jueves, 28 de mayo de 2015

Des-información

Supongo que si metes toda la información en una misma bóveda, los llantos y las risas
 van aprendiendo a hacerse compañía. (Anónimo)



 Quizás uno de los excesos más significativos de los muchos que cometamos hoy en día sea el de información, es decir, el exceso de información. Hasta ahora siempre había pensado que era bueno para la salubridad del intelecto y como preparación cultural del individuo. De hecho para esto último sigue siendo  imprescindible tener buena  información y clara de lo que pasa a nuestro alrededor y en el mundo. Otra cosa es la saturación angustiosa de datos de toda índole recibidos constantemente por nuestra mente en un espacio corto de tiempo.
  El medio transmisor de las noticias que captamos ha cambiado radicalmente en unas décadas, de formato y en cantidad. Hasta hace un siglo los periódicos  y el boca a boca eran los únicos medios de los que disponíamos los  humanos para ponernos al día de lo que ocurría allende nuestras moradas. Hoy son decenas estos, desde la radio que inventara el italiano Marconi, hasta el recién implantado y masivamente  empleado internet, pasando por los móviles, la televisión etc. Y no digamos de la inmediatez, casi la velocidad de la luz es lo que tarda un teletipo en transmitir un  suceso que ocurriera en nuestras antípodas hasta llegar a nuestros ojos u oídos.
  Estos lozanos medios, que están a nuestro servicio y que utilizamos colectivamente de manera compulsiva, está muy bien, es muy actual y moderno pero tal vez estemos abusando de ellos. Recibimos tal grado de testimonios, fotos, reportajes, noticias, bulos etc. que apenas tenemos tiempo de procesarlos. Cualquier noticia más o menos impactante que nos llega se queda obsoleta en unas horas o días y no creo que esto sea  lo más adecuado para una correcta ponderación de nuestro equilibrio emocional y armonía. Ante tamaño bombardeo de novedades que recibimos y que a su vez  transmitimos al instante a terceras personas, vía  móviles, ipads etc. tendemos inevitablemente a relativizar cualquier suceso o noticia por grave que sea con el consiguiente menosprecio al hecho en cuestión.
 No hace tanto tiempo, ante cualquier acontecimiento (no forzosamente transcendental)  que nos llegaba, nos sorprendía, afligía o indignaba, después se generaba algún tipo de debate y el hecho permanecía en nuestra mente y memoria cierto tiempo, hoy eso ya no pasa por muy notable que sea el asunto. Es tal la sucesión de noticias generadas que llegamos a profesarles  poco esmero y enjundia a su análisis, apenas reparáramos mucho tiempo en ellas, enseguida llama nuestra atención otras nuevas, quizás más llamativas, que requieren nuestra atención e interés.
 Yo he sido siempre un ávido acaparador de información, me interesa todo y de cualquier naturaleza. Hoy, aunque sigo siendo un curioso empedernido hay veces que empachado de tantos wasshaps, youtube , emails o telediarios  me planto e invalido cualquier aparato emisor que me proporcione y aturda con nuevas primicias. La alternativa es  tranquilidad y sosiego y para eso un buen libro de ensayos de cualquier filósofo clásico o moderno es ideal. Propongo  Montaigne o Séneca y por qué no, Sabater o Marina. En cualquier caso qué mejor que dosificar la cantidad y sobre todo la calidad de  información que nos llega, ya sea política, social, económica o deportiva. El exceso de esta es estresante y estéril, apenas deja huella en nuestra mente, solo pasajera.
 Antes, el perímetro donde se originaba los eventos y noticias que llegaba a nosotros era muy pequeño, se circunscribía a nuestro barrio, ciudad y como mucho al país, hoy se ha agrandado considerablemente, todo el planeta es el lugar en donde se generan, y todos los habitantes de este son susceptible de ser o crear noticias. Conocemos de sobra la cantidad enorme de vídeos, reportajes o informes que nos entran a través de periódicos digitales o no, internet etc. y nos llegan desde cualquier rincón del mundo por muy apartado que esté, todos somos conscientes de la poca consistencia de ellos, apenas dejan rastro en nuestra memoria ni modifican nuestro cachet intelectual. Cualquier noticia (sorprendente) que ayer conmocionó a la humanidad o al país, hoy ya nadie se acuerda de ella, la han tapado otras recién llegadas que atrae nuestra atención y desvelo y que mañana posiblemente habitará también en el olvido colectivo.
 Dicen algunos que saben del asunto que los seres  humanos occidentales  actuales recibimos más datos en un mes que cualquiera de nuestros congéneres de hace un siglo en toda su vida, y me lo creo. El mundo de estos últimos se reducía a su ámbito más cercano, nuestro entorno afectivo de ahora es el planeta entero.
  Gracias a que nuestro cerebro ha alcanzado tal grado de evolución y perfección nos permite recibir y almacenar una gran parte de la ingente cantidad de datos que nos llegan de nuestro contexto tecnológico pero también olvidar o relegar otros que considera menos importantes. Aun así considero oportuno poner el énfasis en la calidad de la información más que en la cantidad  y por nuestro bienestar emocional y serenidad de espíritu, hacer compaginar la actualidad con ratos de estudios y seguimiento a las sabias enseñanzas de nuestros antepasados más ilustres.
 Bien es verdad que el aserto rotundo que nos sugieren  expertos en marketing  de que:  información es poder, no es baladí y hay que tenerlo muy en cuenta. Efectivamente para estar al día en cualquier conversación, debate o simple charla y a todos los niveles es menester estar al corriente de las últimas noticias y de todos los trending  topic de cada momento, ya sea  en twitter o facebook . El secreto como en todo está en la moderación y en el sentido común, precisamente el mas ausente de nosotros las más de las veces.

