viernes, 26 de junio de 2020

Algunas cosas por las que vivir..




Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas;
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno;
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Halle sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
--Amado Nervo--

Como bien sabéis, el cine empezó su andadura a final del siglo XIX. La primera película que se rodó en la historia fue la salida de obreros de una fábrica en París; lo hicieron los hermanos Lumiere en 1895. No se tardó mucho en rodarse montones de películas de cine mudo. Sobre todo cuando eligieron Hollywood, en California, el sitio ideal entonces para estos menesteres..
Y cuando ya todo el mundo estaba enganchado al cine mudo y a las pelis de Charlot, Buster Keaton o Harold Lloyd y la gente se meaba de risa con ellos, llegó el cine sonoro; con temor, porque el público no las tenia todas consigo. El primer filme sonoro fue el Cantor de Jazz, se estrenó en 1927. Por cierto, algunos actores y actrices famosos hasta entonces tuvieron que dejar el cine porque sus voces, algunas aflautadas, no se correspondían con sus gallardas figuras, y defraudaron a los espectadores; ese fue el caso de John Gilbert, el galán por excelencia, “el amante” le llamaban.
En la década de los treinta empezó la época dorada de Hollywood; aquí ya contamos con algunas de las mejores películas de todos los tiempos. Para mi gusto y de las que he visto, me quedo con...
--Los violentos años veinte, y el estupendo papel de ése admirable actor tan bajito que fue James Cagney.
--El Gran dictador, del genial Charles Chaplin; borda la figura de Hitler años antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial..
La diligencia, de John Ford, que fue la primera gran película del oeste, y el primer gran papel de John Wayne..
--Lo que el viento se llevó. Nada que decirles de esta cinta, pues todos la hemos visto. Se estrenó en 1939, ¡ya ven!, justo cuando aquí en España acabábamos de darnos mamporros por la guerra civil..
En la década de los cuarenta el cine se afianza y se convierte en objeto de masas. Para mi gusto es ahora cuando se ruedan las mejores películas de la historia. Yo escogería las siguientes...
--El crepúsculo de los dioses, y la magnifica actuación de la otrora estrella de cine mudo Gloria Swanson y un principiante William Holden

--Encadenados, de Hitchcock, magnífica cinta de intriga y amor. El beso más apasionado y largo de la historia del cine se da aquí, entre Devlin (Cary Grant) y Alicia (Ingrid Bergman).. Para rodarlo y sortear la censura tuvo de hacer  verdaderas virguerías éste magnifico director.
--Ciudadano Kane, de Orson Welles. Esta peli la consideran algunos la mejor de la historia..Yo la bajaría un par de escalones del podium
--Breve encuentro. de David Lean. Me encanta ésta historia; Se trata de un sereno pero apasionado romance otoñal de una mujer casada con un tipo con el que se encuentra por casualidad en un bar..
--Casablanca, su director, Michael Curtiz.. Para mi es la mejor película jamás rodada, y con los mejores diálogos. Me pasa como a Alfonso Guerra con "Muerte en Venecia" la he visto más de quince veces y aún me quedo corto..
En los años cincuenta la cosa se pone más vistosa para el cine, entra el color y mejoran las técnicas. Quizás sea la década de Hitchcock.. Me quedo con las siguientes..
Sólo ante el peligro, y el papel de Gary Cooper y una debutante Grace Kelly
--La ventana indiscreta. Maravillosa cinta dirigida por Hitchcock, y protagonizada por un voyeur empedernido (James Stewart).
--Con la muerte en los talones. De Hitchcock y el estupendo papel del siempre interesante Cary Grant.
Crimen perfecto, también de Hichcock y con un genial Ray Milland de protagonista.
En los años sesenta creo que la cosa empieza a declinar un poco, aunque aún se ruedan películas maravillosas; sobre todo al principio de la década.. Estas son mis preferidas...
--El apartamento, de Willy Wilder, es otra de las mejores películas de la historia del cine.
--El hombre que mató a Liberty Valance, del genial director John Ford y con unos impecables James Stewart y John Waine como protagonistas.
--Psicosis, de Hitchcock. Nada que decir de ella, pues seguro que casi todos la han visto..
--Un extraño en mi vida, interpretada por Kirk Douglas y Kim Novak. Se trata de una romance de amor entre una mujer casada y su vecino también casado. Es estupenda, reconozco haberla visto varias veces.
Perdonadme que pare aquí para no cansaros, aunque tendría otros dos motivos: uno por falta de espacio, ya me he extendido demasiado y el otro por que más aburriría. Además a partir de los setenta, salvo honrosas excepciones, apenas me interesa lo que se hace. Entre esas honrosas excepciones está, por supuesto, El Padrino y unas cuantas más.. En fin
Joaquín Yerga

jueves, 25 de junio de 2020

Chascarrillos fuentecanteños que me contaba mi padre





Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,

ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...

