A Julio César lo había recibido Cleopatra semidesnuda y envuelta en una preciosa alfombra. Sin embargo a Marco Antonio, su mejor amante, lo deslumbró años después subida en una falúa de oro bruñido, con velas de púrpura y remos de plata, sobre el Nilo.
Tan seductora estaba ésa segunda vez que el bruto de Marco Antonio cayó rendido a sus pies nada mas verla. Apenas salieron de la alcoba durante días y noches enteras. Se gustaron de veras..
En Roma, de donde procedía Marco Antonio, estaban escandalizados con el idilio:
--¡Esa pelandusca lo ha engatusado!---murmuraban. Creyeron seriamente que Cleopatra lo había hechizado.
Pero Marco Antonio y Cleopatra desplegaron a la vera del Nilo su amor y se hicieron promesas. Fueron meses, años incluso, de amor intenso. Ambos se decían no poder vivir el uno sin el otro..
Pero el senado romano, muy ofendido, no iba a permitir tal osadía de Marco Antonio, así que enviaron al entonces general Octavio Augusto a combatirle. Durante la batalla que ambos sostuvieron, Marco Antonio recibe la falsa noticia:
--¡¡Cleopatra ha muerto!!.
Abrumado, y fiel a la promesa que una vez se hicieron, Marco Antonio se suicida..
Cleopatra se entera de la muerte de su amante y no puede soportar el dolor. Está cautiva en manos de los soldados de Octavio. Estos le permiten ordenar a sus criados que le trajesen una cesta de higos. Tiene hambre y sed, les dice.
Pero una palabra en clave que Cleopatra les hace pasar a los criados fue la solución; dentro de la cesta, con los higos, ¡le meten un áspid venenoso!..
Surtió el efecto deseado. Se la encontraron muerta tendida en su cama de oro macizo con la mordedura de la serpiente visible en un brazo... Su promesa de amor eterno se ha cumplido, él murió, ella también..
Los tres hijos que tuvieron, fruto de aquel amor, fueron asesinados horas después... Roma no quería herederos que le diesen complicaciones después..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario