A veces nuestros labios, como locas
mariposas de amor, se perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los míos murmuraban: ¡Me provocas!
Los tuyos: ¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
--M. Ugarte--
--Te lo juro, Joaquín, tenía pensado ir bien temprano al centro a comprarle un regalo a mi marido-- --me dijo esta tarde un pelín azorada al traspasar la puerta de mi casa-- -¡por si no lo sabes hoy es San Valentín!. Pero, qué mala pata, se puso a llover justo cuando estaba a punto de salir a la calle. ¡Mira por donde! ¡Con lo poco que ha llovido este año!--
--Pues si tenías que ir, aparte de coger un paraguas o quedarte en casa y disgustar a tu marido que no tendría su regalo, no había mucho más que pudieras hacer. Por mucho que despotriques no podías detener la lluvia. Habértelo tomado con filosofía-- --le dije yo-- ---Bueno, también podrías haber pedido el regalo por Amazon, pero ya no tenías tiempo-- --me carcajeé--
--¡Pues mira tú que listo! Me lo tomé con filosofía-- --me replicó ella-- -lo dejé para ésta tarde y, aunque con prisas, ya le compré el regalo. Ahí en casa lo acabo de dejar para dárselo cuando vuelva del trabajo. Por cierto, ¿a que no sabías que cuando decimos tomárselo con filosofía realmente queremos decir que hay que hacerlo con estoicismo?. Sí, el estoicismo es una filosofía de vida muy antigua--
--Has tocado un tema que me encanta, Isabel-- --le advertí-- -uno de los más famosos estoicos fue Seneca, que escribió un montón de buenos consejos, por ejemplo, ese que decía: el problema no es lo corta que es la vida, sino lo mal que empleamos el tiempo del que disponemos. Claro, que algunos aunque vivieran mil años les sería igual de corta, y no me mires a mi que ya sabes que aprovecho bien el tiempo, jajaja--
--Sí, lo sé. Y ya que estás filosófico, qué me dices de Marco Aurelio, otro estoico; leí una vez sus “Meditaciones” y la verdad que es un pozo de sabiduría.. Fíjate qué frases: “La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”. O esta otra: “Dios mío, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia”. No me digas que no tienen enjundia-- --me soltó sabihonda--
--Cierto, Isabel, preciosas frases-- --le señalé-- -pero aún no me has dicho el regalo que le has comprado a tu marido--
--Nada, nada, una bagatela, una corbata de seda que vi el otro día en un escaparate. Espero que le guste. Él me ha prometido una cena en un restaurante, el próximo sábado. Bueno, y alguna cosita más-- --me comunicó entre risas-- Luego se despidió; su marido estaba al caer y quería estar en casa cuando llegara, me dijo. Aunque yo creo mas bien que estaba impaciente por ver su regalo..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario