jueves, 30 de abril de 2020

A flor de piel...




Amiga...
Todavía recuerdo la noche que lloraste porque te amenacé
con romper lo nuestro. Tú ignorabas que yo iba de farol.
Fue el día más feliz de mi vida; llorabas por mi.
Tiempo después me dejaste tú y yo no lloré. 
Pero ésas lágrimas que entonces no derramé;
quizás por fingida dignidad, te las cobraste luego con creces.
Aún brotan a chorros de mi corazón..
--Joaquín--


Uno de los efectos colaterales que este mal bicho de virus ha sido capaz de urdir en algunos enfermos es desconcertante, les ha descoloreado la piel. Supongo que muchos habrán visto las imágenes de al menos dos orientales que al final de su convalecencia acabaron con la piel negra, cuando eran de piel blanca. Dicen que es debido al grado de fatiga que el virus impone al cuerpo y sus defensas; hasta el punto de alterar seriamente el comportamiento de las glándulas que producen la melanina, responsable de nuestro color natural de piel. Es increíble el estropicio orgánico que estos tipejos de virus pueden llegar a producir en nuestro cuerpo..
La melanina es la responsable de dar a la piel esos colores tan vistosos y variados que tenemos los humanos, y los animales; incluso a las plumas de los pájaros y a las escamas de los peces. También da color a nuestros cabellos. Por eso a medida que envejecemos y la producción de esta hormona disminuye, el cabello se pone gris y la piel ajada..
El color de la piel ha sido una excusa histórica para menospreciar a millones de personas que han vivido esclavizados por tenerla oscura, cuando esto es una memez; es lo que menos nos diferencia unos a otros. Puestos a buscar desigualdades entre razas humanas, las habría mucho mayores en el tipo de cráneo o el factor de la sangre

La coloración de la piel es una simple defensa natural que nos proporciona la evolución para resguardecernos de los rayos solares. O todo lo contrario, predisponernos a asimilar más vitamina D en lugares escasos de sol. Por cierto, se acaba de descubrir que en poco más de 3.000 años un negro que se fuera a Suecia se volvería blanco. Antes se pensaba que se necesitaban al menos unos 10.000 años para esa adaptación.
Supongo que saben que la piel es nuestro mayor órgano. Mantiene nuestras tripas y otras visceras desagradables de ver fuera del alcance de la vista. Nos proporciona el sentido del tacto, brindándonos placer, calor, y casi todo los que nos hace vitales. Mide unos dos metros cuadrados y pesa entre cinco y siete kilos, dependiendo de la estatura del individuo. A diferencia del riñón o el corazón la piel nunca falla; nuestras costuras no revientan ni tenemos fugas..
La piel está formada por una capa interna llamada dermis y una externa, epidermis. La epidermis está formada exclusivamente por células muertas. Resulta una idea fascinante que aquello que nos hace bellos y encantadores esté muerto. Allí donde el cuerpo se encuentra con el aire, todos somos cadáveres. Esas células externas de piel se remplazan cada mes. Perdemos piel de manera copiosa, unos 25.000 copos cada minuto; esto supone medio kilo de polvo al año.
La dermis contiene una serie de receptores que nos mantienen en contacto con el mundo; se llaman corpúsculos de Meissner. Ellos son los que detectan el calor, la humedad y el más ligero y sensible roce, por eso son más abundantes en las zonas erógenas y otras áreas sensitivas como en la yema de los dedos, los labios, la lengua, el clítoris, el pene o los pezones femeninos. Parece ser que las mujeres tienen más desarrollada la sensibilidad táctica de los dedos, pero quizás sea porque al ser más pequeñas las manos tienen la red de sensores más densa. Una cosa interesante del tacto es que el cerebro no solo nos dice qué sensación nos produce algo, sino qué sensación no debería producir. En fin, mágico..
Joaquín



miércoles, 29 de abril de 2020

Con la muerte en los talones..




Amiga..
Si me escuchas y confiesas, bajo
este límpido cielo de abril,
puedo saber tus intenciones.
Me dices que me amas
o que pasas de mi, que me quieres
sólo como amigo.
Pero si miras y callas me haces dudar.
No las tengo todas conmigo.
Temo la intensidad de tus pensamientos..
Te he visto suspirar mientras
mirabas las estrellas.
--Joaquín--


Para darnos cuenta de la magnitud de la tragedia que tanto nos ocupa y nos hace sufrir, baste un dato, en España mueren en un año normal unas 430.000 personas, lo que equivale a 35.000 al mes. Supone esto que sólo en los dos meses que llevamos de máxima mortandad por el virus habrán fallecido en el país 210.000 compatriotas, por todos los conceptos, una barbaridad. Según he oído hasta los empleados de las empresas fúnebres, sobre todo en los lugares más castigados como Madrid, necesitaron psicólogos para superar tanto horror durante esos primeros meses de pandemia..
También he leído por ahí que después de estos terribles datos y cuando hagan el cómputo general, la esperanza de vida al nacer en España, que era hasta febrero la segunda más alta del mundo después de Japón con 85,4 años, habrá bajado unos tres o cuatro meses, con lo que olvidémonos de llegar al primer puesto. Tengan en cuenta que el 85% de los que han fallecidos eran personas ya muy mayores.
Aún así en nuestro país nadie muere ya de viejo, está prohibido. Ahora el certificado de defunción tiene que especificar la causa explicita de muerte. Por cierto, según estudios al respecto, la mayoría de la gente a punto de morir (instantes antes) han dicho tener sueños muy intensos pero reconfortantes. Menos mal, por lo menos los pobres mueren más contentos. La explicación científica es que poco antes de la muerte se produce una serie de reacciones químicas en el cerebro que producirían esas placenteras sensaciones.
Y ya que estamos en faena, el famoso “rigor mortis” o rigidez de la muerte, y que tantas veces vemos en películas policíacas, no es otra cosa que un agarrotamiento muscular. Se suele producir entre treinta minutos y cuatro horas después del fallecimiento y puede durar un día. Esto le da muchas pistas al medico forense sobre la hora exacta del óbito. Comienza por los músculos faciales y se va desplazando hasta abajo del cuerpo. Y no se sorprendan, pero en realidad un cadáver es algo muy vivo. Solo que esa vida no es la nuestra, sino las de millones de bacterias y demás bichitos que se ponen las botas con nosotros una vez que estiramos la pata..
Perdónenme por lo tétrico, pero sepan que eso de que las uñas y el pelo crecen después de la muerte es una mentira como una catedral, un mito. Nada crece una vez muerto. Y más datos, los que prefieren ser enterrados, que cada vez son menos, deben saber que tardan en descomponerse entre cinco y cuarenta años, salvo que se esté momificado como Lenin o Evita Perón. Claro, que para éste menester los egipcios eran los mayores expertos; ahí tenemos a la momia de Tutankamón, que parece que hubiera muerto el año pasado y hace ya casi 4.000 años que le asesinaron, al pobre, con 18 añitos

Pero, mirad, si tenemos en cuenta que las tumbas de los seres queridos muertos se visitan como mucho durante quince años, quiere esto decir que la mayoría de nosotros tardamos más en desparecer de la faz de la tierra que de la memoria de nuestros familiares..
Por el contrario si no queremos proporcionarles un festín a los bichejos esos y ansiamos desaparecer cuando antes, siempre podemos incinerarnos. Pero cuando pienso que con todo lo que somos, lo que presumimos y lo mucho que fastidiamos, y resulta que de todo eso sólo queda de nosotros unos cinco kilos de insulsas cenizas que caben en un bote, se me cae el alma al suelo. En fin, todo esto nos debería hacer reflexionar, como poco, al menos..
Joaquín



martes, 28 de abril de 2020

Mientras esperamos el amanecer..



Amiga..
Si alguna vez pudiera decirte
que he nacido para quererte,
posiblemente reirías a carcajadas.
Tal vez, pero así son las cosas.
He conocido a muchas que quizás
me hubieran hecho feliz;
lo notaba en sus miradas.
Sin embargo te elegí a ti
que apenas sabes que existo..
--Joaquín--

Parece mentira pero es cierto; en plena era de la ciencia, de la tecnología más avanzada, del diseño inteligente, de la búsqueda de la inmortalidad, y aquí estamos todos, encerrados y acojonados porque un bichito diminuto y promiscuo se ha propuesto poner al mundo de rodillas.
Es verdad que al final le venceremos somos muchos y mejores que él. Sin embargo, sírvanos éste trágico aviso para futuros contratiempos parecidos (que vendrán, seguro) y para hacernos un poco más humildes, que quizás nos lo teníamos muy creídos.
Pero de todo, lo que más sorprende es su carácter universal. No hay país que esté a salvo. Sepan que esto es la primera vez que ocurre en el planeta, por lo tanto estamos viviendo tiempos históricos. Y yo que pensé irme de este mundo sin ver ningún dramático-macro-acontecimiento-mundial, y mira por donde. Y es que todas las generaciones anteriores a las nuestras han vivido y padecido en sus carnes, y bolsillos, algunas trágicas circunstancias de carácter global, y ya nos tocaba algo. ¡No nos íbamos a ir de rositas, claro!..
Jamás el mundo, y sobre todo nuestro país, había vivido tantos años sin guerras importantes. Si ha habido terrorismo global, sí crisis económicas, y alguna hambruna y epidemia, pero siempre en lugares muy localizados. Claro, que ésta desgracia tal vez nos haga a todos acrecentar el sentido de hermandad y pertenencia a un mundo y a una misma especie; única y muy frágil, por cierto. 
Éste calamitoso asunto ha permitido que todos nos comprendemos más a todos, y todos esperemos ansiosos que en algún lugar del globo surja la vacuna que nos vaya a liberar. Por cierto, ya ha dicho Bill Gates (el millonario propietario de Microsoft) que él se hace cargo de la factura de dicha vacuna, con la loable condición, eso sí, de que llegue a todos y cada uno de los habitantes de este sufrido planeta. Espero que a ningún bisoño politiquillo gobernante se le ocurra decir que no lo acepta, que eso lo paga el estado.
Decía que lo que más me asombra era la globalidad mundial de la pandemia, y es que alucino cuando veo en las imágenes de Nueva York desvalido y vacío las mismas que las de Londres, Paris o Madrid. Jamás la ciudad de los rascacielos vio, desde que existe, el silencio de sus calles, ni aún cuando lo de las Torres Gemelas
Por cierto, no me acaba de convencer la ñoñez que mostramos todos abarrotando las redes sociales con tanto mensaje de amor, concordia y canciones de resistencia, reclamo más medios a los sanitarios y menos melindre. Aquí estamos todos en el mismo barco y si se hunde nos hundimos todos.. No imagino yo a los alemanes, ingleses o franceses con semejantes mojigatería. Y perdóneme, no quiero ofender a nadie, pero es que nos hemos criado entre algodones, y luego pasa lo que pasa..
Joaquín



lunes, 27 de abril de 2020

El tamaño de esto si importa



Así, los dos: tú, amores, yo poesía,

damos por oro a un mundo que despreciamos...

¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...

Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

--M. Machado--



Os aseguro que jamás me había preocupado del asunto. No, porque, igual que todos mis congéneres machos, yo sobrellevaba el tamaño de los míos tan ricamente, sin complejos ni obsesiones. 

Bueno, si acaso y por motivos obvios a su arrogante y solitario compañero de trío si le presté mucha más atención a lo largo de mi vida, aún se la presto. Supongo que cuando sepáis a quiénes me refiero me comprenderéis..

Los testículos, sí, que de ellos hablo, son la parte del cuerpo reproductor masculino que más veces han servido de mofa en mil chistes y peyorativas ofensas. Y es que, dentro del paquete sexual varonil son los patitos feos de la familia. No me atrevo a mencionar ningún desdén para con ellos porque todos sabemos de muchos. Simplemente con espetarle a uno “güevón” ya está todo dicho. Los hay infinitamente peores, y lo sabéis..

El motivo de aludir a semejante y delicada parte viril no es otro que haber leído en un sesudo artículo, que un padre con los testículos pequeños es un padre más comprensivo y “apañao” con sus hijos. Es decir, es mejor padre que otro que tenga los huevos gordos. Conste que esto, aunque pareciera no tener nada que ver, según la ciencia si tiene su porqué...

Resulta que siendo los testículos, como son, el criadero de las llamadas hormonas masculinas (las más machotas de todas) pues a menor contenedor menos testosterona y más feminidad por tanto del padre. Lo que se traduce en más atención a sus hijos. Ya veis, una cosa lleva a la otra.

Los testículos o gónadas de un adulto normal miden de media unos 6 cmts. de longitud por 3 cmts. de anchura. Todo lo que sea menor que eso, en teoría, produciría menos testosterona y su dueño sería un padre más menesteroso con sus hijos. 

Es decir, que si el propietario del paquete escrotal lo tiene de mayor tamaño, sería este un garañón de mucho cuidado, dado a la incontinencia sexual y con tendencia a la infidelidad. 

Por cierto, no hay correlación entre el tamaño de los testículos y el pene. Nada tienen que ver, cada uno va por libre. Solo que el pene es el galán que atrae, el vistoso, el que da placer, el gallardo objeto del deseo de las damas. 

Los pobres testículos, por el contrario, tan rugosos y tan feos, nadie le presta la más mínima atención, ni siquiera sus dueños. ¡Qué pena!..

En fin, espero que ningún padre que haya leído esto vaya corriendo al espejo a medirse el tamaño de sus cataplines para saber si ha sido indulgente con sus hijos. Entre otras razones porque, a ciertas edades cuelgan más de lo debido y confunden; que me lo digan a mi..😒😒😒

Joaquín



                                                                     



domingo, 26 de abril de 2020

Por la puerta de atrás..





Amiga...
En el oficio de amar mil circunstancias acontecen.
Hay amores fatuos que portan su caducidad 
por calles efímeras..
Los hay impetuosos, capaces de abrasar sus ansias
en un corto intervalo de besos.
Y amores infinitos que perduran su inmortalidad
por los anales de la desmemoria..

