jueves, 13 de mayo de 2021

Un ángel olvidado en el coche..

                                                                                 



Morir es como dormir. La muerte es hermana del sueño. El

sueño es una muerte corta. La muerte es un sueño largo.

--Anónimo--


La pequeña Marta empezaba a impacientarse en el interior del coche de su papi. En su pensamiento, ingenuo e infantil, creía que en cada ruido que venia del exterior iba a aparecer su mami a cogerla en brazos y sacarla de allí, de ése infierno; aunque ya tardaba demasiado. A pesar de la falta de solidez de sus recuerdos le dolió que su papi no le diera el beso de despedida cuando se fue; y no lo entiende, porque lo hace todos los días y a cada momento...

Y se acordó de repente de sus hermanos mayores. Seguro que ellos se disgustarían mucho si la vieran así de enfadada y triste, porque siempre la hacen reír. Pero está ya muy cansada, lleva mucho tiempo así y ya no puede más. Los cinturones de la sillita de bebé le aprietan mucho y le duele la espalda; sólo tiene ganas de llorar.. llorar..

Hace ya mucho que llora y su mami no llega; ¡Ay, si la pudiera abrazar!.. A veces entre llanto y llanto se le cierran los ojos, está fatigada y tiene mucha sed.. La vocecita de tanto gritar está enronquecida y ya no hace ruido por más que lo intenta.... Ahora ya sólo quiere dormir, dormir...



Fijaros: de vez en cuando, en medio del barullo político que todo lo invade, de virus, de exclusivas que se desvanecen en un cuarto de hora o de eslóganes tan vacuos como efímeros, aparecen noticias tan autenticas e impactantes que nos parten el alma por su crueldad. Precisamente por estos días se cumplen dos años de una extremadamente triste para digerirla de un tirón sin estremecerse, incluso para llorar, por lo insoportable

El asunto rompe el corazón al recordarlo; sencillamente es insufrible; me refiero a la niña involuntariamente abandonada en un coche por su padre. Murió por asfixia y deshidratación después de seis horas a la deriva, desamparada... Todos intentamos pasar página sin mucho profundizar en este asunto porque, difícilmente podremos llegar a entender el inmenso dolor que embargará a la familia de por vida..

Fue un trágico despiste de su padre que, agobiado por temas laborales, se olvidó de su pequeña de veintiún meses en el asiento trasero de su coche.. El lugar donde la niña agonizó lentamente lo conozco, es una gran avenida de reciente construcción en un barrio al norte de la Madrid. Allí nada sorprende, cada cual va a lo suyo y nadie iba a reparar en el llanto de una niña en medio del bullicio de la ciudad... Absolutamente nadie tenia por qué advertir que la pequeña Marta expiraba sola y desvalida en su sillita trasera del vehículo de su padre. Posiblemente, y sobrecoge pensarlo, antes de morir enronqueciera de tanto llorar. 

Hace unos días volvió a repetirse la historia, punto por punto, calcada a la descrita arriba; ocurrió en Lisboa. En este caso una madre olvidó a su hija de dos años en el asiento trasero de su coche, en su sillita. Agonizó durante siete horas dentro del vehículo.. 

No quiero pensar en el desconsuelo de esa madre por perder a su pequeña de una manera tan atroz. Sé que su dolor será ilimitado porque a su ausencia se le añade el enorme complejo de culpa por haber sido ella la responsable. Me niego a ponerme en su lugar para comprenderlo porque es inviable, sólo ella sabrá cuánto dolor es capaz de soportar un ser humano; tiempo tendrá para saberlo...

Joaquín




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