jueves, 29 de junio de 2017

El hombre indiscreto.




Todos los hombres matan lo que aman; 
que no lo olvide nadie:
quién con una mirada, 
quién con un donaire;
el cobarde con un beso 
y el valiente con la espada.
Oscar Wilde



Si Oscar Wilde estuviera vivo hoy en día, no dudo que hace unas cuantas semanas se hubiera dado una vuelta por Madrid en la fiesta del Orgullo Gay, por su condición de homosexual.
El dandi y pisaverde Oscar Wilde fue un tipo quizás muy desfasado en su estética, incluso para la época en que vivió, pero es que siempre hacía lo que le daba la gana, y nadie jamás le amedrentó por ello. Nació en Dublín a mitad del siglo XIX y murió (voluntariamente exiliado) en París justo al comenzar el siglo XX. De él es conocida, ademas de sus obras, las numerosas frases ocurrentes y aforismos que escribió a lo largo de su vida.
Efectivamente Oscar Wilde fue extemporáneo en el vestir pero lo hacía conscientemente, y un pelin provocador. Fue un hombre excepcional en todo (por lo excesivo), tanto en su obra como en su vida. También, como no, lo fue en su muerte.
Según quienes le conocieron, una de las cosas que más asqueaba a Wilde era el fariseismo y la hipocresía de la gente de su tiempo. Y más si estos tiempos eran nada menos que la remilgada época Victoriana.  
De la época Victoriana sabemos de su mucha pose, su mucho aparentar y su puritanismo. De puertas afuera ¡claro! porque después, en la intimidad, todo era frustración y mentiras. Wilde vivió de manera opuesta a esos usos. Como buen conocedor de esa sociedad se burló de ella y la criticó abiertamente en su vida y en su obra.
A los veinte años se traslada a Londres porque para su manera de ser extravagante y con un ego infinito, necesitaba un espacio amplio y con gran repercusión en donde explayarse. Y que también por supuesto le valoraran como él se creía merecer. Y para eso Dublín no daba la talla.
Allí en la capital inglesa empieza a escribir y a frecuentar eventos y lugares propios de gente de alto copete, no tardando mucho en darse a conocer por sus obras y su dominio del lenguaje. Hasta tal punto llegó a ser popular en esos ambientes que el mismísimo Príncipe de Gales exigió que se lo presentaran. Dijo de él “Quien no conoce al señor Wilde no es conocido en sociedad.”
Durante bastante tiempo sus obras se anunciaron y representaron en los mejores teatros de Londres. El fantasma de CantervilleUna mujer sin importancia o La importancia de llamarse Ernesto, fueron de las mas exitosas. De esta última se ha llegado a decir que es la comedia mas perfecta que se ha escrito nunca. Cuando publicó El retrato de Dorian Graysu mujer, Constance, llegó a manifestar que a partir de entonces nadie les invitaba a su casa. Aludía a la temática de sus obras, todas mordaces y muy criticas con la sociedad de entonces.
Uno de los aspectos mas trascendentales en la vida Oscar Wilde fue su homosexualidad, porque esto indiscutiblemente le llevó a morir atormentado y demasiado joven. Aunque Wilde nunca tuvo contacto carnal con hombres hasta bastante después de casado. Su mujer siempre fue muy comprensivo con él, incluso tuvieron dos hijos. No obstante su famosa frase “El único modo de evitar una tentación es caer en ella” la dijo precisamente en aquellos días.
Todo empezó durante una pequeña crisis matrimonial en la que conoció a lord Alfred Douglas y se enamoró de él. Alfred (Bosie para los amigos) era un joven absurdo, vanidoso y con un carácter tremendamente destructivo. Su padre era el lunático y rigorista marqués de Queesnsberry, que al conocer las andanzas amatorias de su hijo con Wilde, se propuso meterlo en la cárcel y a fe que lo consiguió. 
Fue después de ásperos y largos juicios, durante los cuales se le acusó de sodomita cuando Wilde se vio perdido. Aun así, lejos de negar lo evidente como le aconsejaban sus abogados, se defendió haciendo alarde de su fina ironía. Cosa que escandalizó sobremanera a los miembros del jurado, al juez, y al personal invitado de la sala.
Le cayeron solo dos años de trabajos forzados pero debido a las pésimas condiciones de salubridad de la prisión contrajo tuberculosis y otras calamidades, lo que le llevó a la muerte un par de años después de ser puesto en libertad. A él, que lo había sido todo en la vida no solo le arrebataron la libertad y sus bienes materiales, sino que le despojaron de sus derechos mas preciados, volver a ver a sus hijos, y sobre todo su dignidad.
Durante su estancia en la cárcel escribió.. De Profundis, una carta implacable y brillante de cincuenta mil palabras, todas dedicadas a su gran amor, el papanatas lord Alfred Douglas (Bosie). Éste imbécil pasó de él a pesar de ser el culpable de todo lo malo que aconteció en su vida. Oscar Wilde tenÍa una mente tan privilegiada que en sus mordaces e inteligentes frases nos lo revela continuamente cada vez que le echamos un vistazo.
Su tumba en el cementerio parisino de Pére-Lachaise es de las mas visitadas de Europa.
Dicho queda...


