domingo, 26 de febrero de 2017

Historia de dos ciudades



En un lugar remoto del centro de Grecia hay una placa con un texto grabado que dice:
"Caminante, ve a Esparta y di a los espartanos que aquí yacemos por obedecer sus leyes".


La historia de la ciudad griega de Esparta, competidora de Atenas durante varios siglos es digna de conocerse. Sé que muchos habrán leído algo de ella, y que otros tantos apenas recordaran nada de sus peripecias. Ofrezco, complacido, unos cuantos detalles.
Esparta era una ciudad situada en el Peloponeso. Ésta es una península situada al sur de Grecia. Hubo una época (en el siglo VIII ac.) en la que sus habitantes padecieron una humillante derrota militar a manos de un pueblo vecino. Estos les impusieron unas duras indemnizaciones y los trataron como esclavos durante cierto tiempo. Tan mal lo pasaron que, una vez liberados, decidieron que nunca jamás les volvería a pasar.
Eligieron a un gobernante, Licurgo, personaje semi-legendario que estableció una constitución y redactó unas leyes cuanto menos peculiares, por no decir despiadadas. Algunas de estas normas, de obligado cumplimento, se las cuento…
La base fundamental de la vida en Esparta pasó a ser a partir de entonces la creación de un estado puramente militar, de tal forma que todo girase entorno a la defensa de la ciudad para no dejarse dominar nunca por ningún pueblo extranjero. Decía Licurgo..."Una ciudad está mejor fortificada por hombres que no por murallas".
Se abolió lo individual y solo se tuvo en cuenta lo colectivo (similar al régimen comunista) El gobierno que se dispuso era (a grandes rasgos) una especie de consejo de ancianos que decidía todo en común. Por ejemplo...
A los niños los seleccionaban uno a uno y de manera precisa nada más nacer. A los muy débiles los despeñaban desde una montaña cercana y a los aptos los dejaban con sus padres hasta los siete años. A partir de esa edad se hacía cargo de ellos el Estado que los formaba de manera durísima como soldados hasta los treinta. En este aprendizaje no entraban asuntos superfluos (para ellos) como música, lectura o escritura, tan solo supervivencia, y gimnasia. Para hacernos una idea, como prueba final de su preparación les hacían estar un año entero sobreviviendo en el campo semidesnudos, y apañándoselas para comer solo con lo que cazaban y robaban.. También les permitían hacer prácticas de guerra con los Ilotas (sus propios esclavos). Imagínense los daños que les infligirían a estos pobres desgraciados. Otra peculiaridad era que la gimnasia y los distintos ejercicios deportivos les obligaban hacerlos desnudos, chicos y chicas. Por cierto, estaba consentida la homosexualidad entre ellos. El Estado no se inmiscuía, tan solo les conminaba a proporcionar hijos sanos a la ciudad.
Con estos precedentes nos podemos imaginar qué tipo de soldados tenia Esparta. Ríanse de los comandos mejor preparados de cualquier ejército del mundo al lado de éstos. Eso sí, todos fuertes y bravos pero más borricos que una mula. De hecho, de esta, ciudad/estado, nunca hubo ningún edificio digno de mención. Ni ningún filosofo, ni poeta, ni sabio que haya pasado a los anales de la historia. Hoy en día solo queda un poblado derruido con restos de casas de adobe, y poco más.
Sin embargo su contrincante Atenas era todo lo contrario. Una ciudad gobernada de manera democrática y en donde civilización y el progreso tenía su sede. Fue cuna de toda clase de academias, escuelas filosóficas, de arquitectura etc. y de un ambiente refinado excepcional para la época. Hoy todos sabemos que Atenas, y algunas otras ciudades griegas mas, fueron el origen de nuestra cultura. Aun podemos saborear restos de ese esplendor haciendo una visita a la Acrópolis.
En el año 480 a.c. el gran rey persa Jerjes, al mando de un poderoso ejército de más de 250.000 hombres se dispuso a invadir Grecia. Para pararlo se pensó en una alianza de las ciudades estado (Grecia no era un país unificado se componía de un montón de ciudades libres). Se confabularon todas las ciudades para aportar cada una de ellas una cantidad de soldados y medios. Pero como siempre pasa cuando el poder está disperso y predominan los intereses propios, muchos acabaron desertando y devino un pequeño desastre.
El general Leónidas, jefe espartano al que le dieron el mando de las tropas griegas, solo pudo reunir unos 7000 efectivos, frente al cuarto de millón de los persas. Después de diferentes vicisitudes y traiciones varias se quedó solo con sus trescientos espartanos. Se apostaron estos en el llamado Desfiladero de las Termópilas, (un angosto paso entre montañas) dispuestos a parar todo el tiempo que fuese posible a los persas y así dar tiempo a los griegos para que pudieran organizarse.
Lo que lucharon y padecieron éstos, llamados trescientos, hasta sucumbir el último de ellos fue inenarrable. Este último episodio nos lo ha puesto de moda recientemente la famosa película de Hollywood con increíbles efectos especiales, por cierto.
Ni que decir tiene que Leónidas también fue abatido. Nos dice el historiador Heródoto que en la batalla murieron los trescientos espartanos, pero se llevaron por delante a cincuenta mil persas. Jerjes, furioso, cogió el cadáver de Leónidas y aun después de muerto lo crucificó sin piedad en una cruz de madera.
La historia con los persas acabó bien para los griegos, pues supieron contenerlos. Otra cosa bien distinta fue la disputa por la hegemonía de Grecia que libraron durante un par de siglos las ciudades de Esparta y Atenas. Terminó con la victoria de la primera sobre la segunda. Y es que como siempre pasa en la historia, los civilizados, (por su decadencia y relajación de sus principios) son vencidos por los bárbaros, (más fuertes y con sus ideas más claras). Si se fijan bien, hoy en día la historia se repite; nuestra civilizada y democrática Europa, por propia dejadez, está sucumbiendo bajo los bárbaros actuales; imagino que no hace falta decirles quienes son.
De todas maneras la victoria de Esparta la pudiéramos llamar pírrica, pues poco más tarde ésta sucumbió a manos de otra ciudad estado aun más fuerte, Tebas, con su famoso general Epaminondas, al frente, pero ero eso es otra historia…


