Canta cigarra loca, canta en la hora florida;
te hacen burla los sapos hundidos en la escoria.
¡Qué bello es dar la vida
por una hora de amor, por un sueño de gloria!.
¡Nocturno de verano!. Toda la noche canta
una fuente, la cigarra, el ruiseñor..
--Emilio Carrere--
---Era una noche de verano sin luna, como la de hoy. Mientras los soldados que hacían guardia en el Templo de Artemisa dormitaban, confiados tal vez por la inviolabilidad sagrada de la estancia, un tipo agazapado, a traición y con alevosía prendió fuego al templo ¡Fue horrible! ¡Las llamas alcanzaron la cubierta de madera del edificio y en minutos devoraron el edificio entero!---
Así se lo contaba el otro día a mi acompañante y amiga Isabel sentados en un banco de piedra frente al mismísimo Templo de Debod de Madrid---
---Uy, eso me suena, Joaquín---respondió ella---así actúan los pirómanos de los bosques hoy en día. La envidia que es muy mala---remató---
Habíamos subido hasta la colina donde se sitúa el templo de Debod, el antiguo santuario egipcio dedicado al dios Datis que Egipto regaló a España en los años sesenta. Desde el cerro, antiguo emplazamiento del Cuartel de la Montaña, se dan unas vistas maravillosas del ocaso del Sol a través el horizonte. Miles de jóvenes acuden cada atardecer a presenciar tal maravilla. A la vuelta, todavía en el recinto, nos sentamos en el banco y le recordaba a mi amiga la tragedia de ese otro templo parecido, el de Artemisa.
---Por desgracia es así, Isabel---le seguí contando---en un promontorio rocoso dominando toda la ciudad de Éfeso, se erigía el Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo. Montones de viajeros acudían cada año a ésta antigua urbe griega situada en el Asia Menor a contemplar aquella obra de arte. Y no salían defraudados, te lo aseguro, todos hablaban maravillas del templo---le dije---
---Sí, recuerdo haber leído que ése templo estaba incluido entre las Siete Maravillas del Mundo---afirmó ella muy convencida---
---Y tanto---continué---hizo falta más de un siglo para construir el famoso santuario, y en él trabajaron los más afamados arquitectos y escultores de la antigüedad como Fidias, el del Partenón, o Policleto. El esplendor y magnificencia del templo eran conocidos y admirados por todo el mundo civilizado...pero...
Me levanté del banco y estiré un poco las piernas. Hice amago de no tener prisa. Ella, que esperaba el final de la historia, se impacientó y exigió cuanto antes el desenlace. Se hacía tarde y apenas unas cuantas parejas de jóvenes veíamos en otros bancos, a lo lejos, hacerse carantoñas.
---Vale, vale---le sonreí---Eróstrato, un tipo ambicioso quiso pasar a la posteridad haciendo algo grandioso. No se le ocurrió otra cosa mejor para serlo que prenderle fuego al magnífico templo y luego quedar fascinado contemplando en la distancia cómo se derrumbaba tal maravilla---
---¿O sea, que la catástrofe fue sólo por notoriedad del tipo ese, por querer pasar a la historia?---me interrogó sorprendida mi amiga---
---Más o menos---le respondí---fue el 21 de julio del año 365 a.c. casi por la misma época que se construyó el templo éste de Debod.. No tardaron mucho en detenerlo y su nombre quedó proscrito en los anales de la historia. Fue un secreto mantenido durante siglos como castigo a su osadía maldita. Si hoy conocemos su nombre es de chiripa---afirmé---
---Pues no te extrañes de estas cosas, Joaquín---respondió ella---no creas que han cambiado mucho la historia, hay tipos y tipas que son capaces de hacer lo que sea por fama y dinero; vender su alma al diablo se queda corto para muchos---
Le di la razón, y también le animé a irnos. Era ya noche casi cerrada y teníamos el coche en un aparcamiento privado de la calle Ferraz, no muy lejos de allí. Apuesto que un rato si que no llevaría llegar hasta él, le dije.
Joaquín
Recreación del templo de Artemisa, en Éfeso
Templo de Debod, en Madrid
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