¡Qué amargo es el amor! Así exclamando,
yo cruzaré el desierto de mi vida,
mostrando a todos mi profunda herida,
que lágrimas y sangre está manando
--Rubén Darío--
Según el diccionario, humor sería el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas..
No sé si os acordáis del argumento de la famosa novela de Umberto Eco “El nombre de la rosa”; Bien, pues la historia iba de la prohibición de reírse. Según los más recalcitrantes talibanes del cristianismo de entonces, en la Biblia había suficientes motivos para creer que Dios no aprobaba la risa ni el humor, había que estar siempre serio y circunspecto para alcanzar el cielo, ¡ya veis qué tontería!
El primero que escribió sobre el humor y fue Aristófanes. De hecho, de él son las únicas comedias que tenemos del mundo clásico griego.
En las comedias de Aristófanes se aprecia la evolución de la vida política y social de Atenas, ciudad donde vivía. En las primeras (Las nubes, Las avispas etc.) se aprecia unas ideas y actitud desenfadada y jovial, criticaba en ellas a todos y se reía de unos y de otros: en Atenas había libertad.
Luego cambió el signo político de la ciudad y sus obras, aún dentro del humor, se volvieron más amargas, menos frescas y festivas.
En fin, nada hay más libre, fresco y atrevido que la risa y el humor. Debe ser por eso que a los políticos actuales no les gusta mucho y prefieren tenernos serios, airados, irritados, enfrentados, enojados, desunidos, confrontados, encarados, peleados, cabreados, y manipulados, claro.
En fin
Joaquín
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