                                                   Joaquín Yerga
                            26/02/2017



viernes, 24 de febrero de 2017

Monarquía vs República





Los hombres de Estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.
F.Mauriac       


Un antepasado de nuestro rey Felipe VI, el apodado Carlos III, decidió, tal y como se hacía en Europa entonces, modernizar el país y su capital Madrid. Se trajo consigo de Nápoles (había estado gobernando allí) a un buen gestor, el marqués de Esquilache. Decidió éste nada más llegar ponerse manos a la obra, y para ello propuso hacer, entre otros, alcantarillados, arreglar calles etc. y también prohibir capas y sombreros de ala ancha porque eran el refugio ideal de maleantes y asesinos. La antigua iglesia católica junto con aristócratas y afines, que veían con  éstas medidas peligrar sus privilegios y poder, se organizó para que no se llevase a cabo. Para ello infiltró en los ambientes arrabaleros y barrios humildes de Madrid a curas trabucaires, chivatos y cómplices, pagados o engañados con la misión de soliviantar al pueblo en contra de las medidas modernizadoras. Ni que decir tiene que tuvieron un clamoroso éxito. Nada se hizo, el pueblo siguió igual de pobre y analfabeto, y el marqués tuvo que salir de España por piernas. Me viene hoy a la mente estos incidentes, pero aun así me resisto a compararlos (todavía) con nuestra actualidad y con la nueva revolución de gran parte del pueblo llano (a través de facebook, twitter y resto de redes sociales) en contra de nuestra democracia tal y como la conocemos..
Dice el viejo refrán castellano que: Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. A ésta monarquía, por vieja,  la conocemos de sobra.
Es la nuestra una monarquía parlamentaria, y les aseguro que nada tiene que ver con las antiguas, ya sean éstas absolutas, ilustradas o de cualquier otra versión descafeinada. Aquí se cumple a rajatabla aquello de que: El rey reina, pero no gobierna, pues apenas tiene competencias, solo protocolarias. El poder real está en el legislativo (parlamento), en el ejecutivo (gobierno) y en la tercera pata de una buena democracia, el judicial. A los dos primeros los elegimos todos los españoles mayores de dieciocho años, sin distinción, por lo tanto la nuestra es una democracia tan perfecta como la que más.
Es verdad que al rey no lo elegimos cada cuatro años como al presidente de una república, sino que el cargo se hereda de padres a hijos, y éste nuestro lleva tan solo unos pocos en el poder, pero teniendo en cuenta que la constitución le otorga poderes muy limitados y poco decisorios, ¡Que más nos da!..
Es cierto que la monarquía en España ha sido en general nefasta para los intereses de los ciudadanos. A lo largo de nuestra dilatada historia hemos padecido reyes absolutistas, vagos, tiranos, crueles etc. Estaba recordando al peor de todos, Fernando VII, (tatarabuelo del padre de Juan Carlos). Curiosamente deseado por el pueblo, pero que luego se revolvió contra ése pueblo analfabeto, recortando libertades y postrando al país durante décadas en la miseria y la ignorancia. Fue el principal causante de nuestro atraso industrial y cultural con respecto a Europa. Sus descendientes, desde su hija Isabel a los Alfonsos XII y XIII, tenían ya recortados los poderes y no influyeron tanto en el devenir de nuestra historia.
Ahora es distinto, ya sabemos que el soberano actual es casi figura decorativa que apenas se inmiscuye en política y solo se limita a hacer o decir lo que le mandan los gobiernos de turno.
Ventajas de este rey: Tiene una experiencia notable en relaciones internacionales, habla idiomas, que teniendo en cuenta lo que tenemos en el panorama político, no es poco. Y domina la diplomacia, tan vital en estos menesteres, y sobre todo, es respetado (o por lo menos lo era su padre) por los grandes mandatarios mundiales.
Teniendo en cuenta que gran parte de los países más progresistas del mundo son monarquías: Dinamarca, Suecia, Holanda, Reino Unido, o el superdesarrollado Japón. Otros estratégicos (Marruecos), crucial para nuestros intereses. Y bastantes asiáticos, bañados estos en petrodólares, y destino del dinero mundial (Arabia Saudí, Qatar etc), no es mala cosa que tengamos al frente del estado un experto en relaciones humanas. Ya vimos señales de ello cuando el anterior rey influyó decisivamente en el contrato que España se adjudicó recientemente (AVE Medina –La Meca, 8500 millones. de euros).
Los gastos que genera la familia real (7 millones de euros) del presupuesto, y aun siendo consciente de que “viven como reyes”, se rentabiliza ampliamente con cualquier gestión de política internacional como hemos visto.
Por otra parte, un hipotético presidente de la República Española ¿No tendría los mismos gastos? Necesitaría, sin duda, algún palacete con servidumbre, asesores etc. igual que ocurre en la presidencia portuguesa o italiana, que son países con sistemas electorales parecidos al nuestro, y que, por cierto tienen mayor presupuesto que nosotros para este tema... Y hablando de sistema, el poder de un presidente republicano seria parejo al que tiene el rey actual, es decir muy limitado. Aún así,  para mí lo más importante de todo éste hipotético cambio a república seria: la falta de preparación de nuestro pueblo, tanto cultural, social y democrática para asumirlo sin grandes zozobras. ¿Nos imaginamos por un momento que fuese elegido Aznar o Zapatero presidente? ¿Qué respeto le tendrían los hooligans del partido político contrario?
Una posible solución a éste aprieto sería buscar políticos imparciales, pero ¿Existe en nuestro país esos personajes? ¿Le tendrían la cortesía u obediencia debida los nacionalistas a la nueva institución y su presidente?... Me temo que no, por lo tanto para qué marear la perdiz, dejemos la cosa como está que bastantes problemas arrastramos ya. Tenemos infinidad de graves asuntos pendientes, independentistas catalanes, partidocracia, corrupción, crisis etc. Arreglemos estos primero y cuando estemos preparados abordemos el asunto tranquilamente, sin acritud, como diría Felipe González y escojamos entonces, entre todos lo mejor para España.
Según las últimas encuestas al respecto, pero realizadas antes del asunto Urdangarin, a Felipe VI, lo toleramos y aceptamos el 70% más o menos de españoles de todo signo y condición. Por mi parte prefiero estar próximo y parecerme a esos países monárquicos europeos que son modelo de convivencia, bienestar e igualdad, como Noruega, Dinamarca, o Luxemburgo y que han llevado, por cierto, a lo más alto de la decencia humana, la civilización. Para experimentos lo que se dice siempre: Cada uno en su casa y con gaseosa.
No me asusta la idea de que algún día tengamos una República Federal Española, pero tendremos que hacerlo con tiempo, con mesura y una vez hayamos alcanzado el grado necesario de responsabilidad. Si me preocupa el asunto es tan solo porque somos muy dados de tirarnos los trastos a la cabeza a las primeras de cambio. Por desgracia tenemos ahí la historia reciente para recodárnoslo. Además es éste un debate ineficaz e inútil para solventar nuestros graves problemas. Con una República, ni seremos más ricos, ni mas demócratas, ni reduciremos el paro, tal vez empeoraríamos.
En definitiva, es éste un gran tema de debate para eruditos, periodistas, políticos oportunistas y ciudadanos entre los que me incluyo, pero solo eso, la realidad y la conveniencia es otra.