Y al no decir. "Es ella", como diría ahora,

seguiré mi camino, murmurando: "Era Ella"

--José A. Buesa--


Adivina, adivinanza.. Primero fue el acertijo y cuando éste se arropó con el verso nació la adivinanza; una pequeña y valiosa joya poética de nuestra literatura popular. 

El acertijo es más mundano, surge de manera espontanea y es muy abierto a los demás. A su vez, la adivinanza es verso más elaborado, musical porque rima y pertenece ya a la literatura poética. 

A ver, adivinad:

--Se puede comer de postre, se usa para matar; la han pintado en un escudo y es también una ciudad..

--El rey Alí fue con su can a tomar té ¿a qué ciudad?..

Ando rastreando un camino. Cuando el camino ha acabado, ¿a qué país he llegado?.

--No es pueblo ni es llano; es un pueblo muy serrano.

--Al revés yo doy placer; a derechas soy ciudad; a derechas y al revés, me quiere la cristiandad.

--Si te digo que en la sala he visto una mujer manca, ¿con qué bonita ciudad podrás relacionarla? 

Después de la guerra civil y la posterior hambruna que padecimos los españoles, hubo que tirar del estraperlo, de las cartillas de racionamiento y aquello de pan poco y amarillo. Y sin tabaco, había que mezclar colillas propias y ajenas con hojas de avellano. Así que a nuestros abuelos no les quedaba otra que inventarse coplillas en forma de acertijos para matar el tiempo, y el hambre. 

Mirad algunas..

--¿Qué le dijo una colilla a otra? – Sepárate que nos lían.

--¿Qué le dijo el cigarro al mechero? -- ¡Tira la piedra, cobarde!..

--¿Qué le dijo la cerilla al raspador? – Por ti pierdo la cabeza..

Pero hay más de la posguerra, la época franquista más dura..

--¿Qué le dijo un chorizo a otro chorizo? --Nos han colgado por rojos

--¿En qué se parecen los políticos al estanco? --En que entran por ideales y salen con ducados y fortunas..

--¿En qué se parece el congreso a un semáforo? --En que cuando entraron los verdes, los rojos se pusieron amarillos.

Luego hay un apartado de acertijos a los que se les clasifican como preguntas lógicas.. Ahí van algunos ejemplos..

--¿Qué tiene Adán delante que Eva tiene detrás? – La letra A

--¿Cómo es posible llevar agua en un colador? – Si está congelada

--¿Quién sin estar enfermo tiene los días contados? --El calendario

--¿Qué cosa hay que se corta sin tijeras? – La mayonesa

Hay otros acertijos a los que se les catalogan como, "definiciones jocosas"..

--Cebra—Caballo que se ha revolcado en un paso de peatones recién pintado

--Cerillas-- Una de las pocas cosas que se han inventado con cabeza

--Cobarde-- Un hombre que en un momento de peligro piensa con los pies.

--Gafas—Las mujeres de los gafes

--Pimienta-- La pólvora de las comidas

--Sorpresa—Monja encarcelada

--Sortija-- La monja más rica..

--Vinagre—Vino malhumorado

Y luego están los colmos de las cosas, quizás los más populares..

--¿Cuál es el colmo de un cementerio? --Estar cerrado por defunción

--¿El de un centinela? --Dar el “alto” a un bajo

--¿El de un cura?--Llamarse D. Perfecto Ladrón de Iglesias

--¿El de un enterrador?-- Tener un hijo calavera.

También están a los que llaman tantanes.. Me explico..

--Era un hombre tan pobre tan pobre, que se compró una escopeta para ir tirando..

--Era una iglesia tan estrecha, tan estrecha, que en vez de tener a Cristo crucificado lo tenían ahorcado.

--Era la chica tan delgada, tan delgada, que se tragó un hueso de aceituna y todos creían que estaba embarazada.

--Era un río tan estrecho, tan estrecho, que sólo tenía una orilla..

Esto se me va de madre y de espacio. Iré resumiendo. También tenemos, acuérdense, de los “qué le dijo”..

--¿Qué le dijo un sastre a un cliente? --Si no me pagas el traje tomaré otras medidas

--¿Qué le dijo un zorro a otro? Hoy de primero, gallina blanca.

En fin. No os canso más..

Joaquín

                                                             

                                           Explanada de la Hermosa 

                                                                          

                                              Plaza de la Constitución

                                                                   

                                                  Parque de Zurbarán

                                                                       

                                                calle Arias Montano







miércoles, 24 de junio de 2020

Cuando no hay cabeza..




Amiga...
Hoy mi cielo es más azul.
Las nubes negras que amenazantes
cubrían el horizonte invernal de Madrid
las percibo como espuma blanca
que acurrucan mis fantasías..
Esta mañana me he cruzado contigo. 
Y no me has vuelto la cara,
incluso me has sonreído..
--Joaquín--


Para que vean la de vueltas que da la vida y la de tonterías que hacemos los seres humanos cuando el desconocimiento, el atraso y el fanatismo señorea en nuestras cabezas; hace unos 1.600 años a muchos le dio por imitar a Jesucristo cuando estuvo aquellos cuarenta días y cuarenta noches ayunando en el desierto, pero lo inverosímil es que lo hacían yendo mucho más lejos que él en el sacrificio. Les cuento...
Sobre el siglo V, cuando el cristianismo aún estaba en pañales, sin reglas, y cada uno hacía de su capa un sayo, surgieron en Egipto, a la orilla del Nilo, los primeros conventos. Hubo un monje que agrupó a los centenares de ascetas, (tipos que por su cuenta dejaban lo que tenían: propiedades, familia y bienes y con lo puesto se iban al desierto o lugres apartados a vivir en absoluta soledad y miseria entregados absolutamente a Dios); Pacomio, se llamaba éste monje; él fundó el primer cenobio y él le dio algunas normas básicas para que, dentro de su estricta pobreza y recogimiento, al menos pudieran vivir en comunidad.
Tenemos datos fiables de la vida que llevaban muchos de esos primeros hombres que se lanzaron al desierto a imitar la vida de Jesús, y algunos son sobrecogedores. Uno de los más conocidos fue Simón Estilista, un tipo nacido en Siria en el año 389 que vivía en una cisterna, donde se encerraba sin alimentos durante la cuaresma. Se enganchaba a una cadera que le impedía moverse más de unos metros. Algunos testigos afirmaban que el hueco entre la piel y la cadena estaba infectado de gusanos. El resto de los días del año se subía a una columna de veinte metros de altura y sobre una plataforma se postraba de rodillas 1.244 veces al día. Sobre una canasta le subían el escaso mendrugo de pan diario. Falleció en el año 459 después de haber pasado treinta y siete años subido en la columna. ¡Ya son ganas!..
Esta costumbre de pasarlas canutas voluntariamente, creyendo imitar así los sufrimientos de Cristo, se extendió luego por muchos lugares, llegando a haber miles de ellos viviendo en el campo en la más estricta penuria y penitencia. Tenemos constancia también de San Hilarión, que comía exclusivamente media medida de lentejas diaria. De otro tipo sabemos que cargó voluntariamente durante más de treinta años con una barra de hierro, así evitaba tentaciones --pensaba. Otro inventó una celda que le obligaba a vivir doblado toda su vida. Algunos vivieron encaramados a arboles. Se sabe de tipos que vivían desnudos y semisalvajes en el campo comiendo raíces y semillas. En fin, y todo esto lo hacían pensando hacer un bien por su fe..
Mas tarde se fueron reagrupando en monasterios. Allí cultivaban la tierra y se hacían auto-suficientes, dedicando su vida al trabajo y la oración, pero para eso tuvo que venir San Benito en el siglo VI, e idear sus famosas reglas benedictinas, que fueron la base de todos los monasterios que vinieron después..
Los monasterios a partir de un tiempo fueron lugares dónde los hombres y mujeres (también las había) vivían más o menos bien para lo que eran los tiempos; oraban, estudiaban y comían de manera decente, dentro de su humildad, pero de los primeros que se fundaron tenemos datos de su extremo ascetismo. Por ejemplo, en una reunión de abates de distintos monasterios en la Galia presidida por San Martín, sobre el año 397, en la que el menú consistía en: tres aceitunas, cinco guisantes secos, dos ciruelas pasas y un higo, más un poco de sal por barba.. Ya me dirán. Claro que poco a poco estas penurias de los primeros monjes fueron pasando con los siglos a atracones, excesos, y fornicio de muchos..
Joaquín

lunes, 22 de junio de 2020

Ay, si Colón levantara la cabeza...




Amiga...
Dulce melodía de amor me inspira tu voz.
A sugerente aventura inducen tus labios.
Tus besos son pétalos de rosa en mi boca;
un sutil roce de seda, igual que posa la mariposa
en tierna flor sus delicadas alas.
Con ellos me ofreces un cielo donde aquietar
mi alma esa eternidad soñada..
--Joaquín--


Parece ser que entramos en una época de revisión feroz de todo el pasado. Ya lo vemos en los medios informativos a diario. En los Estados Unidos sobre todo y, aprovechando el tema del racismo policial contra lo negros, que yo no discuto por desconocimiento, hordas de gentes andan atareados tirando estatuas, quemando placas conmemorativas y cambiando nombres de calles, plazas, etcétera, de todo aquello que huela a los primeros colonizadores de aquel continente. Empezaron con Colón, y ya van por Junipero Serra, el fraile que fundó San Francisco y Los Angeles. Ahora le han puesto el ojo a Isabel la Católica y a un mural suyo que tienen en el Capitolio. Desconocen que ésta mujer defendió con ahínco a los indígenas americanos..
Bueno, he de decirles que ése movimiento lo empezamos aquí hace unos años, acuérdense de los cambios de nombres de calle que tanto nos gusta hacer cada vez que entra un nuevo régimen. Yo, y perdónenme que les diga, creo que si hemos llegado a ser como somos en progreso y hasta en pretender llegar a buscar la igualdad absoluta entre los hombres, algo inaudito en la civilización humana, es porque no todo lo hemos hecho mal. En mi opinión debemos dejar el pasado como está, mejorar el presente y encontrar juntos un futuro pleno de igualdad entre hombres y mujeres del mundo..
Comprendo perfectamente la indignación de la comunidad afroamericana de los Estados Unidos por la muerte alevosa del joven de raza negra George Floyd a manos de una policía, quizás aún supremacista, y sé de la necesidad de curar las heridas de un pasado reciente no muy tolerante precisamente en ése país, pero de ahí a despotricar de todo lo que pasó en los cinco siglos de colonización europea va un trecho..
Todo aquél que tenga un pasado exquisito que levante la mano, que diría aquel. Si nos ponemos en esa tesitura deberíamos destruir las pirámides de Egipto, el Partenón de Atenas, la torre Eiffel de París, el acueducto de Segovia, el Palacio Real de Madrid y hasta la Sagrada Familia de Barcelona, puesto que se erigieron, o bien con esclavos o con trabajadores explotados y con los sueldos bajísimos de entonces, y claro, esto no tendría sentido.
Si nos ponemos exquisitos con el pasado, también deberíamos profanar la tumba de Napoleón en París (provocó cientos de miles de muertos), la de Lincoln en Sprinfield (abolicionista pero racista) la Jefferson en Washington (tenía a su servicio un montón de esclavos) la de Lenin en Moscú (ordenó miles de asesinatosla de Perón en Buenos Aires (prohibió el voto a los homosexuales) o la de Simón Bolivar en Caracas (no hacía prisioneros, masacró a miles de ellos) y de paso las de casi todos los artistas, escritores, pintores, directores de cine etcétera, sacar los restos de estos personajes, quemarlos y previo ritual o aquelarre esparcir sus cenizas por los alrededores, como hacían en le Edad Media con los dirigentes que caían en desgracia, porque, claro, la inmensa mayoría de todos estos vivían acorde con sus tiempos y posiblemente tenían esclavos (no necesariamente negros) o eran machistas tal y como era la sociedad de entonces..
En fin, no hagamos el canelo, dejemos el pasado y la historia como está, y sobre todo que nos sirva para no repetir lo malo y aprender de lo bueno, que también lo hubo y mucho. La mejor prueba de esto es comprobar hasta donde hemos llegado en progreso, teniendo en cuenta que partíamos de unos monos que andaban por los arboles..
Lo dicho.. 

Joaquín

domingo, 21 de junio de 2020

Ciertas intimidades de una chica

                                                                            




Cuando de niño empecé

a darme a la poesía,

tan en serio lo tomé,

que sólo en serio escribía.

Romántico exagerado,

era lo triste mi fuerte.

¡Válgame Dios!, le he soltado 

sonetos a la muerte,

a la fatalidad, al sino,

al hado, a la parca fiera,

al arroyo cristalino

y la tórtola parlera,

todo le servía 

a mi necia inspiración

para hacer una elegía

que partía el corazón.

--Vital Aza--



¡¡Qué chiquilla aquella, era la leche!! Apenas catorce años tenía. Se llamaba Luisa Isabel y era francesa de nacimiento. Con esa edad y teniendo en cuenta al atolondrado de su marido, que con sólo diecisiete añitos llegó a ser rey de España, os podéis imaginar qué despipote ¡Vaya, unos reyes de España!.

Luis se llamaba el rey, su marido, y los pocos meses que reinó lo hizo entre juerga y juerga con sus amiguetes en palacio. Mientras, la pobre niña Luisa Isabel, más sola que la una, hacía de las suyas por su cuenta. 

La niña era un pelín repipi, eso es verdad.. Lo menos extravagante que solía hacer ésta criatura era tirarse unos pedos de aúpa delante de todos. Y hasta quedarse en pelotas picadas a la vista del servicio e invitados, con el consiguiente babeo de mayordomos salidorros, camareros y foráneos..

Como su marido, el tarambana Luis, andaba a lo que andaba, es decir, a sus juergas, la reina, es decir, la niña Luisa Isabel, aburrida y quizás por llamar la atención o porque tampoco estaba muy centrada, se dedicaba a hacer trastadas por palacio. Fijaos qué extravagancias:

No comía delante de los invitados, aunque luego se ponía a reventar a solas en la cocina. Tampoco se lavaba, con lo que apestaba de lo lindo, y lo más llamativo de todo, siempre iba sin ropa interior, de tal forma que, cada vez que se agachaba y sin bragas se le veía hasta el cielo de la boca, para regusto del personal masculino de palacio..

Escribió en su diario el embajador italiano (que alguna vez anduvo por la corte) que durante una recepción en el jardín, Luisa Isabel insistió en subirse a una escalera que estaba apoyada en un manzano. En plan valentón, desde lo alto la niña hacía gestos para que todos la miraran. Como iba sin bragas, el espectáculo a contemplar debió ser inenarrable. De los mayordomos llamados a auxiliarla y bajarla de las alturas ni os cuento su premura en sujetarla..

Pero acabó pronto el despipote. Luis, agarró unas viruelas de no te menees (algún amiguete de juergas se las pegaría) y se fue al otro barrio con sólo diecisiete añitos. Y el caso es que la zascandil de Luisa Isabel estuvo a su lado todo el tiempo que permaneció convaleciente exponiéndose a contagiarse.. De echo, ella también cogió viruelas, aunque salió viva de milagro..

Luis ha pasado a la historia como Luis I, el Breve (sólo reinó unos meses). Creo que es el rey que menos nos ha durado..

¿Y la pobre Luisa Isabel, qué fue de ella?. Pues que en cuanto se quedó viuda la despacharon otra vez para Francia. Me consta que nunca había sido muy querida en la corte española. Quizás fuera por sus extravagancias o por tener el culo más visto de todas las reinas de España. Murió a los treinta y dos años, la pobre, y sin bragas

En fin, perdonad mi insolencia.. 

Joaquín





sábado, 13 de junio de 2020

Quien a hierro mata...






Vivo por un sueño imposible.

Sueño que me ves pasar y me llamas;

tienes que contarme algo.

Yo, que estoy loco por hablarte y decirte

que eres el amor de mi vida,

balbuceo unas palabras inconexas, sin sentido..

Tú sonríes y me das un beso.

La sangre vuelve a circular por mis venas.

Soy el hombre más feliz del mundo.

Pero el sueño acaba, tu imagen se desvanece

y yo vuelvo a mis insustanciales quehaceres.

--Joaquín--


Gobernantes que están como chotas no es exclusivo de algunos y de estos tiempos ¡que va! Mirad: hubo una vez un emperador romano que gobernó Roma entre los años 218 y 222 que estaba como una cabra.. Tenía sólo 14 años cuando fue coronado; quizás eso lo explique.. El tipo se llamaba Marco Aurelio Antonino, pero fue más conocido como Heliogábalo. Está considerado uno (quizás el que más) de los emperadores más estrafalarios y nefastos de todos los que durante cuatrocientos años gobernaron el inmenso Imperio Romano.
Éste pájaro, nada más empezar su reinado y para celebrar su llegada al trono, asombró a los ciudadanos con su ocurrencia. Fijaros lo que hizo: Entró en la ciudad subido a un lujoso carro tirado por mujeres completamente desnudas. Contaban, además, que era tan afeminado que se vestía frecuentemente con ropas de mujer, o que a veces simulaba casarse con gladiadores..
Lo más curioso de éste imberbe era que él mismo creó un grupo de cronistas para que fueran recopilando y anotando todas sus andanzas. Sus desvaríos fueron sonados, así como las desmesuradas bacanales que organizaba el menda.. En uno de estos pantagruélicos banquetes invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordosocho esqueléticos, ocho negros, y ocho albinos; ignoro el porqué de este disparate, pero así era el mozo...
Otra de las impertinencias de Heliogábalo era gastar bromas pesadas o crueles a sus súbditos y camarilla más cercana. Una de ellas la hizo durante la celebración de una fastuosa cena con muchos invitados. Al terminar los postres hizo cerrar todas las puertas y ventanas del comedor, e inmediatamente mandó soltar una manada de tigres y leones hambrientos...
Imaginaros a los desgraciados comensales huyendo despavoridos como alma que lleva el diablo por todo el recinto sin saber dónde meterse. Luego resultó que a las fieras les habían arrancado las garras y dientes, y las pobres nada podían hacer, solo asustar. Pero ¡claro! figúrense el sobresalto tan atroz que se llevaron. Nada dicen las crónicas de cuántos murieron; no por las fieras, que ellas, desdentadas, sólo harían cosquillas, sino por los infartos y la posterior deshidratación debido a las cagaleras que muchos sufrirían para el resto de sus vidas.
Pero dice el refrán que quien a hierro mata a hierro muere y vean el final tan poco honroso que tuvo el tipo; murió asfixiado. ¡Si, ya lo sé, morir asfixiado en aquellos tiempos era casi normal! Pero es que a esté pájaro le taparon la boca hasta morir con la esponja de limpiarse el culo.. Recuerdo para el que no lo sepa que en aquellos lejanos tiempos aún no estaba inventado el papel higiénico ni los periódicos, ni tan siquiera aquel papel de estraza tan duro de color marrón que usábamos para ese indecoroso menester en nuestra más tierna infancia
Bien, pues estaba el tipo tan tranquilo haciendo sus mas perentorias necesidades en el retrete cuando, ¡¡de repente unos guardias irrumpen en la estancia, le sujetan las manos, y con la esponja que usaban los romanos para asearse semejante parte le asfixian!!. Se ignora si el bueno de Heliogábalo había hecho buen uso de ella justo antes de que se la metieran en la boca... En fin, hasta para morir hay que tener suerte, y decoro..
Joaquín