                             Joaquín Yerga
                             29/06/2017






viernes, 23 de junio de 2017

En busca del Arca perdida

                                                                                   


                                                               


Nunca un soplo de amor llevó una brizna
a mi corazón.
Jamás un beso, ni caricia alguna
me impregnó con sus mieles sabrosas.
Hoy, sin embargo, desespero por tus besos.
Has corrido las cortinas de mi alma
y un esplendoroso universo de sentimientos
se exhibe ante mis ojos..
--Joaquín--


Aconteció un día en la historia de la humanidad en el que Dios, a pesar de haber creado a su imagen y semejanza a los hombres, éstos se le descarriaron. Y tanto llegó a enojarse con ellos que amenazó con acabar con todos. Pero luego recapacitó y decidió salvar de la extinción al único hombre justo que moraba en la tierra, Noé, y con él a su familia.
Porque de todos es sabido que Dios creó el mundo y decidió dejar a su albedrío a los humanos. Aunque éstos ya desde los inicios de los tiempos empezaron a hacer de las suyas, ¡se desmadraron!. 
Hasta un punto tal alcanzó la indignación de Dios, que por su cabeza pasó enviar sin más dilación un Diluvio Universal sobre la tierra y acabar con todos de una vez. ¡¡Harto estaba, el hombre!!..
Sin embargo se acordó Dios de Noé. Le buscó, y le habló:
--¡Noé, Noé, estoy indignado con los hombres!. ¡Quiero acabar con todos!. ¡Sólo a ti y a tu familia salvaré; eres el único hombre honesto sobre la tierra!..
Escuchó Noé a Dios con atención y se mostró dispuesto a cumplir sus deseos.
--¡Noé!-- siguió hablándole Dios--  --tienes que construir un Arca de madera de 150 mts. de largo, por 25 de ancho, por 15 de alto y meter en ella a una pareja de todos los animales que habitan la tierra. Te doy quince días de plazo; después comenzarán los aguaceros.
Noé se las compuso bien y obedeció como un buen hijo, a pesar de que tenia ya el buen hombre la avanzada edad de 600 años; eso sí, recién cumplidos. Y diluvió durante cuarenta días y cuarenta noches.. Las aguas subieron quince metros y el Arca estuvo a la deriva durante un año..
La tripulación del barco, es decir, Noé, su mujer y sus tres hijos (Cam, Sem y Jafet) andaban ya desesperados. Había pasado un año y las aguas no bajaban. Soltaron una paloma, pero está regresó al poco tiempo (señal que no encontraba tierra donde posarse). Volvieron a repetir la acción varios días después y, ¡Eureka! aquella regresó con una rama de olivo en su pico. La cosa mejoraba...
A la tercera intentona la paloma ya no volvió (señal de tierra cercana). Sin mas dilación Noé se dispuso bajar a tierra firme. Una vez terminada la faena del desembarco y la posterior posesión de las nuevas tierras, Dios le prometió que nunca jamás volvería a enviar otro Diluvio sobre los hombres. De momento lo ha cumplido...
Por cierto, a Noé (Noah en hebreo) se le adjudica la invención del vino; él fue el primero que plantó una parra. Después lo elaboró con sus propias manos, y pies.. También fue el primer humano que agarró una excepcional cogorza, porque...
Borracho como una cuba se tumbó completamente desnudo en la esterilla de su tienda y fue su hijo Cam quien, abochornado de ver así a su padre, lo tapó con una manta. 
Pero al despertarse Noé (imagino que con una resaca de padre y muy señor mío), la emprendió con su nieto Canaán, (hijo de Cam), llamándole de todo menos bonito y maldiciendo su linaje. Y es aquí donde comienza la discordia entre los entendidos. ¿Porqué maldice a su nieto y no a su hijo que fue el que tapó sus vergüenzas?. En fin..
Hasta hace muy poco tiempo aún se buscaban restos del Arca de Noé por alguna zona del cercano oriente. Incluso una expedición reciente al monte Ararat en Turquía, (que es el más alto de la zona), aseguraba (hay fotos) haber encontrado restos de maderas en su cumbre que pudieran tratarse de la famosa Arca. Todavía andan algunos enfrascados haciendo cálculos.
Por cierto, según el Génesis, todos los hombres y mujeres descendemos directamente de Adán y Eva, pero si nos fijamos detenidamente nuestro verdadero padre es el vejete y borrachín Noé. Él, y su familia, fue el único hombre que quedó vivo tras el Diluvio, ¿no les parece?.. Y su mujer, Naamah, nuestra madre, ¡claro!..
Joaquín Yerga





miércoles, 21 de junio de 2017

Algo que compartir





De como fuentecanteños, dependiendo de a qué sitio del país hayamos emigrado, acabamos abrazando unos particulares sentimientos del lugar de destino; sentimientos políticos, sociales, incluso deportivos y territoriales, y es lógico, uno se hace allá a donde va y permanece. Sin embargo entiendo que algo superior nos une a todos por encima del resto de sentimientos; nuestra niñez y nuestro pasado.

Muchos de los que ya peinamos canas y fuimos niños durante el final de la dictadura de Franco crecimos imbuidos de ciertos valores, porque nos los hicieron meter a machamartillo. Después, pasado el tiempo, cada uno de nosotros, bien a través de lecturas o de propias vivencias, elegimos el camino más acorde con nuestros intereses y creencias. Pero si nos ciñéramos a esa conocida cita que dice: “La patria de uno es su infancia”, entonces deberíamos hacer titánicos esfuerzos si quisiéramos desprendernos de esos valores antes citados.

