¡Quién del espacio devuelve un ave!
¡Qué imán atrae a un dios ya ido!
Dice el proloquio que nadie sabe
el bien que tiene... ¡sino perdido!
--Amado Nervo--
Decidme.. ¿Qué creéis que nos impide ser más felices de lo que somos? ¿La falta de amor? ¿La soledad? ¿El ansia de poseer cosas y no poder?... Pues sí, un poco de todo, sin duda. Sin embargo son los deseos los que realmente no nos dejan vivir en paz.
Así de puñetera es nuestra existencia. Constantemente estamos preocupados por la enfermedad (deseando no padecerla) el trabajo (deseando que no nos falte) la política (deseando que gobierne nuestro partido) el desamor (deseando que nos quieran) y hasta la muerte. Y lo que es peor aún, no importa conseguir tener más bienes, porque nunca estamos satisfechos. En fin, deseos, deseos... malditos deseos..
Pero... ¿Y si fuésemos capaces de suprimir los deseos? Dejaríamos de sufrir. No obstante, ¿Qué podemos hacer para dejar de desear?.
Bueno, siempre podemos meditar de vez en cuando. Quizás a fuerza de hacerlo lleguemos a la conclusión de que, si nuestra mente experimenta algo desagradable o inquietante, hay que hacerle comprender que las cosas son como son. Por ejemplo, si yo experimento tristeza sin desear que la tristeza desaparezca, continúo sintiendo tristeza, pero ya no sufro por ello. No sé si me explico. Pues esto, con unas cuantas técnicas aprendidas, lo puedo conseguir meditando un rato al día..
Sí sí, todo se arreglaría si pudiéramos preguntarnos mientras meditamos: ¿Qué es lo que estoy experimentando ahora?, en lugar de.. ¿Qué desearía estar experimentando?. Seguro que evitaríamos sufrir.
Claro, que esto sólo lo consiguió Buda y los que siguen sus enseñanzas. El resto de los mortales, como yo, seguiremos sufriendo eternamente.
Qué fácil se ve así.
En fin, no me hagáis mucho caso
Joaquín
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