jueves, 11 de junio de 2020

El secreto de Rasputín





Amiga..
Tú, que sabes del amor y con los dos hablas,
no le digas nada de mi sufrimiento.
Sé que te incomoda mi dolor
y le suplicarás que vuelva conmigo,
que no puedo más.
Comprendo tus ansias de ayudar,
has visto la ruina de un hombre malherido.
Sin embargo, no puedo pedirle más.
Lameré mis heridas lentamente, en el tiempo,
mientras espero el milagro del olvido..
--Joaquín--


¿Qué cualidades tendría el monje Rasputín para generar sobre su vida tal cantidad de libros, leyendas, películas, y tanto misterio en cuanto a su figura?. Incluso hasta canciones se hicieron en su recuerdo; acuérdense de aquella del grupo Bonney M. que tanto éxito tuvo y tanto la bailamos en las discotecas de finales de los setenta..
El tipo se llamaba realmente Grigori Yelfmovich y, curiosamente, era solo un campesino nómada y analfabeto, pero eso sí, sin muchos escrúpulos. De joven abandonó su aldea en Siberia y se metió en una secta cuyo dogma principal era practicar sexo hasta la extenuación; para ello organizaban orgías y todo tipo de encuentros sexuales. 
La fama de sanador y nigromante de Rasputín traspasó su ámbito y un día se lo presentaron a la zarina Alejandra, esposa del zar de Rusia, Nicolás II, para aliviar los males de su hijo, el pequeño zarévich, heredero al trono. Padecía éste de hemofilia, la sangre no coagula lo suficiente y se tienen abundantes hemorragias. El caso es que con los remedios de Rasputín el chico mejoró y a partir de entonces la zarina y su marido le cogieron tal afecto que se convirtió, casi, como uno más de la familia.
Rasputín aprovechó el poder que le dieron y se hizo "de facto" dueño de la corte. A través de la zarina, ponía y quitaba ministros cuando le daba la gana. Medraba a su antojo por palacio y llegó a ser temido por muchos, incluidos nobles o sirvientes. A todo esto; el tío tenía un carisma especial, era muy alto, con el pelo negro y los ojos increíblemente azules. Pero lo que más impresionaba era su mirada; tan penetrante era que los que lo conocieron decían que causaba pavor. Otra cualidad extraordinaria era su forma de hablar, rotunda y con un vocabulario peculiar ruso que hacía que todos, y sobre todo, todas, que le escuchaban cayeran rendidos ante su arrolladora personalidad.
Pero Rasputín tenía un punto débil: su manera de ser, violenta, arrogante y vicioso como el solo. Sus borracheras eran tan sonadas como su desenfrenada vida sexual. A menudo contrataba prostitutas para satisfacer sus irrefrenables impulsos o se encamaba con mujeres de alta alcurnia de la corte seducidas por su magnetismo personal.
Por andar sobrado, hasta de pene presumía Rasputín. Hay constancia de que alardeaba de su intensa vida sexual y de su enorme miembro viril. Cuentan que muchas admiradoras se daban de tortas por acostarse con él. Una de ellas que consumó la coyunda, aprovechó cuando le hacían la autopsia, a su muerte, para cortarle su enorme falo. Y créanselo, fue una reliquia muy apreciada; se la rifaban por todas las ciudades europeas durante los años veinte. Corrió el rumor de una supuesta buena suerte al que la poseyera. Ahora se conserva en formol en un museo de San Petersburgo. Y pásmense, mide treinta centímetros de largo y es grueso como la muñeca de una mano; ¡así cualquiera!..
Pero, claro, cuando uno triunfa tan a lo bestia como lo hizo Rasputín en la poderosa monarquía rusa de entonces, también se crea numerosos enemigos, y él no iba a ser menos. Pasaba Rusia un mal momento social y económico debido a su entrada en la Primera Guerra Mundial y hubo mucha gente que echaba la culpa a Rasputín de todo lo malo que le pasaba a la nación por su perniciosa influencia en la zarina, incluso había rumores de que se acostaba con ella.
Llegó a un punto tal la indignación de muchos nobles que unos cuántos se conjugaron para asesinarlo. Y eso hicieron, pero hasta para morir era el tío especial. Engañado, le propusieron un encuentro amoroso en un palacete con una prima de la zarina. Previamente habían envenenado con cianuro unos pasteles que le hicieron tomar. 

