Recuerdo la noche que lloraste
porque te hablé de romper lo nuestro.
Tú ignorabas que yo iba de farol.
Fue el día más feliz de mi vida.
Tiempo después me dejaste tú y yo no lloré.
Esas lágrimas que entonces no derramé
quizás por orgullo y fingida dignidad,
te las cobraste luego con creces.
aún brotan a chorros de mi corazón..
--Joaquín--
--¡¡A la Mili teníais que ir, capullos!! ¡¡Allí os iban a enderezar!!--
Estas dos frases, más bien insultos, iban dirigida a un grupo de jóvenes que de manera indolente cruzaban la calle por un lugar indebido. Se las oí decir con malos modos a un tipo cabreado que con prisas pretendía pasar con su coche..
La advertencia de ese hombre maduro a los chavales tiene su razón de ser porque, aunque la Mili, sin guerra fue una pérdida de tiempo y de proyectos, nos hacía endurecer psíquicamente, y hasta socializar con gente del resto del país que de otra manera hubiera sido imposible.
La Mili obligatoria se abolió en tiempos de Aznar. En 2001, Federico Trillo, entonces ministro de defensa, dijo aquello de... “Señoras y señores, se acabó la Mili”. Exactamente 124 años había estado en vigor puesto que se impuso por decreto en 1877..
Claro que al principio la Mili no era como en nuestros tiempos, sino mucho más dura. Fijaos: durante las primeras décadas, de la Mili se libraba el que pagara 1.500 pesetas, un pastón entonces. Sólo los muy ricos podían hacerlo. Los pobres se libraban si mandaban a otro en su lugar; un primo carnal podría valer..
Otro de los motivos de libranza del Servicio Militar era ser corto de estatura, ¡vamos un retaco! Con menos de 1,54 metros no ibas. En mis tiempos subió el límite hasta 1,64. Pocos en Fuente de Cantos nos libraron por canijos.
De lo que si nos hemos librado son de las famosas "batallitas de la Mili" que tantas horas se han derrochado por bares y tabernas hablando de ellas.. ¡Uy!, qué hubiera sido de nuestros padres y abuelos de no existir la Mili!. De qué podían haber hablado, los pobres, si no salían del pueblo!..
De todas maneras algo gordo cambió en la vida de los varones españoles al suprimirse la Mili. Ese ritual ancestral de Marcarse, del Día de los Quintos, de la última caldereta antes de incorporarse a filas, del conocer el destino, del llanto de la madre y el suspiro de la novia cuando te ibas, de las cartas de amor enviadas, del licenciarte, de.... en fin..
Claro, que también, ¡y porqué no!, del volver al pueblo y ver que la novia se te ha ido con otro, del que no tienes trabajo ni dinero y que sobrevives gracias a las 200 pesetas que tu madre haciendo un esfuerzo te da para comprarte el paquete de Ducados, el cubata y la entrada a la discoteca de Hocicoperro, y sobre todo, percatarse de que ya nada es igual, que todo ha cambiado, que los amigos de antaño se han dispersado y, ¡de que no tienes más remedio que empezar de nuevo!. No había otra..
Joaquín
Calvario
calle Nicolás Megía
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Paseo de Extremadura
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