miércoles, 10 de abril de 2024

No hay más que fijarse en su cara para ver su alma

                                                                                     


        


El hombre maduro difiere del joven en que toma 

el mundo como es, sin ver por todas partes 

males que corregir, entuertos que enderezar, 

y sin pretender moldearlo a su ideal.

--Max Stiner--


¿Es la cara es el espejo del alma, como dijo Cicerón, ese magnifico orador romano?. No sé qué pensaréis vosotras. Yo creo que, en parte, sí.

Efectivamente, mirando la cara de un individuo podemos deducir sus emociones. Por ejemplo, si está triste, si cabreado, si feliz, si sorprendido... y hasta los médicos en otros tiempos hallaban enfermedades básicamente por el color de la cara del paciente.

Durante siglos se había considerado intuitivamente una correlación entre nuestra fisonomía facial y nuestro ser íntimo, incluso se escribió muchos libros sobre ello. Fijaos que reglas había que tener en cuenta:

--Los que tienen el rostro carnoso, incluido labios gordos, suelen ser gente perezosa. Por contra los que son de cara flaca son individuos diligentes y espabilaos.

--Los que tienen la cara pequeña son avaros, roñosos, mezquinos, como los gatos y los monos. Sin embargo los de cara grande son torpes como asnos y bueyes..

El mismo Aristóteles se empeñó mucho en decirnos que los tipos que tienen las facciones desproporcionadas son gente vil, pero si las tienen bien proporcionadas (guapetes) son justos y valerosos. ¡Joe, qué suertudos!, encima de guapos valientes

Hasta hace poco aún se fiaban del aspecto del rostro para sugerir que los feos eran más propensos al crimen, a la amoralidad y la indecencia. Y no os digo nada de la lujuria, hasta yo creo reconocer a un pervertido según sea su cara.

Bueno, en realidad todo lo dicho hasta ahora tendremos que ponerlo en cuarentena, han cambiado mucho los tiempos y hasta ha habido algún que otro asesino en serie guapo de cojones. 

Lo que si es cierto, es que en la cara de uno se refleja toda su vida, y el hasta el sufrimiento pasado. No hay más que estudiar la cantidad y disposición de las arrugas de su rostro.

Joaquín




martes, 9 de abril de 2024

Por qué soy cristiano

                                                                                              



No digáis que agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira;

podrá no haber poetas; pero siempre

habrá poesía.

--Bécquer--


Supongo que la fe tal vez sea la convicción más profunda que tenemos los seres humanos, a pesar de la falta de pruebas convincentes. Creemos en lo creemos por necesidades existenciales pero también por tradición y costumbre, ¡Ah!, ¿qué no me creéis? Mirad:

Si yo hubiese nacido en la India hoy profesaría la religión hinduista, adoraría al dios Visnú y posiblemente iría de vez en cuando a purificar mi cuerpo y mi alma al río Ganges. 

Y si hubiera nacido en Túnez, entonces me llamaría Mohamed, no comería carne de cerdo por considerarlo animal impuro y estaría deseoso de visitar una vez en la vida la Gran Mezquita de la Kaaba, en La Meca y rezar ante sus sagrados muros; es decir, sería musulmán.

Sin embargo he nacido en España, por lo tanto me corresponde ser cristiano y católico para más señas; lo que conlleva que me encante el jamón, pero no estoy obligado a presentarme en el Vaticano si no me apetece. Esto demuestra a las claras que la opción de mis creencias están sujetas sin lugar a dudas a mi lugar de nacimiento.

Pero todo esto ya no es como antes, ¿no?, o sí. ¿Vale todavía eso de que la fe mueve montañas? Digo yo que sí porque el corazón ya sabemos como es de endeble y cabezón y no le valen razones por más que intentemos convencerle, y por mucho que cambien los tiempos, claro...😇😇😇

Joaquín




sábado, 6 de abril de 2024

El tipo que murió por cagón

                                                                                        




Así, aunque ahora muriera,

no podría decirte que no he vivido;

que el sayo, al parecer nuevo por fuera,

reconozco que por dentro ha envejecido.

--Bécquer--



Dejadme que os haga una pregunta: ¿El fin justifica los medios? ¿Alguna vez? ¿En todos los casos?.. ¿Cuándo es aceptable sacrificar una vida para salvar varias?, por ejemplo..

Os puede parecer inverosímil la historia que os voy a contar, pero fue tal cual.

Sucedió en Zeebrugge, en Bélgica.

Un ferry se hundió cerca de esa ciudad en diciembre 1984, en el Mar del Norte. Docenas de pasajeros cayeron a las aguas heladas del océano. Un joven que trepaba por las escaleras de la cuerda para ponerse a salvo se quedó paralizado de miedo y no se podía mover.. Así estuvo al menos durante diez minutos, impidiendo que los demás pudieran salir del agua. 😮😮😮

Si sus compañeros de barco no hacían algo pronto se ahogarían inmediatamente o morirían congelados. Finalmente algunos pasajeros lo agarraron, tiraron de él y lo echaron al agua. Así pudieron salvar sus vidas.

El joven murió, por supuesto, de hipotermia. 😔😔😔

Para el resto de los pasajeros tomar ésa decisión tuvo que ser extremadamente difícil, pero inevitable. Ahora viene la pregunta: ¿Fue un asesinato? ¿Un acto de supervivencia?.. Qué os parece. Conste que fueron juzgados después por matar a un hombre.

Algunos miembros del jurado durante la vista, opinaron que no debieron haber asesinado al joven, porque eso fue poco menos que jugar a ser Dios.. La mayoría, sin embargo, creyó que sí, que los pasajeros actuaron en defensa propia, justificando los medios. La pena impuesta fue mínima.😇😇😇

Este es suceso ocurrió hace exactamente cuarenta años, y pudiéramos dar por bueno eso de que el fin justifica los medios, pero, por ejemplo: ¿En política también vale todo para seguir en el poder? ¿Hay límites éticos y morales?.. Pregunto..😳😳😳

Joaquín





jueves, 4 de abril de 2024

Una estrella fugaz pasó por Fuente de Cantos

                                                                                           


 


         Y pasarán los días favorables o adversos

y nacerán las rosas que nacen porque sí

Yo no sabré nunca si has leído estos versos

ni tu sabrás, tampoco, que los hice por ti

J. A. Buesa--


Dejamos de besarnos y miramos el cielo cuajado de estrellas aquella noche. Encendí dos cigarrillos y le puse uno en sus labios. Mientras exhalaba, satisfecha, su primera bocanada de humo, recuerdo que me dijo:

---Qué extraordinario está el cielo esta noche, querido; pareciera que todo esté diseñado para nosotros, como un regalo que Dios dispuso para endulzar nuestros toscos sentimientos terrenales. 

Me gustó mucho que me dijera "querido". Lo entendí como una señal de que, por fin, se estaba enamorando de mi. Eso me hizo inmensamente feliz. 

Podía haber aprovechado el momento y hablarle de sentimientos mutuos, de mi amor por ella, pero cometí la estupidez de hacerme el sabihondo:

---En una noche como la de hoy sin que la luna ilumine el cielo, podemos contemplar hasta 5.000 estrellas a simple vista---le dije con toda la frialdad del mundo

Quedó sorprendida. Quiso saber más. Al final resultó que acerté en seguir con el tema. Incluso me preguntó la diferencia entre galaxias y constelaciones. Y, claro, emocionado le expliqué:

--Las estrellas se agrupan en galaxias debido a la gravedad que ejercen unas sobre otras, pero entre los doscientas mil millones que debe haber en el universo, apenas dos, Andrómeda Magallanes se dejan ver sin telescopio.

--¿Y qué es una constelación?---me interrumpió

La cosa se ponía tentadora. Reconozco que los temas relacionados con el Universo me apasionan. Dejé, pues, lo del amor para luego. 

Sí, sentado en la perrunilla de la Plaza y más feliz que unas castañuelas, le di una chupada al cigarro y le pasé la mano por su hombro. De paso rocé sus pechos, y continué hablando:

---Los pueblos antiguos veían en sus cielos ciertas estrellas agrupadas formando figuras insólitas, y les pusieron nombres a su antojo; son las constelaciones. Algunos nombres de esas constelaciones ya las conoces de sobra; hay ochenta y ocho: Casiopea, Hydra, Centaurus, etc. etc. pero sobre todo: Capricornio, Cáncer, Libra, Acuarius, Aries... ¿Te suena?.. 

---Me suena Joaquín, me suena---sonrió mientras se daba la vuelta y aplastaba sus pechos contra mi. Y luego me sorprendió---¿Y tú sabías que en Fuente de Cantos, por sus cielos limpios de polución, es uno de los mejores sitios para ver las estrellas?.

