El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel.
--Alfred Hitchcock--
Sí me formularan la inevitable pregunta: ¿Joaquín, qué tres cosas te llevarías a una isla desierta?. No dudaría un instante: Una colección de libros, otra de cintas de video en donde no faltaran El padrino, Casablanca o Encadenados, y la tercera.. Ummmm, ¡lo siento!, mi móvil..
Y es que, me encanta el cine, una auténtica fábrica de sueños. Fijaos lo que os digo: si hoy tuviese que vivir sin él después de haberlo saboreado, la vida se me pondría muy cuesta arriba.
Durante la Gran Depresión Americana de 1929 y despues, los cines se llenaban de gente que mitigaban su desesperanza comiendo palomitas y engañándose así mismas durante una hora y media; olvidaban su oscuro presente de hambre y necesidad. Ellas soñaban queriendo ser Escarlata O´hara en Lo que el viento se llevó, y ellos, Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca.
¿Y qué me decís de Solo ante el peligro o La Diligencia? Pues joyas que nadie debiera perderse. Del Cine Negro me quedo con La Jungla de asfalto, El Halcón maltés o Perdición, maravillosas producciones.
Por cierto, ha hecho más el cine para el conocimiento de la biblia, con películas como…Los diez mandamientos, Ben Hur , o Quó Vadis, que siglos de catecismos o misas. Y hasta le hemos puesto rostro a Moisés o a San Pablo, protagonistas de esas películas tan imprescindibles. O al propio Jesucristo en otras muchas, del tipo, La pasión de Cristo o La túnica sagrada. Ahora en Semana Santa las volveremos a ver por enésima vez.
Una buena película puede tener la capacidad de alterar nuestra sensibilidad, haciéndonos salir de la sala empatizando con las desgracias ajenas Fuga de Alcatraz.. O tristes y con los ojos hinchados después de una llorera emotiva con La leyenda del indomable. Pero también eufóricos y felices con El golpe o Qué bello es vivir, ¡y cómo no!, románticos y con ganas de besar a todo el mundo a la salida de Vacaciones en Roma o Grease…
No obstante, después de ver Esplendor en la hierba o Memorias de África, acabamos con un regusto amargo difícil de digerir. Todo esto demuestra a la perfección el poder y magnetismo del cinematógrafo.
En fin, ¿Quién no ha derramado alguna lágrima al terminar de ver Titanic?. ¿O abrumado ante la maldad humana con La lista de Schindler?. También desconsolados al finalizar La vida es Bella o Gran Torino. Y no digamos melancólicos después de contemplar Los puentes de Madison.
En fin
Joaquín
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