Dicho queda...
         


                                                  Joaquín Yerga
                                                   27/09/2013


jueves, 23 de febrero de 2017

Que Dios me perdone..






El sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía es de las mejores.

--W.Allen--


Reconozco que aquella noche se había convertido en una especie de plumas en mi vida. Nunca antes nunca había asistido a ése tipo de encuentro, y juro que estuve los días previos muy excitado pensando cómo me iría en ella, pues conociéndome me temía lo peor. Debo decir que a esto, que quizás de manera engañosa llamo encuentro, más bien habría que calificarla de terapia socio-sexual en grupo, pues eso es lo que intuí del asunto en cuanto fui indagando sobre el mismo.

Ocurrió hace dos veranos, antes de que el maldito bicho éste del Covid irrumpiera en nuestras vidas. Os aseguro que emocionalmente estaba dispuesto para todo, pero el día llegó y precipitó muy pronto, para mi gusto y timidez, aquella noche. Llegó también la hora temida y enseguida me di cuenta de que, en realidad no estaba preparado para semejante embrollo. Pero no me quedó más remedio que tirar para adelante, ¡lo hecho, hecho está! —pensé-- y tocaba apechugar con las consecuencias.

Salí muy pronto para Madrid, lugar del encuentro. Quizás demasiado pronto... A esas horas de la noche apenas había tráfico y calculé mal. El local donde habíamos quedado resultó estar situado en una discreta calle del centro, un lugar, según comprobé al llegar, poco recomendable por el ambiente sórdido que se respiraba. Con estos añadidos mi desconfianza hizo sino aumentar. Desde luego fui de los primeros en llegar. Tuve que esperar en una sala, impasible como un jabato, eso sí, al resto de la gente. 

A decir verdad yo esperaba cinco o seis atrevidas  parejas, con lo que mi aplomo se repondría, y posiblemente a la hora de mi intervención mi ritmo cardíaco no excedería de noventa pulsaciones. Pero hete aquí que aparecieron más de veinte personas, entre ellas alguna mujer realmente atractiva. Detalle éste último que no esperaba, pues siempre imaginé que a estas reuniones sólo acudían feas y morbosos.

Ante tal cúmulo de miradas curiosas y de lascivia dispuestos a despedazarnos unos a otros con lo más íntimo e inconfesable de nuestras vidas, mi turbación creció de manera alarmante. Sin embargo, y para mi sorpresa, pude comprobar más tarde que todos venían digamos que, comprensivos con los primerizos Y por cierto, tan novatos e ingenuos en estos menesteres como el que esto escribe. 

Para éste tipo de Party, como es lógico, suela haber sobre todo parejas, gente de ambos sexos, aunque últimamente proliferan también los de uno solo. De todas formas (algunos me comprenderéis) tampoco era condición "sine qua non", pues una vez metido en faena y con el ambiente perfecto daba igual un roto que un descosido.

Las normas de la sesión establecían una primera parte de presentaciones y exposición de complejos, (si prefieren llámenle perversiones) a debatir, para conocerse. Y una segunda, en ambiente ya distendido y relajado amparado solo en nuestras atrevidas ocurrencias. Esto último bajo una luz tenue que nos acompañaría el resto de la velada..

Cuando dio comienzo la parte mollar del asunto ya entrada la madrugada, fuimos pasando a la verdadera acción. Puedo asegurar que todo salió a la perfección. Allí olvidamos tensiones y malos rollos y acabamos conociéndonos de la manera más íntima que uno pudiera imaginarse.

En un principio, y lo cuento para excitación de morbosos, la cosa comenzó en parejas de distinto sexo para acabar después haciéndolo todos en grupo, que era al fin y al cabo lo que habíamos acordado. Se cumplía así exactamente lo que indicaba el manual de la empresa de contactos íntimos y temas relacionados que había organizado digamos, el depravado encuentro. La angustia que portábamos todos al inicio de ésa autentica orgía de afectos y voluntades se fue diluyendo poco a poco dando paso a una relajación total

Los colegas del llamado sexo fuerte, que eran más reacios que las féminas a desnudarse plenamente ante el grupo por razones obvias, se mostraron al término tan abiertos como ellas. Yo, y ahora puedo manifestarlo públicamente pues no me importa ya airear mis intimidades, salí tan satisfecho de ésa terapia que no me importaría volver a repetirla al menos una vez a la semana. 

Por cierto, la cita o encuentro, llamémosle como queramos, iba de Autoestima y Hablar en público, asuntos directamente vinculados con la depravación del ego, y tan de moda últimamente. Según algunos informes de psicólogos es muy importante intercambiar impresiones con personas del sexo contrario, así como desnudar totalmente la mente ante un grupo gente más o menos numeroso. Además el ambiente relajado evita aberraciones en los diálogos, y facilita reciprocidades de pareceres en aras de menguar timideces. 

En éstas verdaderas orgías de retórica y palabrería, (lo digo por la diversidad de opiniones), es fundamental escuchar y ser escuchado. ¡Ah! antes de que se me olvide y  por hablar de todo un poco, la próxima fase de grupo a la que pienso asistir, tratará de asuntos más carnales, pero quizás no deba contarlo con pelos y señales. No son horas.

Joaquín                                    
                                      

martes, 21 de febrero de 2017

Madrid & Barcelona





Madrid es un hombre. Barcelona una mujer, extremadamente presumida. 
(C.R. Zafón)


Dicen que el alambre lo inventaron dos catalanes tirando de una disputada peseta. Chistes al margen, que no está el horno para bollos, sólo era por ir entrando en faena, luego les haré alguna referencia al asunto económico... 
Hay muchos países en el mundo donde se da la circunstancia que tienen, no una ciudad principal, sino dos ciudades sobresalientes, y esto es una suerte para el país que las acoja..Tenemos, por ejemplo, Italia, con Roma de capital y Milán como competidora. Otro ejemplo cercano seria Portugal, en donde Lisboa es su metrópoli y Oporto la que pudiéramos llamar, la otra. Un poco más lejos pero en el mismo continente me acuerdo de Rusia con Moscú de capital y San Petersburgo de comparsa, aunque en éste caso, y solo en él, hubo un tiempo en donde se invirtieron los papeles; la segunda fue villa y corte durante los siglos XVIII y XIX.
De otros lares allende nuestras fronteras continentales me viene a la mente Australia, con sus dos joyas de la corona,  Sídney y Melbourne, ambas modernas y prósperas urbes. O Brasil, con su divertida y festivalera Rio de Janeiro, y su hermana mayor, la industriosa y emprendedora, Sao Paulo. Las dos millonarias en población y, sin embargo ninguna  tiene el honor de ser capital de ese inmenso país. Hay muchos más ejemplos, pero quiero hablar de lo nuestro.
Lo nuestro es, Madrid & Barcelona, una dualidad, un pique, o una feroz competencia, como queramos llamarla, llevada a todos los terrenos, incluido el deportivo, entre nuestras dos ciudades principales. Las dos son núcleos de una amplia zona metropolitana varias veces millonarias. Entre las dos acaparan el 50% de la riqueza del país.
De Madrid como capital, y ya desde finales del siglo XVI  que la designara Felipe II, se ha dicho siempre que ha sido una ciudad cortesana, asiento de funcionarios, nobles y pedigüeños, acaparadora de gran parte de los caudales públicos. De Barcelona sin embargo, justo lo contrario, una urbe trabajadora, atrevida y moderna. Y tal vez fuera cierto, hasta hace unos años.
Madrid ha ganado enteros de treinta años para acá. De ser, casi, un poblachón manchego (como dijo alguien) y favorecida por el funcionariado del estado franquista, ha pasado a ser una ciudad, (eje de una amplia zona metropolitana) de más de seis millones y medio de habitantes. Su actividad está muy diversificada, el turismo ha ganado auge y sobre todo su sector financiero se ha colocado entre los tres o cuatro primeros de Europa. Es la zona más pujante de nuestro país y destino favorito de todos los jóvenes emprendedores, así como lugar de acomodo de las mayores inversiones extranjeras en España.
Barcelona, según las estadísticas ha crecido, pero menos. Aun así sigue siendo la ciudad más visitada de España. Barcelona tiene en su haber el privilegio de estar enclavada en un lugar inmejorable; entre montaña y mar. Su puerto supone un gran impulso a la actividad industrial y es lugar de atraques de cruceros, con lo que esto supone de ayuda para el inmenso dinamismo del turismo, su principal fuente de ingresos.
La ciudad condal era en época franquista, incluso más determinante que Madrid en todos los aspectos, exceptuando el político. Era centro entonces de la región más industrial, europea  y moderna. Y la preferida para asiento de intelectuales y viajeros que venían a España a aprender el idioma castellano. Allí estaban establecidas todas las editoriales y los medios de comunicación más dinámicos del país. Esto desgraciadamente para ellos se está perdiendo, en parte, creo, por el auge del ruidoso nacionalismo uniformador y provinciano.
Barcelona, aún más que Madrid, fue la gran beneficiada de todos los políticos de turno desde el siglo XVIII. Gracias a las continuas presiones de los mandatarios y empresarios catalanes del textil, los diferentes gobiernos de España impusieron grandes aranceles a los productos de fuera, (mejores y más baratos), obligando de alguna manera a los españoles comprar los artículos catalanes, (peores y muchos más caros). Esto hizo que la industria catalana creciera de manera exponencial y se concentrara allí las grandes empresas.
El siglo XIX y principios del XX, digamos fue la época dorada del catalanismo. Allí estaban las grandes industrias, los organizados sindicatos, y especialmente las numerosas familias burguesas de clase media y alta, enriquecidas por la industria textil. Fueron éstos y sus bien preparados hijos los que hicieron de Barcelona la ciudad moderna que contemplamos hoy.
Ellos (la burguesía) planificaron con vistas de futuro el extraordinario ensanche. Unos barrios bien diseñados, con inmensas avenidas trazadas de oeste a este, como la Diagonal o El Paralelo. Y hermosas calles transversales, (de norte a sur) es decir, de la montaña al mar. Todo esto unido al espectacular contorno donde está asentada la ciudad, la hace atractiva de visitar y muy agradable de vivir en ella.
Son muchos los encantos y privilegios de Barcelona. Sin ir más lejos y para que no le falte de nada el maravilloso Mediterráneo le ofrece pleitesía en sus remozadas playas de la Barceloneta. Del Medievo les quedó un hermoso barrio y un testigo excepcional, su catedral gótica. Pero de todo, a lo que más rédito les sacan los barceloneses y catalanes en general es al legado que les dejó su más ilustre paisano, Gaudí. Nunca nadie hizo tanto (seguramente sin proponérselo) por una ciudad. Apuesto que la mitad del turismo, (que es mucho) va por ver sus obras. Ni comparación con lo que hizo el discreto Carlos III por Madrid.
Tampoco debo ni quiero olvidar el pastón que nos costó a todos los españolitos la remodelación que sufrió la ciudad cuando lo de las Olimpiadas. Eso, y aunque nunca nos lo agradecerán lo suficiente, fue el punto de inicio de su importancia como gran ciudad.
Barcelona merece una visita obligada. Tiene lugares merecedores de ser vistos sin excusas, y ya les adelanto que saldrán bien encantados del viaje. Por cierto, perdonen la poca gracia del chiste del principio; a uno no le ha llamado Dios por el camino de la comedia....
Dicho queda…


