¿Toros en Fuente de Cantos?..
Nos
amamos los dos, pero de modo
que,
con el alma ardiente y agitada,
con
sólo vernos nos dijimos todo,
sin
que los labios se dijeran nada.
Sólo
sé que en un día de verano,
al
verla sonreír con embeleso,
mi
mano fría se llegó a su mano
y
mi boca a su boca, y hubo un beso.
--Rubén
Darío--
Teófilo
Gautier fue un excelente escritor francés del siglo XIX
enamorado de la pintura de nuestro paisano Zurbarán. En 1840,
tiempos de Isabel II, hizo
un viaje a España y visitó el Museo del Prado; quedó maravillado
de sus cuadros..
Gautier se acercó a Andalucía, pero no pasó por Fuente de Cantos, a pesar
de que aquí había nacido su ídolo. En cambio cogió el antiguo camino de Despeñaperros y se plantó en Córdoba, Sevilla y Granada..
Pero antes se había sorprendido mucho que
en Madrid hubiera
toros todos los lunes del año, mañana y tarde. La plaza –escribía
en su diario-- estaba siempre llena hasta la bandera y doce mil
personas se desgañitaban gritando emocionadas a sus toreros
favoritos. A una corrida a la que asistió se mataron ocho
toros y murieron catorce caballos. Imaginad su
asombro como espectador y neófito de la fiesta ante
tamaña exhibición sangrienta.
En los tiempos en los que
Teófilo Gautier visitó España eran Cúchares y Chiclanero los
dos que triunfaban por los ruedos del país. Pero cuarenta años
antes paseaban sus palmitos por las plazas los dos, casi,
reformadores de este antiguo arte, el gran Pedro Romero,
que inauguró la conocida y castiza plaza de Ronda y Pepe Hillo, el sevillano elegante, ídolo
de la aristocracia; se codeaba con ellos por palacios y salones de
baile, incluida la Duquesa de Alba, la reina María Luisa, o su amante Godoy, nuestro paisano
En
contraposición a Pepe Hillo, Pedro Romero fue el
torero del pueblo, de la clase humilde. Él decía que un buen torero
no se hace con las piernas, sino con las manos. Mató a su último
toro a los 77 años. A Pepe Hillo, sin embargo, lo mató
el toro “Barbudo” en 1801 en Madrid. Le metió un cuerno por el estómago y le destrozó
por dentro. La reina María Luisa estaba presente en
la cogida, y el mismo Goya pintó al diestro en la
mortal faena.
Al
final del siglo XIX serían el cordobés Rafael Molina
Sánchez, Lagartijo y el granadino Salvador
Sánchez, Frascuelo, los dos grandes ídolos de la
afición. Luego vinieron, Espartero, que murió
corneado en Madrid por el toro Perdigón. Su cadáver fue embalsamado
y trasladado a su ciudad natal, Sevilla, donde le esperaban más de
seis mil aficionados para darle su último adiós) y Bambita,
otro sevillano de postín.
A
principios ya del siglo XX entran en escena Machaquito y
Manuel Mejías (Papa Negro) el fundador de la dinastía de
los Bienvenida. Y luego el sevillano Belmonte y Joselito
“el Gallo”.
El 20 de mayo de 1920 había
toros en Talavera de la Reina; el cartel
inmejorable, un mano a mano entre Ignacio Sanchez
Mejías y Joselito, “el Gallo”. El quinto
toro de la tarde, “Bailador”, negro bragao y tuerto, se cebó con
Joselito. El cuerno derecho le destrozó el vientre. Fue un día de
luto nacional.
--¡¡Oh, Joselito, muerto
por un toro!!. --La noticia corrió como la pólvora por todo el país.
La relevancia de su muerte queda reflejada en el telegrama que envió
Rafael Guerra “Guerrita” a Ignacio Sanchez
Mejías “Impresionadisimo y con verdadero sentimiento
te envío mi más sentido pésame. ¡Se acabaron los toros!.”
Ya
avanzado el siglo XX llegaron Rafael Gómez Ortega, El Gallo e Ignacio Sánchez Mejías. De
éste último conocemos los poemas dedicados a su muerte en 1934 en
la plaza de toros de Madrid, de Federico García Lorca y de Alberti.
Luego
vinieron Cagancho y Chicuelo. Y más
tarde Domingo Ortega y Manolete, y.. Carlos
Arruza y Antonio Bienvenida y.. Dominguín y Antonio
Ordoñez, y.. Diego Puerta y Paco
Camino, y.. Curro Romero y Palomo
Linares, y.. Paquirrri, y Manzanares y...
Por cierto, para qué engañaros, Fuente de Cantos no ha sido nunca un pueblo muy torero como Zafra y su plaza. Y mucho menos que Almendralejo u Olivenza, o incluso Segura de León y sus encierros, pero si hubo toros.
En los programas de festejos de los tiempos pretéritos jamás faltaron el circo y los toros en Fuente de Cantos. Eso sí, nunca tuvimos plaza fija, sino que se construía al efecto una empalizada con carros y carretas en algún apropiado esquinazo.
Claro, que el nombre de la calle Coso (Reyes Huertas) alude a toros allí celebrados. También el nombre de la calle Carrera pudiera derivar de, "carrera de toros", pero esto último solo son especulaciones. Bueno, y qué me decís del Conde de la Corte y su divisa verde, encarnado y oro, y tan vinculado a nosotros.. En fin...
Joaquín
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