Ensoñaciones de una realidad remota;
pájaros, mariposas, yerba fresca;
amores lejanos..
Rumor del río corriente abajo;
temores infundados a la tormentosa tarde,
murmullos de voces festivas a lo lejos,
y una niña morena de piernas largas
que me abrió de par en par su corazón...
dulces recuerdos de juventud.
--Joaquín--
Decía San Agustín que es lícito una vez al año hacer locuras; y lo decía él que fue un tipo libertino y más golfo que un tornillo en su juventud. Lo que no sé es si ésta permisiva frase la discurrió antes o después de regenerarse.
San Agustín está considerado uno de los Padres de la Iglesia, y el tío, (de justos es reconocer la evidencia) era una de las personas más inteligentes de su época.
San Agustín, en su libro “Confesiones” se sincera con los lectores contándoles los pormenores de su ajetreada vida juvenil y cómo su madre, Santa Mónica y el obispo Ambrosio, consiguieron rescatarlo del golferío, convertirlo al cristianismo y hacer de él uno de los sabios más importantes de la antigüedad.
La cita de San Agustín tiene muchas lecturas. Él se arrepintió sinceramente de su vida anterior y no creo que le quedaran ganas de volver al desenfreno de su pasado, aunque sólo fuese una vez al año.
Nosotros podemos entender qué es eso de hacer “locuras”, por ejemplo, desde una simple salida nocturna a tomar unas copas con unos amigos, a cosas más gordas que luego nos pueden marcar la vida, lo digo por el Tito Berni, aunque no creo que a este tipejo le pase como a San Agustín y se reconvierta en santo; no, no tiene pinta..
Joaquín
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