jueves, 6 de mayo de 2021

El sable del general

                                                                                



Irás sobre la vida de las cosas

con tu noble lentitud; que todo lleve

a tu sensorio luz, blancor de nieve,

azul de linfas o rubor de rosas.


Que todo deje en ti como una huella

misteriosa grabada intensamente;

lo mismo el soliloquio de la fuente

que el flébil parpadeo de la estrella.


Que asciendas a las cumbres solitarias,

y allí, como arpa eólica, te azoten

los borrascosos vientos, y que broten

de tus cuerdas rugidos y plegarías.

--Enrique González--



Napoleón Bonaparte era un tipo más bien bajito y con tendencia a engordar. Si no lo hizo fue porque murió demasiado joven. Antes de ser detenido por los ingleses y llevado preso a la isla de Santa Elena, en el Atlántico sur, donde moriría a los 50 años, quiso visitar el castillo de La Malmaison donde había sido tan feliz con Josefina. Unas cuantas lágrimas derramaría al contemplar su cama, testigo de tantos escarceos amorosos con ella, seguro..

Siguiendo las instrucciones del sacerdote Paul Vignali, a Napoleón, cuando murió le cortaron un trozo de intestino y el pene, para el recuerdo. El intestino se perdió durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial, pero el pene fue pasando de unos a otros como exquisita pieza de museo. 

Pasaron los años y los siglos y en 1924 la familia Vignali, que había conservado el pene de Napoleón intacto, lo vendió a un librero norteamericano por 3.000 euros.. Parece ser que la familia del librero aún lo conserva..

Por cierto, lo del reducido tamaño de la pieza íntima de Napoleón (7 centímetros) se debió a una enfermedad de carácter glandular que padeció el soberbio general a los 40 años y que le hacía reducir el tamaño de su miembro más querido. ¡Claro!, que, por lo que sabemos, esto no le impidió ser un estupendo amante. Uy, qué nos hubiera contado Josefina de haberle preguntado.. 

En fin..

Joaquín




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