---Jajaja, lo sabía, cariño---le susurré, acercando mis labios a su boca---no hay más que salir a las afueras del pueblo en una noche como esta y quedar pasmaos con la belleza de nuestro cielo---concluí

Apuramos los cigarrillos. La noche refrescaba. Una leve brisa empezó a soplar; era muy tarde y nadie pasaba ya por la Plaza. Nos levantamos y nos metimos en el coche, aparcado frente a la farmacia. Una vez dentro volvimos a besarnos. Luego, con el cuento de ver mejor las estrellas, me la llevé hasta la carretera de Bienvenida y en un apartado hicimos el amor. 

Previo al instante de mayor éxtasis, pensé una cursilada: "que la estrella más hermosa de todas la tenía yo en ese momento entre mis brazos". 

Por cierto, incompresiblemente y a pesar de todo, esa fue mi última noche con ella.

Joaquín

martes, 2 de abril de 2024

Me llevé una sorpresa en el cementerio

                                                                                   


          

 

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-el tormento infinito que te debo ocultar-,
te diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!

--J. A. Buesa--


Deberían poner (por ley) una foto reciente (de antes de morir) en la lápida del difunto para que todos la veamos. No es morbo, es justicia ciudadana. ¿Qué por qué digo esto?. Veréis:

El otro día me di una vuelta por el cementerio del pueblo donde vivo (ciudad dormitorio de una gran ciudad), apenas dos veces lo he visitado en los cuarenta años que llevo aquí residiendo, y quedé impresionado.

Sí, quedé impresionado porque aquí, en este pueblo enorme (cien mil habitantes, la mitad de ellos extremeños) tienen la bendita costumbre de poner en los nichos esa foto que propongo; no todos, pero sí la mayoría, y eso ayuda a reconocer a muchos de los que yacen tras el frío mármol de la lápida. En mi paseo del otro día reconocí (gracias a las fotos) a no menos de ocho tipos que un día traté y que ni me enteré que habían muerto.

¿Os imagináis ir por los pasillos del cementerio mirando y, según se va avanzando, exclamar de vez en cuándo?, ¡Coño, pero si ese es fulanito que vivía arriba en la plaza!, ¡Hostias, pero ese otro es el de la panadería, y murió hace ya dos años!.. Y así uno y otra, y otro y... gente que he conocido del barrio de toda la vida y que han desaparecido para siempre sin yo saberlo.

En los pueblos muy grandes, igual que en las ciudades, uno no se entera cuando mueren conocidos y vecinos, salvo excepciones. No pasa eso en los pueblos pequeños como el mío, Fuente de Cantos, que todo el mundo nos conocemos y tratamos y, por unos o por otros, todos sabemos quien fallece, por desgracia, y digo desgracia porque a veces mejor no saberlo.

En fin.

Joaquín




La abuela que murió triste y sola

                                                                                     



A veces, lo más bello de la vida

no es lo más bello: es lo que más se ama.

Si después sopla el frío en esa llama,

lo más bello es aquello que se olvida...

--José Ángel Buesa--


Me llamo Antonia, tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, y una habitación de 12 metros cuadrados.

Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero sí quien me arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la tensión y me pesa.

Ya no tengo las risas de mis nietos; nos los veo crecer, abrazarse y pelearse. Uno viene a verme cada 15 días; algunos, cada tres o cuatro meses; otros, nunca...

Ya no hago croquetas, ni huevos rellenos, ni rulos de carne picada, ni punto, ni crochet. Aún tengo, eso sí, pasatiempo para hacer sudoku que entretienen algo.

No sé cuánto me quedará de vida, y debo acostumbrarme a está soledad; voy a terapia ocupacional y ayudo en lo que puedo a quienes están peor que yo, aunque no quiero intimar demasiado. Desaparecen con frecuencia.

Dicen que la vida se alarga cada vez más. ¿Para qué?...

Cuando estoy sola, puedo mirar las fotos de mi familia y algunos recuerdos de casa que me he traído. Y eso es todo.

A menudo me acuerdo de mi abuela, murió con la edad que tengo yo ahora, pero murió feliz y rodeada de sus hijos y nietos. Aún a su edad era muy considerada en la familia y sus opiniones tenidas en cuenta. Yo moriré sola.

Espero que las próximas generaciones vean que la familia se forma para tener un mañana (con los hijos) y devolver a nuestros padres el tiempo que nos regalaron al criarnos.

"Cuidar de quien ya cuidó de nosotros, es la mayor de las honras." 

P. D. 

Antonia ya no está entre nosotros, se nos fue no hace mucho, sola como ella temía. 

Por cierto, igual que Antonia están millones de ancianas y ancianos en residencias, muy mayores, eso sí, bien tratadas, eso sí, pero morirán tristes y en soledad.

Joaquín