Perdonadme, hijos míos, si os di ésta dolorosa
existencia en un ciego minuto de placer,
acaso presentíais el dolor de la vida
cuando llorabais al nacer.
Era en la primavera; florecían las rosas
y soñaba con el laurel.
Nada puedo brindaros de cuanto soñé,
pobre funámbulo del ideal;
el oro de mi sueño se ha convertido en cobre
y el hambre acecha siempre en el umbral.
Perdonadme, hijos míos, si os traje a esta podrida
vieja bola del mundo, por mi propio placer.
vosotros presentíais la angustia de la vida,
y por eso llorabais al nacer.
--Emilio Carrere--
Dicen que los españoles somos mayoritariamente católicos, pero sólo un 20% practicamos, y sin embargo las procesiones están llenas a rebosar. Todo el mundo pierde el culo, con perdón, por ver la de su pueblo o la del lugar de veraneo, aunque luego nos sorprendamos por lo extemporáneo de su protocolo y su grotesca solemnidad.
¿Qué haríamos nosotros sin la Semana Santa, pura tradición de siglos?. No soy yo si un mes de marzo o abril, cuando corresponda, oyendo en lontananza el sonido característico de los tambores y trompetas, no me asomo al Altozano de mi pueblo a ver el paso del Cautivo o la Virgen de la Soledad, y puedo creer o no creer en Dios, eso es casi lo de menos..
¿Y la siesta? ¿Y los toros? ¿Y las fiestas? ¿Y los bares? ¿Y el trasnocheo? Pues ahí están; sigamos disfrutando de ellos.. Y si nos llaman salvajes en el resto de Europa, pues que nos llamen, luego bien que disfrutan ellos en nuestro país, y bien que lo valoran cuando se les pregunta...
¿Por qué vamos a dejar de ser uno de los países en los que la vida merece ser vivida mejor que en ningún otro sitio?. ¿Por qué tenemos que uniformarnos con los austriacos, los suecos o los daneses, entre los que no hay distinción de caracteres, hábitos y costumbres? Me resisto a ser uno de ellos, prefiero ser distinto, raro, extemporáneo, exótico si me apuran. ¡Total, para cuatro días que vive uno!..
Creedme, pecaremos de antiguos, informales, mentirosos, atrasados, sanguinarios, exóticos, solidarios, excéntricos, tramposillos, pícaros, apasionados, rústicos, crueles, envidiosos, vehementes, abiertos, y un largo etcétera más de apelativos gualdrapillas, pero somos a su vez originales y únicos en el mundo, aún en nuestras salvajadas, porque a nuestras viejas tradiciones y manera indolente de vivir, ahora se une nuestra modernidad como país desarrollado, y eso es un puntazo que solo poseemos nosotros; ¡y dejemos a los demás que sean todos iguales!.
Lo dicho, mejor que hablen de uno aunque sea...., bien...
Joaquín
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