--Joaquin--

Perdonadme la manera brusca de entrar en faena, pero.. ¿Sabéis qué cantidad de heces suelta un español medio al cabo de su vida? Pues abonaría él solito una hectárea de terreno a cultivar; nada menos que siete toneladas de excrementos. Me da no sé qué deciros que de buena calidad. Ésa cantidad equivale a unos 80 kilos al año, o lo que es lo mismo siete al mes. Bueno, y no quiero seguir disminuyendo porque me saldría lo del día, y tampoco es plan...
Esta pequeña y guarrilla introducción al articulo (que es sólo por llamar la atención) lo extraje de un curioso libro que tenía pendiente de ojear y que con el confinamiento casero pasado le metí mano. Reconozco haber leído más que nunca, pero es que no tenía otra cosa que hacer. Lo bueno que tienen los pisos (como el mío) es que está todo hecho y como son tan pequeños apenas hay nada que limpiar ni que reparar, afortunadamente. Además, ¡maldita ganas tengo yo de hacer nada de eso!..
Pero abundando con lo del tránsito intestinal, unos 12 metros, nada menos, mide el tracto intestinal, es decir, las tripas. No me extraña entonces que la digestión media de un hombre adulto desde que entra por la boca el alimento hasta que sale por el ano, tarde aproximadamente 55 horas. Curiosamente las mujeres tardáis más en hacer el ciclo completo, 62 horas, o sea, casi un día más. Ignoro si esto tiene que ver con que el estreñimiento se cebe más con las damas.
La comida que ingerimos pasa en el estomago entre cuatro y seis horas; luego siete horas más en el intestino delgado (aquí lo nutritivo se envía al resto del cuerpo; digamos que aquí se engorda) para pasar directamente al intestino grueso y después al colon, donde pueden estar almacenada (ya convertida en heces) hasta tres días. En el colon millones de bacterias se encargan de lo que el resto de los intestinos no pueden manejar, la fibra. Y esta es la razón por la que nos dicen que debemos ingerir fibra, para mantener contentos a nuestros microbios intestinales.. Si lo hacemos reduciremos la posibilidad de padecer el cáncer colonorectal, diabetes y hasta infartos..
Por cierto, también las flatulencias tienen el origen en el intestino grueso, aunque lógicamente sean expulsadas por el culo, con perdón. La flatulencias o pedos, están formados por dióxido de carbono (50%) nitrógeno, e hidrógeno (40%). Las proporciones exactas varían de unas personas a otras. Parece ser que una tercera parte de las personas producimos metano igual que las vacas ¡Y luego decimos!. Que sepáis que éste es el gas que produce el efecto invernadero. Bueno, y tenia que decirlo, el olor maloliente de los pedos se debe al sulfuro de hidrógeno, que también expelemos junto a los otros. Dependiendo de la cantidad de él que lleve el pedo, así el olor será más o menos insoportable. Aunque habitualmente todos suelen ser nauseabundo; sobre todo los que se tiran los demás, claro..
Sé que aireando, (perdonen la gracieta) estos entresijos fisiológicos mi consideración y estima no van a subir un ápice precisamente, pero son cosas naturales nuestras y por mucho que las obviemos no van a dejar de existir; lo siento. Además es muy pronto y supongo que aún tardaran en comer...
¡Ah!, y por acabar de tirar por tierra mi ya de por si paupérrima reputación, los gases de las flatulencias pueden formar una combinación sumamente explosiva, como ocurrió en la ciudad francesa de Nancy en 1978, cuando un equipo de cirujanos introdujeron un cable calentado eléctricamente por el recto a un tipo de 69 años para cauterizar un pólipo. Al hacerlo provocaron una explosión que destrozó literalmente al pobre hombre. 
Esto fue un ejemplo de los muchos casos habidos durante las cirugías anales. Ahora ésa operación se realiza mediante laparoscopia o endoscopia, un procedimiento que implica insuflar dióxido de carbono; lo cual no solo reduce la incomodidad y las cicatrices, sino que también elimina el riesgo de explosión.. En fin, mañana buscaré un tema menos escatológico. Perdónenme..
Joaquín Yerga

sábado, 25 de abril de 2020

Mi vida en la terraza




Amiga...
Si alguna vez decides,
(quizás porque no te han ido bien las cosas)
decirme unas palabras;
quiero que sepas que sigo dispuesto.
Si consideras que lo vivido hasta ahora
no fue lo que pensabas 
y estás desengañada, aturdida;
debo decirte que estoy en condiciones
de hacerme cargo del timón
de tu nave encallada.
Navegaremos por mares azules y diáfanos
plagados de amores y entregas.
Subidos a la proa de nuestros destinos
volverás a sentir serenidad en tu alma..
Juntos descubriremos un nuevo mundo.
Por él deambularemos sólo los dos.
Le llamaremos, Reencuentro..
--Joaquín--

La definición más común de lo que es la felicidad aparecen en casi todos los diccionarios. Sería: “la emoción que se produce en un ser humano cuando cree haber alcanzado una meta”. Otras veces se dice que es una medida de bienestar percibida por un individuo y que influye en sus actitudes y comportamientos.
En cualquier caso no deberían ser estos los mejores momentos para alcanzar la felicidad abrumados como estamos por los efectos del virus. Al menos la felicidad colectiva, aunque esto no quita para que personalmente muchos sigan siendo felices, a pesar de todo.
Eso pensaba yo, sin embargo, si uno se da una vueltecita por la ciudad (por las tardes cuando el sol declina y baja el tío a ras del horizonte) quién diría que vivimos en un estado de alarma, o de sitio, que apenas sé distinguir una cosa de otra. Os aseguro que yo que lo hago me pareciera más bien una especie de verbenas al aire libre pero en las terrazas, que un obligado y apesadumbrado recogimiento casero.
Sé que la gente tiene que divertirse, faltaría más, y que tantos días encerrados da para mucho, sobre todo los más jóvenes de la casa. Y debe ser, también, que a los españoles no hay quien nos encierren por mucho tiempo y especialmente que nos silencien. Supongo que han vuelto a aflorar aquellos genes dormidos de nuestros antepasados. Sí, de cuando la gente hacían sus vidas y sus ocios en las puertas de las casas sentadas al fresco de la noche (en los pueblos), o en las corralas madrileñas de antaño.
Al anochecer aprovecho (bordeando un poco la ley) y busco, no precisamente el más cercano cubo de basura donde depositar mi bolsa de desperdicios del día, y os aseguro que es una gozada ir viendo y oyendo las acaloradas discusiones entre vecinos, las músicas de toda índole y a todo volumen de los más jóvenes, las tertulias vociferantes y a distancia entre comadres, y todo desde las modestas terrazas de los suburbios.
Lo sé, no queda otra, algo hay que hacer. Yo soy de costumbre muy particular y me paso gran parte del día leyendo o escribiendo, pero entiendo a los que hacen la vida en la calle. Os aseguro que muchas veces lo había pensado, ¿qué será estos días de esos y esas que están todo el día de cháchara en las tiendas, en las aceras, en las plazas, en los bares? Y ahora, deambulando por el medio de la calle mientras encuentro el cubo de basura adecuado lo veo, ¡han sustituido todo eso por las terrazas!. Es curioso, hemos vaciado las calles y llenado terrazas y balcones..
Y es ya un ritual, las tres primeras cuartas partes del anodino día debe ser que hay tareas particulares que nos absorbe el tiempo más o menos entretenidos, pero amigo, llega el final de la tarde y ya se acumula el cansancio, la tensión y el aburrimiento y la gente necesita bullicio y exteriorizar sus cuitas, y empiezan las verbenas.. No sé hasta qué intempestivas horas duran las veladas y corrillos terraceros porque yo me meto dentro y ya no los oigo. Supongo que no muy tarde, puesto que el tiempo climatológico no ha acompañado, pero si esto dura y llegara el calor, entonces me temo noches toledanas..
No quepa duda que vivimos días históricos, y no precisamente para vanagloriarse de ellos. Quizás todo esto nos valga como un paréntesis en nuestras agitadas vidas; vidas que rulaban sin parar desde que nacimos y que ahora por primera vez echamos el freno, al menos por un par de meses.. A ver qué sacamos de esto; me refiero emocional, sentimental y socialmente, porque del resto de las cosas ya sabemos del batacazo..
Joaquín

