Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
¿Cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
--Sor Juana Inés--
¡Uy!, resulta que la monja Sor Juana Inés de la Cruz, tan famosa, tan sublime y tan buena poetisa estaba enamorada. Si, su corazón palpitaba de pasión, y no por un hombre precisamente, que ya seria escandaloso siendo monja, sino por otra mujer, bellísima e instruida, por cierto
Así me lo han contado, que a Isabel, con sólo catorce años, la introdujeron en esa especie de corte renacentista que era entonces la sede del virrey de España en México, lugar de tertulias de poetas, pintores o músicos. Y parece ser que Juana dio la talla, puesto que era inteligente y atrevida, muy atrevida para sus pocos años.
Parece ser que todos querían a Juana, y no era para menos. Además de guapa y lista tenia unas ganas locas de aprender. La primera que se dio cuenta de que la chica era especial fue la mujer del virrey, María Luisa Gonzaga, de la que la futura monja siempre estuvo enamorada.. ¡Oh, ella era la musa y el amor de Juana, la destinataria de sus mejores versos de amor!. Aquí tenéis una prueba de lo que os digo:
Yo adoro a Luisa, pero no pretendo
que Luisa corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo..
Creo que fue María Luisa la que sugirió a Juana que profesara de monja, y lo hizo a sabiendas de que vosotras, las mujeres, no teníais derecho a nada, y menos a aprender en la escuela o en la universidad. Siendo monja—pensaría--es la única manera de que la chica desarrolle sus aptitudes, y de paso la tengo bien cerquita de mi.
Y monja se metió, pero no por devoción religiosa, como os digo, sino más bien por devoción a María Luisa, su musa, su protectora, su amor, porque ésta entraba en el convento y en la celda de Juana como San Pedro por su casa.. Celda que era, según me dijeron, como la biblioteca de una gran mansión, llena de libros, cuadernos y lápices.
Lo que no estoy seguro es que si el enamoramiento tan profundo fue mutuo, pero Sor Juana si amó de veras a la virreina, ¡Oh, sí, amó en silencio a una mujer a la que además admiraba desde niña!..
Ignoro si el amor entre ambas fue más allá de lo platónico y hubo roces y caricias. ¡Ojalá las hubiera habido, me hubiera alegrado tanto por las dos!.
Si queréis comprobar cuánto quiso Juana a María Luisa, echad un vistazo a su libro de poemas, "El amar ardiente", descubriréis entre líneas hasta qué punto..
Joaquín
Sor Juana Inés ya de monja
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