Primero te olvidé en tu voz
Si ahora hablases aquí,
a mi lado,
preguntaría yo ¿Quién es?
Luego, se me olvidó de ti tu paso.
Si una sombra se esquiva
entre el viento, de carne,
ya no sé si eres tú.
--Pedro Salinas--
Fijaos qué historia que os voy a contar. Digamos que, cuanto menos es peculiar, porque pocos casos parecidos se han dado en el pasado. Se trata de un chico que tuvo la buena o mala suerte de tener un padre así. Vosotras juzgaréis si bueno o malo..
El padre de John padre fue un adinerado aristócrata, un tipo muy estricto y de ideas fijas. Pensaba que la mente de un niño era una pizarra en blanco y que si se le educabas de una determinada manera había muchas posibilidades de que llegase a ser un genio...
Decidió, por tanto, darle clases en casa asegurándose de que no perdiera el tiempo jugando con otros niños de su edad ni aprendiendo malos hábitos de ellos.. Puso a su disposición los mejores maestros de la ciudad..
Como era de esperar el chico salió muy listo, una eminencia según algunos... pero..
Esa educación tan singular que le dio su padre le hizo ser un tipo muy solitario.. Crecer al margen de otros niños, de los juegos y de la vida social propia de la niñez, le convirtió en un tipo raro, huraño, infeliz.
Ya de mayor tuvo serias dudas de cómo catalogar a su padre.. Su experimento salió bien sólo a medias... Fue un verdadero intelectual, se ganó muy bien la vida, pero como persona fue un desgraciado.. Sólo su amor por Harriet le libró de la depresión, y de la locura..
Cuando conoció a Harriet ella estaba casada, pero se dio cuenta que lo que profesaba a su marido era afecto y respeto, pero no amor.. Y es que su marido era un tipo mundano, aburrido, sociable pero falto de sentimentalismo y sabiduría, aptitudes que le sobraba a Harriet.
Quizás por eso al conocerse, ella y él, se enamoraron apasionadamente. Los dos eran iguales, emocionales, sensibles, idealistas...
Y qué deciros de Harriet, pues que era muy bella, y muy sincera. Enseguida confesó al marido su amor por otro. Éste comprendió su derrota sentimental y los dejó hacer..
Viajaron juntos por Europa con autentica devoción el uno por el otro, se comprendían a la perfección. Y desde luego, ni la familia ni su entorno entendió nunca su relación, ¡Oh, qué locura, ella estaba casada!.. pero eso a ellos poco les importaba..
Veinte años duró su amor.. Entretanto su marido murió y se pudieron casar pero, ¡demonios, Harriet enfermó no mucho despues!..
--Espero, amor mío, que el que hayas escupido sangre sea de poca importancia, como otras veces-- -le escribió él a ella la última vez que la llevó al sanatorio.
Se le murió en sus brazos de una bronquitis aguda mientras viajaban por el sur de Francia.. Habían sido tan dichosos allí que allí mismo la enterró. Siempre pensó que a ella le gustaría..
Luego se compró una casa en una colina, junto al cementerio de Aviñón, donde ella reposa. Desde su ventana veía su tumba a diario.. Allí vivió hasta su muerte, y allí quiso ser enterrado, junto a ella..
Su padre, por su empeño egoísta, hizo de, John Stuart Mill, un famoso filósofo, pero solitario y triste. Sin embargo, ella, Harriet Taylor, filósofa y defensora de los derechos de las mujeres, le redimió a la primera mirada..
Sólo mientras vivió Harriet fue feliz..
Joaquín
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