viernes, 24 de abril de 2020

Cuarenta grados de fiebre..




Amiga...
¡Ay, el tiempo!, Tan relativo, tan cambiante..
Despiadado tiempo que fugaz transita cuando te miro.
Efímero tiempo que vuela mientras te pienso.
Insoportable tiempo el que espero ansiando unos besos,
un.., te quiero, unas palabras tuyas de amor
que nunca llegan, por cierto..
--Joaquín--


Mirad que curioso, acabo de leer (ahora que todos estamos muy puestos con esto del coronavirus) que si nuestra temperatura corporal media en vez de ser de 36,5º grados centígrados, fuera de 37,5º, (un grado más) la capacidad de reproducción de los virus sería infinitamente menor; así como 200 veces. Es decir, que éste cabrón de virus que nos asola no tendría nada que hacer con nosotros..
Es vital el calor que acumulamos en el cuerpo para sobrevivir. La prueba está en que en cuanto dejamos de respirar y nos enfriamos (morimos) somos como un pastel  de dulce para infinidad de bichitos y bacterias de todo tipo. 
¡Pero saben qué!.. Parece ser que la fiebre aún no está del todo claro para nos sirve. Los expertos no se ponen de acuerdo. Lo lógico y recurrente es que pensemos que el aumento de la temperatura sea un aviso de que algo va mal en nuestro cuerpo y éste despliegue ese calor para combatir a los patógenos intrusos. Sin embargo, algunos creen que ésa subida de temperatura simplemente es un subproducto del esfuerzo que realiza el organismo para atacar la infección.. En fin..
Claro, que sabiendo que con más calor en el cuerpo estamos a salvo de virus y demás diminutas alimañas, podríamos preguntarnos por qué la naturaleza, que es tan sabia, no nos ha dotado de esa cualidad. Pero tiene fácil explicación (yo me acabo de enterar.): Si eleváramos la temperatura corporal tan solo dos grados, las necesidades de energía aumentarían un 20%. Se entiende entonces el porqué de esos 36,5º. Ésta temperatura que tenemos representa una razonable solución de compromiso entre utilidad y coste, como ocurre en todas las cosas..
A propósito del calor, éste se pierde siempre en la superficie, por lo que cuanto más superficie se tenga en relación con el volumen, más hay que esforzarse en mantenerse caliente. Eso significa que las criaturas pequeñas tienen que esforzarse más para mantenerse caliente. El corazón de un elefante late sólo 30 pulsaciones por minuto, el del ser humano 60. Pero, pásmense, el corazón de un ratón 600 veces por minuto lo hace; ahí es nada..
La contrapartida de ese frenético palpitar de los ratones supone que debe ingerir el 50% diario de su cuerpo para sobrevivir; los seres humanos sólo el 2% (un par de bocadillos) para satisfacer nuestras necesidades. ¡Y qué les parece!: Unos 1.600 millones de veces late nuestro corazón durante nuestra vida. Como para que alguna vez no falle..
Y digo yo, sabiendo que lo que nos hace estar todo el día comiendo es tener la sangre caliente para así poder estar activo a cualquier hora y en cualquier condición, nos podía haber dotado la naturaleza y la evolución de sangre fría como los reptiles. Y es que por término medio un mamífero de sangre caliente (como nosotros) consume diariamente unas 30 veces más que los de sangre fría, como los reptiles... Para que vean, comemos nosotros en un día tanto como un cocodrilo en un mes. Sí, créanselo..
Y parece mentira, pero siempre nos mantenemos exactamente en la misma temperatura, entre 36,5º y 38º. Dos grados más o dos grados menos nos supondría una catástrofe irreparable. Para evitarlo, el hipotálamo envía una señal al cuerpo para que sude si hay que enfriarse, o tiritar si debemos calentarnos, desviando así la sangre a los puntos más vulnerables..
En fin, ya sabemos algo más de nuestros cuerpo y el calor. Conste que yo me acabo de enterar..
Joaquín

jueves, 23 de abril de 2020

Sin lágrimas y en silencio..


                                                           


Amiga...
Ay, si tú supieras de mi realidad..
Si entendieras que tu indiferencia
abruma mi esperanza,
comprenderías mis sueños..
En ellos fantaseo contigo. 

Y me amas.. ¿Te imaginas?..
Yo soy el guionista y director;
tú la actriz protagonista.
Y nada puedes hacer, 

no me puedes herir.
Incluso he decidido un final feliz..
--Joaquín--

--Oye, sabes que según el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) cuando nace un español tiene la posibilidad de vivir 59,2 años con buena salud; eso si es hombre. Si es mujer 56,4. Perdón por las damas, pero es así..
Vale. ¿Y qué significa eso?
Significa que alrededor de los sesenta años empiezan los problemas de salud.
--Muchas gracias, pero para ese viaje no hacían falta alforjas. Ya lo sabíamos..
--De acuerdo. Llevas razón, pero hay más cosas y de eso quiero hablarte. Fíjate, 2.200 personas de 60 a 69 años (505 mujeres y 1.779 hombres) han muerto ya por el Covid-19, y en ese peligroso tramo de edad me encuentro yo. Es decir, tíos que nacimos a finales de los cincuenta, que emigramos y que nos tocó traspasar la frontera entre aquella España gris al país moderno que hemos disfrutado hasta febrero.. ¡Madre mía, ahora que lo pienso, el 11,4 de los muertos por coronavirus tenían mi edad!.. Y muchos de ellos aún estaban en activo..
No me digas que tienes miedo..
Hombre, depende. Ten en cuenta todos los que han muerto en poco más de dos meses. A unos cuantos conocí y los traté y eso es lo que más duele. Aunque sé que es a partir de esa edad cuando los riesgos aumentan vertiginosamente.. Supongo que la mayoría de estas muertes se deben a la improvisación, al manejo brusco de la epidemia y a la ausencia de protocolos. Y conste que nos están todos apuntados, hay muchos más..
--Bueno, pero si comparamos con el número total de españoles muertos en un año, los de ese tramo de edad sólo suponen el 0,3%.
--Si, es cierto y eso reconforta. Pero da una idea de porqué hay que hacer bien las cosas. Y ahora viene lo peor; te cuento: En el rango de 70 a 79 años llevamos enterrados ya a 6.203 compatriotas (1.665 mujeres y 4.538 hombres). Esto supone el 31% de las muertes por este maldito virus en España. Ésta gente fueron los que más se esforzaron en levantar el depauperado país que le dejaron sus padres después de la Guerra Civil..
--Si, la cosa se va complicando..
--Y tanto. Mira, entre los que tenían 80 y 89 años, 8.070 de nuestros mayores han dejado ya de existir por culpa de esto (3.072 mujeres y 4.988 hombres) Nada menos que el 40% de todos. Es decir, ésa generación de desgraciados que nacieron al terminar la guerra o durante ella. Estos pobres que pasaron todo el hambre del mundo al nacer y tuvieron que malvivir una infancia y juventud llena de privaciones, se han despedido de él por la puerta de atrás, como apestados, ignorados. Sólo son cifras..
--Es una pena; me estás dando unos números que dan escalofríos..
--Si, lo siento, pero es lo que hay. Y para que veas también; entre los más mayores de todos menuda escabechina. Los españoles de más de 90 años; (que ya no serán tantos los que hay vivos) pues de estos ya hemos sepultado en silencio y soledad a 2.455 desdichados (1.483 mujeres y 972 hombres) un 12% del total. Cómo ves, aquí ya hay más mujeres que hombres. Si hubiera habido mas nonagenarios que nonagenarias todavía hubieran muerto muchos más. Ya sabes que los hombres llevamos las de perder con el virus.
¿Me quieres decir que el 83% de los muertos de coronavirus en España son personas de más de 70 años?..
--Si. Y si le sumas la gente de mi edad, o sea los de más de 60 años, resulta que hacen el 95% de todos los fallecidos. Quiere esto decir que sólo el 5% de todos los que se han ido tenía menos de 60 años. Algunos políticos se alegrarán de estos datos; se quejaban de que a ellos no les votaban los viejos..
--¿Entonces el Covid-19 es un mata-viejos?.
--Bueno, si lo quieres decir así de crudo, dilo. Todos eran personas que se merecían la máxima atención del mundo. Ellos con su esfuerzo hicieron de España un país desarrollado para que nosotros viviéramos mejor, y ahora se lo pagamos ninguneando sus muertes.. Cuando pase todo esto tendremos que hacerle un gran homenaje de desagravio a todos ellos..
--Pero todavía no ha pasado este desgracia. A ver cómo acaba todo, y cuántos más se lleva por delante. Cuídate..
--Gracias. Ya iremos viendo, y te iré contando..
Por cierto, estos diálogos y datos los saqué ayer de un importante periódico digital italiano y con personajes italianos, pero perfectamente se pueden extrapolar al panorama actual español..
Joaquin

miércoles, 22 de abril de 2020

Aquí el que no corre, vuela..




Amiga..
Tú, que sabes del amor y con los dos hablas,
no le digas nada de mi sufrimiento.
Sé que te incomoda mi dolor
y le suplicarás que vuelva
a mi lado; que muero por ella.
Comprendo tus ansias de ayudar;
has visto la ruina de un hombre herido.
Pero no puedo rogarle más.
Sanaré mis heridas en silencio, 
mientras espero el milagro del olvido


--Joaquín--


Correr no es sólo la otra forma de locomoción más rápida de andar. No, porque correr implica mecánicamente otras circunstancias. Corriendo ejercitamos de manera distinta: mente, músculos, tendones y huesos. Pero como no podemos hacerlo mientras dure el confinamiento casero, tendremos que andar; aunque sea por esta pista de atletismo improvisada y cutre que es el pasillo central de nuestras kelis.
Sólo con andar unos once minutillos al día los 365 días del año, (aunque sea por ése raquítico pasillo) nos supone unos dos años más de vida. Si lo hacemos una hora, la diferencia con otro tío que apenas se mueva es ya casi de cinco años más. Merece la pena, ¿no? Además con una horita de nada andando gastamos unas 180 calorías, ¡menos da una piedra!. Bueno, que sepáis que solo con estar de pie ése tiempo ya dilapidamos 107. En fin, cualquier cosa menos estar apoltronados en el sofá..
En general todos sabemos que hacer ejercicio es bueno para corazón y mente, pero, ¿saben desde cuándo conocemos esto? Pues de mitad del siglo pasado. Se le ocurrió a un tipo listo, médico e inglés para más señas. Se maleaba éste buen hombre de que moverse sería bueno para todo el sistema cardiovascular, e hizo una prueba contundente. Con cierta ayuda del gobierno, tomó datos de todos los conductores y cobradores de aquellos típicos autobuses de dos pisos de Londres; eran aproximadamente unos 35.000, y se puso a cavilar..
Durante dos años fue investigando y anotando edad y estado de salud de esos funcionarios, y llegó a una curiosa conclusión. Resultaba que los conductores morían de infartos el doble que los cobradores, ¿y saben porqué?. Los conductores apenas se movían, estaban muchas horas sentados. Sin embargo los cobradores se tiraban todo el día subiendo y bajando las escalerillas de las dos plantas del autobús, además de desplazarse lateralmente pidiendo y marcando los tickets. ¡Eureka!, exclamaría. Y es que caminar regularmente reduce el riesgo de ataque cardíaco y apoplejía un 40%, nada menos..
Perdónenme que les diga, y que aproveche el tema, pero estamos diseñados para andar y correr. De todas las especies de primates (primos lejanos nuestros) y hay 250 especies, sólo nosotros andamos erguidos y nos desplazamos exclusivamente con dos piernas. Dicen los antropólogos que bajar de los arboles en África, echar a andar y hablar, lo hicimos casi de la mano. Claro, que con el tiempo todo se fue perfeccionando, hasta hacernos perfectos andarines.
La ambulación humana (andar) requiere más habilidad de la que imaginamos. Al tener que mantener el equilibrio en solo dos soportes (piernas) desafiamos constantemente a la gravedad. Cuando andamos, y aunque no nos damos cuenta, mantenemos un pie u otro levantado del suelo el 90% del tiempo. Pero tenemos el cuerpo perfecto para ello porque: el cuello se nos hizo largo y recto y se unió al cráneo en una posición más o memos central en lugar de desplazarse hacia atrás como los simios; tenemos unas espaldas flexibles, unas rodillas descomunales y los fémures angulados, lo que nos hace un andar airoso y uniforme. Sería imposible enseñar a un mono andar así, porque su diseño oseo hace que se bambolee.
Para impulsar nuestra marcha hacia adelante contamos con un musculo gigantesco en las nalgas, el glúteo mayor, y el tendón de aquiles. Tenemos los pies de forma arqueada (lo que nos dota de mayor elasticidad). Para evitar sobrecalentamiento cuando hacemos esfuerzo, nos volvimos lampiños y desarrollamos abundantes glándulas sudoríparas. Nuestra cara es plana y carente de hocico y tenemos la frente alta para dar cabida a nuestro impresionante cerebro. Pero hay más; en la parte posterior de la cabeza (en la nuca) se aloja un modesto ligamento cuya única función es mantener la cabeza firme cuando corremos; por supuesto todo esto no lo tiene ningún simio..
Correr es una de las cosas que mejor hacemos. Podemos alcanzar los 30 kilómetros por hora, y aunque un guepardo lo hace más rápido, sin embargo dudo que éste pueda correr más de 15 kilómetros seguidos, caería rendido. Nosotros transpiramos para mantenernos frescos, los cuadrúpedos pierden el calor jadeando. En fin, somos puro diseño atlético, el único problema de andar erguidos es el dolor de espaldas y la enorme dificultad que supuso a las mujeres dar a luz. Se le estrechó la pelvis y los dolores para parir se hicieron insufribles. Ningún animal en la tierra ha tenido más probabilidades de morir en el parto que un humano.. Y es que nadie es perfecto..
Joaquín

martes, 21 de abril de 2020

Una tarea macabra..





Ver en todas las cosas

de un espíritu incógnito las huellas;

contemplar

sin cesar

en las diáfanas noches misteriosas,

la santa desnudez de las estrellas..

¡Esperar!

¡Esperar!

¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura

y no soñada paz.. Sereno y fuerte,

correr esa aventura

sublime y portentosa de la muerte

--Amado Nervo--



Anatomía de Gray además de una exitosa serie de televisión es una enciclopedia de anatomía; la mejor y más completa que jamás se ha hecho del cuerpo humano. Su autor Henry Gray, fue un joven medico inglés que en 1853 empezó a escribirla a los 23 años. Tardó un montón en terminarla, pero mereció la pena; aún hoy es el manual de referencia de los anatomistas, incluidos los médicos forenses. Apuesto que D. Félix Capote tendría la suya en la estantería de su despacho..