Pero hete aquí que el menda no estiraba la pata ni a la de tres, así que el cabecilla de los conjurados, el príncipe Yusupov, les descerrajó dos tiros en la cabeza con una pistola browning y lo dejó por muerto. Mientras preparaban los útiles para deshacerse del cadáver comprobaron atónitos que aún vivía, así que le pegaron otros dos tiros más y varios golpes en la cabeza hasta rematarlo. Después arrastraron el cadáver con cadenas de hierro hasta el rio Nevá de San Petersburgo donde, si aún le quedaba algún hálito de vida, moriría definitivamente congelado. Y así fue, por cierto.
Poco antes de su asesinato Rasputín llegó a decirle al zar Nicolás: “Cuando suene tres veces la campana, será para anunciar que me han matado. Si me matan gente común, vos y vuestros hijos gobernaréis Rusia en los siglos venideros, pero si quienes lo hacen son de vuestra condición (noble) moriréis a manos del pueblo ruso. Rogad, zar de Rusia, rogad”
Como todos sabemos poco tiempo después de su muerte sobrevino la Revolución, el pueblo se levantó en armas y el zar y toda su familia fueron fusilados y sus cuerpos quemados. Acertó de lleno Rasputín, el monje loco.
En fin...
Joaquín Yerga





domingo, 7 de junio de 2020

Cuando llegue noviembre..



Cuando haya muerto, llórame tan sólo

mientras escuches la campana triste,

anunciadora al mundo de mi fuga

del mundo vil hacia el gusano infame.


Y no evoques, si lees esta rima,

la mano que la escribe, pues te quiero

tanto que hasta tu olvido prefiera

a saber que te amarga mi memoria.


Pero si acaso miras estos versos

cuando del barro nada me separe,

ni siquiera mi nombre digas

y que tu amor conmigo se marchite.


para que el sabio en tu llorar no indague

y se burle de ti por el ausente..

--Shakespeare--



Comprendí la indirecta del enterrador para que abandonara el cementerio, cuando desde lejos me mostró las manecillas de su reloj de pulsera advirtiéndome de lo avanzado de la tarde. Atendiendo a su evidente insinuación traspasé aún emocionado la puerta del camposanto, y salí al exterior. 

Casi anochecía y el frío arreciaba. Me subí el cuello del abrigo y eché hacia atrás una última mirada.. C
erraban ya las verjas y apenas unos yerbajos, acaso desprendidos de las decenas de ramos de flores ofrendadas a los difuntos el día anterior, revoloteaban por los solitarios paseos del cementerio. Los pájaros se posaban inquietos en las ramas de los cipreses dispuestos a afrontar la inminente oscuridad de la noche. ¿Y los muertos? --pensé-- ¡Ay, de los muertos se habían vuelto a olvidar!..

Mientras mis ojos se acostumbraban a las siniestras sombras que el anochecer diseminaba sobre la tapia, me acordé de mis seres queridos que atrás dejaba.. Y recordé a mis padres. Ahí quedaban un día más en ésa fría eternidad que es el “más allá”. Curiosa metáfora nos hemos inventado los vivos; quizás para alejar a los muertos un poco más lejos de nuestra vanidosa realidad.

De pie, frente a la verja ya cerrada y escudriñando a través de los barrotes el tenebroso horizonte de la necrópolis, quedé un rato meditando sobre la vida y la muerte. "La muerte" --pensé-- eterna presente en los cementerios ya vacíos. En qué otra cosa se puede pensar en semejante lugar...

Recuerdo que aún perduraban las flores frescas en las repisas de los nichos y brillaban, del lustre de ayer (día de los difuntos) las frías losas de mármol de las sepulturas. Relucían también los epitafios esculpidos por diestro cincel en las lápidas pero, ¡tendrán que esperar! --me dije para mis adentros-- Sí, tendrán que aguardar al próximo año para ser releídos, porque la multitud, satisfecha y complacida de las ofrendas de flores a sus muertos, ha vuelto ya al mundo de los vivos y no regresará hasta el año que viene. 

