada menos que quinientos años después, pidió perdón. Nunca es tarde aunque la de nuestros días no tiene la culpa. Afortunadamente ésta ha evolucionado a mejor. Juan Pablo II, pidió perdón por todos los errores cometidos a lo largo de la historia, que fueron muchos. También el cardenal Ratzinger (Benedicto XVI) aceptó públicamente la teoría Heliocéntrica de nuestro sistema solar.
Gracias a hombres como Galileo Galilei hemos llegado a este punto de modernidad y desarrollo en la tierra. La pena es que gente así solo surgen cada doscientos años. Ya queda poco para el siguiente.
Dicho queda…
                                     Joaquín Yerga
 
                                     24/01/2017


domingo, 22 de enero de 2017

Nada es lo que parece






El problema de nuestros tiempos es que el futuro ya no es lo era. 
P.Valéry


Hace unos días repusieron en una cadena de televisión la película del año 1989, y producida por Steven Spielberg, “Regreso al futuro”. Quiero recordar que debido al éxito de la misma hubo después unas cuantas réplicas más; muchos nos acordaremos.
En la película, la acción se desarrolla en el lejano año 2015, es decir que aventuraban de manera ficticia lo que acontecería veintiséis años después, teniendo en cuenta ¡claro! la época en la que se rodó. Los guionistas y el director R. Zemeckis nos pintaban una vida futurista en donde los coches volaban y los habitantes de ese mundo vestían ropas inverosímiles, además de otras extravagancias. Lógicamente nada de eso sucede a día de hoy cuando estamos a punto de acabar, nada menos, que el 2017.
Si nos atenemos a cómo imaginábamos el futuro hace, por ejemplo cuarenta años, en nada se parecería a la realidad actual. Es verdad que hemos avanzado mucho en tecnología, tal vez la rama de la ciencia que más lo ha hecho, pero ni mucho menos se aproxima al planteamiento que idealizamos tiempo atrás. Para ser objetivos solo algunas ideas se han cumplido, pero no la mayoría. Es cierto que las puertas se abren solas (por control remoto) exactamente igual que imaginaban los guionistas. O que las armas pueden exhalar mortíferos rayos láser, pero ni por asomo los coches vuelan y ni mucho menos podemos transportarnos en el tiempo ni cambiar de galaxia a nuestro antojo. Tan solo y como mucho viajar al planeta Marte, y eso esta aquí al lado.
A punto ya de acabar el año 2017, que se corresponde con el futuro lejano de nuestra niñez, y casi todo, o por lo menos lo más transcendental sigue igual que siempre. Las preocupaciones de la gente permanecen intactas; seguimos anhelando, sobre todo, buena salud, trabajo y cierta felicidad.
También del espacio exterior, tan en boga en aquella época, casi se ha enfriado el ardor con que nos lo tomábamos. Después de ir a la luna creímos que la exploración del sistema solar era pan comido, cuestión de unos años pensábamos. Casi nos veíamos ya pisando Marte e intercambiando con sus inverosímiles habitantes inventos y enseres. Se ve que no acertamos haciendo predicciones. Aun así, si tuviese que enumerar los dos mayores cambios que se ha producido en todo este tiempo, yo diría:
El primero: el impacto de las redes sociales. Nos ha supuesto este avance una soberbia revolución a nivel social. El hecho de estar todos interconectados y a tiempo real ha significado un progreso inaudito y un cambio incuestionable en las relaciones humanas. 
Y el segundo y por circunscribirlo a nuestro entorno: la transformación de España. Hemos pasado en poco más de tres décadas y sin anestesia de ser anticuados, míseros y rancios subdesarrollados a europeos de pleno derecho. De ser un pueblo de emigrantes netos a recibir de golpe y en solo un lustro a más de seis millones de inmigrantes. Y lo hemos hecho en un santiamén. El Spain is different ya no cuela, pues hemos aceptado como el que más y con premura: el divorcio, el aborto, el matrimonio gay, y la España vertebrada en lo político, como siempre soñó nuestro filosofo Ortega y Gasset. 
Abundando sobre lo nuestro, debemos felicitarnos porque hoy en día y especialmente en asuntos sociales, nada asusta a nuestros compatriotas. Hemos demostrado con creces que nos adaptamos a cualquier cambio, aunque no tengamos bases solidas para ello. Tan solo un baldón arrastramos sin visas de solución, el asunto catalán. Aunque tal vez, incluso hasta ese espinoso tema si hacemos bien las cosas, sea asunto del pasado.
Por todo lo expuesto y con las reservas ineludibles, yo no me atrevería a aventurar ningún tipo de futuro, no ya para la humanidad o nuestro país, sino para mí mismo. Si ya de por sí es muy complicado hacer previsiones para más allá de un par de meses, no digamos a cuarenta años vista. A mí, como diría Woody Allen, me interesa el futuro más que nada porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.
Dicho queda…