Dicen los que han entrado en una sala de hacer autopsias que no es muy agradable de ver. Bueno, eso más o menos nos lo imaginábamos todos, pero es que además he leído, que no visto, que un cuerpo humano exánime encima de una mesa de disección no es nada, sólo carne de tono apagado, tendones y órganos sin vida desprovisto de color. ¡Cómo ven empiezo animado!..

En las Facultades de Medicina de las Universidades la mayoría de los cuerpos a diseccionar y estudiar se cortan en trozos para que los estudiantes puedan concentrarse en una determinadas zonas; pongamos por caso una pierna, un hombro o un cuello. Y no crean, nunca faltan gente que dona su cuerpo a la ciencia para que lo desguacen.

Pero este exceso de carne para estudio no siempre ha sido así de abundante y generoso. Hasta el Renacimiento estaba prohibido tajantemente diseccionar cadáveres. Leonardo Da Vinci lo hizo y puso en sus notas lo desagradable de la tarea. Vesalio, uno de los anatomistas más celebres, tuvo que robar cuerpos de asesinos ejecutados. O el mismo William Harvey, considerado uno de los padres de esta disciplina, estaba tan desesperado por encontrar sujetos que diseccionó a su propio padre y hermana.

Yo reconozco que la única relación que he tenido con este tema, y creo que ya lo conté una vez, fue la contemplación de un cuerpo inerte encima de la mesa de disección en el cuarto de autopsias del cementerio, aunque no sé si la habitación estaba especialmente para ese menester.

Fue a raíz de un macabro accidente con cuatro muertos ocurrido a la altura del Toro de Osborne. Al cementerio se llevaron de manera provisional los fallecidos, y yo en mi curiosidad de niño y gateándome a través de la ventana vi algo, no mucho, pero, ¡ojalá no lo hubiera hecho!..

Supongo que hoy en día a cualquier persona fallecida sin motivo definido le hacen la autopsia para saberlo, pero entiendo que antaño, y sobre todo en los pueblos, no era corriente hacerlas, así que imagino que muchos se irían al otro barrio sin saber nadie la causa de su muerte..

Desde luego qué poder sobre la vida y la muerte tenían los médicos de entonces. Ya me hubiera gustado leer el libro de memorias de D. Félix Capote. Lo digo porque era el forense de Fuente de Cantos en mis tiempos juveniles. Apuesto que hubiera sido todo un best seller local..

Por cierto, si tenéis ocasión y estómago ved la película “El ladrón de cadáveres” de 1945, con el gran Boris Kaloff de protagonista; está relacionada con este tema; os gustará. 

Joaquín

lunes, 20 de abril de 2020

El tipo por el que jamás me cambiaría





Eso es todo. He vivido.

La vida que me queda puede tener dos caras,

igual que una moneda: una que es de oro puro,

la cara del pasado, y otra la del presente,

que es de plomo dorado.

--José A. Buesa--



Qué suerte tenemos los que padecemos males corrientes. Sí, de una suerte inmensa gozamos los que sólo sufrimos jaquecas, artrosis, gastritis, úlceras de duodeno, reumas, incluso hipertensión, ¡Buah, pecata minuta!. Lo digo porque seguramente estaremos libres de padecer el Síndrome de Riddoch.

¿Qué qué es el Síndrome de Riddoch? Pues es la reostia, con perdón. Los desgraciados que lo padecen no pueden ver los objetos a no ser que estén en movimiento. Es decir, por ejemplo, puede ver la coleta de su hija moviéndose, pero no ve a su hija; incluso ver el humo de su cafetera, pero no la cafetera.

Sí, los tullidos, los que apenas sufrimos enfermedades corrientes seguimos con suerte, porque tampoco tendremos el Síndrome de Capgrás. En realidad hay pocos, pero con mucha mala suerte, porque es una dolencia psíquica en la que sus victimas están convencidas de que personas a las que conocen bien son en realidad impostoras. 

Apuesto que también estamos libres del Síndrome de Kluver-Bucy, una enfermedad rarísima. El enfermo de esta dolencia desarrolla un deseo irrefrenable de comer y fornicar para desesperación de sus seres queridos Es culpa de un defecto en la amígdala cerebral. En su ansia y desesperación se llegan a comer incluso objetos no alimenticios, cucharillas, mondadientes etc. etc.

Pronto es el día de las enfermedades raras (hay más de seis mil) y, perdóneseme la reiteración, pero sus rarezas son extraordinarias y de todo tipo.

Me estaba acordando de otra, del Síndrome Antón-Babinski, terrible enfermedad. Los afectados por este mal se quedan ciegos, pero se niegan a creerlo. Es una ceguera cortical, los pobres simulan que pueden ver e intentan comportarse con normalidad a pesar de la evidencia de su enfermedad..

No os quiero cansar ni asustar, pero quizás sea más inquietante el llamado Delirio de Cotard, a fe mía que no me gustaría padecerlo. Los aquejados con este trastorno mental creen estar muertos y sufriendo, por tanto, la putrefacción de sus órganos; o de no existir, y no hay manera de convencerlos de lo contrario..

En fin, sería bueno pensar cuando desesperamos por asuntos que nos puedan parecer insoportables, la cantidad de gente que malviven en éste ingrato mundo cargando con enfermedades olvidadas e insoportables. 

Los que estamos más o menos bien y apechugamos con dolencias admisibles, bien estudiadas, y disponemos de abundantes medicinas con la que mitigar nuestro sufrimiento, no somos conscientes de la suerte que tenemos, a pesar de los pesares..

Joaquín