Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.
--Juan Ramón Jiménez--
Ayer empezaron los Juegos Olímpicos de Tokio. Quizás los más peculiares de la historia, por lo del asunto del Covid-19. Con las gradas vacías no será lo mismo, pero merece la pena intentarlo. Algo de distracción y alegría llevará a nuestros depauperados corazones este verano..
Sabéis que estas Olimpiadas surgieron en Olimpia, allá en Grecia, hace tropecientos años. Bien, pues relacionado con Grecia y de alguna manera con los Juegos, está la historia aquella del soldado Filípides que corrió sin parar desde Maratón (donde se libraba la batalla contra los persas) hasta Atenas, (40 kilómetros) para avisar del triunfo de los suyos..
Pero pasa que la historia está tergiversada. Lo que hizo realmente Filipides fueron 120 kilómetros hasta Esparta, ciudad aliada de los atenienses, a pedir ayuda. Pero estos celebraban las fiestas patronales, "Las Carneas", que coincidía con la luna llena, y tenían prohibido luchar. Así que volvió para atrás con la mala noticia, y recorrió otra vez los 120 kilómetros de vuelta, con lo que, verdaderamente se hizo la friolera de 240 kilómetros..
Por cierto, el héroe que hizo aquellos 40 kilómetros hasta Atenas para avisar de la victoria, cayó muerto al pisar la ciudad y dar la buena nueva, pero no fue Filípides. Éste hizo lo otro, aun más increíble..
Joaquín
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