Llamé a mi corazón. Nadie repuso.
Nadie adentro. ¡Qué trance tan amargo!
El bosque era profuso,
negra la noche y el camino largo.
Llamé, llamé. Ninguno respondía.
Y el murmurado castillo taciturno,
único albergue en el horror nocturno,
era mi corazón.. ¡Y no me abría!.
--Rufino Blanco--
Una mañana de primavera paseaba Alfonso por los alrededores de la iglesia de Santiago. De casualidad vio en un balcón a una moza bien hermosa tendiendo su colada. Miró hacia arriba. Le habló:
--¿Señora o señorita?, dígame usted..
--Señorita, caballero.. María Dolanda para servirle---contestó la joven muy resuelta ella.
Le cayó en gracia aquella atrevida chiquilla. Intentó conquistarla:
--¿Sabéis quién soy?---le preguntó esperando sorprenderla--
--No señor, pero por su rica vestimenta yo diría que un caballero importante---replicó la descarada.
A Alfonso, un tipo poderoso, le gustó aquella mujer, y su osadía.. Enseguida ordenó a unos sirvientes que le seguían detrás que se hicieran cargo de la joven y dispusieran una entrevista con ella.. Así fue cómo la convirtió en su amante..
Alfonso era mayor y estaba casado. María nunca lo quiso. Sólo sexo hubo entre ellos, y dinero, mucho dinero. Él la mantenía a todo lujo.
Muchos deberes requerían la atención de Alfonso. A veces hasta pasaban meses sin verse, con lo que María, a escondidas, se echó un amante joven, como ella.
Y fue ese amante, imprudente, el que la lió parda. Un día lo vieron en la taberna con un hermoso lazo de oro persa en su solapa, lazo que todos sabían que el todopoderoso Alfonso había regalado a María.. Y, claro, la infidelidad de María llegó a sus oídos.
Una madrugada salía el joven de la casa de María después de haber gozado de las mieles de sus besos durante la noche. Al pasar por una oscura callejuela diez navajazos acabaron con su corta vida.. Varios individuos con nocturnidad y alevosía le asestaron atroces puñaladas mortales.
Allí quedó tendido y desangrado cuan largo era. El lazo empapado en sangre lo encontraron al alba, no muy lejos del cadáver..
María creyó enloquecer de amor y de miedo. Rota de dolor huyó con lo puesto temiendo la venganza de Alfonso, "el muy noble" Alfonso X, "el sabio".. Jamás se supo de ella..
Por cierto, cuando vayáis a Madrid preguntad por la calle del Lazo, muy cerquita de la Plaza de Ópera. Allí se encontró la bonita alhaja ensangrentada..
De Alfonso X, el Sabio qué deciros, pues que ha pasado a la historia como un rey culto y refinado. Se olvidaron de su terrible venganza..
Joaquín
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