Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
--M. Machado--
El cabrito de su marido era buen mozo, apuesto y hermoso, es verdad, pero ella tampoco era fea, más bien al contrarío, nunca le faltaron admiradores.. Se habían casado muy jóvenes.
Bien, pues a pesar de estas cosas, Enrique, su marido, prefería a Diana, una mujer mayor con la que hacía el amor en secreto. Bueno, el amor y más cosas..
Ella sabía que su marido estaba colado por Diana ya desde antes de casarse, pero creía que al desposarse se le pasaría el calentón. Y nunca lo entendió, ¡Con lo vieja que era ya la tía!.. ¡Qué coño le daría!..
En realidad, Diana era muy guapa, pero le llevaba veintidós años a él, y encima era como una criada. Fijaos hasta donde llegó su desesperación por la infidelidad de su marido, que trasladó su habitación justo encima de la de Diana e hizo abrir un agujero en el suelo; desde allí miraba. Quería comprobar, in situ, qué le hacía esa "mosquita muerta" a su marido para tenerlo tan engatusado..
Nada descubrió, sólo que hacían el amor con deleite y luego se tiraban horas hablando abrazado el uno al otro, y así durante años.. Imaginaos su rabia. Además por aquí todos estaban al corriente de sus cuernos pero, ya sabéis, en esa época mandaban los hombres y ella a callar.. Y qué tontas somos las mujeres, que a pesar de todo seguía queriendo a Enrique. Siempre estuvo enamorada de él...
En fin, eso sí, en cuanto pudo se desquitó de esa horrible mujer. Enrique sufrió un accidente de caza y murió en dos semanas. Al acabar los honras fúnebres dio la orden de expulsar inmediatamente a Diana de su casa.. Creo que se refugió con su familia, lejos de ella. Allí murió esa vieja bruja..
¿Y sabéis una cosa? Mas tarde pudo conseguir el gran secreto de Diana. Obsesionada como estaba ésta por la eterna juventud y mantener esa belleza sobrenatural que le caracterizaba, se tomaba a diario el elixir de vida: una solución líquida de oro potable. ¡No es de extrañar por tanto que el modorro de Enrique estuviera colado por ella a pesar de su edad!.
Por cierto, hace años que ella hace lo mismo que Diana, se toma a diario ese elixir de vida, y de momento le va bien, le sobran amantes. Ahora se está desquitando...
Pero no sé si os lo he dicho, ella es Catalina, Catalina de Médicis, y desde que murió su marido, Enrique II, es, prácticamente, reina de Francia..
De Diana de Poitiers, la golfa amante de Enrique, ya ni se acuerda..
Catalina de Médicis, reina
Diana de Poitiers, la amante
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