Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.
--José A. Buesa--
El tipo había nacido en América, de padres, abuelos y bisabuelos españoles. Un día llega a Madrid, a casa de unos tíos que vivían cerca de la Puerta del Sol. Le encanta la capital y nuestras costumbres..
El tipo acaba de cumplir diecinueve años y ha conocido a una chica madrileña de la que se ha enamorado profundamente. María Teresa es muy hermosa y él está feliz. Se casan en la iglesia de San José..
Pero, ufffff, qué mala suerte, María Teresa muere de repente de unas fiebres. Apenas tiene 22 años.. A él se le parte el corazón. Promete no volver a casarse nunca, y lo cumple.. Por cierto, al tipo no le interesa la política..
Ya viudo, tres años se pasó el americano entre Madrid y París frecuentado salones de baile, retozando con jovencitas, jugando al tenis, y hasta batiéndose en duelo con algún jovenzuelo que otro.. Pero hace un viaje a Londres.
Y allí se jodió todo. No sé qué vería, qué oiría o con quién se juntaría en la ciudad del Támesis, que decidió meterse en política y odiar a España.
Algunos dicen que fue al leer la frase del científico alemán Von Humbolt.. “La América española está preparada para ser libre, pero necesita un gran hombre que inicie la obra” y entonces el tipo, que se llama Simón Bolívar, se pone a liderar la independencia de Hispanoamérica.
Esto es lo que hay. Todo por un desamor, porque si María Teresa no hubiese muerto, este hombre hubiese sido un hacendado feliz, con su mujer y sus hijos, allá en Venezuela, y tal vez nos hubiera amado.
Joaquín
Simón Bolívar
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