                              Joaquín Yerga
                              23/01/2017


Cosas del amor..

                                                                                         



Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.

--Séneca--

Con la excusa de que vivamos más y mejor, algunos psicólogos nos sugieren no implicarnos demasiado en ciertos e importantes asuntos mundanos, sobre todo con las personas de nuestro entorno, para así poder llegar a centenarios.

Es contraproducente, nos dicen, depender demasiado del cariño y del afecto de seres queridos por el impacto demoledor que supone en nuestro aparato emotivo y sentimental la desaparición o alejamiento de estos de nuestras vidas.

Razones no les faltan. Insinúan que las amarguras contribuyen en cierta medida a una merma de calidad  de vida y por lo tanto a un acortamiento de ésta en años. Por enhebrarlo con lo anterior, acaba de salir un informe en el que vinculan directamente el infarto con episodios de desamor profundo. Me lo creo pero, apuesto que no es nada fácil eludir éste sentimiento ¿Cómo prescindimos de amores incondicionales? ¿Qué vida nos espera sin apegos personales?.

Mucho me temo que estos sabios consejos apelando al desapego afectivo no tendrán demasiada acogida. Entenderemos que es preferible mil veces caer en la decepción amorosa, o en la mas infinita tristeza por la muerte de un ser querido, a no ejercitar las pasiones. Y preferiremos llorar cuando la vida nos golpee y padecer de desamor cuando éste nos dé la espalda. Incluso soportaremos la infinita decepción cuando algún amigo nos traicione. Todo esto lo antepondremos, y más, antes que mostrar frialdad o indiferencia a las personas cercanas.

Y es que la mayoría de los mortales irremisiblemente elegiremos caer y volver a caer en sufrimientos, decepciones o angustias, antes que vivir faltos de emociones primarias, sean éstas buenas, o malas.

En fin..

Joaquín





sábado, 21 de enero de 2017

Sucedió una tarde





Como en un libro abierto

leo de tus pupilas en el fondo.

¿A qué fingir en los labios

risas que se desmienten con los ojos?


¡Llora! No te avergüences

de confesar que me quisiste un poco.

¡Llora! Nadie nos mira.

Ya ves; yo soy un hombre...y también lloro.

--Bécquer--



Le di un beso a los dos, a ella y al niño. Lo hacía habitualmente al entrar en casa. pero ayer, y no sé por qué, noté distante su mirada, esquivaba la mía. Quizás fueran imaginaciones mías, pensé, estaba cansado eso es todo.

La cena fue frugal, con poco despachamos el asunto. Apenas dos palabras nos cruzamos. Cosa rara porque ella es muy habladora. Le pregunté: 

---¿Te pasa algo?

Me contestó que nada. Así de escueta. Eso me preocupó. Vi que tenía prisa por llevar al niño a la cama. Lo sacó de su parquecito y lo cogió en sus brazos con ternura. Después le hizo darme un beso de despedida. Se perdió con el niño por el pasillo camino de su habitación. 

Anochecía, y me temía algo especial, pues raras veces permanecía así de callada, de ausente. Me asusté.

