como las leves gotas de rocío
que apenas mojan los sedientes prados!
¡Cuánta ilusión perdida en el vacío,
y cuántos corazones anegados
en la amarga corriente del hastío!
--Gaspar N. de Arce--
La esposa de Mausolo, Artemisa, amaba a esposo con locura. Juntos gobernaron veinticuatro años Caria, un lejano país de Asia, y fueron muy felices, también su pueblo. Pero Mausolo enferma un día; adquiere unas fiebres terribles y muere..
Artemisa incineró su cuerpo y depositó sus cenizas en un precioso jarrón de porcelana, Cada día bebía una copa de vino mezclado con una cucharilla de las cenizas. ¿Creería así empaparse del espíritu de su marido muerto? ¿A sorbos? Pues no, eso dijeron, pero fue un arrebato de amor y locura por su pérdida, porque su vida posterior fue amarga, corta y dedicada en exclusiva a recordarlo.
Ella hereda el reino. Ahora es reina absoluta, pero apenas tiene ganas de seguir; lo echa mucho de menos. Tanto es así, que todo su empeño lo dedica a honrar a su esposo..
Contrató a los mejores oradores griegos para que proclamen por esos mundos de dios alabanzas de su esposo muerto. Luego llama a afamados arquitectos y les ordena construir para él la más suntuosa tumba conocida hasta entonces.
Sin embargo, ¡Ay!, no vive lo suficiente para verla terminada. Rota de dolor, muere apenas un año después de la muerte de Mausolo.
La sepultura que mandó construir es soberbia. Será considerada la Séptima Maravilla del Mundo..
El gran filósofo y orador romano, Cicerón dijo de ella... “Mientras vivió, vivió en dolor”.. No hay cariño más profundo que el suyo, ni más dolor que el que ella sintió..
Por cierto, a partir de la tumba de Mausolo, a todas las sepulturas espectaculares y grandiosas se les llama Mausoleo..
Joaquín
Artemisa echando cenizas de su marido en la copa de vino
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