lunes, 7 de octubre de 2013

Banderas de nuestros padres


                                           

¿Qué nos pasa con nuestra bandera?¿ Por qué una parte de nuestros compatriotas no se identifican con ella?¿ Por qué una parte de estos últimos la asocian con el fascismo?¿Desconocimiento?¿Oportunismo de algunos partidos para imponer la que ellos consideran la más idónea como sería la tricolor republicana?.
   Posiblemente seamos el único país del mundo con solera histórica que andamos divididos en un tema tan clarificador y contundente como son los símbolos nacionales, que definen, unifican, representan y por los cuales es reconocido.
   Quizás el origen de este distanciamiento de algunos sea el uso y abuso de la rojigualda por parte del franquismo. Pero eso no es obvice para que sea nuestra, de todos.Con dictadura o democracia, con república o monarquía este magno símbolo debería estar al margen y por encima de todo eso.
   La bandera española actual no la ideó Franco, su historia se remonta al siglo XVIII en tiempos de Carlos III y fue usada y aceptada por todos los gobiernos habidos en el país desde entonces y hasta  la actualidad, exceptuando el paréntesis que va de 1931-1939 que durante algún tiempo y en algunos sectores se enarboló la republicana. Hay que hacer constancia que durante la primera República se aceptó completamente, aunque sin signos monárquicos, exactamente como la actual.
   Cuando se redactó la constitución del 78, por abrumadora mayoría, con votos de la izquierda y la derecha, se admitió y reconoció como bandera nacional. Fue un proceso democrático que avaló el pueblo español casi en su totalidad, por eso no se entiende ese distanciamiento de algunos partidos, salvo, como he referido antes, sea por oportunismo o maledicencia.
    Queramos admitirlo o no, los humanos desde el principio de los tiempos, al igual que el resto de los mamíferos, siempre nos hemos peleado y masacrados unos contra otros para sobrevivir , es nuestro "leit motiv" existencial e inevitablemente, primero en grupos y clanes, después tribus y pueblos y más tarde en etnia y países, siempre, o hemos agredido al vecino o nos hemos defendido de él, esto es así  por mucho que se empeñen algunos en idealizar un mundo sin razas ni fronteras y en donde todos seamos seres angelicales, repartiendo abrazos y besos constantemente.
   Nuestro genoma es una derivación perfeccionada de nuestros primos los mamíferos y por lo tanto, insisto, estamos condenados a competir para sobrevivir. No cabe duda que hemos avanzado mucho y ya nos matamos menos que antes, por diferentes motivos, religiosos, nacionalistas, ambiciones, etc., pero lo seguiremos haciendo, excusas no nos faltarán, ya se nos ocurrirá alguna cuando superemos los antes citados.
   Pretendo justificar con todo esto la inevitabilidad de fronteras y países y, estos, puesto que tienen que existir, habrá símbolos que lo identifiquen, todo el mundo lo hace, por cierto, los más avanzados más si cabe. Suecia o Dinamarca, por poner algún ejemplo de naciones ricas, prósperas y solidarias, también defienden lo suyo. Tienen y están orgullosos de sus banderas  y rivalizan entre sí, no ya por territorio ni conquista pues son países asentados y bien definidos, si no por multitud de pretextos, deportes, riqueza, avances científicos, etc., siempre tendremos alguna razón para querer ser superior al vecino.
  Pues bien, aquí en España, debemos ser diferentes al resto del mundo, habremos evolucionado más que nadie para sentirnos ciudadanos del mundo y superar territorios y fronteras; eso sí, los que más despotrican de nuestra bandera pretextando razones supranacionales luego van y defienden con ardor símbolos regionales ajenos o propios, aludiendo  razones progresistas o democráticas.
   Ambiciono llegar con todo esto a la conclusión y necesidad de un acuerdo general de todos los ciudadanos. Si no nos gusta esta bandera, cambiémosla, ideemos otra que nos satisfaga a todos. Que más da el color y la posición de este, lo importante es que por encima de luchas ideológicas y de partidos políticos nos represente a todos los españoles. Que en cualquier evento, acontecimiento, celebración, etc., podamos enarbolar nuestra bandera con orgullo, como cualquier ciudadano de cualquier país y no estemos expuestos a que nos llamen facha o rojo por ello. Lo cierto es que en alguna ocasión transcendental (Último Mundial de futbol) el pueblo llano, al margen de la política, espontáneamente ha salido a la calle en masa agitando banderas, exhibiendo con ello un desahogo largamente reprimido.   Amén.


                                                                                                                          Joaquín Yerga

                                                                                                                                07/10/2013