Yo, sin embargo, aún permanecía allí parado. Seguía con ganas de pensar en los muertos. Sí, pensaba en el gran número de nuestra gente allí sepultada. Y se me ocurrió una cifra que tal vez cuadriplicaba a los que trajinaban más o menos felices más allá del mesón “La Fábrica”, en el 
pueblo de los vivos.

Saqué mi pitillera y encendí un cigarrillo. Entre bocanadas de humo seguía reflexionando sobre vivos y muertos. ¡Y tuve una idea!.. Pensé que el cementerio, que contemplaba en esos momentos, es nuestro otro pueblo, padre y madre del que habitamos allá abajo. Los dos son Fuente de Cantos, porque...

En aquél de allá luchamos, sufrimos y amamos los vivos. En éste de acá, tras la verja, pero con mucha historia, descansan nuestros antepasados el sueño eterno. Aquí reposan nuestras raíces, nuestro 
ADN de toda la vida. Son cientos de años de mezcolanza de personas, nombres y apellidos los que están grabados en las miles de lápidas de nuestro camposanto. 

Es curioso, --cavilé-- si escogiéramos los quince o veinte apellidos más comunes del pueblo comprobaríamos que la inmensa mayoría de los que yacen tras las lápidas llevan de primero o de segundo algunos de esos apellidos: lo que me dio pie a calcular que todos descendemos de unas pocas familias llegadas al pueblo hace, ¿tal vez ochocientos años?..

Tras un buen rato abstraído y ya más sosegado, enjuagué una última lágrima rezagada que se deslizaba por mi mejilla y caminé hacia mi coche aparcado frente a la entrada. Poco después, mientras me alejaba del cementerio, aún tuve tiempo de mirar por el retrovisor los acompasados movimientos de la copas de los cipreses empujados por alguna racha de viento.. No obstante un pensamiento inesperado aún me vino a la mente; se trataba de aquellos versos de Bécquer que decía: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!..

En unos pocos minutos vi de frente el parpadeo de las luces del pueblo. A mi derecha, al fondo, la luz amarilla del reloj de la torre. Creo que iban a dar las ocho. ¡Es el pueblo de los vivos, se entiende!. A éste otro de los muertos que dejaba atrás volveré al año que viene; supongo que a pasear y pensar, no más..

Joaquín Yerga






jueves, 4 de junio de 2020

Tiempo de callar..





Pero si, lector, por el contrario, al leer estas notas sabes que existo,

compadéceme. Envejezco en alguna metrópoli, cogido entre

los engranajes del vivir cotidiano; y en tanto, mi pobre Ana,

muerta, se hunde, se hunde en los abismos del infinito:

navega sola por los negros océanos del devenir, se aleja,

de uno en otro cielo, hacia riberas tan remotas, que mi

mente se fatiga sólo de pensarlas.

--Amado Nervo--



Hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar, decía un tal William Caxton. Perdonadme que les diga que lo segundo no lo veo por ninguna parte. Encontrar hoy en día una persona que escuche más que hable es una bicoca, una operación sumamente difícil. ¡Vamos, se lo rifan los plastas!. Si uno se dispone a escuchar como un bendito todo lo que el otro quiera soltar por su boquita, tienes amigo para rato. Eso sí, en cuanto tu quieras hablar y decir aquí estoy yo, te quedas sin amigo y sin tiempo..

En este mundo de ruidos y palabrería el silencio se queda sólo para los ratos de meditación o de lectura. Aunque una vez dijera el escritor inglés, George Meredith que la palabra es la calderilla del silencio. Claro, tuvo que ser un nórdico quien dijera esto; apuesto que a un español ni se le ocurriría; ¡Nosotros, que tenemos la boca constantemente llena de calderilla!. 

Un paisano de Meredith,, Aldoux Huxley, sugirió que: el que guarda silencio no declara contra sí mismo. Y digo yo que esto era antes, los políticos nos están acostumbrando a que la palabra dada no valga absolutamente nada, y es una pena que perdamos honestidad; ¡Qué tiempos aquellos cuando la palabra de un hombre era igual que la rubrica de un notario!..

Volviendo a los proverbios, hay otro, chino, que sentencia: "el sabio no dice lo que sabe, y el necio no sabe lo que dice". Yo, como no sé lo que digo, casi me callo ya. Pero antes déjenme que me aplique aquello que escribió nuestro genial Miguel de Cervantes: “sé lento con la lengua y rápido con el ojo”, por si acaso..

Buenas días..