martes, 20 de julio de 2021

Una chica de Lesbos

                                                                                 


Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,

y navegar por ríos que nacen en tu sueño.

Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,

la gran noche que tiembla de un extraño deseo.

Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:

Sí. En esta sombra sé que todo lo puedo.

Y ya ves: me conformo con cerrar bien los ojos

y apagar las estrellas y pensar que me he muerto. 

--José A. Buesa--


Ella siempre estuvo enamorada: enamorada de las flores, de los pájaros, de la suave y cálida brisa procedente del mar y que envolvía su isla provocando los más bellos atardeceres de todo el Mediterráneo. 

Ella también amó a jóvenes y delicados efebos de su ciudad cuando era joven. Y a un apuesto marinero con el que se casó muy joven y le dio un hija, “ramillete de crisantemos” le llama ella a su niña... 

Ella es la más sensible, la más bella poetisa. Mujer apasionada y esplendorosa que dirigía con amor y dulzura una escuela femenina donde enseñaba a sus alumnas poesía, filosofía y música, y algo más..

Un día pasó por su ciudad el famoso poeta errante Alceo y tuvo amores con ella. Le dedicó sus mejores versos... --“En cuanto te he visto, sólo un instante, no puedo pronunciar palabra.. Mi lengua se traba, un fuego sutil se desliza bajo mi carne, mis ojos nada ven y mis oídos nada oyen”.. le escribió..

Pero ella también amó a mujeres; bellas y lindas muchachas. Algunas, alumnas y discípulas suyas que la quisieron de veras; y a jóvenes nativas atraídas por su ternura y primor.. Su pequeña isla era un remanso de amor y pasión en aquellos idílicos tiempos. 

Sin embargo, ella tuvo también detractores. Malas lenguas; gente envidiosa de su hermosura y felicidad que pasó por allí y tal vez no fuera bien recibida. El caso que es que se propagó por el mundo la patraña de que la isla era un nido de pervertidos, de fornicadores y viciosas lesbianas capitaneadas por ella. 

Y sin embargo Ella, que todo lo tuvo y todo lo fue, madurita ya se enamoró perdidamente de un hermoso joven, de nombre Faón, que tenía novia. Un día hizo el amor con él, y entonces la locura se apoderó de ella. Él no quiso dejar a su novia. Ella terminó arrojándose desde la roca de Léucade, peñasco maldito donde se suicidan los enamorados. 

Por cierto, no os lo he dicho, Ella es Safo y nació hace dos mil quinientos años en Lesbos, esa preciosa isla griega del Mediterráneo, por lo tanto fue lesbiana..

Joaquín                                          

                                                La bella Safo y el poeta Alceo

                                                                              

                                                                           Safo




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