En Jerusalén se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
es Herodes, que llora a su mujer
y no quiere que le consuelen
porque ya no existe..
--Mateo 2: 1-23--
¡Ay, Salomé!, ¡qué le hiciste a tu hermano, mujer!. Por tu culpa dejó a Mariam, la mujer que amaba. Tú le confundiste, le engañaste, le hiciste ver que te traicionaba, y todo por seguir mangoneando su vida. Era una chica encantadora y tú lo sabes..
Qué avariciosa, Salomé, qué egoísta y envidiosa fuiste.. Primero le hiciste divorciarse de aquella chica, ¿Doris se llamaba?, Sí, Doris, que también te caía mal; no querías obstáculos en tu camino, y ya sabemos que Herodes, tu hermano, tenía poca voluntad; la poca que tenía tú la moldeaste a tu antojo. Luego te empeñaste en malmeterlo con Mariam..
Déjame que te diga una cosa: tú sabías que Mariam tenía derecho a ejercer de esposa legítima, que lo era, sabías que tenía derecho amar a tu hermano, su marido, a tomar decisiones junto a él, tener hijos con él, pero tu alargada sombra en palacio lo jodió todo. ¡Qué ilusa aquella pobre chica!..
¡Ay, Salomé!, intrigaste sin escrúpulos, le hablaste mal de su familia, de sus apetencias de riqueza, y tu hermano te creyó. Tan bien llegaste a planificarlo todo Salomé, que tu hermano ejecutó a su cuñado y a su suegro basándose en pruebas falsas proporcionadas por ti..
Pero óyeme lo que te digo, Salomé, no acabaron ahí tus ansias de poder, ¡qué va!, te inventaste una supuesta traición de Mariam contra tu hermano, su marido. A él le costó admitirlo, pero en el juicio, amañado por ti, Salomé, Mariam fue declarada culpable y ajusticiada también, con lo que nadie de su familia quedó vivo, ¡pobrecillos!..
Lo que no esperabas, Salomé, era que tu hermano recapacitara y se arrepintiera. Pero ya era tarde, ajusticiar a Mariam fue lo peor que Herodes pudo hacer en su vida. Se lamentó amargamente el resto de su existencia, y tú lo viste con tus propios ojos. Poco a poco fue cayendo en una profunda melancolía; se dio cuenta que había amado a Mariam más de lo que creía. Y se volvió loco..
Y para tu desgracia, Salomé, Herodes murió de sarna y con el nombre de Mariam en los labios, ¡Ay, siete años, hasta su muerte, mantuvo su cadáver en miel!
Por cierto, cuando Herodes, tu hermano, falleció, un niño que iba a revolucionar el mundo daba sus primeros pasos; Jesús se llamaba. Apuesto que él hubiera perdonado tus maldades. ¡Pero tú qué ibas a saber si vivías sólo para la intriga y el poder!..
Joaquín
Mariam y sus hijos camino de su ejecución
Muy bueno el texto , la historia no cambia por desgracia hoy en día sigue habiendo muchas Salomés jajaa un saludo
ResponderEliminar