Dulce melodía de amor me inspira tu voz;
a sugerente aventura inducen tus labios;
tus besos son pétalos de rosa en mi boca,
un sutil roce de seda, igual que posa la mariposa
en tierna flor sus delicadas alas.
Con ellos me ofreces un cielo donde aquietar
mi alma esa eternidad soñada..
--Joaquín--
"Avergüenza e indigna ver el fanatismo que tienen las mujeres de Fuente de Cantos. Han venido unos misioneros de fuera que las han vuelto locas. Se las ve a las puertas de la Parroquia y de la Hermosa de rodillas, haciendo todos aquellos alardes de devoción que tanto condenó Jesucristo y por el cual irán con toda seguridad al infierno éstas beatas idiotas e inmundas, si en el infierno pueden admitir seres tan pestilentes. Hay brujas de ésas que piden a gritos que vuelva la Inquisición a quemar herejes”.
No os escandalicéis, éste de arriba es un articulo escrito hace ya mucho tiempo, exactamente 117 años. Lo escribió un tal R. M. (omito el nombre) en una revista que se publicaba en el pueblo y que editaba el partido republicano de entonces. Se aprecia en el escrito que éste buen hombre no le tenia mucha simpatía a estos asuntos; incluso creo que se le fue un poco la mano..
Desde luego, ¡qué tiempos aquellos!. Reconocedme que ha cambiado mucho el cuento. Ahora ya no pasan misioneros por el pueblo ni iban a fanatizar a nadie por sus ideas religiosas si lo hicieran.
Fuente de Cantos no era una excepción, así que también aquí como en casi todos los pueblos de España, la religión impregnaba hasta el último resquicio de la sociedad de aquella época. Los actos religiosos, muy abundantes, procesiones, ofrendas, misas, ceremonias etc. etc. eran frecuentes durante todo el año, y por supuesto todo el mundo participaba en ellos con más o menos fervor, incluidos los simpatizantes de izquierdas.
Mirad: a esto de la religión (gloria y suplicio de los españoles durante siglos) le hemos dado la vuelta como a un calcetín en unas pocas décadas. Ya nadie se ofende por nada relacionado con ella ni nadie nos obliga a nada.
¡Ojalá, llegue pronto el día que hagamos lo mismo con la política!: que nadie ofenda a nadie y que no genere tanta vehemencia y malquerencia entre los españoles. Quizás el día en el que corramos a gorrazos al político interesado de turno que venga a indisponer a unos con otros, empiece a cambiar el asunto..
En fin
Joaquín
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