Ahora que me hablas de estrellas,
que las miramos juntos, que suspiras al
verlas brillar, he de contarte un
secreto: te fui infiel con la más
rutilante de ellas. Sí, mírala,
aquella que luce un vestido de
amarillo satén, aquella coqueta que
esconde su rostro dorado tras la
luna llena. Un día le hablé de ti y
ella se ruborizó. Un consejo
le pedí.. Sé que un beso me mandó
--Joaquín--
Dejamos de besarnos y miramos el cielo cuajado de estrellas aquella noche. Encendí dos cigarrillos y le puse uno en sus labios. Mientras exhalaba, satisfecha, su primera bocanada de humo, recuerdo que me dijo:
---Qué extraordinario está el cielo esta noche, querido; pareciera que todo esté diseñado para nosotros, como un regalo que Dios dispuso para endulzar nuestros toscos sentimientos terrenales.
Me gustó mucho que me dijera "querido". Lo entendí como una señal de que, por fin, se estaba enamorando de mi. Eso me hizo inmensamente feliz.
Podía haber aprovechado el momento y hablarle de sentimientos mutuos, de mi amor por ella, pero cometí la estupidez de hacerme el interesante: Le dije:
---En una noche como la de hoy sin que la luna ilumine el cielo, podemos contemplar hasta 5.000 estrellas a simple vista
Quedó sorprendida. Quiso saber más. Bueno, al final resultó que acerté en seguir con el tema. Incluso me preguntó la diferencia entre galaxias y constelaciones. Y, claro, emocionado le expliqué:
--Las estrellas se agrupan en galaxias debido a la gravedad que ejercen unas sobre otras, pero entre los doscientas mil millones que debe haber en el universo, apenas dos, Andrómeda y Magallanes se dejan ver sin telescopio.
--¿Y qué es una constelación?---quiso saber muy interesada, para asombro mío
La cosa se ponía fascinante para mi. Reconozco que los temas relacionados con el Universo me apasionan. Dejé, pues, lo del amor para luego.
Estábamos sentados en un poyete del Zurbarán, y yo más feliz que unas castañuelas, ¡claro!. Le di una chupada al cigarro y la ilustré:
---Los pueblos antiguos veían en sus cielos ciertas estrellas agrupadas formando figuras insólitas, y les pusieron nombres a su antojo; son las constelaciones. Algunos nombres de esas constelaciones ya las conoces de sobra; hay ochenta y ocho: Casiopea, Hydra, Centaurus, etc. etc. pero sobre todo: Capricornio, Cáncer, Libra, Acuarius, Aries... ¿Te suena?..
---Me suena Joaquín---sonrió, mientras se daba la vuelta y aplastaba sus pechos contra mi---¿pero tú sabías que en Fuente de Cantos, por sus cielos limpios de polución, es uno de los mejores sitios para ver las estrellas?.
---Jajaja, lo sabía, cariño---le susurré, acercando mis labios a su boca---no hay más que salir a las afueras del pueblo en una noche estrellada como esta y quedar atónito con la belleza de nuestro cielo---concluí
Apuramos los cigarrillos. La noche refrescaba. Una leve brisa empezó a soplar; era muy tarde y nadie pasaba ya por la carretera. Nos levantamos y nos metimos en el coche, aparcado frente al Vicenta. Una vez dentro volvimos a besarnos. Luego nos llegamos hasta la carretera de Bienvenida y en un apartado hicimos el amor.
Previo al instante de mayor éxtasis, pensé una cursilada: "que la estrella más hermosa de todas la tenía yo en ese momento entre mis brazos".
Por cierto, incomprensiblemente, esa fue mi última noche con ella. Acababa yo de cumplir veinte años entonces.
Joaquín
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