Amiga..
Si me atiendes y me dices
puedo saber tus intenciones;
me anuncias que me amas
o que pasas de mi, que me
quieres sólo como amigo.
Si miras y callas me haces dudar.
No las tengo todas conmigo.
Temo la intensidad de tus
pensamientos. Te he visto
suspirar mirando las estrellas.
--Joaquín--
Estoy seguro que no os descubriré nada nuevo si os digo que hemos tenido en el pueblo unos personajes muy importantes. El que más Zurbarán, como de todos es sabido. Poco os puedo contar de él que ya no sepáis. Pero, ¿y del segundo más importante, de Nicolás Megía? Apuesto lo que sea que no sabemos mucho de su vida..
Nicolás Megía, ése pintor casi desconocido para sus paisanos, pero al que le hemos dedicado unos cuantos de nuestros mejores espacios urbanos, como un parquecito, una calle o una guardería, es nuestro gran desconocido. Si me lo permitís os voy a contar algo de él, aunque solo sea por lo mayor y muy resumido..
El padre de nuestro segundo pintor favorito se llamaba Antonio Megía y era un acomodado propietario de tierras paisano nuestro y de hondas raíces fuentecanteñas. No así la madre, que procedía de Aracena, ése bonito pueblo de la sierra de Huelva; sí, donde están la grutas.
El niño Nicolás vino al mundo en diciembre de 1845, (tiempos de la reina Isabel II, de Narváez, de O'Donnell, de Espartero, y de las guerras carlistas) en el número 22 de la calle que entonces se llamaba Hermosa y que ahora en su honor le llamamos Nicolás Megía, precisamente.
No sabemos mucho de su infancia, sólo que estudió medicina en Sevilla, luego en Madrid y que viajó a Roma y París subvencionado por la diputación para aprender pintura. Este interés de sus padres por que fuera médico se debe al tío de Nicolás, Pepe Márquez, cirujano titular en Fuente de Cantos, miembro de una poderosa familia con mucho que contar.
No acabó la carrera nuestro amigo, le tiró más el arte pictórico. Montó un estudio en Madrid y allí hizo casi toda su carrera. Se casó a los 34 años con una chica de 18 de Monesterio (tonto no era) Mariana García, y con ella perdimos el interés del pintor por nuestro pueblo. A veces tira más la suegra que la madre, qué le vamos hacer.
Si, cada vez que volvía a Extremadura lo hacía a Monesterio, y poco a poco se fue desvinculando de Fuente de Cantos, sobre todo cuando murieron sus padres. Por cierto, en su testamento dejaron para Nicolasito: 5.300 pesetas en efectivo, 5 mulas, un corral en la calleja Lengua, 450 ovejas merinas, un finca en la Argamasa de 160 fanegas, otra en el Risco, 3 hectáreas en los Quejigales, un huerto en la Fontanilla y un corralón en la calle Carreras, amén de otras cuantas “bagatelas”. Como se ve, el niño no se quedó desamparado.
El matrimonio, Nicolás y Mariana, tuvo tres hijos, dos en Monesterio y uno en Madrid, y cuando Mariana murió a los 45 años, a los niños los cuidaron sus abuelos maternos en nuestro pueblo vecino, con lo que ya está todo dicho.
Llegó un momento en el que Nicolás sólo iba a nuestro pueblo a visitar a sus hermanas y a vender las propiedades que aquí le quedaban. Cosa que hizo en poco tiempo. Incluso su casa de la calle Hermosa se deshizo de ella pronto. Cuando murió en 1917, en Madrid, su hija recogió todos sus enseres y se los trajo a Monesterio, incluida su colección personal de sus pinturas. Allí siguen. Un hijo del pintor llegó a ser alcalde de Monesterio..
Nicolás Megía fue un pintor excelente, eso es verdad. Sus cuadros están repartidos por medio mundo. Nosotros sólo tenemos de él la acuarela titulada “Soldado de época” y está en el Ayuntamiento..
En fin, no tenemos suerte con los pintores, nacen aquí pero luego se largan jóvenes y no nos dejan ni un mísero cuadro que colgar. Y nosotros, ¡hala! a enorgullecernos de ellos y a dedicarles calles, plazas, colegios y guarderías a tutiplén. Claro, que bien es verdad que gracias a ellos nuestro nombre, Fuente de Cantos, aparece en las enciclopedias..
Joaquin
No hay comentarios:
Publicar un comentario