lunes, 23 de noviembre de 2020

Orgullo y pasión..

                                                                                     




    
Venga la esperanza,
pase por aquí.
Hínchese la vela,
ruja el motor,
que sin esperanza
dónde va el amor.
--S. Rodríguez--


Según el filósofo Friedrich Nietzsche, si somos como somos; si la mayor parte de la gente nos comportamos de manera compasiva y humanitaria entre nosotros mismos, es gracias al cristianismo. Ésta religión nos insufló unos valores que antes no existían. 
En el mundo clásico y hasta la llegada de Jesucristo, eran los fuertes los que subsistían y triunfaban. Los perdedores y los débiles, por el contrario, estaban abocados a la servidumbre. 
Sí, los griegos o los romanos admiraban la perfección y la belleza en los hombres, tanto física, intelectual o de poder. Apenas se daba entre ellos indulgencias como la compasión o la lástima, y menos aún la solidaridad, según la entendemos ahora.
Con la llegada del cristianismo se trastocó todo y los débiles tomaron el poder. Los esclavos y menesterosos (siendo mayoría en la sociedad) odiaban (lo siguen haciendo) a patrones y triunfadores, minusvalorando cuando no despreciando sus orgullos y arrogancias. Se decían prestos a obedecerles (no les quedada otra) pero despreciaban valores supremos como: moral, gloria, honor.., más propios de la clase alta de la sociedad.
Y sigue Nietzsche: Como los siervos son débiles, promueven valores menores como mansedumbre y misericordia y critican el egoísmo o la fortaleza, méritos exclusivos de los vencedores. Ya lo dijo Jesucristo (el fundador del cristianismo): Los sumisos y humildes heredaran la tierra... 
Y entonces los pobres aprovecharon, y se rebelaron.
Joaquín



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