Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino
feliz, risueña, impávida. ¿Y porqué?
Porque no brota sangre de la herida.
Porque el muerto está en pie.
--Bécquer--
Dice un proverbio griego: “El que nada duda nada sabe". Bonita frase, solo que, quizás sea para enmarcarla y no hacer buen uso de ella, puesto que vivimos en una época en la que nadie duda de nada todos estamos seguro de todo..
Hay en el mundo tanta gente tan seguros de si mismos que no vale con ellos discutir. Son tajantes, invencibles, arrogantes, infalibles, no admiten titubeos; hasta un punto tal llevan su convicción que, aunque su interlocutor tenga dudas razonables acerca de lo que hablan y afirman, no se atreven a discrepar con ellos por miedo a indisponerse. A muchos le dan la razón como a los tontos para tener la fiesta en paz.
Aseguraba Bertrand Russell, el filosofo inglés: “El problema de este mundo es que los estúpidos están seguro de todo y los inteligentes están llenos de dudas”. Incluso los hay que presumen de no haber cambiado jamás de ideas, y encima hacen alarde de ello.
Afirman estos últimos que ellos son de palabra, de fiar, firmes porque, desde que nacieron piensan así y no han cambiado, ¡Y no como otros! despotrican. Pero mirad lo que decía al respecto Winston Churchill: “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo”..
Digo yo que uno puede tener sus ideas e ir depurándolas con el paso del tiempo y la experiencia. Cambiar de ideas (si no lo hacemos por motivos espurios) a lo largo de una vida es saludable, estar impávido de por vida con ellas es demencial.
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario