Imagínate ahora que tú y
yo
muy tarde ya en la noche
hablemos de hombre a hombre,
finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de
rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros
sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Qué le voy a
enseñar a un corazón duro,
un corazón infiel,
desnudo de
cintura para abajo, los dos..
--Gil de Biedma--
Que si lo que importa es ser feliz, que si me da igual si mi hijo estudia o no lo que quiero es que sea feliz, que si... ¡¡Joder, qué perra nos ha dado con la felicidad!!.. Parad un poco porque la felicidad nunca ha existido como tal, apenas hace cuatro días que se inventó..
Porque si nos atenemos a la función primordial de la naturaleza, comprobaremos que todo está diseñado en los seres vivos no para la felicidad precisamente, sino para otros menesteres, digamos más prosaicos: nacer, crecer y reproducirse, simplemente..
El hecho de que hayamos evolucionado hasta el punto de anteponer nuestro bienestar emocional (felicidad) al resto de estos cometidos, demuestra un grado de perfección inédito en nuestra historia evolutiva.
Por cierto, y ya que estamos en esto, ¿Se es más feliz cuanto mayor grado de conocimientos se posea? ¿Justo lo contrario?..
Habrá opinión para todos los gustos. Aunque es verdad que cuanto más implicados estemos en las circunstancias y avatares mundanos que nos rodean y más amplio sea este círculo, mayor volumen de preocupación y de insatisfacción tendremos, lo que conlleva más motivos para ser infelices.
Decía Goethe que la felicidad es cosa de plebeyos, es decir, que los instruidos debían ser infelices porque son los que se preocupan del mundo y sus avatares.
En resumidas cuentas, ¿Es posible que mientras más memos seamos más posibilidades tendremos de ser, bobaliconamente felices?. Pues por ahí van los tiros..
Joaquín
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