martes, 3 de mayo de 2022

El último héroe

                                                                                            



¡Ya pronto anochece!

¡Qué triste está el cielo!

El aire cimbrea

los álamos secos;

ya hay nieve en la cumbre del monte;

la luna amarilla

se refleja en los campos desiertos.

Ya tienden las aves

medrosas el vuelo;

ya chillan los búhos,

¡ya viene el invierno!

Ya empiezan las noches lluviosas,

¡qué largas, qué frías,

las noches del mes de los muertos.

--Manuel Paso-- (siglo XIX)



Aníbal era cartaginés. Os recuerdo que este pueblo ha tenido una importancia enorme en nuestra historia. A los cartagineses les llamaron los griegos Púnicos, por el color púrpura de sus tejidos. Lo descubrieron gracias a la tinta de un molusco y lo mantuvieron en secreto. Hicieron buenos negocios con él pues era muy apreciado en la antigüedad.

Los romanos les disputaron la hegemonía del Mediterráneo. Tuvieron tres guerras con ellos, las llamadas Guerras Púnicas.

Los romanos lo pasaron tan mal (estuvieron al borde de desaparecer) que jamás se olvidaron de Aníbal, y de Cartago. Es conocida la anécdota, cierta, según la cual muchos senadores romanos cuando terminaban de hacer sus discursos y aunque no tuviese nada que ver, acababan diciendo: Carthago delenda est (Cartago debe ser destruida). Y lo fue. Cualquier escusa era buena.

El Senado romano declaró cincuenta años mas tarde de acabada la Segunda Guerra Púnica, que Cartago había incumplido los acuerdos que les impusieron sobre no acumular armamentos militar. Evidentemente exageraban. Lo que estaban era deseosos de exterminar a Cartago por la afrenta sufrida durante la invasión de Italia por Aníbal.

Y en el año 147 a.c. volvieron a declararles la guerra (Tercera Guerra Púnica). En ésta arrasaron Cartago (actual Túnez) y sus habitantes. No quedó absolutamente nada. Sobre los restos humeantes de la ciudad echaron toneladas de sal para que jamás se volviera a cultivar nada en el lugar.

¿Y Aníbal, qué fue de él?... Al salir derrotado en la batalla de Zama tuvo que huir. Primero se fue a la tierra de sus antepasados, en Fenicia, pero al no considerarse seguro allí, recaló mas tarde en Bitinia, un pequeño reino en la actual Turquía, donde gobernaba un antiguo enemigo de los romanos, el rey Antioco III. Gracias a esa enemistad de Bitinia con los romanos estuvo seguro y a salvo durante un tiempo. 

Pero los romanos no perdonan, ni olvidan, y a la mínima oportunidad enviaron allí lo que ahora seria un comando. Aníbal, orgulloso como siempre había sido, se mantuvo firme en sus ideales y se negó rotundamente a ser entregado a Roma. Un anillo con cianuro, que siempre llevaba en su dedo, le ayudó a hacer el tránsito al mas allá.

En fin..

Joaquín Yerga





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