                                        Joaquín 
             


lunes, 20 de febrero de 2017

Solo palabras









La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.
(Lorca)

La poesía es un género a menudo difícil de comprender, por lo que muchos renuncian a leer. No obstante hay poesías sencillas que llegan a casi toda la gente por muy iletradas que sean, precisamente por su sencillez. A mi entender son éstas últimas más dignas de alabar porque, creo, enlazar frases hermosas que lleguen tan hondo como para enternecer y en un lenguaje sencillo, es mucho más difícil de crear y componer, y esto solo ocurre las menos de las veces, incluso entre los mayores genios.
No son buenos tiempos para la lírica, decía la letra de una famosa canción del grupo Golpes Bajos. Tampoco para las humanidades en general pues hasta la filosofía y literatura están en desuso. Pero hubo  una época hace ya mucho tiempo que hacer versos era lo más grande y prestigioso de una sociedad. La poesía, más que la prosa, tenía un gran mérito entre los medios culturales de la comunidad. Y digo más, también las clases populares apreciaban las composiciones poéticas como un método noble, sofisticado y emotivo de comunicación. Y qué mejor manera de llegar a lo mas recóndito de los corazones de las personas que hacerlo con bellas poesías.
Hay poesías reivindicativas como las hay de cariz  político; también las tenemos mordaces o irónicas, capaces éstas de ridiculizar al adversario. Y sobre todo (las más) descriptivas de paisajes bucólicos y de ensueño, pero las más conocidas y entrañables son las que van dedicadas al amor más sublime, o las que hacen sufrir, precisamente, por la amargura de un desamor. Éstas últimas han sido siempre las más aceptadas y leídas, digamos, por el pueblo llano.
Han habido en nuestra literatura lírica algunos poetas excepcionales, pero sólo aptos para una minoría de entendidos por el uso recurrente de metáforas. Me estaba acordando de Luis Cernuda, de Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío. Sin embargo otros justamente por su sencillez y hondura, han llegado más al gran público. Entre éstos últimos tenemos al gran Antonio Machado, a Jorge Manrique, o al híper-sensible Bécquer.
Ojeando una vez más nuestro gran poemario nacional en castellano se me ocurre rescatar algunos versos, que entiendo por su calidad o sencillez, puedan ser útiles de releer a quienes se atrevan a abrir ésta página, por lo hermoso. Estoy seguro que muchos ya se han deleitado con ellos en alguna que otra ocasión, pero intuyo nunca viene mal volverlos a disfrutar. Para otros, sin embargo, será una grata novedad que espero sea como una puerta abierta que les estimule a indagar en nuestro archivo literario en busca de las muchas maravillas aun inéditas de nuestra lengua.
Una breve de Quevedo, uno de nuestros más incisivos poetas. Aquí estaba ya el hombre hecho una piltrafa. Aun así se mofaba de sí mismo.

¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni a dónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
El que sigue es de Manuel Machado, el hermano desconocido del otro Machado, Antonio. Los separó la guerra civil como a tantas familias españolas. Manuel se quedó en el bando nacional. El otro, poeta mucho mas grade, murió republicano, en el exilio francés.

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,

Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.

Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...

Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna

Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.

Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.


Para terminar uno de Jaime Gil de Biedma, catalán de buena cuna y homosexual atormentado. Murió no hace mucho.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Joaquín Yerga
20/02/2017




miércoles, 15 de febrero de 2017

Viaje al país de Nunca Jamás

                                                                                





Los turistas, ignorantes, no saben dónde han estado. Los viajeros, instruidos, no saben hacia donde van.

--Paul Theroux--


Ocurrió hace un par de veranos. Yo estaba sesteando tan ricamente mis luengas vacaciones en Fuente de Cantos cuando una pareja amiga me hicieron una oferta que no podía rechazar; un viaje. Sí, me dijeron el destino y la intención y no lo dudé ni un instante. El lugar a visitar Andorra, el objetivo, andar y ver, simplemente.

Voy a empezar: perdonen que les diga, pero Andorra es una birria de país encajonado entre Cataluña y Francia. Y como está justo en medio de los Pirineos todo es montaña y, entre medias, unos cuantos vallecitos verdes aquí y allá, pero estrechos y sombríos.

Para el que no lo sepa, este diminuto país es independiente ya desde la Edad Media. Incomprensiblemente, pero a fuerza de magras dosis de inteligencia y buenas gestiones diplomáticas se ha mantenido así durante siglos, a pesar de estar emparedado entre dos gigantes, Francia y España (bueno, realmente un gigante y un canijo).

Simbólicamente, que no de manera efectiva, los mandatarios de este curioso enclave son: el presidente de Francia y el obispo de la Seu de Urgell (el pueblo de Lérida más grande de la zona y sede episcopal).

Y les diré más, Andorra es el único país del mundo que tiene como idioma oficial único el catalán (Cataluña aún no es independiente ni espero que lo sea nunca, claro). Tiene tan sólo unos 80.000 habitantes (a pesar de la guerra que da), es decir, sólo la mitad que Badajoz capital..

Políticamente está dividido en cinco condados siendo el más importante el que acoge a la capital Andorra La Vella. Claro que yo le pondría un apelativo más apropiado, “Andorra la Resultona”, lo de Vella me parece excesivo.

Paseando por ésta pequeña ciudad de 30.000 hab. se puede apreciar el alto nivel económico de sus habitantes. Y también el sector productivo principal del que echan mano, el comercio y los bajos tributos. Estos apetitosos impuestos que pagan los andorranos son una atracción muy golosa para grandes capitales de otros lares que los depositan aquí en muchos de sus solventes bancos, sino preguntemos a la prolífica y boyante familia Pujol, excelentes clientes de esta gente.

En fin, después de marcar otra muesca más en mi sufrida maleta de viaje, satisfacer mi antiguo deseo de traspasar las fronteras patrias, y otear allende los Pirineos, no crean que regreso del paraíso. No obstante había que hacerlo, aunque solo fuera para quitar la cruz en mi casillero de lugares pendientes.

En el  viaje de vuelta a España hicimos parada y fonda en el pueblo del obispo, La Seo de Urgell, enclavado en la que pudiéramos denominar, la Cataluña profunda. Y a fe mía que lo es, pisar hoy en día esta región es (para disgusto mío) como entrar en otro país. Todo aparece rotulado en su idioma tribal, sin traducción y sin anestesia, y una desagradable sensación de pisar tierra hostil invade al viajero. Recuerdo haber vivido una percepción similar en un par de viajes al interior de Guipúzcoa.

Afortunadamente divisamos un establecimiento entendible que resultó ser propiedad de una colombiana, casada  por cierto con un gitano (sorpresa nos da la vida). Sin más demora y sin ánimo ni ganas de seguir buscando otro acomodo, ahí dispusimos nuestra holganza y ahí dilapidamos gustosamente nuestros caudales; a cambio eso sí, de buenas cervezas y mejores viandas.

Después de cuatro largos días con sus noches vagando por ese microscópico país y sus desabridos vecinos, volvimos a Fuente de Cantos con la sensación de estar más a gusto en la terraza del Gato tomando unos tubos de cervezas o sentados en las perrunillas de la Plaza al aullido de los pájaros que en el mejor restaurante de Andorra "la resultona"

Lo dicho, visto lo visto y con la mano en el pecho “ir pa'na es tontería”. Salvo que se posea una cuantiosa fortuna y pocas ganas de repartir con la ministra de hacienda; el resto se puede ver en media provincia de Huesca.

 Joaquín Yerga



martes, 14 de febrero de 2017

Mi gran amor secreto





En Hollywood te pueden pagar 5000 dólares por un beso, pero solo 50 centavos por tu alma.
(Marilyn Monroe)


En una ocasión un periodista le hizo la siguiente pregunta a Rita Hayworth… ¿Porqué te has casado tantas veces? (Lo hizo cinco). Porque los hombres se acuestan con Rita Hayworth pero se levantan conmigo, contestó ellaSolo con ser medianamente cinéfilo se entiende a la perfección el agudo sentido de la sutil contestación. Y es que Rita fue el mito erótico del cine por excelencia, y lo fue durante un par de décadas, sobre todo a raíz de su película más famosa, Gilda.
Aunque este caso no es ficción, sino una sarcástica contestación a una pregunta muy real, desear que haya buenos diálogos en una buena película quizás sea redundar en el tema porque si es buena la peli éstos no pueden faltar. De hecho hay infinidad de cintas cinematográficas en las que la parte oral de las mismas con sus finas y mordaces ironías son las que las hace famosas. Obvio mencionar muchas de ellas porque todos las conocemos, tal vez Casablanca o El Padrino se llevan la palma.  Más adelante hablaré de algunas otras.
En el cine que se hace ahora con el vigor de las nuevas tecnologías se ha impuesto la imagen por encima de otras especialidades. Por el contrario los diálogos han ido menguando en importancia en el conjunto del filme, de tal forma que a los muy cinéfilos no nos queda otra que seguir recurriendo al archivo si queremos recrear nuestro oído con diálogos de calidad.
Creo, (a no ser que falle mi percepción) que de las películas que se ruedan últimamente apenas dejan huella las frases que se dicen en ellas. No se encuentran argumentos para entresacar algunas que merezcan la pena ser conservadas en los anales de la fraseología cinematográfica. Y quiero recordar además que buenos diálogos en una peli son tan importantes como los buenos planos visuales, por no decir más.
Toda esta monserga viene a cuento porque he vuelto a ver una de mis pelis favoritas, Gilda, del director Charles Vidor, y protagonizada como muchos saben por Glenn  Ford y  Rita Hayworth. Y es que esta cinta tiene muchas frases dignas de aparecer en el hit Parade de Hollywood.
Coincidió el estreno de Gilda justo con el término de la Segunda Guerra Mundial,  y es conocidísima la expectación que suscitó (por sus excitantes escenas) entre los soldados que regresaban del frente. Su debut en  España (en un cine de la Gran Vía de Madrid) fue un escándalo mayúsculo, por picante. Acordémonos que el régimen estaba en su apogeo y todos sabemos cómo se las gastaba esta gente para los temas, digamos carnales.
Rita la desbancó como actriz explosiva Marilyn Monroe, que recibió el testigo hasta su muerte, acaecida por cierto, por un supuesto suicidio. Sin embargo Rita, murió de un Alzhéimer confundido con alcoholismo. Evidentemente y como todo mito que se precie, bebió, fumó y se excedió en otros muchos vicios más de cuenta. Ritaera de origen español, su padre bailarín y sevillano para más señas y su madre de origen británico con lo que la mezcla, y el explosivo resultado de la misma estaba servido.
Si algunas de las frases dichas en Gilda son para enmarcar, la banda sonora es de primer premio. Extasiarse con Gilda (Rita Hayworth) contoneando su hermoso cuerpo mientras se va desprendiendo poco a poco de sus largos guantes (striptease camuflado) y cantando, Put  the Blame of Mame (Échale la culpa a Mame) es un placer solo comparable al manduque de un trozo de queso manchego curado o unas tapitas de jamón de Jabugo regado generosamente con un buen vaso de ribera del setenta y ocho.
¿Y qué me dicen y sienten cuando Gilda interpreta y canta el… Amado mío, intentando darle celos a Johnny Farrell?. Después de esta escena viene la parte más conocida y morbosa de la peli, el guantazo que le da éste a Gilda y consiguiente  volteo y alboroto de su espectacular y pelirroja cabellera.
Rita Hayworth estuvo alguna vez en España, la última con su quinto marido, que por cierto, la maltrató tanto física como psicológicamente, según contaba en su libro el también actor Charlton Heston… Murió en 1987 en Nueva York sin recordar nada.
Por su parte, Glenn Ford, siguió rodando muchas y buenas películas después de Gilda. Estuvo en el festival de cine de San Sebastián como actor invitado en el año 1987. Curiosamente el mismo año en que murió Rita. Durante su presentación pidió, y se le concedió que entre todas sus películas (que fueron muchas y muy buenas) se proyectara, Gilda, su preferida.
Dicho queda…


                                Joaquín Yerga
                                13/02/2016

domingo, 12 de febrero de 2017

El padre de la patria y algo más






El valor es tener miedo a la muerte, y ensillar de todos modos.
John Wayne


Ando leyendo estos días aunque a ratos y cuando el tiempo libre y las ganas se confabulan, un librito de suculentas anécdotas de la historia que han pasado desapercibidas para el gran público pero que pudieron cambiar el signo y el devenir de nuestras vidas. En una de ellas (he de confesar que me priva esas confidencias) escribe el autor sobre el gran Abraham Lincoln.
El que fuera dos veces elegido presidente de los Estados Unidos, Lincoln, nació en el estado de Kentucky pero se trasladó muy joven con su familia a Illinois. Y allí precisamente, en su capital  Springfield,  está su venerada tumba.
De Lincoln habría que utilizar toneladas de papel para escribir sobre su vida o enumerar sus míticas frases. De él nos dice el autor del libro que fue un racista a pesar de haber pasado a la historia como el gran político que abolió la esclavitud. Y nos cuenta las causas reales que lo indujeron a acabar con esa ignominia, que no fueron otras, por cierto, que motivos estratégicos durante la guerra.
Según fuentes bien documentadas y fiables, Abraham Lincoln era homosexual, o cuanto menos bisexual. Son estos, por supuesto, secretillos no punibles, que cada cual haga de su capa un sayo. Lo cuento solo a modo de chismorreo para regusto de  morbosos que haberlos haylos. Él se casó y  tuvo hijos pero se le cuentan, al menos, media docena de amantes... de pelo en pecho ¡claro!
Al igual que Lincoln, y por enhebrarlo con la siguiente historia, también cambiaron de ciudad  y de estado la familia de Cynthia  Ann Parker, en éste caso en sentido inverso; se mudaron de Illinois a Texas. 
Texas, ése inmenso estado del sur de los Estados Unidos era en esa época de 1836, un hervidero  de conflictos entre: México (había pertenecido poco antes a este país) los indios comanches  y los colonos yanquis.
La familia de ésta chica, de origen inglés, se instaló en un pequeño rancho aislado en la zona occidental del estado, es decir, donde los indios aun campaban por sus respetos. En una algarada de éstos asaltaron la pequeña granja y casi liquidaron a toda la familia. Les arrancaron las cabelleras a todos; a los hombres además los testículos. Ése era su ceremonial de guerra.
A la mayor de la familia, (la abuela) la empalaron con lanzas en el suelo y la violaron repetidas veces. Al menor, un bebé de apenas unos meses, directamente lo degollaron. Era habitual en ellos deshacerse de los más pequeños. Tan solo y como mal menor a los adolescentes lo raptaban y los integraban posteriormente en su tribu. Por no seguir detallando  las crueldades que solían hacer estos “angelitos” termino contando que al resto de las mujeres las violaron hasta la extenuación para acabar asesinándolas. Solo se libró y por ser adolescente Cynthia… tenía nueve años.
A Cynthia se la llevaron  y la hicieron casar con uno de los jefes de la tribu. Pasado el tiempo olvidó su idioma y acabó siendo una mujer india más; tan solo la delataban sus hermosos ojos  azules. Curiosamente parió ésta  el  que fue, el último jefe de esa tribu de comanches.
Un día un grupo de buhoneros que trapicheaba con los indios se fijó en sus bonitos ojos claros y difundió la noticia entre los colonos. Un tío suyo, James Parker, se propuso por todos los medios rescatarla y  la buscó incansablemente durante diez largos años.
James logró encontrarla y con ayuda de los soldados yanquis rescatarla. Evidentemente, y para desesperación de éste, ella no quiso nunca dejar de ser una india más. Realizaron titánicos esfuerzos para que volviera a la civilización de su infancia, pero puso tanto ardor en impedirlo que incluso se declaró en huelga de hambre. Éste fue el medio que utilizó para morir. Lo hizo de inanición a la edad de 42 años.
Cuando llegué a este capítulo del libro enseguida me vino a la mente un par de historias parecidas que ya había visto y conocía de sobra. La que más se ajustaba a este guion tan triste  es sin duda alguna la película… Centauros del desierto.
Es ésta una de las mejores películas de todos los tiempos a pesar de ser del género Western. Para algunos es el mejor de la historia. Yo lo compartiría con  Solo ante el peligro.
El director de esta insuperable cinta fue uno de los mejores de todas las épocas, John Ford, (el del parche en el ojo) padre de películas de la talla de… La diligencia, El Delator, Qué verde era mi valle, Las uvas de la ira, Mogambo, El Hombre tranquilo, o El hombre que mató a Líberty  Valance, esta última  otra joya del mismo género.
El actor favorito de este director, y que trabajó en la mayor parte de sus películas fue el mítico John Wayne. Ni que decir tiene que con John Ford acertó la academia de Hollywood  al concederle unos cuantos Óscars por diferentes obras.
Quedé sorprendido cuando leí que John Ford había escogido esta tremenda historia que aconteció de verdad entre Texas y Arizona para basar en ella el guion de esta hermosa película. Está rodada en escenarios  espectaculares y reales y contiene escenas  de tal crudeza que son  dignas de figurar en los anales del cine. Por terminar de redondearla, la música es del gran Max Steiner (el más famoso compositor de Hollywood) e intervienen unos secundarios de lujo, entre ellos la malograda Natalie Wood, que hace le papel de Cynthia.
Si alguien de los que pierden el tiempo miserablemente con este aburrido artículo no ha visto algunas de las películas que cito, que la vean si tienen la oportunidad y así lo recuperan (el tiempo) con algo digno.
Dicho queda…
                                                                             Joaquín  Yerga

viernes, 10 de febrero de 2017

El niño mimado de Dios





Amiga...
Momentos tendré en los que recordaré
los besos que no me diste.
Tiempo habrá de sufrir la felicidad
que me negaste.
Hoy sólo quiero llorar las risas
que me perdí.
Tal vez las horas y los días suavicen
el poder de tus abrazos en mi memoria.
Quizás diluya tus promesas
en los confines de mi corazón.
Pero hoy sólo quiero llorar.