A todos los que rondamos los sesenta o hemos pasado por poco los cincuenta, o incluso bordeamos los setenta, a todos nos une, insisto, una manera peculiar de entender la vida, pues hemos nacido y crecido en una época especialmente singular.

Nosotros, los niños de entonces, podremos discrepar (y lo hacemos) en la manera de entender la política. Cada uno según la educación recibida o los factores externos estará en su derecho de tener sus propias ideas, aunque estoy seguro que al comparar aquellos tiempos (aunque nostálgicos) con los actuales, todos sabemos valorar las jugosas diferencias.

Nos habremos dispersados por toda la península y territorios de nuestra España, o más allá, y precisamente por convivir con gente distinta, que nos acogieron en sus regiones con complacencia (Cataluña, Madrid, Asturias o Sevilla) hemos asimilado sus tradiciones y hasta sus banderas de medio pelo. Incluso voy mas lejos, sus peculiares maneras de entender nuestra nación, pero el sentimiento de español de siempre, con nuestra historia y usanzas; eso, me temo, perdurará para siempre en nuestros corazones.

El haber deambulado, a mi entender, entre dos vidas tan distintas, la del ayer tan pobre y la de hoy tan abundante, nos ha fortalecido y formado como seres muy especiales. Sí, créanselo, con el regusto aún amargo de los últimos coletazos de la penuria económica, o el haber oído contar a nuestros mayores de sus miserias en carne propia por tantas cosas, nos ha robustecido hasta el punto de saber apreciar en su justa medida las bondades del presente.

Nos une tantas cosas (a los de nuestra generación) que podríamos decir de manera rotunda que nuestro pasado es nuestra estirpe y linaje. Porque ahora, en un mundo tan globalizado, en donde la comunicación a tiempo real entre la gente del planeta es cosa habitual y las modas no se circunscribe sólo a un país o zona, sino que abarca al mundo entero; a nosotros (los fuentecanteños de entonces) siempre nos quedará ésa pequeña parcela sentimental que compartir, que no se repetirá jamás y que nos concierne exclusivamente a nosotros.

A pesar de tantas cosas; de la distancia, del olvido, de las naciones ficticias o de lenguas discordantes, nos une y para siempre nuestra niñez. Y eso, estoy convencido, será así mientras nos quede un hálito de vida. Será así aunque de puertas afuera muchos no se atrevan a propagarlo por ser incorrecto políticamente hablando. Pero que nadie dude que nuestros vínculos son más fuertes que las modas, que nuestras divisiones y las estupideces bien-pensantes. Siempre nos quedará para añorarnos nuestra memoria o nuestras carencias de entonces. Y sobre todo, nunca se extinguirá del todo, nuestra inocencia..

Joaquín

domingo, 18 de junio de 2017

La Torre de Babel



Y nuestro amor, recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.

--José Ángel Buesa--


Al principio de los tiempos en toda la tierra se hablaba el mismo idioma. Ningún problema de comunicación había, pues, entre sus habitantes. Pero, hete aquí que los descendientes de Noé (el del Diluvio Universal) decidieron instalarse en lo que ahora es el norte de Irak, y fundar allí una ciudad a la que llamaron, Babilonia.

Babilonia prosperó, y sus gobernantes, enriquecidos, quisieron hacer una proeza para que todo el mundo supieran de su grandeza y osadía. Y planearon construir una torre, pero, ¡oh, una Torre que tocara el cielo!. Y se pusieron manos a la obra..

La cosa llegó a oídos de Dios que, extrañado, bajó un día a ver lo que hacían sus siervos babilónicos, y se llevó las manos a la cabeza al contemplar semejante insolencia. 

--¡Cómo os atrevéis a desafiarme! ¡Cómo osáis competir con Dios!--dicen que dijo.

Como castigo, para que desistieran de sus propósitos, hizo confundir a los constructores de la Torre haciendo que cada uno hablara una lengua diferente. 

Por supuesto el caos entre ellos fue apoteósico, no teniendo más remedio que dejar la Torre a medio hacer. Desde entonces andamos por el mundo con traductores. 

Esta de es la parte idealizada y legendaria del asunto, la que nos cuenta el Antiguo Testamento. La otra, la histórica, es muy diferente. 

Fijaos:

Los judíos (que fueron los que escribieron el Antiguo Testamento) estuvieron cautivos en manos de los Babilónicos. Babilonia era entonces la ciudad mas deslumbrante del mundo. Poseía multitud de templos y palacios, grandes avenidas, jardines esplendorosos y estatuas de mármol repartidas por sus plazas. 

La vida social en Babilonia era agitadísima: las prostitutas hacían el amor por las esquinas y sus habitantes adoraban a un montón de dioses a cual más permisivo. Era también una ciudad moderna en arquitectura y rebosante de lujo y perversión; el mundo en Babilonia era, sencillamente divertido.

Para los judíos presos allí durante muchos años y tan piadosos ellos, Babilonia era, no obstante, la encarnación de Lucifer, la ciudad del mal. Su referente era la mítica y devota Jerusalén, ¡claro!.. 

