¡Cuántos sueños de gloria evaporados
como las leves gotas de rocío
que apenas mojan los sedientes prados!
¡Cuánta ilusión perdida en el vacío,
y cuántos corazones anegados
en la amarga corriente del hastío!
--Gaspar N. de Arce--
Artemisa es una mujer excepcional, bella y valiente, pero ahora lo está pasando francamente mal. Es extraordinario su sufrimiento, cree enloquecer, y es que Mausolo, su marido, ha muerto, y él lo era todo en su vida. Se ha quedado rota, vacía...
Todo empezó tiempo atrás...
Había una vez hace mucho mucho tiempo un pequeño reino situado en los confines de Asia Menor, Caria se llamaba.. El pequeño país estaba gobernado por un rey magnífico, un tipo sensato y muy querido por su pueblo, se llamaba Mausolo
La esposa de Mausolo, Artemisa, era a su vez su hermana, su querida hermana pequeña. Y es que, al igual que en Egipto existía en Caria desde muy antiguo la costumbre de que sus reyes se casaran entre hermanos para no contaminar la sangre real..
No es muy corriente, es cierto, pero Artemisa amaba a su hermano y esposo con locura. Juntos gobernaron veinticuatro años y fueron muy felices. Pero Mausolo enferma un día. Adquiere unas fiebres terribles y muere..
Ella hereda el reino. Ahora es reina absoluta, pero apenas tiene ganas de seguir, ¡lo echa tanto de menos!. Todo su empeño lo dedica a honrar a su esposo.. Contrata a los mejores oradores griegos para que proclamen por esos mundos de dios alabanzas de su esposo muerto. Luego llama a afamados arquitectos y les ordena construir para él la más suntuosa tumba conocida hasta entonces.
No obstante no vive lo suficiente para verla terminada, pues del dolor por su pérdida a los dos años de la muerte de Mausolo ella le acompaña gustosamente al más allá.
La sepultura es soberbia. Será considerada la Séptima Maravilla del Mundo..
Cuando murió su marido, Artemisa había incinerado su cuerpo y recopilado sus cenizas en un precioso jarrón de porcelana. Luego las fue diluyendo en el vino. Cada día bebía una copa de él mezclado con una cucharilla de las cenizas de Mausolo.. ¿Locura?, ¿Creencia en empaparse de su espíritu a sorbos? ¿Desvarío?. Yo diría que amor, un extraordinario amor a su marido..
El gran filósofo y orador romano, Cicerón dijo de ella... “Mientras vivió, vivió en dolor”.. No hay cariño más profundo que el suyo, ni más dolor que el que ella sintió..
Por cierto, a partir de la tumba de Mausolo, a todas las sepulturas espectaculares y grandiosas se les llama Mausoleo..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario