domingo, 15 de noviembre de 2020

Sucedió en Fuente de Cantos un anochecer..




Desnuda y libre como

hoja que el viento arrastra

hasta la infinitud de la mirada;

así te quiero.

Sin trajes, sin vestidos

ni pudenda túnica que oculte

la diafanidad de tu corazón;

Así te quiero.

--Joaquín--



Sucedió en Fuente de Cantos un 13 de octubre al anochecer. Un grupo de hombres, todos del pueblo, de sus cosas y en voz alta conversaban animadamente en la Plaza. 

Pasa la procesión del Viático. Camino va de la iglesia después de haber concluido su habitual recorrido. Las voces se aminoran al verla pasar, se acallan. Todas las miradas se dirigen a la imagen. Los hombres se descubren del sombrero y agachan la cabeza en señal respeto. Pero, ¡demonios!. ¡Uno de ellos, no se quita el sombrero!. ¡Todos han visto la escena! ¡Todos han sido testigos!..

--¡Qué cara más dura! ¡Qué sinvergüenza! --recriminan algunas beatas que acompañan la procesión mirando al interfecto con ojos furibundos.

--¡Es Antonio Fernández! --dice una que lo conocía..

--¡Claro, quién iba a ser, el de siempre! --Replican varias a la vez

El cura, que va a la cabeza de la comitiva se percata de la situación, señala al atrevido individuo y le conmina a quitarse el sombrero. 

Por motivos inconfesables, el susodicho hace caso omiso al enojado sacerdote, y habla..

--¡No puedo! ¡No debo! --replica el hombre de manera inaudita..

Encolerizado y fuera de sí, el cura apunta con el dedo a Antonio Fernández y le grita, casi desgañitándose..

--¡Te prometo que te vas a acordar de esta, hereje! ¡Tú no sabes con quien estas hablando! -Luego, con la cara todavía roja de ira, se reincorpora a la procesión que sigue su marcha de recogida hacia la Parroquia..

Y no, no se le olvidó al indignado prelado la amenaza. Al día siguiente, el 14 de octubre a primera hora de la mañana, el cura acude a las dependencias del Ayuntamiento y presenta una denuncia contra Antonio Fernández..

No tardaron mucho en arrestar al atrevido infractor. Quedó pendiente el juicio...

Unos días más tarde se celebró la vista. Hubo varios testigos que hablaron bien de Antonio. Dos compañeros suyos se esmeraron especialmente en señalar al juez que no tuvo intención de ofender a nadie y menos al Cristo que portaban los fieles de la procesión. Pero el juez dictó sentencia.

Nuestro conciudadano, Antonio Fernández, fue condenado a cinco días de arresto domiciliario, a pagar la cantidad de 5 pesetas, así como las costas del juicio. (5 pesetas de las de entonces suponía dos meses de salario de un campesino, que es lo que era Antonio)..

Por cierto, como habrán supuesto, esto no pasó anteayer, ni tan siquiera hace sesenta años cuando yo nací; esto pasaba en Fuente de Cantos cuando mi abuelo aún era un mozalbete. Es decir en 1905.. Y es real como la vida misma.... 

Mientras tanto ése mismo año fallecía en Madrid el expresidente del gobierno Francisco Silvela, al que se le dedicó la calle de la Fontanilla;  Sevilla aparecía esa mañana cubierta por un manto de nieve (cosa inverosímil) y también en Madrid morían 30 obreros de la construcción en un derrumbe... En fin...

Joaquín





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