Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mi me buscas?
No es a ti, no.
Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
puedo brindarte dichas sin fin,
yo de ternuras guardo un tesoro.
¿A mi me llamas?
No, no es a ti.
Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
¡Oh ven, ven tu!
--Bécquer--
Bandarras y tipos excéntricos los habrá siempre, incluso apostaría que ahora hay más que antes; no hay más que echar un vistazo a algunos políticos vigentes.
Decía lo de tipos raros porque, salvando al que esto escribe que tampoco debe estar para tirar cohetes, hubo una vez un filósofo y matemático italiano del siglo XVI, Girolamo Cardamo se llamaba el hombre, que no se le ocurrió nada mejor que hacer el horóscopo de Jesucristo, y además publicarlo.
No es broma, y lo hizo nada menos que en la peor etapa de represión religiosa. El pavo era un enamorado de la astrología y seguro que haría la predicción de Cristo con la mejor de las intenciones, pero se ve que las autoridades eclesiásticas y de la inquisición no pensaban igual; al pobre lo metieron en “chirona” acusado de brujería ¡A quién se le ocurre!.. ¡Y es que hay algunos!..
Éste Girolamo, como debió ser uno de esos que ahora llamamos “friki”, llegó a predecir su propia muerte, exactamente para el 21 de septiembre de 1576 (para esa fecha tendría 75 años). Pero...
¡Oh! se acercaba el día de su anunciada defunción y aún gozaba el tío de una salud de hierro. Bien, ¡¡Pues no entonces no como!! Y, claro, así cualquiera. Se cumplió su profecía, la cascó, sólo que una semana más tarde. El asunto es no quedar mal con nadie...
En fin...
Joaquín
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