Cuando fueron liberados de la esclavitud y volvieron a su patria, no tardaron mucho sus escribas y profetas en inventarse historias para denigrar a la odiada Babilonia. Entre estas historias estaba la de la Torre de Babel. Le dieron verosimilitud a la cosa escogiendo para tal fin al impresionante Gran Templo de Nabucodonosor, que tenia unas medidas espectaculares. ¡Y concibieron lo de la multiplicidad de lenguas!..

Está claro que el nombre de Babel viene de Babilonia, ciudad a la que los judíos, por razones obvias, odiaban a muerte. Babilonia significa en su idioma “la verja del cielo” y era la antítesis de Jerusalén, la ciudad santa.. 

Una (Babilonia) era: moderna, libertina, corrupta, apasionante, golfa, divertida, humana, atractiva, ¡vamos, algo parecido a Las Vegas o Benidorm!.

La otra (Jerusalén): santa, callada, piadosa, aburrida, recatada, misteriosa, inflexible, devota, digamos que similar a Teherán o La Meca. 

Os hago una pregunta: ¿Dónde viviríais si pudieseis elegir?.. Yo, desde luego, lo tengo clarísimo..

Joaquin Yerga

                                                                             

                                                           La torre de Babel









viernes, 16 de junio de 2017

El hombre que lo perdió todo por Navidad.




Donde habite el olvido,

en los vastos jardines sin aurora;

donde yo sólo sea

memoria de una piedra sepultada entre ortigas

sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

--Luis Cernuda--


Estaba recién llegado al barrio. Había comprado un piso justo debajo del mío y andaba el hombre como loco recabando información. Alguna vez me lo encuentro en la escalera, y se deshace en amabilidad. Es verdad que es un poco pesado, pero, bueno, tampoco es plan de no informarle. La otra mañana me preguntó: 

--¿Fue muy amigo tuyo, Joaquin?.

Se refería a Luis, el hombre que había vivido en su casa antes de que él la comprara y que desapareció hace ahora dos años.

--No exactamente---le contesté---yo lo conocía del bloque, de entrar y salir. Era un tipo corriente que le tocó vivir una triste historia. Perteneció a ese grupo de personas arrastradas y despues olvidadas por el marasmo de la vida, que sigue su curso sin reparar en los perdedores.

--Me han hablado mucho de él, y casi todos coinciden en que era buena persona---afirmó mi nuevo vecino

--Pues mira---le dije---creo que fue precisamente a mitad del mes diciembre, cuando lo del virus. Tuvo mala suerte, el hombre, se le juntó lo del divorcio y el cierre de la empresa donde había trabajado toda su vida.

--¡Vaya!, pero tendría mas familia, ¿no?---reiteró ansioso por conocer detalles 

--No tenía hijos---le respondí---sus padres, muy mayores, residían en el pueblo, creo que con una hermana. Al divorciarse tuvieron que malvender el piso y como tenían media hipoteca por pagar, apenas le quedó nada.

--O sea que se quedó en el paro---insistió un pelín pesao.

--Bueno, eran tiempos duros aquellos, ya lo sabes---respondí---él apenas sabía hacer otra cosa, aunque todos sabíamos que en lo suyo era el mejor. A partir de entonces con casi cincuenta años a las espaldas se sintió perdido. Se vino abajo. Además lo del divorcio fue el mazazo definitivo, no se lo esperaba---concluí.

--¡Qué pena!. ¿Y qué le pasó?---me preguntó volviendo a la carga.

--Deambuló durante días, quizás semanas sin rumbo fijo, como un autómata por la ciudad. Era incapaz de estar en casa. En su cara se reflejaba inquietud y tristeza, pero nadie se acercó lo suficiente para ver su desesperación. Una mañana dos amigos lo vieron sentado en un banco del parque, triste y con la mirada perdida. Uno de ellos nos contó que le dijo adiós, pero que no obtuvo respuesta.

--¿Preguntasteis a sus padres o a su hermana?---siguió con la matraca mi vecino.

--Si, claro. Dejó de ir a visitarlos y quedaron muy preocupados---le expliqué--- los días, las semanas y los meses se fueron sucediendo uno tras otro, y dejamos de verlo por el barrio. Todos pensábamos los mismo, en los últimos días creímos ver en él un extraordinario deterioro físico---ultimé esperando acabar.

--Uffff que triste panorama, Joaquín. Me hubiera gustado conocerle. Sé que esto pasa a veces,. Gente que no supera estos contratiempos.

--Así es---repliqué---han pasado ya dos años y nadie a vuelto a saber de él. Tal vez las luces extraordinarias en las calles y plazas de esa desgraciada Navidad deslumbraron sus entendederas.  O quizás tropezara con el bulto sucio de algún mendigo en la calle, a la intemperie y al verlos acurrucados bajo cartones en las aceras le hicieran meditar hasta el punto de atisbar su negro futuro y ahora es uno de ellos. O prefirió acabar.. ¡Vete a saber!--le dije ya con prisas.

Mi vecino, por fin, se dio por satisfecho y nos despedimos, pero sé que en cuanto nos volvamos a ver me volverá a preguntar. 

Por cierto, no le he dicho nada al pesado de mi vecino, pero he sabido hace poco de la muerte de los padres de Luis, allá en el pueblo. No pudieron soportar por más tiempo lo de su hijo.

Joaquin






jueves, 15 de junio de 2017

La noche triste...

                                                                                





Suenan tétricas las notas

de la vieja arpa.

La luna muestra lo que encierra

en su lado más oscuro.

Visto de negro

y el Dios de los vientos

mece enfurecido mis cabellos.

--Fanny J. Wong--


Mentiría como un bellaco si negara que los ingleses tienen una historia impresionante a sus espaldas. No hay que olvidar que han sido los dueños absolutos de medio mundo hasta hace cuatro días. Lo malo de ellos es que creen que lo siguen siendo. Pero hay que reconocerles una cualidad de la que nosotros carecemos, saben venderse muy bien. El cine de Hollywood les ha servido para edulcorar una historia a ojos del mundo que ha tenido episodios vergonzantes para ellos.

Nosotros los españoles a pesar de haber tenido un pasado igual de prolífico, no solo no hemos sabido venderlo, sino que nos hemos dejado quitar el relato del mismo. Ahora nos encontramos inmersos en una injusta leyenda negra inventada por nuestros enemigos que nos paraliza y acompleja. Hasta tal punto es cierto aquello de que una mentira mil veces repetida se trasforma en verdad, que incluso gran parte de nosotros mismos nos las hemos creído.

Los españoles hemos tenido antepasados heroicos, gloriosos, aunque también algún villano que otro ¿por qué no? Y sin embargo, muchos de nosotros apenas los conocen. Es paradójico que una mayoría de compatriotas sepan de héroes anglosajones menores o inventados, y conozcan sus historias solo porque el cine los encumbró y apenas sepamos nada de los nuestros.

Españoles extraordinarios, hombres intrépidos, rudos, valientes, fueron, por ejemplo, los que patearon de norte a sur el continente americano, muchos de ellos extremeños. En una época difícil y con unos medios materiales escasos fueron capaces de apoderarse de un territorio inmenso, sorpréndanse, unas ochenta veces mas grande que España.

Casi todos los hombres y mujeres, que participaron en la conquista de América y su posterior colonización fueron excepcionales. No obstante hubo un grupo de ellos, los dirigentes, que marcaron toda una época. Hoy quiero hablar del mas grande….

Hernán Cortes nació en Medellín cerquita de Mérida y fue todo un jabato. Estudió algo en la universidad de Salamanca, así que era de los más preparados entre sus rudos compañeros. Quizás durante su etapa de estudiante desarrolló su esplendida elocuencia y desparpajo, que le sirvió sin duda, para conquistar a un montón de féminas. Creo que fue un mujeriego de mucho cuidado.

Salió hacia América y desembarcó en Cuba a las ordenes de Diego Velázquez de Cuéllar (no confundir con el pintor). Éste le cogió tanto cariño y admiración por sus aptitudes y simpatía que incluso aceptó casarlo con su cuñada, Catalina. Pero Hernán estaba en otra cosa. Además de su afición por las faldas le apasionaba la aventura y no tardó en persuadir a Velázquez para que organizara una expedición a lo que luego sería México.

Y lo consiguió; atracó con unos cuantos barcos y no mas de 500 hombres en la península del Yucatán (Cancún, ahora lleno de turistas españoles). Desde aquí avanzó hacia el norte en busca de la capital del territorio. Había oído por unos indios que era impresionante. 

Cortés fue sometiendo una a una a las diferentes tríbus que se iba encontrando. A unas, a base de terror masacrando a su población, a otras con engaños y promesas. Y así llegó a Tecnochtitlan (actual México D.F.) edificada sobre un gran lago. Al contemplar semejante belleza y grandiosidad, los españoles, acostumbrados a la rudeza de su patria, se quedaron atónitos. Seguro que mientras veían extasiados esa maravilla pasaban por su cabeza las toneladas de oro que podían sacar de allí.

La conquista de la gran capital de los Aztecas, le costó a Hernán Cortés, meses, lágrimas, y mucha sangre. Dicen los historiadores que podía estar habitada por mas de un millón de indios... ¡y los españoles eran sólo 500 abigarrados hombres!. 

El jefe de los aztecas era entonces el gran Moztezuma II, y entre las ofrendas que le solían hacer sus súbditos estaba la de entregarles el corazón aun palpitando de los enemigos capturados. ¡No quiero pensar cómo pondrían de sangre las escaleras de la gran pirámide, que es donde hacían las ceremonias! El hechicero introducía la mano en el pecho y le arrancaba al preso directamente el corazón. Después, chorreando sangre, se lo ofrecían al Rey, y a los Dioses. Esta macabra operación las hacían a menudo y con miles de pobres victimas.

Hernán Cortés consiguió a base de astucia apoderarse de la ciudad y pacificarla. Sin embargo su jefe y cuñado, Diego Velázquez, celoso de sus éxitos, envió a un comando de hombres a capturarlo. Cortés tuvo que dejar la ciudad e ir a la costa en su busca, dejando al mando a su ayudante, Pedro de Alvarado (el pelirrojo)Cortés venció a los enviados de Velázquez y volvió a la capital, pero Alvarado no tenia el carisma de su jefe y ésta se había sublevado. Los indios habían hecho una carnicería con los españoles que se habían quedado. Hernán Cortés intentó recuperar la ciudad, pero tuvo que huir ante el ímpetu y bravura desplegada por los indígenas en lo que la historia llamó después como: La noche triste.

Una vez recuperados y con los ánimos prestos, los españoles volvieron a conquistar la capital que definitivamente quedó ya como española y perteneciente a la Corona de Castilla… y con ella todo el inmenso país que ahora es México.

La hazaña de Cortés fue inenarrable. Conquistar un territorio del tamaño de tres Españas, poblado con millones de indios y con la fuerza de tan solo, 500 hombres, unos cientos de trabucos y no muchos caballos, es un mérito solo al alcance de unos pocos en la historia. Y eso lo hizo, con astucia y también con la crueldad necesaria, un español y extremeño para más honra..

Al volver a la península, el rey Carlos V, desagradecido como siempre, no se portó muy bien con él y le negó los cargos y prebendas que el reclamaba y que creía justos. Murió en un viaje de regreso a América que no culminó.

En desagravio a los indios he de decir que éstos no estaban tan preparados para la guerra como los europeos. Les paralizaba mucho ésa profecía milenaria, según la cual algún día verían aparecer seres superiores a ellos, altos y barbudos por el este y que les esclavizarían. Al ver aparecer por éste punto cardinal a los españoles, mas altos que ellos y la mayoría barbudos, incluso algunos pelirrojos, se quedaron estupefactos pensando que los dioses se habían confabulado para castigarles. Además al verlos montados a caballo, (animal desconocido en América), creyeron que se trataban de seres mitológicos, mitad humano mitad animal. En fin..

El valor y arrojo que derrochó Hernán Cortés, nuestro paisano, fue desmesurado. Al desembarcar la primera vez en México, y viendo (preocupado) que parte de sus hombres tenían miedo por lo que contaban algunos y amenazaban con amotinarse y volver, ni corto ni perezoso mandó quemar las naves  y así adentrarse de lleno en el continente en busca del misterioso rey azteca Moztezuma sin miedo a motines.

Lo dicho, si estos superhombres hubieran sido ingleses, hoy serian idolatrados por medio mundo. Pero eran simplemente españoles y aquí nadie es profeta en su tierra, salvo los cantamañanas…

Joaquín Yerga




viernes, 9 de junio de 2017

Los cuatro jinetes del Apocalipsis





Es mejor estar callado y parecer estúpido que abrir la boca y disipar las dudas.
A. Lincoln




Al contrario que nosotros, que valoramos tarde y mal y olvidamos rápido, los norteamericanos veneran a sus Padres de la Patria como seres sobrenaturales. Para ellos son el espejo donde mirarse y están bien orgullosos de la nación que crearon una vez, hace unos escasos 250 años.
Los primeros de esos padres fueron los llamados, siete fundadores, que redactaron la Carta de Independencia en 1776, culminando así la emancipación definitiva de Inglaterra. Sin embargo, pasado el tiempo y acaecida la historia se ha depurado esa lista y son cuatro los que han quedado como los pilares en los que se sostiene el gran armazón heroico-emotivo de los Estados Unidos: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt. Todos ellos han sido presidentes.
Los que hayan visto la película de Hitchcock, “Con la muerte en los talones” recordarán ya casi al final de ella, el escenario donde está ambientada. Se trata ni mas ni menos que del monte Rushmore. Allí están esculpidas las cabezas de esos cuatro personajes épicos de la nación. Y se acordarán de Cary Grant (Mr. Káplan) descolgarse por la inmensa nariz o sujetarse en las orejas de una de las enormes efigies mientras era perseguido por dos esbirros. Éste famoso conjunto de estatuas está situado cerca de la localidad de Keystone en el estado de Dakota del Sur. Lo modeló un tal Gutzon Borglum, ayudado por mas de cuatrocientos trabajadores. Se realizó la proeza entre 1927 y 1941, y los bustos miden cada uno dieciocho metros de altura. Impresiona contemplar las cuatro cabezas sobresaliendo de las graníticas rocas de la montaña.
De los cuatro estadistas tan principales quizás Abraham Lincoln sea, con mucho, el mas admirado por todos. Lo fue por muchos motivos pero el más importante, sin duda, el haber salvado a su patria de su desmembramiento durante la guerra de secesión. A estos Padres de la Patria se les honra con vehemencia porque hicieron mucho por su país, sentaron las bases de lo que luego sería el mas poderoso del mundo. No obstante y como todo ser humano imperfecto que somos, cada uno de ellos tienen otra cara menos amable. Mi propósito es mostrarles hoy ese lado oscuro y turbio de cada uno. Aun sin menospreciar, por supuesto, su gran labor política.
Si hacemos bien las cosas y empezamos por el mas antiguo, es decir, por orden cronológico, deberíamos hacerlo por:
George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos. Fue un rico propietario de Virginia y quizás el mejor preparado para ponerse al frente de las fuerzas independentistas. De pequeño padeció de viruelas y al superarlas quedó ya inmunizado de ellas. Este percance le sirvió después para aguantar impertérrito la epidemia de éste virus que, parece ser, esparcieron los ingleses adrede para acabar con los americanos de esa manera tan ruin, en vez de hacerlo noblemente con las armas. Otra de las curiosidades de Washington fue la fea dentadura que tenia. Se quedó sin dientes a los veinte años, aunque como era un manitas de grueso calibre él mismo llegó a fabricarse unas cuantas a lo largo de su vida. Y le funcionó, una de ellas se muestra en el Museo de Odontología de Báltimore. Por cierto, éste personaje, junto al resto, plasmaron en la Carta de Fundación muy bonitas palabras sobre la igualdad entre los hombres y tal, pero el gran George llegó a tener, hasta su muerte, a mas de doscientos esclavos negros en sus fincas.
Eso sí, al terminar la guerra tal fue su prestigio que muchos de sus compañeros quisieron hacerle primer rey de los Estados Unidos. Menos mal que el se negó. ¡A saber en lo que habría derivado el tema…! Como todos sabemos a la capital de este inmenso país, así como al estado de la costa oeste cuya ciudad principal es Seattle (cuna y sede de Microsoft) se les puso el nombre de Washington, en su honor.
El tercer presidente, y otro gran hombre idolatrado por los yanquis fue, sin duda, Thomas Jefferson. Al igual que George Washington terrateniente y aristócrata. Éste fue el verdadero ideólogo del cotarro y el más preparado de los padres fundadores. Estudió e hizo de todo, filosofía, literatura, arquitectura etc. Durante su presidencia compró Luisiana a Francia por dos perras y creó la universidad de Virginia. Se casó con una joven viuda de veintitrés añitos y tuvo unos cuantos hijos. No obstante enviudó muy pronto y se amancebó con una esclava negra de su propiedad Sally Hemming, con treinta años menos. Parió ella un montón de niñitos mulatos de él. Por supuesto, como eso estaba mal visto mantuvo el largo romance en secreto. ¡Claro! que cuando la gente visitaba su residencia se sorprendía sobremanera al comparar el gran parecido físico de estos niños esclavos con el bueno de Thomas. Hace unos años la revista Nature se propuso hacer un estudio. Recogieron unas muestras de ADN de gente de la zona y resulta que mas de 800 personas portan un cromosoma especial que solo puede ser del tercer presidente, “el despabilado y fogoso” Jefferson.
Al ser el principal redactor de la Constitución Americana, en donde se dice que todos los hombre nacemos y seremos iguales, demuestra que un poquillo hipócrita al igual que Washington, si que era, pues en su diario y cartas personales escribió cosas como: “No se debe permitir la mezcla de blancos y negros porque eso degrada a la humanidad...” Y cosas peores…
Otro al que tampoco le gustaba mucho los negros ni las mujeres fue Abraham Lincoln. A los norteamericanos que no les importa reconocer estos, digamos, sensibles datos ya lo saben y los toleran. A los que no los aceptan tendrán que negar la evidencia o taparse los oídos.
Abraham si fue un humilde granjero de Illinois que gracias a su verborrea llegó a ser presidente en un momento crucial de los Estados Unidos. Al igual que Churchill salvó a Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, Linconl libró a los americanos de una división del país. Pero esto no quita para que, según muchos, fuera un racista. Es cierto que emancipó a los negros, pero lo hizo como estrategia militar y no como hombre ecuánime y humanitario. Lo de las mujeres iba por otros asuntos. Fue un homosexual sin llegar a salir del armario, entonces no se podía. Se casó y tuvo hijos pero él como se lo pasaba pipa era con gente de pelo en pecho. Murió asesinado por un sudista al final de la guerra.
El jinete que nos falta de los Cuatro del Apocalisis es el gran,Theodore Roosevelt. Éste fue presidente a principios del siglo XX y a nosotros los españoles nos debería traer malos recuerdos. Fue él quien maniobró en Cuba con malas artes para declararnos la guerra con la intención de quedársela ellos. Y lo consiguió, por cierto. Está considerado por los norteamericanos como un buen presidente por las muchas leyes progresistas que aprobó. En temas personales diremos que se casó muy joven con una chica de buena familia que murió a los dos días de dar a luz su hija. Su madre, la Sra. Roosevelt, había muerto once horas antes. Él lo pasó muy mal y se retiró de la vida pública, pero solo por un par de años. Dejó escrito en su diario “Hoy se ha ido la luz de mi vida”, Claro que la luz volvió poco después, pues se casó otra vez con otra joven. Y ésta si le duró hasta el final de sus días.
Los Estados Unidos es el país mas rico del mundo. Su democracia es de las mas consolidadas de la historia y todo eso en buena medida se lo deben a esos cuatro Padres de la Patria. Recientemente ha aparecido otro personaje revolucionario y digno de fama, Donald Trump, aunque me temo que a éste no le esculpirán su busto en el monte Rushmore, pues quizás no llegue a cumplir los cuatro años de mandato. Yo lo propondría como el primer Padrastro de la Patria, y esperaría al resto.
Dicho queda…
                                Joaquín Yerga
                                09/06/2017


domingo, 4 de junio de 2017

Reina por sorpresa.




Las princesas también se cansan de tanto cuento.