Habían pasado unos minutos y oí sus pasos llegar. Yo la esperaba inquieto en mi sillón favorito, pero acababa de regresar del balcón de fumar un cigarrillo. Hacía tiempo que no tenía esa necesidad, pero ese día me apetecía, estaba nervioso. 

Apareció. Vi su cara pálida. Cerró la puerta del comedor.. Muy seria me invitó a escucharla, lo que hizo que el pánico se apoderara de mi por momentos. De golpe un montón de ideas absurdas, bulleron por mi cabeza. Hice un esfuerzo por serenarme y conseguí calmar un poco la mente, pero no pude evitar imaginar cosas raras..

Pero, ¿por qué me ponía en lo peor? ¿por qué esos pensamientos tan disparatados? ¿qué temía, que me abandonara? Quizás el asunto no fuera tan importante como creía creer y tal vez fuera algo de su trabajo, o del niño en la guardería. ¡Ojalá fuera algo de eso!, pero tuve un mal presentimiento.

--Joaquín, tengo que decirte algo muy importante----me dijo tajante

Me lo temía, mis peores pronósticos se estaban cumpliendo. Cogió una silla y se sentó frente a mi. Prosiguió con el mismo tono de voz.

--Te quiero mucho, ya lo sabes, pero no podemos seguir viviendo juntos. Siento en el alma la faena que voy a haceros a ti y al niño, pero no puedo seguir así----me soltó de golpe

---¡Seguir cómo!----balbuceé

--Aunque tengo ya cincuenta años y estoy viuda, me he enamorado de Andrés, mi jefe---me dijo muy seria---él hace meses que se me declaró y quiere que vivamos juntos; no puedo seguir mintiéndote---concluyó

Se me cayó el alma al suelo. Me levanté del sillón, cogí el paquete de cigarrillos y saqué uno; lo encendí allí mismo. Después, como un zombi, anonadado, entré en mi habitación e intenté preparar una maleta con lo más necesario.

Mientras seleccionaba mi ropa apareció ella. Había terminado de recoger la mesa y, con las mangas de la blusa aún remangadas se apoyó en el quicio de la puerta y exclamó:

--Joaquín, hijo, no hace falta que te vayas tan pronto de mi casa.. Además a tu hijo le seguiré recogiendo yo de la guardería.

Insensible a la última frase dicha por mi madre y temiendo el fin del chollo vivido en estos cinco últimos años desde que me divorcié de mi mujer; terminé de llenar la maleta y le solté, mohíno, un par de reproches.

Hoy me despertado repuesto ya del golpe bajo. Le he prometido abandonar la casa en un par de semanas. ¡Ya me diréis, con veintisiete años que tengo y con un hijo de tres, no me queda más remedio que volver a empezar en otra casa, y  sin mi madre!. 

Joaquín



                                                         


