"Cuando mi voz calle con tu muerte, mi corazón te seguirá hablando".
Ahora que estamos inmersos en la vorágine del Campeonato Europeo de Fútbol, y que tan bien nos va en él, de momento, me estaba acordando de un episodio casi relacionado.. Fijaros..
Santi Cañizares ha sido un futbolista excepcional. Jugó de portero en varios equipos, entre ellos el Real Madrid, el Valencia y la Selección Española. Lleva retirado un tiempo. Hace tres años él y su mujer pasaron por un trance terrible, su hijo de 5 años Santi, murió de después de luchar denodadamente contra un cáncer. Ahora él y su mujer colaboran en organizaciones que luchan contra el cáncer infantil..
Hace unos meses tuve la ocasión de ver un vídeo suyo dando un charla en una Universidad y no he podido dejar de sentir una congoja en el corazón.. Entre otras cosas decía: “Nadie ha nacido para la guerra pero tienes que estar preparado para luchar”..
Peor he llevado lo de su mujer, Mayte García, madre del niño.. Mirad algunas palabras suyas...
“Mi hijo falleció en mis brazos, pero desde el minuto uno en que se fue, yo salí de la habitación del hospital sonriendo, flotando. Después de toda la rabia contenida, salió de mí decir: ¡No vas a ser una madre depresiva!. ¡Vas a ser un ejemplo!. Mi responsabilidad son mis hijas, quería que sacaran una lectura positiva de la muerte de su hermano".
"Y cuando murió mi hijo Santi, no hice un sanatorio --continuó Mayte-- Como durante los últimos meses de enfermedad él solo quería ir vestido de futbolista, lo incineramos vestido de la Selección Española e hice una oda por él. No hice un entierro al uso”. Cómo se puede lograr superar la tragedia de un ser querido sólo lo pueden explicar una madre y un padre que animan a cambiar la actitud para afrontar el éxito y el fracaso".
Es cierto que a diario descubrimos en los informativos historias terribles de guerras con niños como infelices protagonistas. Y que incluso relatos parecidos están a la orden del día en las mismas redes sociales. Sin embargo, apenas se nos eriza un cabello. Supongo que más que nada por la insistente repetición de estos hechos. Pero la historia de Santi, como la de otras parecidas, son sencillamente conmovedoras.
Admito que he sollozado a veces ante pasajes tristes de la vida de gente mayor. Y me he apenado al contemplar la tristeza infinita de un hombre ante la angustiosa pérdida de su mujer, después de décadas felices e inseparables. También se me hace insufrible el dolor y la nostalgia que padecen hombres y mujeres mayores en residencias y asilos casi olvidados por hijos y nietos, sin consuelo, porque entiendo que la gente mayor acumula años de experiencias, de dolor, de amores pasados.. de pasiones, y con ése bagaje está más que justificado su sufrimiento ante cualquier pérdida irreparable en sus vidas, pero los niños, sin embargo, son ángeles que incluso en sus prematuras muertes la entienden ellos como simples juegos. Aun así, lo Santi me ha llegado al alma y sacudido sin contemplaciones mi sensibilidad.
Por cierto, Santi murió mientras su madre le susurraba su canción preferida al oído. Estuvo con él en el hospital, día y noche, sin separarse toda la eternidad de su sufrimiento..
Joaquín
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