Cuando en sesiones dulces y calladas
hago comparecer a los recuerdos,
suspiro por lo mucho que he deseado
y lloro el bello tiempo que he perdido,
La aridez de los ojos se me inunda
por los que envuelve la infinita noche
y renuevo el plañir de amores muertos
y gimo por imágenes borradas.
--Shakespeare--
Supongo que a todos vosotros, igual que a mi, os encanta saber cosas de nuestro querido Fuente de Cantos. Sí, porque de sabios y juiciosos es querer conocer los entresijos del pueblo que nos vio nacer. Mas que nada porque así, cada vez que paseemos, entremos o miremos cualquier lugar, calle o edificio, ya sabremos a qué atenernos. Apuesto que después observaremos todo con ojos más condescendientes. Fijaros lo que os digo..
Cada pueblo o ciudad tiene su emblema por el que todo el mundo la identifica; París tiene su torre Eiffel, Barcelona la Sagrada Familia y Sevilla la Giralda, inconfundibles, pero.. Cuál me diríais que es el símbolo por excelencia del pueblo.. ¿La Parroquia? ¿La Hermosa? ¿El Silo? ¿El parque de Zurbarán? ¿La Torre?. ¡Esperad! ¡No me digáis nada! Apuesto lo que sea que vais a decir la Torre...
Sí, pero, mirad: antes de levantar la Torre, (nuestra más alta y querida construcción) se hizo la Parroquia. El encargado de las obras fue un tal José Gómez, de Cuenca. Cuarenta y un años tardaron en acabarla. Se levantó en el mismo lugar donde ya existía otra pequeña iglesia (en ella se bautizó Zurbarán). De hecho, se aprovecharon algunas pilastras y paredes. El retablo, magnifico, se terminó en 1766, costó 38.000 reales y lo ejecutó en Sevilla el escultor y ensamblador sevillano Manuel García de Santiago; hoy está considerado uno de los más sobresalientes de la provincia de Badajoz.
Nuestra pequeña catedral estuvo así, tal cual, sin Torre, durante treinta años; hasta que, exactamente el 30 de septiembre de 1777 se puso la primera piedra. Es decir, se construyó en la misma época que la Puerta de Alcalá de Madrid, tiempos de Carlos III.. ¡Ya ven!..
Sí, aquel 30 de septiembre a los pies de la Iglesia, el maestro de obras y arquitecto de la Real Academia de San Fernando de Madrid, Don Manuel de Vera, presenta los planos del que sería nuestro símbolo patrio máximo, nuestra Torre. Se termina en 1795, poco antes de la Guerra de la Independencia. Dieciocho añitos duró su construcción. Qué pena que entonces aún no estuviera inventada la cámara de fotos para haberla visto a medio hacer, sería un puntazo.
Por cierto, el mismo arquitecto que nos hizo la Parroquia, José Gómez, hizo también la de Llerena. Ambas están dedicadas a Nuestra Señora de la Granada y ambas tienen muchas similitudes, ahora se comprende.. Pero poco le duró la gloria a nuestro Pepe Gómez, al final acabó en la cárcel del pueblo por algunos problemillas de desfalco de dinero. Pero eso es otra historia que hoy no toca...
Joaquín
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