jueves, 19 de enero de 2017

Un viaje muy especial






Puedes tener el universo, mientras yo tenga a Italia.
G.Verdi


Deploro provocar envidia pero les informo que cumplí uno de mis deseos más codiciados. Bien es verdad que tuve que esperar mucho tiempo, tal vez demasiado, pero, como dice el refrán... "Más vale tarde"...
Viajé por Italia (mi sueño) poco más de una semana y, a fuerza de ser sincero con ése tiempo tan escaso no se puede ver todo lo mínimamente estipulado que habría que ver, pero, algo es algo.
Lo de conocer Italia ha sido durante mucho tiempo una necesidad y, casi, obligación que cualquier ilustrado ciudadano europeo debía hacer, por lo menos una vez en su vida. Italia era la meta artística suprema (en pintura, arquitectura, música etc.) que toda persona instruida debía realizar para su formación académica, incluso como satisfacción personal para contemplar "in situ" lo más bello que el ser humano ha sido capaz de crear.
Italia lo tiene todo en cuanto a obras de arte hechas por los hombres. Que me perdonen mis compatriotas, pero si no fuera por el empeño que pone el Astro Rey en favorecer nuestro suelo patrio con su brillo, y la delicadeza de la madre naturaleza en agraciarnos con unas maravillosas playas (que no la tienen ellos) nos ganaban por goleada en visitantes, turistas o viajeros, que no son lo mismo.
Estoy seguro que a poca gente voy a sorprender con lo que cuente en este articulo, pues muchos de los que lo lean habrán tenido la suerte ya de montar en góndola en Venecia, haberse quedado pasmado ante el "Coliseo" en Roma, o maravillado frente la fachada de mármol azul de la iglesia de "Santa María del Fiore", en Florencia. Por cierto, recuerdo para el que lo sepa, y prevengo para el que lo desconozca, de ésa enfermedad neurológica relacionada con la ansiedad llamada: "Síndrome de Stendhal". Se le llamó así por padecerla éste escritor francés del siglo XIX, y que se manifiesta con visibles mareos, marcado nerviosismo y hasta depresión, pos-visita a los diferentes centros de arte. El individuo que lo padece se siente abrumado ante tanta compilación de maravillas.
A éste excelente novelista y filosofo, autor entre otras de la novela "La cartuja de Palma", se le declaró esta enfermedad después de visitar algunas de las ciudades italianas y sus museos, sobre todo Florencia. No pudo el buen hombre aguantar sereno y consciente semejante despliegue de prodigios artísticos que veían sus ojos. Y no es para menos, pues se debería dosificar la cantidad de ellas que podemos admitir en un espacio razonable de tiempo, si no, corremos el peligro de colapsar. Modestamente, y a  pesar de los pocos días disponibles, me pude permitir el lujo de conocer gran parte de lo más granado e interesante  de ese afortunado país.
Comencé mi ambicionada visita por una de sus grandes y estupendas islas, Cerdeña. Allí viajé a la zona nororiental, a la llamada "Costa Esmeralda", ahora tan de moda por sus playas casi vírgenes. Han transformado sus antaño pequeños puertos pesqueros en atraques de lujosos yates propiedad de elegantes magnates de las finanzas y de la farándula. Aludo especialmente a esto último porque pude contemplar, fondeado en un bonito puerto el "barquito” del actor Leonardo Di Caprio que por allí holgaba en esos días,y no rodando, precisamente, la segunda parte de "Titánic".
En Cerdeña aun subsiste una pequeña zona de habla catalana. No hay que olvidar que durante una época, los Almogávares, (una especie de milicia catalana), sometieron a ésta isla. Y es que, las sombras de Pujol, y ahora de Puigdemont son alargadas, a pesar de lo canijo de su complexión física. De Cerdeña pasé a Nápoles, magnifica ciudad, antaño española y ahora un poco depauperada por mor de la mafia, y de sus pintorescos habitantes.
