jueves, 13 de mayo de 2021

Una carta al futuro..

                                                                                       




Decir adiós.. La vida es eso.

Y yo te digo adiós y sigo...

Volver a amar es el castigo

de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,

y arder en esa llama.

Y no saber por qué se ama...

Y no saber por qué se olvida.

Coger las rosas una a una,

beber un vino y otro vino

y andar y andar por un camino

que no conduce a parte alguna.

--José A. Buesa--


Mirad lo que acabo de leer.. En el año 1976 el escritor bosnio Izet Sarajlic escribió un poema titulado “Carta al año 2036”.. Decía entre otras cosas..

--¿Qué? ¿Todavía escucháis a Mozart? ¿Todavía recogéis margaritas del campo? ¿Todavía celebráis los cumpleaños de los niños? ¿Todavía ponéis nombres de poetas a las calles?. ¡Y a mi que en los años sesenta de hace dos siglos me aseguraban que los tiempos de la poesía habían pasado, al igual que el juego del escondite, o leer las estrellas, o los bailes en la plaza de mi pueblo!. Y yo, tonto, lo creí..

Pues llevaba razón el poeta bosnio, las cosas importantes apenas cambian nunca; si acaso algunos retoques le damos con el tiempo, pero lo básico de ellas se mantiene. Tenemos la creencia de que unas cuantas décadas más adelante todo va a ser muy diferente, futurista. No sé, luego llegamos a esas fechas y vemos que lo esencial es lo mismo de siempre. Sí, los sentimientos, el amor, el egoísmo, la riqueza, los abusos, etcétera, son imperecederos.. Eso sí, los instrumentos de los que no valemos para nuestra comodidad avanzan que es un gusto, porque...

Hablando de poetas y de la poesía extinguida, que decía Izet Sarajlic, ¿Qué pensaría, Marcial, el famoso poeta romano nacido hace ahora 2.000 años, si una mañana se despertara y viera en su casa un ordenador portátil, la tele encendida, las aspas del ventilador dando vueltas. En la cocina, el frigorífico a rebosar de latas y botellas de cervezas fresquitas listas a ser bebidas, en la encimera una olla exprés silbando el cocido ya hecho y la lavadora dando vueltas terminando la colada? Uffff.. saldría zumbando de su casa directo a la calle acojonado y dando gritos de espanto. Claro, que en la calle aún se iba a impresionar más con lo que allí viera..

Sólo una cosa entendería nuestro poeta compatriota Marcial (porque nació en España), un libro suyo con sus poemas encima de la mesa. Eso apenas ha cambiado en 2.000 años..

Joaquín

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