sábado, 13 de marzo de 2021

El brazo incorrupto de Santa Teresa en Fuente de Cantos, y otras cosas.

                                                                                       


  


¿Ves aquel nido? Hay un ave.

Son dos: el macho y la hembra.

Ella tiene el buche blanco

él tiene las plumas negras.

En la garganta el gorjeo,

las alas blancas y trémulas;

y lo picos que se chocan

como labios que se besan.

El nido es cántico. El ave

incuba el trino, ¿oh poetas!

de la lira universal,

el ave pulsa un cuerda.

Bendito el calor sagrado

que hizo reventar las yemas.

¡Oh amada mía! Es el dulce

tiempo de la primavera.

--Rubén Darío--



Tan delgado y frágil, con la piel tan blanca, los ojos de un azul claro y el pelo tan rubio que parecía albino; hijo de la luna, le llamaron las parteras. Pero ninguno de los temores sobre su salud se cumplieron y se convirtió en un joven de estatura media, talle esbelto, andar erguido, hablar pausado, sonrisa blanca, elegante en su atuendo, cuidadoso de su higiene, con un talante amable y gentil y un punto de lejana melancolía.. aquel era el niño y así fue Felipe después.

Los españoles llegamos al culmen de nuestro poder en el mundo con uno de los reyes más desaboridos que hemos tenido jamás, Felipe II.. Éramos temidos en los campos de batallas y respetados en las cancillerías de medio mundo; sin embargo nuestro rey no parecía, a tenor de su poco entusiasmo, que fuera muy feliz por todo ello. 

Felipe II, fue muy devoto, digamos sin cortarnos un pelo que fue un santurrón. Desde su dormitorio había ordenado hacer una ventana que daba a la capilla y justo desde su cama oía misa todos los días. Una de sus aficiones preferidas fue coleccionar huesos de santos a tutiplén. En cuanto se enteraba de alguno que se vendía se hacía con él rápidamente. Llegó a poseer en su residencia de El Escorial más de 5.000 huesos de santos y otras reliquias, la mayoría más falsas que un euro de madera. Por cierto, Felipe vivió once meses en Badajoz..

Pero esto de coleccionar reliquias no lo inventó Felipe II, claro, sino que viene de tiempos de San Jerónimo (siglo V) que fue cuando se extendió la costumbre de agenciarse con todas las reliquias de santos martirizados tiempos atrás. Fue una verdadera locura. Todos buscaban como posesos restos de mártires como amuletos para protección..

Santa Helena, la madre de Constantino el emperador, se acercó a los Santos Lugares (Palestina) a visitar los sitios por los que Jesús había vivido, y se pertrechó bien de supuestos objetos con el que Él habría tenido relación. De Jerusalén se trajo, entre otras cosas, el cuerpo de San Esteban (el primer mártir cristiano) la cabeza de Juan el Bautista, la silla de Santiago, las cadenas de San Pablo, la columna usada para flagelar a Cristo y la misma Cruz donde fue crucificado..

Para que se hagan una idea de hasta donde llegó esto de acaparar santas reliquias, que la misma Santa Helena ordenó darle forma de freno para el caballo de su hijo a un clavo de la Cruz de Cristo; con otro se hizo ella una diadema. O Gregorio Magno que tenía una cruz que contenía limaduras de la parrilla donde asaron a San Lorenzo. Hugo de Lincoln fue más discreto, tenía un diente de San Benedicto enganchado a su anillo.

Y qué deciros del cuerpo de nuestro santo más querido, San Isidro. Pues que sacaban su cuerpo cada tres por cuatro de su iglesia y lo paseaban en procesión allá donde había algún problema (sequías, inundaciones etc).. Los reyes de España a menudo recurrían a sus despojos para curar enfermedades de su familia, llevando y trayendo el cuerpo de un lado para otro.. 

Una vez, una de las damas de Isabel la Católica le dio un mordisco a un pie del cadáver de nuestro santo preferido En otra ocasión un cerrajero de Carlos II le arrancó un diente y se lo regaló al monarca que lo mantuvo debajo de su almohada hasta su muerte. Acabó el pobre de San Isidro hecho una piltrafa; aún faltaban 400 años para que lo hicieran patrón de los labradores. ¿Os imagináis que nos dejaran tener aquí, en la ermita del Bodión, sus restos? Qué pasada, ¿no?..

Bueno, y no olvidéis que en Fuente de Cantos tuvimos no hace mucho de visita el brazo incorrupto de Santa Teresa (realmente es sólo su mano). Aún sigue la placa conmemorativa en la Plaza del Carmen. Lo tuvo Franco en su capilla de El Pardo mucho tiempo, y debajo de la almohada en su hora final. Ahora ha vuelto a Ronda, donde siempre estuvo y donde lo custodian como oro en paño.. En fin..

Joaquín



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