Ríe, y su carcajada tiene notas
del agua fugitiva;
llora, y es cada lágrima un poema
de ternura infinita.
¿Qué es estúpida? ¡Bah!, mientras callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá lo que yo creo que calla
mas que lo que cualquiera otra me diga.
--Bécquer--
Anita Delgado, una chica malagueña, paseaba sola por las calles de Madrid. De pronto vio pasar una comitiva de carrozas reales. Sorprendida, se paró en la acera y se dispuso a mirarlas, igual que todos los que pasaban por allí. Al poco, una de ellas, la más lujosa, se detiene delante de ella y un tipo atractivo asomó la cabeza por la ventanilla y la miró fijamente durante un tiempo interminable.
La chica malagueña a la que miraban fijamente, desconcertada se ruborizó, luego siguió su camino, aunque con disimulo no dejó de mirar atrás. Allí seguía mirándola su admirador secreto.
Anita Delgado estaba entonces recién llegad a Madrid, y hacía sus primeros pinitos como bailarina en el teatro Kursal.. Era una joven guapísima. Por cierto, el tipo que le declaró su amor con la mirada era, nada menos, que el Marajá de Kapurtala, príncipe de un pequeño reino de la India..
No es un cuento, sucedió realmente una mañana de mayo de 1906 en Madrid.
Fijaos:
Se casaba el rey Alfonso XIII, y las casas reales de todo el mundo estaban invitadas a la boda, entre ellas los reyes de Inglaterra y el apuesto marajá....
Jagatsit Singh, se llamaba el marajá, y había quedado prendado de los ojos de la malagueña al verla en la acera. Después de aquel primer encuentro en la calle, el tipo investiga, averigua, y se entera que Anita baila en el Kursal. Y allí se presenta esa noche.
Le hacen hueco en la mejor mesa, le agasajan; es un gran personaje..
Pero él no se atreve a hablarle, además no entiende español. A través de emisarios le envía cartas a Anita. Es muy rico y poderoso. Quiere casarse con ella. Ella se niega. El marajá vuelve a la carga; todas las noches va a verla al Kursal. Insiste, persevera, se empeña en llevársela a la India..
Anita se resiste a los deseos del marajá. Teme ser sólo una más en el harén del monarca. Pero la convencen; su familia es pobre y siendo la esposa de un opulento mandatario hindú sus problemas económicos se resolverían.. El marajá le promete que sólo ella será su esposa legítima. Y vuelan a la India...
La boda se celebra por todo lo alto. Cuarenta y siete elefantes ricamente engalanados encabezaban el interminable desfile. En uno de ellos iba Anita, preciosa, vestida de majaraní. El pueblo llano la saluda, le hacen reverencia, la quieren..
Durante veinticinco años Anita fue feliz en la India. Viaja mucho, disfruta de todos los lujos inimaginables. Jagasit, el marajá, siempre estuvo enamorado de ella, incluso tuvieron un hijo. Pero el hecho de ser de ella de clase baja le pasó factura en un país donde las clases sociales estaban muy presentes..
Triste y aún enamorada de su marido se divorcia, y abandona la India. Su hijo le acompañó. Regresan a Madrid..
El marajá le prometió que mientras se mantuviera soltera, a ella y a su hijo nunca le faltaría de nada. Y así fue.
Al morir su exmarido el marajá, se casó con su secretario, Ginés Rodríguez, del que hacia años estaba enamorada y con quien mantenía un amor secreto..
Anita murió en 1962 y está enterrada en el cementerio de San Justo en Madrid
A ver, decidme: ¿quién pensaba que los príncipes azules sólo existían en los cuentos?..
Joaquín
Anita de cupletista
Marajá de Kapurtala
Anita en la India
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