El nombre propio, David, es bastante habitual entre los niños españoles; antes no lo era. Ignoro qué criterios se han seguido en los diferentes países del mundo en esto de poner nombre a sus hijos en el pasado. Hoy en día apostaría lo que fuese a que la moda viene más por el cine y sus actores, o por la música y sus interpretes, que por otros motivos.
Por decir algo y a pesar de que la mayoría de los nombres de pila en los países cristianos, tanto de hombre como de mujer proceden de la biblia, bien es cierto que cada zona tiene sus propias reglas y costumbres. Por ejemplo, en España ha sido frecuente llamar a los individuos al nacer: José, Pedro, Santiago etc. en cuanto a niños. Y, María, Sara o Elisa, por decir algunos, en cuanto a féminas. Sin embargo en los países anglosajones se han decantado por otros que aquí nos sonarían muy raros, aunque salidos también de los mismos textos bíblicos.
David es bastante común en Inglaterra, o en los Estados Unidos, junto con Abraham, Moisés, Diana, o Priscilla. Estoy seguro que a todos nos vendría a la mente con nada que nos esforzáramos algún conocido famoso con esos nombres. Imagino que pocos se han parado a pensar qué hizo en la historia David y porqué es tan importante para muchas civilizaciones. Sin ir más lejos, para los judíos es casi su fundador, junto a Abraham; y el más idolatrado de todos.
David fue el rey más importante de Israel. Era un mozalbete cuando Saúl gobernaba con mano de hierro al pueblo judío; hablamos según las Sagradas Escrituras del año 1000 a.c. Un buen día, Saúl tuvo, curiosamente, un mal día, (estaba ya un poco chocho el hombre) Llamaron a David que tocaba el arpa como los ángeles para que lo tranquilizara, cosa que consiguió. A partir de ahí se hizo amiguete de Jonathan, hijo de Saúl, y empezó a medrar en la corte.
Militando aun de soldado raso en el ejército hebreo viene el episodio aquél en el que se enfrenta voluntariamente al gigantón Goliat, al que vence dándole una pedrada en la frente con su honda. Después de esto ya es aclamado por las masas, que lo hacen rey a la muerte, (en cruenta batalla contra los filisteos) tanto de Saúl como su hijo Jonathan.
David como rey tuvo mucho que desear y si no fuera porque era el ojito derecho de Dios, hubiera pasado a la historia como un gran tirano. Pero, claro, éste le perdonaba todo lo malo que hacía, y así cualquiera. Lo primero que hizo al sentarse en el trono fue enamorarse de Betsabé, la mujer de un general de su ejército. La vio bañándose en el río y, cómo estaría la chica que surgió el flechazo. Ni corto ni perezoso envió al general a primera fila de sus tropas a combatir, y cómo era de esperar al pobre lo mataron a las primeras de cambio. Con ésta faena al pillo de David se le quedó el camino libre para apropiarse de Betsabé. Se casó con ella y tuvieron al poco tiempo al bueno de Salomón.
David tuvo más hijos con otras concubinas. Su preferido y por el que bebía los vientos, precisamente, fue Absalón, pero éste le salió rana. Se rebeló contra su padre intentando ocupar su lugar, incluso lo expulsó de Jerusalén. Pero David contraatacó y el desagradecido de Absalón murió guerreando. Ni que decir tiene que a su padre le dio el disgusto de su vida porque a pesar de todo le seguía queriendo más que a nadie y había pensado en él, cómo es lógico, para la sucesión. Más tarde y temiendo rebeliones de otros hijos, nombró a Salomón, el único que tuvo con Betsabé, heredero legal.
Instigado por Yahvé (Dios) compró unos terrenos próximos a Jerusalén para edificar su Templo y albergar en él, la famosa Arca de la Alianza, que Dios le había mandado fabricar para meter en ella las Tablas de la Ley, de Moisés. El problema, a todo esto, fue que no pudo hacer el templo en vida porque Dios le impuso como castigo por sus crímenes que fuera su hijo Salomón, y no él, el que lo construyera. Al tener las manos manchadas de sangre, según criterio de Dios, tuvo que morir para que Salomón hiciera su archifamoso Templo. Por cierto, éste fue destruido y vuelto a edificar varias veces. El último en hacerlo fue el emperador romano Tito. Aun hoy sobre restos de sus muros (El Muro de las lamentaciones) rezan y se dan golpes de pecho los judíos más ortodoxos soñando con su antiguo reino; reino que Dios tanto apoyó.  
Su hijo Salomón, si fue un rey justo y modélico. Entre éste y su padre crearon el tan añorado por los judíos, Reino de Israel y de Judá, como un solo país. A su muerte, éste reino volvió a dividirse en dos y no fue reconstruido hasta recientemente por los hebreos actuales.
Las únicas fuentes que tenemos para verificar la realidad de estas historias es la biblia. No hay vestigios oficiales que nos digan que David vivió realmente, aunque se sospecha que sí pudo existir. De su hijo Salomón, parece ser, si hay datos que corroboran su existencia pero en una época aún por determinar. Lo cierto y verdad es que para los judíos actuales, su antiguo reino, con sus reyes y profetas volverá algún día a ser como hace 3000 años…el pueblo elegido por Dios.
Dicho queda...
                                   Joaquín