                                                                                                       Joaquín Yerga
                                                                                                         28/05/2015
                                


sábado, 23 de mayo de 2015

Elecciones





Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra  religión.
                                         (P.Auster)
La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás.
                                     (W.Churchill)

 El día 24 de este mes de Mayo, lo que es lo mismo mañana domingo, volvemos los españoles a expresar nuestra opinión en las urnas y elegir por tanto quien queremos que nos gobierne,  esta vez en los parlamentos autonómicos (excepto las regiones llamadas históricas) y los ocho mil y pico ayuntamientos de toda España.
  Este histórico día, como todos en los hemos votado desde que podemos hacerlo, debe transcurrir como dicen siempre como una fiesta de la democracia. Bien es verdad que un país verdaderamente democrático no solo es el que se les permite al pueblo ejercer el derecho al voto una vez cada cuatro años (más o menos, salvo adelanto electoral cuando se puede); un sistema  democrático asentado es mucho más que eso.
 Un país, en donde sus ciudadanos libremente elijen quien les gobierne es una bendición y un hito en el desarrollo humano  pues no todos pueden hacerlo y además es la única forma que hemos inventado(hasta ahora) para que absolutamente todos sus habitantes se sientan representados. Como todos sabemos, a lo largo de la historia de la humanidad, e incluso hoy en día, han existido diferentes maneras de dirigir o gobernar una ciudad, un pueblo o una nación  con o sin la complacencia de los gobernados.
  Aun existen  en el mundo monarquías absolutas, dictaduras, oligarquías etc. que son formas de tomar el poder de una parte de la población para imponer al resto sus políticas, la mayor parte de ellas dirigidas a beneficiarse ellos mismos y/o una parte exigua de los ciudadanos. Luego está la que ideó Platón (filosofo griego de la antigüedad) y que plasmó en su obra La República, en donde sugería (en su ciudad ideal) que gobernaran los más preparados (para él, la aristocracia). Estaría compuesto este hipotético gobierno por los filósofos más sabios del momento. Hoy en día seria extrapolable a un gobierno de tecnócratas, es decir según diría el padre de la filosofía occidental deberíamos dejarnos administrar por los más expertos en cada negociado.
  Hasta llegar a lo que predomina hoy en la mayoría de países del mundo en la manera de regirnos, es decir  Democracia, han tenido que pasar muchos siglos (excepto en la antigua Grecia, aunque imperfecta, se estableció en el siglo V,a.c.), la mayoría de ellos de sufrimientos del pueblo, de luchas desiguales contra poderes omnímodos  y un desarrollo cultural y humano inaudito.
 La Democracia, (como dijo aquel estadista y político inglés, autor de tantas frases  memorables W. Churchill) es el menos malo de todos los sistemas inventados, por supuesto tiene defectos pero hasta ahora ningún otro mejora el hecho de que todo el mundo puede participar, aunque después haya que hacer pactos para gobernar porque el criterio del pueblo no es uniforme.  Incluso en este supuesto los que no ganan tienen su papel que representar que no es otro que controlar al más votado y generar alternativas posibles para próximas elecciones.
 En el mundo democrático se pueden dar diferentes formas de aplicar el sufragio  sin menoscabar la participación de todos. Tenemos sistemas presidencialistas, republicanos, monarquías parlamentarias etc. cada país elije el suyo como mejor le conviene, por tradición unos o por emulación otros. En nuestro caso, España, elegimos por tradición, la monarquía parlamentaria, (regenerada y depurada). Hemos tenido a lo largo de nuestra historia monarquías absolutas de todo tipo que han ido derivando con el transcurrir del tiempo  a monarquías blandas hasta llegar a la parlamentaria actual en donde el rey pinta poco.
 Aquí en nuestro país, como en casi todos los países grandes, la democracia es representativa, es decir elegimos a unos ciudadanos con ideas similares a las nuestras para que apliquen en el parlamento y por ende en el gobierno políticas y propósitos que nos son afines, también defiendan de alguna manera  nuestros intereses económicos, sociales o éticos.
  Mañana, cada uno con sus ideas, todas respetables, debe ir a depositar su voto para elegir sus representantes en el ayuntamiento y comunidad, ese es el mayor cometido de nuestra democracia. Gobernará posiblemente el partido más votado porque es la mejor manera de entendernos, respetando todos las normas que nos hemos dado para poder vivir en paz y armonía. Cuando somos muchos y cada uno es único en sus creencias e ideales no hay otra forma. Lo bueno de este sistema también es que podemos cambiar a nuestros gobernantes, si una mayoría cree que no lo han hecho correctamente, dentro de cuatro años; mientras démosle una oportunidad. Un buen demócrata debe respetar y acatar los resultados de las urnas por mucho que estas discrepen de sus deseos. Hay una frase que resume la esencia de la democracia, la dijo a un rival el gran filósofo y ensayista francés  Voltaire: No estoy en absoluto de acuerdo con tus ideas pero daría mi vida por tu derecho a defenderlas.
  El lunes por la mañana sabremos todos los españoles quienes son los lideres y partidos que  van a administrar nuestras instituciones más cercanas (autonomía y ayuntamiento). Unos repetirán mandato porque sus conciudadanos entenderán que los han hecho bien y en otros lugares políticos nuevos, quizás de nuevos partidos, dispondrán de cuatro años para gestionar lo mejor posible nuestros impuestos, que en definitiva de eso se trata.  Al resto de ciudadanos no nos quedará otra que estar atentos por si en el 2019 toca arrepentirse de lo votado o por el contrario acertamos.
  En esto de votar dudo que se pueda aplicar la frase  que le dicen al torero al comenzar la faena, ¡Suerte y al toro!, más bien estaría en línea con lo que solemos comentar ante un buen partido de futbol: ¡Que gane el mejor!, aunque imagino que todos deseamos que ganen los nuestros.
                                                                                                Joaquín Yerga
                                                                                                  23/05/2015


lunes, 18 de mayo de 2015

Al límite de la vida





Algunos días no habrá ninguna canción en tu corazón; canta de todas formas
E. Austin


Una vez, hace ya mucho tiempo, se realizó una prueba médica espectacular en los Estados Unidos, el país más avanzado en estos menesteres. Se recogieron y conservaron en probetas células tumorales de una enferma con cáncer. De esto han pasado ya más de sesenta años. Ésta paciente Henrietta Lacks, murió poco después pero sus células malignas siguen reproduciéndose furiosamente en varios laboratorios del mundo y así seguirán eternamente, es decir, son inmortales.
Resulta y, pásmense el que no lo sepa, que la muerte es el resultado y también el precio que pagamos por el sexo. Nos comenta al respecto Jesús Mosterín (autor de un libro de ensayo que ando leyendo) el porqué de la finitud de la vida en los seres vivos. Para ello, nos recuerda la contrastada certeza de que al principio de la evolución hace 3800 millones de años los primeros organismos unicelulares de los que procedemos eran inmortales (las bacterias lo siguen siendo). Las células (asexuales ellas) se reproducían por sí solas, ininterrumpidamente, como si pasaran una y otra vez por una fotocopiadora. Después y por motivos caprichosos (como casi todo en la evolución) la cosa derivó en la necesidad de la reproducción sexual, e hicieron falta dos individuos para posibilitar la descendencia. Una vez seres nuevos en el mundo (razón y finalidad básica de la naturaleza) los ancestros (padres) ya no son necesarios, por lo que sus células se han programado para suicidarse (cada uno de nosotros somos muchas células juntas). Cuando alguna de estas le falla la programación y no se inmola se vuelve cancerígena y comienza a multiplicarse sin control, de ahí deriva el tumor.
La única y gran ventaja de este medio de reproducción (sexual) es la inmensa variedad de seres vivos que genera. Cuando la célula se reproducía ella sola (inmortal) toda la descendencia era copias exactas, no había diversidad, al haber dos, el resultante y heredero es diferente a sus progenitores, porque adquiere  el  50% de la carga genética de cada uno. Sin duda alguna esto dio lugar con el tiempo a la enorme complejidad, tan espectacular y millonaria, de especies de la que gozamos hoy en el planeta.
Del cáncer hay pruebas de que ha existido siempre, aunque en menor cuantía proporcional a la población que ahora. En nuestros tiempos, con una media de vida de 84 años como en el caso de España, es evidente la importancia que ha adquirido en nuestras vidas, debido básicamente a su destreza para hacernos daño. También a la debilidad de nuestras propias defensas para combatirlo. Afortunadamente estamos llegando a tal grado de desarrollo que cada vez contamos con armas más sofisticadas para hacerle frente y salir, algún día no muy lejano, victoriosos  en esta cruenta batalla contra este poderoso enemigo.
Hasta la segunda mitad del pasado siglo la media de vida de la población española no llegaba a los cuarenta años. Pero la gente moría de enfermedades infecciosas, hambrunas o guerras, obviamente el cáncer no era en absoluto preocupante, es ahora cuando supone la mitad de todas las muertes que se producen en el mundo occidental.
Las células de nuestro cuerpo (durante una vida entera) se renuevan una serie limitada de veces y cada vez que sucede se debilitan un poco hasta llegar a estar exhaustas, a este proceso le llamamos envejecimiento. Lógicamente cuantas más veces se repliquen, es decir mas años vivamos, más posibilidades hay de que alguna falle en su programación de: (recordemos) suicidarse, y por lo tanto dimane en cáncer.
El cáncer se ha hecho ya tan familiar en nuestras vidas que cualquiera de nosotros ha tenido la ocasión de olfatear cerca su infausto aliento. Todos conocemos casos más o menos próximos de algún familiar con este padecimiento. Unos lo han superado y otros por desgracia han perecido en el intento.
Nuestro cuerpo y naturaleza (parece ser) pudiera aguantar algún día no muy lejano hasta la envidiada edad de 130 años. De hecho, a menudo nos sorprende algún medio de comunicación con el titular de la muerte del hombre o mujer más longeva del mundo en alguna apartada región (a veces superan los 113 años como mi paisano de Bienvenida que acaba de morir) aunque todavía son casos aislados. Con los muchos conocimientos sobre salud de los que gozamos actualmente y con el bienestar económico de una mayoría de la población, los seres humanos podremos permitirnos el lujo próximamente de llegar a la llamada “tercera edad” en una situación inmejorable. Bien es verdad que para ello muchos habremos contraído, y sanado después, algún tipo de cáncer.


                                             Joaquín Yerga
                                             18/05/2015



domingo, 3 de mayo de 2015

Inmigrantes


El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro
dispuesto a provechar las oportunidades.
                                  (I.Allende)

  Casi ochocientos muertos de una tacada, esa fue la cifra del naufragio de la superpatera en el mediterráneo central hace un par de semanas. Como bien dicen algunos apenas duró la noticia en los medios un par de días; el día del desastre y el siguiente; este por las lógicas repercusiones al implicar a tantas personas.
   En cuanto a la noticia en sí, la imprescindible coraza de protección psicológica de la que hacemos uso para evitar sufrimientos, no digo innecesarios, pero si un poco lejano, hizo que pasáramos página y no nos implicásemos  demasiado en el asunto. En el mundo ocurre tantos desastres y desgracias constantemente que por muy sensibles que seamos no podemos ni debemos empatizar con todos, seria insufrible. Sin ir más lejos durante este rato que me está llevando  el contar lo de la patera acaba de ocurrir otra catástrofe, esta vez  muy lejana,  allá en el sureste asiático, pero más cruenta en afectados y sufrimiento, aludo al terremoto del Nepal.
  Sucede también, tal y como nos advierten los sociólogos, que de tantas calamidades como vemos diariamente en los telediarios y otros medios, acabemos por acostumbrarnos (creo que ya andamos en ello) y no nos sorprenda ya nada, es más, cada vez  necesitemos mas carnaza para impresionarnos. Este asunto debería  preocuparnos. En mi caso tengo verdadero pavor a que algún día pudiera llegar a ser indiferente al dolor ajeno.
  Luego está el lado social y humano de la inmigración, un asunto importante y complicado. Nosotros por estar a tiro de piedra de África que junto con América central y del sur son los dos polos de salida masiva de emigrantes (hacia Europa los primeros y hacia USA los segundos) nos toca padecer de lleno el problema.
  El tener fronteras terrestres o marítimas con un continente tan depauperado como es África no es muy estimulante. Sé que esto no es políticamente  correcto pero es  lo que hay. Siendo consciente de que el gran problema de la pobreza es muy real y está ahí cerquita, imagino que no es del agrado de ningún país el encontrarse físicamente  en primera línea de contención que es donde nos encontramos nosotros junto a Italia. Si preguntásemos  a los franceses, suecos o ingleses que si gustan ponerse en nuestro lugar geográfico, tan al sur, la respuesta más que oral seria gesticular (lo digo por el corte de mangas que nos obsequiarían). Dicho esto no hay más remedio que buscar soluciones prácticas que no demagógicas.
  África se aproxima ya a los 1200 millones de personas, es el continente que más crece en población y como todo sabemos el más pobre del planeta. Apenas se salva de estar, en paz social y con un desarrollo económico medianamente aceptable, una docena de países de los cincuenta y cuatro que lo componen, así que estamos empezando en esto de la inmigración, ilegal o no. Puntualizando de manera rotunda de que es un deseo  muy humano el querer prosperar social y económicamente, también huir de  guerras tribales y religiosas feroces como las que se desarrollan en muchos países de ese difícil continente; Europa no puede acoger de golpe a todos los que los que deseen marcharse sin riesgo de que terminemos todos en el caos más absoluto. Comparto la idea de los que piensan  que se debe dejar entrar por cupos controlados y con la anuencia de todos los países europeos, acogiendo cada uno según necesidades y poder económico, Se que es muy fácil y muchos lo hacen, ponerse en plan buenista  y manifestar imprudentemente las bondades de esa teoría simplista de puertas abiertas para todos,  ignorando el efecto llamada que eso conllevaría. Por ir abriendo boca; según datos de fuentes bien informadas, hay en los alrededores de la costa de Libia más de un millón de emigrantes dispuestos a entrar en Italia…como sea.
  Una avalancha de personas, millones de ellas, sin control entrando en Europa colapsaría todos los servicios públicos desde hospitales, escuelas, guarderías etc. no podríamos asegurar lo básico ni para ellos ni para nosotros. En nuestras calles el clima seria infernal de mendicidad y delincuencia y no es por animadversión simplemente porque de algo tendrían que vivir, imagino que nosotros haríamos lo mismo.
  Es verdad que se puede hacer mucho más de lo que hacemos por esta gente y habrá que hacerlo, nos va en ello el bienestar y el desarrollo conseguido hasta ahora. Creo, como otros muchos expertos que la solución está en ayudarlos en origen, es decir proporcionarles medios y tecnología para que ellos prosperen y hacerles ver que venir aquí a malvivir es un mal negocio. Este tipo de soluciones es verdad que cada vez se complica más por el atolladero religioso en que se está convirtiendo y de manera acelerada  la mitad norte de África, agravado  por la falta de líderes políticos y anarquía rampante en un montón de países cercanos al nuestro.
   Los europeos actuales no podemos sentirnos culpables de todos los males que atenazan a media África. Es verdad que nuestros antepasados se portaron muy mal con ellos cuando los convertimos en  colonias y en parte los expoliamos. Ya han pasado más de sesenta años de las últimas independencias y va siendo hora que (por supuesto con nuestra ayuda) se emancipen económicamente y prosperen en política y bienestar, se lo merecen. Aun hay compatriotas nuestros que llevan esto de la culpabilidad hasta el ridículo y pretenden que reparemos los daños que causaron Colón y sus huestes en América  hace la friolera de quinientos años. Por esta regla de tres, poco antes de que mi paisano Hernán Cortes pisara México, los toltecas del Yucatán fueron masacrados por los aztecas ¿Cómo se repara eso ¿
  Una de las incompatibilidades para un desarrollo al estilo europeo de estos países es el dogma religioso que se ha implantado en gran parte de ellos. El islam más radical (fundamentalista) como todos sabemos por experiencia  y por diferentes motivos es muy dispar con la manera de vivir occidental. Su forma de entender la vida, sin leyes civiles y todo supeditado al Corán hace imposible esto.
  En Europa hemos asimilado ya a muchos millones de africanos, entre ellos más de 17 millones de musulmanes que están casi todos integrados, con sus lógicas incomodidades primarias, aunque ahora están surgiendo algunos grupos o individuos radicales que reniegan de nuestra civilización e incluso atentan contra nuestras costumbres y manera de vivir.
  Hay otras opciones de convivencia que pudieran permitir una coexistencia pacífica y provechosa entre el norte laico europeo y el mundo musulmán africano, consistiría en comprender por nuestra parte su idiosincrasia sin pretender que emulen nuestra civilización. Lo de la alabada primavera árabe fue un fiasco por querer uniformizar pensamientos y culturas tan diferentes. Tenemos que ayudarles, tienen derecho a vivir en paz, pero respetando sus mil quinientos años de historia y tradición.
  De todas formas y bajo mi punto de vista, hoy en día, con la globalización en todos los órdenes de la vida, economía, empleo, educación etc. todas las regiones del mundo se comportarán como grandes vasos comunicantes y al final habrá un trasvase de efectivos de unas zonas a otras, es decir de las pobres a las ricas. Acabaremos todos igualados;  ya ha pasado en parte con China y otros países. Tarde más o tarde menos sucederá lo mismo con África. Quizás en asuntos de creencias religiosas sea diferente, en esto no me atrevo a vaticinar.
                                                                                           Joaquín Yerga
                                                                                             02/05/2015