La bahía de Nápoles es espectacular y congrega en sus orillas cosas tan bellas como la llamada "Costa Amalfitana" y la pequeña isla de Capri (retiro del emperador Tiberio, y testigo de sus colosales orgías con imberbes de toda edad y condición). O Pompeya, la ciudad romana aparentemente destruida por el Vesubio y ahora resucitada de sus cenizas. Ha quedado toda ella como prueba fidedigna de la manera de vivir de los romanos de la época.
A unos doscientos kms. al norte de Nápoles está Roma, la ciudad eterna. Puedo empezar a contar sus excelencias y no acabar nunca. Y si es cierto aquello de que: “todos los caminos conducen a Roma” a mí me llevaron, y me dejé llevar gustosamente pues entraba en la capital del imperio; la ciudad, posiblemente, con la historia más larga y apasionante del mundo.
A decir verdad no soy digno de contar las magnificencias de esta hermosa ciudad porque solo estuve dos días en ella. Aun así lo que vi, tan deprisa, fue sencillamente grandioso. Me dejé caer por el foro (la ciudad antigua). Desde aquí se gestionaba gran parte del mundo conocido, y hasta aquí llegaban los cargamentos con las más variadas mercancías de todo tipo. Este género procedía, sin duda, del saqueo de todo el imperio para que a los ciudadanos romanos no les faltase nunca su pan y circo.
Contemplé, también, de la capital republicana e imperial joyas como… "El Coliseo", "el Panteón" de Agripa, o el "Arco de Trajano". Y de la Roma medieval no dejé de ver: la "Plaza de España", con su esplendorosa escalinata o la "Fontana de Treví". Y recordé allí mismo, emocionado, a Anita Ekberg, emergiendo de sus aguas y exhibiendo  su exuberante cuerpo  mientras  un  sorprendido Marcello Mastroianni con los ojos como platos la avistaba a lo lejos, en la escena más famosa de… "La Dolce Vita".
Previo a abandonar, pesaroso, Roma me pasé por el Vaticano, y como no pude saludar al Papa Francisco, me consolé fascinado con la Capilla Sixtina y con el resto de las joyas artísticas que allí albergan. Antes de pasar a Francia hicimos parada y fonda en la que es, para muchos, la más hermosa ciudad del mundo, Florencia. Y no voy a ser yo precisamente quien les contradiga.
Entrar directamente en la "Piazza del Duomo" de Florencia, como hice yo impaciente, es como colarse repentinamente en un cuento de hadas. Se queda uno apabullado, y se entiende perfectamente el síndrome que antes comenté. Divisar allá, en las alturas de la catedral de Santa María, la cúpula diseñada por Brunelleschi, tan idealizada, tan leída su historia, y tantas veces vista en fotos, es para sentenciar ¡Hasta aquí he llegado! ¡Ya me puedo volver! ¡Lo he visto todo!. No obstante continué paseando por esta increíble ciudad y, seguí soñando despierto con el resto de sus tesoros.
Terminé mi viaje a la Toscana nada menos que en la "Plaza de los Milagros", de Pisa.  Inmejorable marco con su catedral cristiana y la famosa torre inclinada ¡Por un momento pensé en la posibilidad de estar soñando.!  Para describir como se merece la belleza de este conjunto monumental habría que tener el talento poético de un Petrarca o la habilidad descriptiva de  Dante Alighieri, si no, mejor mirar y callar.
Unas horas después, abrumado, y a punto de manifestárseme el tan reiterado síndrome, entré en Francia.  Pero eso es harina de otro costal y hoy la cosa no da para más.
Dicho queda…
                                             Joaquín Yerga
                                             


