lunes, 12 de julio de 2021

¿Toros en Fuente de Cantos?..

                                                                                      



Nos amamos los dos, pero de modo
que, con el alma ardiente y agitada,
con sólo vernos nos dijimos todo,
sin que los labios se dijeran nada.
Sólo sé que en un día de verano,
al verla sonreír con embeleso,
mi mano fría se llegó a su mano
y mi boca a su boca, y hubo un beso.
--Rubén Darío--

Teófilo Gautier fue un excelente escritor francés del siglo XIX enamorado de la pintura de nuestro paisano Zurbarán. En 1840, tiempos de Isabel II, hizo un viaje a España y visitó el Museo del Prado; quedó maravillado de sus cuadros..
Gautier se acercó a Andalucía, pero no pasó por Fuente de Cantos, a pesar de que aquí había nacido su ídolo. En cambio cogió el antiguo camino de  Despeñaperros y se plantó en Córdoba, Sevilla y Granada..
Pero antes se había sorprendido mucho que en Madrid hubiera toros todos los lunes del año, mañana y tarde. La plaza  –escribía en su diario-- estaba siempre llena hasta la bandera y doce mil personas se desgañitaban gritando emocionadas a sus toreros favoritos. A una corrida a la que asistió se mataron ocho toros y murieron catorce caballos. Imaginad su asombro como espectador y neófito  de la fiesta ante tamaña exhibición sangrienta.

En los tiempos en los que Teófilo Gautier visitó España eran Cúchares y Chiclanero los dos que triunfaban por los ruedos del país. Pero cuarenta años antes paseaban sus palmitos por las plazas los dos, casi, reformadores de este antiguo arte, el gran Pedro Romero, que inauguró la conocida y castiza plaza de Ronda y Pepe Hillo, el sevillano elegante, ídolo de la aristocracia; se codeaba con ellos por palacios y salones de baile, incluida la Duquesa de Alba, la reina María Luisa, o su amante Godoy, nuestro paisano
En contraposición a Pepe Hillo, Pedro Romero fue el torero del pueblo, de la clase humilde. Él decía que un buen torero no se hace con las piernas, sino con las manos. Mató a su último toro a los 77 años. A Pepe Hillo, sin embargo, lo mató el toro “Barbudo” en 1801 en Madrid. Le metió un cuerno por el estómago y le destrozó por dentro. La reina María Luisa estaba presente en la cogida, y el mismo Goya pintó al diestro en la mortal faena.
Al final del siglo XIX serían el cordobés Rafael Molina Sánchez, Lagartijo y el granadino Salvador Sánchez, Frascuelo, los dos grandes ídolos de la afición. Luego vinieron, Espartero, que murió corneado en Madrid por el toro Perdigón. Su cadáver fue embalsamado y trasladado a su ciudad natal, Sevilla, donde le esperaban más de seis mil aficionados para darle su último adiós) y Bambita, otro sevillano de postín.
A principios ya del siglo XX entran en escena Machaquito y Manuel Mejías (Papa Negro) el fundador de la dinastía de los Bienvenida. Y luego el sevillano Belmonte y Joselito “el Gallo”. 

El 20 de mayo de 1920 había toros en Talavera de la Reina; el cartel inmejorable, un mano a mano entre Ignacio Sanchez Mejías y Joselito, “el Gallo”. El quinto toro de la tarde, “Bailador”, negro bragao y tuerto, se cebó con Joselito. El cuerno derecho le destrozó el vientre. Fue un día de luto nacional. 

--¡¡Oh, Joselito, muerto por un toro!!. --La noticia corrió como la pólvora por todo el país. La relevancia de su muerte queda reflejada en el telegrama que envió Rafael Guerra “Guerrita” a Ignacio Sanchez Mejías “Impresionadisimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. ¡Se acabaron los toros!.”
Ya avanzado el siglo XX llegaron Rafael Gómez Ortega, El Gallo e Ignacio Sánchez Mejías. De éste último conocemos los poemas dedicados a su muerte en 1934 en la plaza de toros de Madrid, de Federico García Lorca y de Alberti.
Luego vinieron Cagancho y Chicuelo. Y más tarde Domingo Ortega y Manolete, y.. Carlos Arruza Antonio Bienvenida y.. Dominguín Antonio Ordoñez, y.. Diego Puerta Paco Camino, y.. Curro Romero y Palomo Linares, y.. Paquirrri, y Manzanares y...
Por cierto, para qué engañaros, Fuente de Cantos no ha sido nunca un pueblo muy torero como Zafra y su plaza. Y mucho menos que Almendralejo u Olivenza, o incluso Segura de León y sus encierros, pero si hubo toros. 
En los programas de festejos de los tiempos pretéritos jamás faltaron el circo y los toros en Fuente de Cantos. Eso sí, nunca tuvimos plaza fija, sino que se construía al efecto una empalizada con carros y carretas en algún apropiado esquinazo. 
Claro, que el nombre de la calle Coso (Reyes Huertas) alude a toros allí celebrados. También el nombre de la calle Carrera pudiera derivar de, "carrera de toros", pero esto último solo son especulaciones. Bueno, y qué me decís del Conde de la Corte y su divisa verde, encarnado y oro, y  tan vinculado a nosotros.. En fin...
Joaquín


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