domingo, 14 de febrero de 2021

El tipo que no creía en Dios y pasó lo que tenía que pasar

                                                                                 



Si en los ojos te besan esta noche, viajero,

si estremece las ramas un dulce suspirar,

si te oprime los dedos una mano pequeña

que te toma y te deja, que te logra y se va,

oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,

en el viento fundida, ¿me reconocerás? 

--Alfonsina Storni--


En asuntos de fe y creencias podéis hacer dos cosas: creer en Dios o no creer, no hay más.

Si no creéis en Dios, habréis vivido sin ninguna ilusión acerca de una posible vida después de la muerte, y por lo tanto también habréis evitado atormentaros pensando en la posibilidad de ir al infierno.

Si no creéis en Dios, no habréis perdido el tiempo en la iglesia rezando a un ser inexistente.. Pero esto tiene un riesgo, porque si no crees en Dios, pero finalmente resulta que este existe, no sólo podéis perder la oportunidad de ir al cielo, sino que podéis acabar en las tinieblas del infierno.

Si por casualidad sí creéis en Dios, podéis rezar, ir a misa, leer la Biblia. Y si resulta que Dios existe ganáis el cielo y si Dios no existe, pues no habréis hecho ningún sacrificio importante, un pequeño esfuerzo pero nada más.

En resumidas cuentas, si elegís si creer en Dios saldréis ganando, porque, si existe, mejor para vosotros, y sí no existe, nada habréis perdido, si acaso un poco el tiempo.

Estas ideas las proponía Blaise Pascal, el famoso filósofo francés del siglo XVII. La verdad es que hoy en día tienen ya poco sentido, todo lo relativizamos, de todo nos burlamos... 

En fin

Joaquín



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