miércoles, 18 de enero de 2017

¡Qué nos pasa a los españoles!





Las autonomías han creado 17 nuevos centralismos y en pocos años, el estado español puede limitarse a administrar el Museo del Prado.
F. Vázquez
 
¿Alguien duda que los españoles somos uno de los pueblos mas singulares y exclusivos de Europa? Yo no, porque miren... Cuando queremos hacer las cosas bien las hacemos de maravilla, pero si lo que pretendemos es fastidiar el cotarro, para eso también somos únicos.
Si fuésemos un pueblo unido en lo cultural otro gallo nos cantaría, porque creo que es ahí donde radican nuestras desgracias. Al haber pequeñas diferencias idiomáticas y folclóricas, aprovechamos estás para presumir y dividir en la creencia de ser diferentes o superiores al vecino. Esto se intentó solucionar cuando se redactó la constitución del 78, en donde dividimos al país en 17 mini-estados. Sin embargo llevamos ya cuarenta años de ese invento y la cosa no solo no ha mejorado, sino que están mucho peor, ahí tenemos el ejemplo de Cataluña.
Apuesto que si preguntáramos ahora a los españoles qué le parece esto de las autonomías y que si están de acuerdo con el poder que han adquirido, seguro que una mayoría suculenta nos diría que no, que son un refugio de cientos de políticos despabilados que se lo llevan crudo.
La idea de hacer de España un estado autonómico o semifederal se hizo precisamente para contentar un poco a todos, después de consentir de que Cataluña y el País Vasco tuviesen una amplia autonomía. Es verdad que éstas dos díscolas regiones lo venían reclamando desde mucho tiempo atrás y posiblemente era inevitable hacerlo, pero la solución final de hacer lo mismo con el resto, incluso creando algunas que jamás lo pidieron fue un error garrafal del que nunca nos arrepentiremos lo suficiente.
Pensemos: ¿Qué pinta regiones como la Rioja, con menos habitantes que Móstoles, pero con ínfulas de país?: Con su gobierno completito, y sus ministros correspondientes, y con un  parlamento cuajado de senadores etc.etc. A estos dispendios añádasele coches oficiales, bedeles, ayudantes y miles de carguillos más. He puesto el ejemplo de la Rioja por ser de las más pequeñas, pero el resto tampoco se quedan atrás.
Hay países (a los que algunos recurren como ejemplo) con estructura federal como nuestras autonomías, pero lo son por tradición histórica. Por ejemplo Alemania, en donde sus distintas regiones ya eran ducados o principados independientes en épocas recientes. O los Estados Unidos, que se formaron en estados precisamente porque el origen de sus primeros colonos era de una determinada zona, o les unía un mismo credo religioso. Sin embargo nosotros: ¿Qué diferencia histórica, lingüística o cultural, si me apuran, había entre Murcia y Extremadura? O ¿entre Asturias y Castilla la Mancha?. En paisaje y naturaleza no digo que no, pero sus habitantes teníamos todos la misma procedencia, la misma religión, la misma historia, y la misma etnia.
Posiblemente la solución hubiese sido seguir con nuestras regiones de toda la vida, excepto Cataluña y el País Vasco, teniendo éstas algo más de autonomía. Seguro que se hubiesen conformado pues en el fondo lo que les priva a ésta gente es ser diferentes al resto. Y es que según los datos actuales, seguimos teniendo las mismas desigualdades entre regiones de siempre, incluso en algunos aspectos más si cabe. 
En un país centralizado al estilo Francia, con una agencia tributaria única que recaudara todo los impuestos, y después, según criterios serios y acreditados se repartiera de manera progresiva y según necesidades, disminuiríamos las diferencias. De paso quitaríamos  poder a politiquillos regionales de tres al cuarto que inciden en un patriotismo regional sin fundamento, y que hurga en las exiguas diferencias que tenemos con el único fin de mantener ellos su cargo y el abultado sueldo. Ganaríamos todos porque al menos dejaríamos de odiarnos los unos a los otros.
 Con estos miniestados que tenemos, tan parecidos a los reinos de taifas medievales, hemos conseguido agravar nuestras diferencias. Ahora un aragonés no quiere saber nada de un madrileño, por nombrar algunos; la educación que reciben sobre historia y geografía son totalmente distintas... Apenas hay nada en común. Si no fuera por la tele, la liga de futbol, o El Corte Ingles, ahora también Mercadona, ni sabríamos de nosotros mismos.
Creo que visto lo visto y con los años de diseño autonómico que llevamos a  nuestras espaldas, vamos camino de dispersarnos más si cabe. También de aumentar las diferencias culturales, sin olvidar por ejemplo, la sanidad o la educación. A más autonomía mayor desigualdad. Ésta es una regla que se cumple impepinablemente, porque los mandatarios regionales con tal de distanciarse del vecino no dejan en su empeño de sacar leyes propias a tutiplén.
Recapacitemos, ¿Merece la pena que hayamos de pensar dos veces ponernos enfermos en otra comunidad porque es un engorro tremendo hacer las gestiones pertinentes? O sin ir más lejos, que no podamos optar a plaza de funcionario en regiones con idioma propio. Y que conste que en la ideología de izquierdas está como algo básico los sistemas políticos centralizados. Bueno, en toda la izquierda menos en la española, que beben los vientos por los nacionalismos periféricos, sean del color que sean, incluso racistas y xenófobos.
Dicho queda….


                                                                                          Joaquín Yerga
                                                                                            18/01/2017