La vida a veces engendra unas paradojas difíciles de imaginar, aunque a lo largo de ella algunas podemos llegar a conocer y considerar. Antes de hablar de una de estas paradojas, sin duda interesantísima, debo contarles unos antecedentes imprescindibles para que se entienda a la perfección. Quiero resumirlos todo lo que pueda para no extenderme en prolegómenos innecesarios e ir cuanto antes al meollo de la cuestión.
Empecemos diciendo que la reina Victoria de Inglaterra fue una de las monarcas que más tiempo se mantuvo en el poder. Y lo hizo prácticamente casi todo el siglo XIX. Aunque hoy una de sus herederas, Isabel II, ya la ha superado en permanencia, lleva la “tía” sesenta y ocho años en la poltrona.
La reina Victoria marcó toda un época. Se puede decir que el siglo XIX al completo está impregnado de ella. Incluso creó un estilo propio de vida remilgado y puritano en costumbres al que se le denominó “Estilo Victoriano”. Muchos libros y películas reflejan esa manera de pensar y de vivir. Acuérdense: toda la obra de Dickens, de Sherlock Holmes, de la Revolución Industrial, de Jack el Destripador, del parlamento ingles, de las exposiciones universales, de Ana Karenina y también de esos niños pobres buscándose la vida por los barrios humildes y neblinosos del Londres aquel, al estilo David Copperfield.
Ésta reina dejó un reguero de hijos y nietos por todas las casas reales de Europa. Es difícil concebir hoy en día algún apuesto heredero o guapa princesa que no descienda directamente de la Reina Victoria. Sin ir mas lejos, nuestro rey actual tiene sangre victoriana por dos partes. Su padre el rey Juan Carlos es bisnieto de una hija de ésa prolífica reina inglesa y su madre, la reina Sofía, también es nieta de otra nieta de la reina Victoria.
Bien, pues el hijo mayor de Victoria, Eduardo VII, cuando aun era Príncipe de Gales le llamaban, (en ambientes reservados ¡claro!) Bertie el Acariciador. Este curioso apelativo, apuesto, que se lo pondría algún chistoso amiguete conocedor de sus hazañas. Éstas eran, casi todas, de carácter amatorio. En fin, y para no andarnos con rodeos, le llamaban así porque era un putero redomado. Para que se hagan una idea se calcula que llegó a disfrutar de tres o cuatro amantes diferentes por mes durante su larga y esplendorosa vida. Calculen, pues, cuántas pasaron por su lecho al final de ésta. Su garito de juergas preferido era un club libertino de París, en donde era muy conocido por sus extravagancias sexuales. Una de las mas conocidas era chapotear (o lo que fuese menester) en una gran bañera llena de champán y acompañado de tres o cuatro meretrices, cuando no amantes.
Entre las queridas que tuvo éste desaforado y orondo Eduardo VII de Inglaterra, (bisabuelo de la actual reina Isabel) las había de todo tipo y condición. Entre las más famosas de ellas estaba la madre del mismísimo Winston Churchill, (ya saben el famoso primer ministro). Sin embargo, la que mas le duró fue Alice Keppel, una chica que tenia entonces veintitantas  primaveras al conocer a Eduardo, mientras que éste rondaba unos cincuenta y seis bien disfrutados años.
Alice era una joven casada, encantadora y ligerita de cascos, y muy moderna para la época. Tanto lo era que tuvo hijos de tres hombres diferentes. Resulta que una de ésas hijas todo el mundo sospechaba, (con fundamento) que era de Eduardo. Pasado el tiempo, y muchos revolcones sexuales después, vino al mundo una bisnieta de Alice; le pusieron de nombre, pásmense: Camilla (Parker-Bowles)
Curiosamente, y esta es una de las paradojas de las que hablaba la principio, resulta que el actual Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra (el de las orejas infinitas) tuvo el mismo bisabuelo que su actual querida esposa Camilla, Eduardo VII,
Ciento cincuenta años después se repite la historia. En 1885, Eduardo VII, Príncipe de Gales, (apodado el Acariciador) conoce a su amante mas experimentada, a la inteligente y bella Alice Kepper. En 1970, otro Príncipe de Gales, Carlos (el orejudo) bisnieto de Eduardo, conoce a su querida mas avezada y lista, (que no bella) Camilla Parker-Bowles, bisnieta de Eduardo y de su amante Alice, ¡Menudo sandwich!.
Camilla conoció al tímido e inexperto Carlos al terminar éste un partido de polo del que es muy aficionado. Estaba sudoroso y cansado. Camilla buscó la excusa perfecta para saludarlo y contarle lo de sus antepasados comunes. Por supuesto, Carlos, se quedó prendado de su osadía e inteligencia. A partir de entonces quedó rendido a sus píes. No obstante, Camilla estaba muy enamorada del capitán Andrew Parker-Bowles. Se dice que ésta tonteó con Carlos para darle celos a Andrew. Seguro que hay mucho de cierto en todo esto.
Carlos y Camilla se hicieron amantes, pero tuvieron que verse a escondidas, pues ella a ojos de la puritana sociedad inglesa era plebeya. Acordaron dos bodas, Carlos con la supuesta bobalicona Lady Dí, y Camilla con el capitán Andrew. Parece ser que Carlos lo pasó muy mal con el bodorrio de ella, señal de su enamoramiento. Aun así jamás dejaron de verse y de llamarse tres o cuatro veces al día por teléfono. Después del accidente y muerte de Lady Dí, (que todos conocemos al dedillo) la cosa, por fin, se les puso a huevo a la pareja. Y ya sabemos del desenlace final. 
Camilla ha tenido una vida sexual activa y prolífica con lo que es una experimentada amante. Asunto, por cierto, que le ha venido bien al tontorrón de Carlos que era un poco pacato en estos menesteres. El episodio se repite con aquellos antepasados de la época victoriana, pero los personajes, a pesar de ser parientes, no son comparables. El bisabuelo de Carlos, Eduardo VII, era un consumado fornicador. No así su bisnieto Carlos que es más bien timorato en estos verdes asuntos. Tan solo Camilla ha heredado la soltura amatoria de su bisabuela, la bella y avispada Alice Kepper.
Dicho queda…
                                                                               Joaquin